DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

San Luis y la lámpara de Aladino



Salvador Treber

En oportunidad de las elecciones primarias presidenciales, el dúo puntano Rodríguez Saá hizo su campaña resaltando la cantidad de obras y la evolución habida en la provincia de San Luis bajo su gestión. Invitaban, además, a visitarla para apreciar in situ su capacidad de administración, mientras prometían que ese ejemplo lo extenderían al país si eran favorecidos con la preferencia del voto. Lo presentaban como un verdadero “milagro” derivado de la calidad de la gestión, casi como si poseyeran y pudieran frotar la lámpara de Aladino.

La realidad de los hechos ha sido muy otra.

La historia empezó el 26 de junio de 1979, cuando se sancionó una ley de promoción industrial que en aquel momento procuraba inducir a que se radicaran industrias y población, pese a los rigores del clima, en Tierra del Fuego. Eran los tiempos del conflicto con Chile por el canal de Beagle y en ese territorio los habitantes de nacionalidad argentina eran minoría frente a los chilenos.

Esa iniciativa logró que el número de habitantes pasara de 29.392 en 1980, a 101.079 en 2001, según datos del Censo de este último año, que verificó el acierto de esa política, pues se había más que triplicado. Pese a ello, nadie se adjudicó tal cosa porque era consecuencia directa del régimen de exenciones diagramado.

De esa forma, superaron el preocupante desequilibrio ofreciendo una serie de ventajas económicas. Ésa fue la causa que movilizó a la industria electrónica, provista con maquinarias, equipos e insumos importados que llegaban por vía marítima, libre de todo tipo de impuestos.

Casi de inmediato, argumentando ser las provincias más pobres, lograron dichos beneficios La Rioja, donde el salto poblacional en el mismo período fue del 77,5 por ciento, y San Juan, cuya población creció en el mismo período la mitad.

Desde 1983, se sumaron Catamarca y San Luis, aunque la verdadera “explosión” de progreso sólo abarcó a esta última, con un aumento de un 76,6 por ciento, pero en San Juan sólo avanzó 36,4 por ciento, ya que dichas liberalidades tributarias no fueron suficientes para que ganaran el mercado nacional y se debieron resignar a la operatoria en el regional. Es que la provisión de insumos y la gran distancia de los principales centros de consumo limitaban sus posibilidades de expansión.

Muy diferente fue lo ocurrido en San Luis. Su relativa proximidad con el Gran Buenos Aires le permitió constituirse de manera rápida en un verdadero polo industrial, con centro en Villa Mercedes

Las mayores ventajas eran por 15 años, pero al vencer éstas se fueron prorrogando, estimándose que las exenciones tributarias equivalen a subsidios por 25 mil millones de dólares que, obviamente, pagó todo el país. Porque lo que se exime a alguien siempre debe ser suplido por una carga impositiva adicional en los demás. Éste ha sido el “milagro” del que tanto alardean, omitiendo que no es extensible al ámbito nacional, pues no existe el tercero ajeno a él que lo solvente.

Antes y después de 1983. Según el último Censo Nacional de Población, realizado en octubre de 2010, San Luis figura en el puesto 19º por su número de habitantes; sólo delante de Tierra del Fuego, Santa Cruz, La Rioja, La Pampa y Catamarca. Tiene 76.748 kilómetros cuadrados, donde viven 431.588 personas que disponen de 147.957 viviendas. Ello implica un promedio de habitantes por kilómetro cuadrado de 5,62 (en el país, esa relación ascendió a 14,6) y de 2,92 habitantes por unidad habitacional, frente a la de todo el país, que es de 2,80. Dado que en 2001, año del Noveno Censo de Población, tenía 367.933 habitantes, se advierte que la máxima “explosión de crecimiento” fue entre 1986 y 2001.

En la provincia puntana comenzaron las radicaciones masivas de empresas manufactureras, para favorecerse con un régimen que los eximía del Impuesto a las Ganancias, permitía facturar y cobrar el IVA, pero no con destino al fisco sino a acrecentar el margen ganancial de la respectiva empresa. En el Séptimo Censo, de 1980, aparece San Luis con 214.416 habitantes; o sea que en el lapso de dos décadas hasta el Noveno Censo se advierte un incremento de 71,6 por ciento, frente al de todo el país, que fue de apenas el 29,7 por ciento.

Una anécdota ocurrida a mediados de 1985, de la que fue protagonista el autor de esta nota cuando integró el Directorio del Banco Central, lo atestigua. La entidad bancaria oficial puntana era muy pequeña y tenía escaso respaldo, razón por lo cual se la intimó a que se reforzara con nuevos aportes de capital.

La respuesta fue que no estaban en condiciones ni dispuestos a inmovilizar fondos, pues había muy pocos pedidos de crédito y no cumplía ninguna función promotora. Advertían, además, que si se los obligaba, preferían liquidarlo y construir con lo que se obtuviera una serie de viviendas. Y, en verdad, no les faltaba razón en esa evaluación, a juzgar por su modestísima operatoria.

Hasta ese momento, por pertenecer a una zona semiárida, la producción agrícola era escasa y se localizaba en el área nororiental; el resto de la parte llana se destinaba al pastaje de ganado vacuno y ovino de segunda calidad. Completaban el cuadro de actividades productivas la explotación de algunos yacimientos de ónix, mármol y cuarzo, además de un moderado flujo de turismo atraído por el microclima de Merlo. Justamente por su grado relativo de atraso respecto de las provincias vecinas, logró que alcanzara a ella el régimen de promoción industrial. Recién entonces comenzaron a cambiar las condiciones preexistentes, hasta convertirla en un polo de desarrollo con centro en Villa Mercedes, que, al colmarse de radicaciones, se extendió en cierta proporción a los alrededores de su ciudad capital.

Por lo tanto, no hubo ningún “milagro conductivo” de sus autoridades locales, sino elevados beneficios por exenciones tributarias nacionales que atrajeron empresas; que ya venían operando preferentemente con el mercado que representa el Gran Buenos Aires. Nada nuevo bajo el sol...

La Voz del Interior, 30-9-11