DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

LA DOCTRINA SOCIAL Y MARX



Eduardo Gómez
Religión en Libertad, 23 mayo 2018

En la loada Unión Europea de los democratistas se homenajeaba hace unos días la estatua de Marx. Al laudatorio se unía –ironías nominales del destino– el cardenal Marx, gloriando a su homónimo con sibilina discreción: “Sin Marx no habría existido la Doctrina Social de la Iglesia”, afirmaba el cardenal. Algún día desde la Santa Sede no estaría mal una introspección en busca de los porqués de esa devoción de algunos prelados hacia la burguesía zascandil más revolucionaria. Tamaña equivocación del cardenal se refuta por muchas consideraciones objetivas. Veamos algunas.

El testimonio de Lucas en los Hechos de los Apóstoles no deja lugar a dudas: la doctrina social existió desde las primeras comunidades cristianas, donde todo se compartía y se repartía según los menesteres y no se consideraba de orden privado cosa alguna. Sería ilógico pensar que en los Hechos de los Apóstoles la palabra no precedió a la obra. Los siervos de Dios empezaban a hacerse cargo de la realidad social. 
Alrededor de principios del siglo IV, en el Concilio de Ilíberis (Elvira), la familia se declara elemento básico de la sociedad y se condena la desobediencia a las autoridades (hoy lo llaman defensa del Estado de Derecho). Más adelante, la doctrina propendió hacia el derecho a la libertad y la propiedad (en concreto, desde 1346 proclama los tres derechos naturales: vida, libertad y propiedad). Es más, la Iglesia hizo causa de la empresa familiar formada por oficiales y aprendices, de las corporaciones de oficios que daban preferencia a la calidad en detrimento de la cantidad. Empezaba a hacer mella la doctrina económica. Su espectro se amplía en la encíclica Rerum Novarum, de la cual dimana el distributismo para combatir a partes iguales el capitalismo y el comunismo. La doctrina económica llegaba a su ápice.

Aunque la expresión “doctrina social” fue acuñada por primera vez por Pio XI, éste reconoce que es muy anterior incluso a la Rerum Novarum. Otro Papa, Pio IX, había condenado duramente el socialismo y el liberalismo económico en 1864. En la misma línea, Leon XIII dio un golpe encima de la mesa con su encíclica Libertas Praestantissimum al clamar que lo bueno de las libertades modernas es tan antiguo como la misma verdad y la Iglesia lo había incorporado siempre a su práctica diaria.

Tal vez el cardenal Marx se apoya en la oficialidad de los acontecimientos en cuanto a la adopción de la expresión “doctrina social” por primera vez por Pio XI, o en Dios sabe qué simpatías. No obstante, ¿desde cuándo el oficialismo dictamina el nacimiento de los hechos? Colocar el marxismo en la órbita de la Doctrina Social de la Iglesia solo se entiende desde las párvulas vacilaciones de la asunción convencida, pero no confesa, por parte de una fracción eclesiástica de esas supuestas bondades de la modernidad, incluidas (y tal vez en especial) las revoluciones auspiciadas por la burguesía zascandil. 

Pues bien, fue la doctrina eclesiástica –mucho antes del oportunismo de esa burguesía rémora para la civilización europea– la que condenó la usura, exigió la manumisión de los esclavos, vindicó a la familia, defendió la empresa familiar y hasta una remuneración justa para el capital porque también “trabajaba”. Por si fuera poco, conviene recordar que la Universidad –esa institución para estudios superiores donde estudió Karl Marx– fue creada por los monjes cristianos en la Edad Media. 

Ya lo avisaba León XIII: la doctrina social de la Iglesia es tan antigua como la verdad que predica.

¿QUÉ QUEDA DE ÁNGEL HERRERA ORIA EN LA IGLESIA ESPAÑOLA DE HOY?




Jesús Bastante, 23 de mayo de 2018

 ¿Quién fue Ángel Herrera Oria? ¿Qué significó para la Iglesia del siglo pasado? ¿Qué queda de su legado? ¿Qué podemos rescatar mirando hacia el futuro? Cincuenta años después de su muerte, la figura del periodista-cardenal, uno de los padres de la Doctrina Social de la Iglesia en la España del siglo XX, sigue siendo una gran desconocida, que sería necesario recuperar.

Eso intentan la Fundación Pablo VI y la Asociación Católica de Propagandistas, instituciones fundadas por el malagueño (junto al CEU, el Ya, El Debate, la BAC o la Editorial Católica), que ayer abrieron un año cargado de eventos con una nutrida mesa redonda. Un laico, obispo, cardenal, un católico comprometido. Un periodista, un político, un eclesiástico... un ciudadano.

"Iniciamos un año para conmemorar la figura de Herrera Oria, que incluye seminarios, congresos, exposiciones, libros..." apuntó Jesús Avezuela, director general de la Fundación Pablo VI, quien defendió la vigencia de "sus valores, esenciales para la convivencia social". Avezuela dio la palabra a Ginés García Beltrán. El presidente de la Fundación y obispo de Getafe fue el encargado de moderar la mesa redonda en la que participaron el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino; el historiador Fernando García de Cortázar, el presidente de la ACdP, Carlos Romero; o el periodista Antonio Alférez Callejón.



"Es el momento de movimientos como el de Herrera Oria", clamó el jesuita Fernando García de Cortázar, aludiendo a la importancia del mensaje del cardenal ante "estos momentos decisivos en la historia de España", con el "golpe de Estado vivido en Cataluña" y "la negación de la existencia de España".

El historiador definió a Herrera Oria como un personaje excepcional en la historia de la Iglesia española. "Estamos en un presente conflictivo, en una era grave del pensamiento europeo y la civilización cristiana", alertó el historiador,

¿Deben los católicos intervenir en la vida pública? "Hasta Herrera Oria, todos los movimientos habían fracasado", recordó García de Cortázar, quien apuntó que "los cristianos, más allá de las convicciones de nuestra fe, debemos defender una sociedad fundada en Roma, el Cristianismo o la Ilustración". "Hoy, nosotros también, con motivo del cincuentenario de Herrera Oria, tenemos que dar este mensaje: la realidad del cristianismo está vigente".

"En este momento, en el que la trivialidad están teniendo tal presencia en la sociedad actual, conviene recordar el mensaje fundacional de la Iglesia, que fue revivido por la figura de Ángel Herrera Oria", culminó el historiador. "Ángel Herrera despierta la conciencia nacional dormida, moviliza una mayoría social inmovilizada".



Por su parte, Juan Antonio Martínez Camino, definió a Herrera como "la voz católica más recia, intrépida y mejor timbrada en la España del siglo XX", usando la terminología utilizada por monseñor Antonio Montero, otro maestro de periodistas. El auxiliar de Madrid excusó la ausencia del cardenal Osoro, aquejado de una lumbalgia de la que ya está recuperando.

Camino hizo referencia al proceso de beatificación de Ángel Herrera, en suspenso en Roma desde 2012, explicando "la fama de santo y su doctrina de santidad", pidiendo que "lo veamos reconocido pronto como santo".

"Que se promueva el deseo de santidad de toda la Iglesia es lo que persigue el Papa en su reciente exhortación apostólica. Una figura como la de Don Ángel, es sin duda un gran estímulo para la Iglesia, en esa indisociable misión del apostolado, de la conciencia social, que va necesariamente unida a la santificación de cada bautizado"

La mesa tampoco contó con la presencia, anunciada, del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, quien sin embargo envió un vídeo en el que definió a Herrera como "un hombre que fue santo en la vida de cada día".



Para Carlos Romero Caramelo, el fundador de la ACdP (junto al jesuita Ángel Ayala), habló de Herrera como "una figura esencial de la España del siglo XX". "Siempre fue un precursor", destacó Romero, quien alabó que, desde los comienzos, ambos estaban convencidos del protagonismo de los laicos. Y una vocación al periodismo.

De ahí surgió la ACdP, y de ahí El Debate o "el famosísimo Ya", y la participación de los católicos en la vida pública, desde poco antes del comienzo de la República. Romero hizo un repaso de la trayectoria de Herrera, y con él la de la España durante la II República, la Guerra Civil y el régimen franquista. "Educación, medios de comunicación y política".

Hoy, "no caben el retraimiento ni el pesimismo", clamó el presidente de la ACdP, quien destacó a Herrera Oria como "un hombre que no dio nada por perdido". "Fue un verdadero gigante de la historia de España en el siglo XX, un hombre ocupado y preocupado por el bien común".

Finalmente, Antonio Alférez Callejón, periodista y alumno de la Escuela de Periodismo de la Iglesia fundada por Herrera Oria, recordó la primera ocasión en que escuchó hablar al cardenal, hablando de "encarnación y compromiso social", algo inusual en la España franquista de la época. "Formar minorías selectas que instauren un orden nuevo" eran un objetivo en don Ángel. Y "ser los mejores era destacar como las mejores personas, ciudadanos inspirados en la Doctrina Social de la Iglesia", destacó el veterano periodista.

"¿Cuál es el secreto de Herrera?", se preguntó García Beltrán. "Su secreto es la santidad", concluyó el obispo de Getafe, trazando un paralelismo entre 'Gaudete et Exsultate' y la vida de Herrera Oria. "La vida de Herrera Oria es una vida de santidad. Su proceso de canonización está en Roma", subrayó.

"Toda evangelización tiene una dimensión social, el Evangelio y la DSI son para vivir en la calle", recordó, pidiendo "liderazgo evangélico y moral en la vida pública". "Estamos en una sociedad bastante ausente de líderes, y de líderes cristianos", lamentó, criticando que "cuando uno entra en la vida pública deja su catolicismo a un lado".

EL MAGISTERIO DE LA CARIDAD SOCIAL



La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia

Por: Hernán Bressi | Fuente: Catholic.net

El primado de Pedro.
Después de la resurrección y ascensión a los cielos, Cristo abandonó la tierra confiándole a la Iglesia la continuación de su obra. Quiso que su doctrina se perpetuara en el mundo no sólo por medio de la escritura, sino por el magisterio vivo capaz de adaptarse a todas las circunstancias y necesidades hasta el fin de los tiempos. La Tradición Apostólica y la enseñanza escrita por medio de las Sagradas Escrituras no pueden sustituir la enseñanza oral. “[…] Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer”.(Dei Verbum, 10)

Cristo por institución divina lo distingue con una especialísima preferencia y primacía sobre los demás confiándole el Primado a uno de los Apóstoles, Simón (Pedro), queriendo que su sucesor fuera el Vicario de Cristo en la tierra.

En el evangelio de Mateo, la Escritura nos narra con lujo de detalle y solemnidad la promesa que el Señor hiciera a Pedro. Era en Cesárea de Filipo. Cristo preguntó a su Apóstoles:

“… ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: unos, que Juan Bautista; otros, que Elías; otros que Jeremías u otro de los profetas. Y Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Tomando la palabra Pedro, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

“Y Jesús respondiendo, dijo: Bienaventurado tú, Simón, Hijo de Juan, porque no es la carne ni la sangre quien eso te ha revelado, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo a ti que Tú eres pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos. Entonces ordenó a los discípulos que nadie dijera que Él era el Mesías”. (Mt 16, 13-20).

Cristo con estas palabras promete a Pedro el Primado valiéndose de tres imágenes.

La roca: Fundamento granítico que dará estabilidad indestructible por todos los tiempos.
Las llaves: Símbolo de la plenitud de poder. Es el Señor en la Casa de la Iglesia.
Poder de atar y desatar: El poder de perdonar o retener los pecados a los fieles en lugar de Dios.
Cristo promete a Pedro en particular la firmeza inquebrantable en la fe y en la autoridad doctrinal, en la Última Cena:

“…Simón, Simón: Satanás os busca para cribaros como el trigo. Mas yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos” (Lc 22, 31).

El primado es ejercido por Pedro después de la Crucifixión cuando dirige la elección del Apóstol Matías y preside el Concilio Apostólico de Jerusalén alrededor del año 50 DC. El Objetivo principal del Concilio fue la liberación de la ley judaica. Es él quien predica el primer sermón de Pentecostés y recibe en el seno de la Iglesia a Cornelio venido de la gentilidad. En cambio, Pablo recibe por vocación de Cristo el Apostolado encaminándose a Jerusalén “para ver a Cefas” y permanece catorce días a su lado (Gálatas 1, 18).

La Iglesia ha sido instituida para todos los tiempos hasta la consumación de los tiempos porque ha de prolongar la misión de Cristo. Por lo que su fundamento granítico ha de ser perdurable.

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El magisterio eclesiástico ha sido instituido por Cristo, a fin de que introduzca a todos los hombres con certeza y autoridad divina en la verdad revelada, y conserve esta verdad inmutada y libre de todo error, como un tesoro precioso, a través de los siglos hasta el fin de los tiempos. Debido a esto, el hombre puede abandonarse a él incondicionalmente con la absoluta certeza que navega en aguas seguras del Maestro de la Verdad que es Cristo que sobrevive en él.

Así dice por ejemplo, Cristo:

“…Muchas cosas tengo aún que deciros, mas no podéis comprenderlas ahora; en cambio, cuando venga el Espíritu de Verdad, él os enseñara todas las verdades”. (Jn 16, 12).

San Pablo llama a la Santa Madre Iglesia “la columna y apoyo de la verdad” (I Timoteo 3, 15). Nuevamente aparece que el don de la infalibilidad no le ha sido otorgado a Pedro tan sólo para el breve tiempo de su vida mortal, sino “hasta el fin de los tiempos”. El Concilio Vaticano I, al definir como dogma de fe la infalibilidad papal, nada nuevo ha enseñado sino expuesto una doctrina de fe revelada. Pero este don de la infalibilidad le ha sido a otorgado a la Iglesia con fines bien determinados que marcan los límites del privilegio. Sólo rige cuando habla en doctrina sobre la fe y las costumbres. La Iglesia ha recibido la misión de interpretar fielmente y de preservar de todo error la doctrina de Jesús (Concilio Vaticano I), no la ha sido otorgada la infalibilidad para dirimir cuestiones que pertenecen al dominio puramente natural.



La Revelación se ha cerrado como un todo perfecto con la predicación de Cristo, dicho con mayor precisión: con la muerte del último Apóstol ya que estos fueron los intermediarios elegidos por Cristo para transmitir su revelación a todos los hombres. Pero no todas las verdades individuales de la Revelación se presentan en todo momento con toda su claridad, en la conciencia de los hombres.

El magisterio eclesiástico se presenta en dos formas: 1. Ordinario y 2. Extraordinario.

El magisterio ordinario tiene lugar cuando una doctrina es enseñada o predicada en la Iglesia universal como verdad revelada. Por consiguiente, cuando la totalidad de los Obispos o cuando la fe de la Iglesia universal se expresa por uso o por costumbre general en todas las Iglesias particulares por una fórmula de oración generalizada en todas las comunidades católicas, y ante todo por la celebración de la Liturgia, nos hallamos ante una verdad de fe. Ejemplo: La Asunción a los cielos en cuerpo y alma de María Santísima.

Existe una doble forma de magisterio extraordinario:
El Concilio Ecuménico (siempre que se realice en unión con el Papa quien debe aprobar sus resoluciones). De este modo fue definida la infalibilidad del Papa por el Concilio Vaticano I en 1870, con la circunstancia notable que el Santo Padre se abstuvo explícitamente de casi toda influencia sobre los Padres conciliares.
Definición Ex cathedra[1]: Se presenta cuando el Papa, en su carácter de Maestro supremo de toda la Cristiandad toma una decisión con la plenitud de su autoridad concerniente a la fe y las costumbres que obligue a la Iglesia universal. Las definiciones dogmáticas del magisterio extraordinario suelen por regla general realizarse tan sólo en casos de herejías o cuando surge una amenaza contra la fe. Ejemplo: Dogma de la Inmaculada Concepción.
El católico no atribuye al Papa considerado como mero hombre o teólogo a título personal ni la omnisciencia, ni la infalibilidad personal, ni mucho menos la impecabilidad doctrinal, sino que confía en el Espíritu Santo viviente en la Iglesia, en la seguridad de que asiste al Dulce Cristo en la tierra cuando éste explique solemnemente a los hombres las doctrinas de la fe y de la moral.[2] “…La asistencia del Espíritu Santo no significa que la elección papal goza de “infalibilidad”, así como tampoco significa que en el Cónclave sea necesariamente elegido el mejor candidato. Si la elección es válida, explica el Cardenal Journet, aún cuando fuese el resultado de intrigas y de malas decisiones apresuradas, se tiene la certeza de que el Espíritu Santo, que asiste a la Iglesia sacando bien incluso del mal, permite que ello ocurra en orden a fines superiores y misteriosos”[3].

Aproximaciones al Magisterio social de Benedicto XVI
El 19 de abril de 2005, el cardenal Ratzinger fue elegido como sucesor de Juan Pablo II tomando el nombre de Benedicto XVI, después de cuatro rondas de votaciones. Coincidió con la fiesta de San León IX. La tercera Encíclica de Benedicto XVI fue firmada el 29 de Junio de 2009 y presentada el 7 de julio. Benedicto XVI aplica las enseñanzas de sus dos primeras encíclicas —Deus caritas esty SpeSalvi— a los grandes temas sociales del mundo de nuestros días. En una primera parte examina las enseñanzas de sus dos predecesores: Pablo VI (especialmente en su encíclica Populorumprogressio) y Juan Pablo II. En la segunda parte recorre los grandes dramas que azotan a la humanidad en nuestros días, abordando con realismo y esperanza los problemas creados por la crisis financiera, por la falta de instituciones internacionales capaces de reformar la ineficacia burocrática que alarga el subdesarrollo de muchos pueblos, y por la falta de ética de muchas mentalidades que predominan en las sociedades opulentas.

Desde CentesimusAnnus (CA, 1991), la última encíclica social, han pasado 18 años. El mundo ha cambiado. Lo que entonces llamábamos mundialización, acentuada, es la actual Globalización. Hay un auge del sentimiento religioso y ético, demasiado sincretista (relativismo cultural y religioso). El mapa geoestratégico y equilibrio de poder ha cambiado con nuevas Potencias emergentes. Y el surgimiento de una nueva crisis económica trajo como consecuencia una brecha más profunda entre ricos y pobres; países desarrollados y sub-desarrollados y una inestabilidad política-cultural mayor en el escenario global.



Frente a este escenario mundial, la pluma de Benedicto XVI sale a su encuentro para delinearnos con su profundidad y claridad teológica de siempre el camino seguro a seguir para el testimonio católico en el mundo moderno con su carta encíclica Caritas in Veritate (2009).

Las contribuciones de su parte al Magisterio social de la Iglesia fueron:

Fe y Razón se perfeccionan mutuamente.
Dictadura del relativismo.
La hermenéutica de la reforma del Concilio Vaticano II vs. la hermenéutica de la ruptura.
La “Nueva Evangelización”.
Necesidad de conversión de la Iglesia. (purificación de los pecados internos por medio de la penitencia, sacramentos, etc).
Diálogo con todos intra y extra eclesia.
La religión contribuye al debate ético en las democracias.

3. Su Magisterio Pontificio en Caritas in Veritate:

En Caritates in veritate, Benedicto expone los grandes principios indispensables para el desarrollo humano integral del hombre y de los pueblos:

La atención a la vida del hombre como centro de todo verdadero progreso.
El respeto del derecho a la libertad religiosa, siempre unido íntimamente al desarrollo del hombre.
El rechazo de una visión prometeica del ser humano, que lo considera artífice absoluto de su propio destino.
La necesidad de romper la vieja idea de que la economía debe producir recursos y la política distribuirlos.
La globalización es más económica que política y ésta se circunscribe a espacios limitados.
La economía debe seguir criterios éticos en todas sus fases, y no de cualquier ética sino de una ética amiga del hombre (37).

2. La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40). Ella da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. 
Para la Iglesia —aleccionada por el Evangelio—, la caridad es todo porque, como enseña San Juan (cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en mi primera Carta encíclica «Dios es caridad» (Deus caritas est): todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza. Soy consciente de las desviaciones y la pérdida de sentido que ha sufrido y sufre la caridad, con el consiguiente riesgo de ser mal entendida, o excluida de la ética vivida y, en cualquier caso, de impedir su correcta valoración. En el ámbito social, jurídico, cultural, político y económico, es decir, en los contextos más expuestos a dicho peligro, se afirma fácilmente su irrelevancia para interpretar y orientar las responsabilidades morales. De aquí la necesidad de unir no sólo la caridad con la verdad, en el sentido señalado por San Pablo de la «veritas in caritate» (Ef 4,15), sino también en el sentido, inverso y complementario, de «caritas in veritate». Se ha de buscar, encontrar y expresar la verdad en la «economía» de la caridad, pero, a su vez, se ha de entender, valorar y practicar la caridad a la luz de la verdad. 
De este modo, no sólo prestaremos un servicio a la caridad, iluminada por la verdad, sino que contribuiremos a dar fuerza a la verdad, mostrando su capacidad de autentificar y persuadir en la concreción de la vida social. Y esto no es algo de poca importancia hoy, en un contexto social y cultural, que con frecuencia relativiza la verdad, bien desentendiéndose de ella, bien rechazándola.

5. La doctrina social de la Iglesia responde a esta dinámica de caridad recibida y ofrecida. Es«caritas in veritate in re sociali», anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad. Dicha doctrina es servicio de la caridad, pero en la verdad. La verdad preserva y expresa la fuerza liberadora de la caridad en los acontecimientos siempre nuevos de la historia. Es al mismo tiempo verdad de la fe y de la razón, en la distinción y la sinergia a la vez de los dos ámbitos cognitivos. El desarrollo, el bienestar social, una solución adecuada de los graves problemas socioeconómicos que afligen a la humanidad, necesitan esta verdad. Y necesitan aún más que se estime y dé testimonio de esta verdad. Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales.

78. Pablo VI nos ha recordado en la Populorum progressio que el hombre no es capaz de gobernar por sí mismo su propio progreso, porque él solo no puede fundar un verdadero humanismo. Sólo si pensamos que se nos ha llamado individualmente y como comunidad a formar parte de la familia de Dios como hijos suyos, seremos capaces de forjar un pensamiento nuevo y sacar nuevas energías al servicio de un humanismo íntegro y verdadero. Por tanto, la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo es un humanismo cristiano,[157] que vivifique la caridad y que se deje guiar por la verdad, acogiendo una y otra como un don permanente de Dios.
Cuestión social: se ha convertido radicalmente en antropológica (75).

El Estado: Con frecuencia llega tarde. La movilidad del dinero le quita poder (24). Pero debe recuperarlo para poder corregir y evitar injusticias (41).
Participación: Tanto en la vida de los Estados como a nivel internacional. subsidiariedad fiscal, que permitiría a los ciudadanos decidir sobre el destino de porcentajes de los impuestos que pagan al Estado (60).
Derechos y deberes: "Es importante urgir una nueva reflexión sobre los deberes que los derechos presuponen, y sin los cuales éstos se convierten en algo arbitrario. Hoy se da una contradicción. Por un lado, se reivindican presuntos derechos con la pretensión de que las estructuras públicas los reconozcan y promuevan, por otro, hay derechos elementales y fundamentales que se ignoran y violan (43).
La ONU precisa reforma, como la arquitectura económica y financiera internacional para que sea real el concepto de familia de naciones (67).

Vida y familia: La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad va hacia la supresión de la vida, no encuentra motivación y energía para esforzarse en el servicio del bien del hombre (28).
Es necesidad social, incluso económica, proponer la hermosura de la familia y del matrimonio, unión de hombre y mujer, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. No es correcto considerar el aumento de población como la primera causa del subdesarrollo, incluso desde el punto de vista económico (44).
Se inspira en PopulorumProgressio (PP): queriendo conmemorar su 40 aniversario, siendo el documento más citado en sus 159 notas, el Concilio, el magisterio de Juan Pablo II, Juan XXIII y su propio Magisterio anterior. Alude a S. Agustín, Sto. Tomas y Heráclito. Aunque no la cita literalmente, está muy cerca de QuadragesimoAnno (QA).
Metodología expositiva: Se construye sobre la dialéctica-diálogo: fe-razón (56), natural-sobrenatural, material-espiritual, ley natural-ley divina… que resuelve siempre con equilibrio y armonía. (Introducción, 6 capítulos y conclusión).
Algunas enseñanzas de Caritas in veritate (CiV) son eco de QA:
Subsidiariedad, recuperar el papel del Estado, necesidad de un nuevo orden para ser protagonistas y no víctimas de la crisis...

4. El magisterio de la caridad en la trasformación de la realidad humana.



El hombre es una creatura creada a imagen y semejanza de Dios que se distingue por su complejidad.Es a la vez espíritu y materia, libre y dependiente; autónomo e irrepetible y se realiza, quiera o no, en la entrega a los demás; abierto a la trascendencia y naturalmente sociable. Es un animal raro, mal dotado en comparación con el resto de los animales pero por el contrario ha cambiado la faz de la tierra porque posee razón. Las consecuencias más notables de esa capacidad son las siguientes:

La Técnica.
La Tradición.
El lenguaje simbólico.
El Progreso.
El arte.

La capacidad de razonamiento esencialmente distinta a cualquier reacción instintiva “inteligente” de los animales.
La reflexión.
La ciencia.
La religión.

Por medio de la tradición y el don de la palabra (lenguaje) el hombre aprende más y más; a diferencia de los animales que solo podemos referirnos al adiestramiento. El hombre es capaz de ciencia objetiva y de religión, reconociendo con su inteligencia un fundamento objetivo absoluto de lo real: Dios creador y sólo en un Dios personal se reconoce plenamente como ser espiritual. Pero en definitiva, ¿Cuál es el fin de la vida?Los existencialistas afirman radicalmente que el hombre no tiene sentido alguno. Es un error de la naturaleza, una criatura mal hecha, una pasión inútil, separando la esencia de la existencia. Pero los cristianos nos apoyamos en la Revelación Divina. El Concilio Vaticano II (especialmente GS 12) adopta el esquema bíblico y patrístico de la historia de la salvación: la dignidad del hombre está estrictamente unida y fundada en la creación (imagen), en la redención (restauración de la imagen) y en la escatología (cumplimiento) habiéndole sido reintegrado en su unicidad por medio de Cristo destinándolo al encuentro con Dios Padre en la recapitulación final.

Siguiendo el magisterio de Benedcito XVI podemos afirmar sin temor a equivocarnos que por medio de la caridad tanta personal como social llegaremos por camino seguro a lograr la transformación de la realidad en la que estamos insertos porque como bien nos dice su Santidad “…La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40). Ella da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. Para la Iglesia —aleccionada por el Evangelio—, la caridad es todo porque, como enseña San Juan (cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en mi primera Carta encíclica «Dios es caridad» (Deus caritas est): todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza”. (CV, 2).

Creemos que el método que la doctrina social de la Iglesia nos enseña para transformar la realidad (Ver, Juzgar y Actuar) es el medio para alcanzar este fin, haciendo carne por medio de nuestro testimonio la Palabra del Verbo Encarnado.

.4. Conclusión :

Para concluir estas sencillas reflexiones podemos decir que la propuesta de cambio que propone Benedicto XVI es muy atenida, posible, realista, original y fecunda ya que solo por medio de un humanismo integral trascendente se logrará el desarrollo integral de los pueblos; razón por la cual el conocimiento y la aplicación de la DSI es fundamental para ese fin. La agudeza y profundidad del diagnóstico-pronóstico de Benedicto XVI hace visible las causas de los males sociales y morales que aquejan al hombre y la responsabilidad de los distintos actores sociales involucrados indispensables y necesarios para lograr una verdadera trasformación católica.

Los cambios evangélicos-pastorales tiene que ir en camino de ser positivos ya que el diagnóstico-pronostico fue aceptados por todos, pero todavía los cambios no terminaron de ser integrales en la práctica porque la metanoia necesaria para su ejecución no se hanconcretados.

Remarcaría a modo de cierre que el desarrollo trascendente e integral del hombre y de los pueblos debe tomar también en consideración el hábitat ecológico para su perfeccionamiento. Dogma y praxis deben ir en comunión, armonía y en pleno perfeccionamiento. El dogma se debe ver reflejado, palpado y hecho carne en la praxis respetando la dignidad y naturaleza trascendental de la persona y su contexto socio-político, sobre la realidad cultural del pueblo, sus costumbres, idiosincrasia, etc., ordenándolas a la luz del evangelio por otros medios de evangelización más personales y directos poniendo el énfasis en el bien común, despojándonos del hombre viejo en pos del hombre nuevo de Cristo.


[1] En San Lucas 21, 31-32, podemos encontrar la fundamentación exegética de la prueba directa de la infalibilidad pontificia.

[2] En todos los demás casos que el Papa usa su poder magistral como sea por medio de las Encíclicas, Exhortaciones Apostólicas u otros documentos sin manifestar su intención definición ex cathedra, no es infalible. Tampoco los documentos de las Congregaciones Romanas que asisten al Papa en el Gobierno de la Iglesia.

[3] C. Journet, La Iglesia del Verbo Encarnado, p. 625

JORNADA DE AYUNO Y ORACIÓN


La Iglesia en Argentina comenzó, desde el domingo de la Ascensión del Señor hasta el domingo de la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, un tiempo especial de oración pidiendo al Señor que conceda luz y sabiduría a nuestros corazones para ser ciudadanos que cuidemos la vida desde su concepción hasta el final de la misma. 

En los próximos días se darán en el Congreso de la Nación instancias legislativas en las que se debatirá el proyecto para la legalización del aborto.  Por eso queremos profundizar nuestro compromiso de rezar unidos invitando a una JORNADA DE AYUNO Y ORACIÓN para el jueves  7 de junio. Pedimos que el Señor ilumine la mente y el corazón de los que tienen que legislar acerca del valor y el significado de la vida humana.

La Iglesia nos enseña que el ayuno es una oportunidad para dominar nuestro orgullo, reconocer y agradecer los dones que vienen de Dios e imitar su generosidad compartiendo nuestros bienes con los necesitados. 

En esta JORNADA DE AYUNO Y ORACIÓN queremos valorar y cuidar el don de la vida, estando más disponibles y abiertos con aquellos cuya dignidad se ve vulnerada.
¡Qué el Señor de la Vida nos sostenga en nuestro caminar!

23-5-2018

LA RED FEDERAL DE FAMILIAS


REPUDIA  LA POSIBLE PRESENCIA DE LUZ MEJÍA EN DIPUTADOS

NOTIVIDA, Año XVIII, Nº 1102, 21 de mayo de 2018

En un reciente debate televisivo acerca del aborto, se deslizó que a las audiencias informativas, que sobre el tema se realizan en el Plenario de Comisiones de la Cámara de Diputados, habría sido invitada la actual Secretaria Técnica del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará, Luz Patricia Mejía, quien ya a mediados de 2011 manifestó su posición favorable a esa práctica ante la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados.

Creemos que su presencia en las audiencias reiterando esa posición negatoria del derecho a la vida de las personas por nacer, constituye, por una parte, una indebida injerencia en asuntos que hacen a la soberanía nacional, incompatible con las normas de los artículos 1°, 3° incisos a), b) y c) y 17 de la Carta de la OEA, y, por otra, una lisa y llana violación tanto del Pacto de San José de Costa Rica, como de la misma Convención de Belem do Pará.

En efecto, las citadas normas de la Carta de la OEA expresamente establecen que:

“Artículo 1. Los Estados americanos consagran en esta Carta la organización internacional que han desarrollado para lograr un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia. Dentro de las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos constituye un organismo regional. La Organización de los Estados Americanos no tiene más facultades que aquellas que expresamente le confiere la presente Carta, ninguna de cuyas disposiciones la autoriza a intervenir en asuntos de la jurisdicción interna de los Estados miembros. “Artículo 3. Los Estados americanos reafirman los siguientes principios: a) El derecho internacional es norma de conducta de los Estados en sus relaciones recíprocas. b) El orden internacional está esencialmente constituido por el respeto a la personalidad, soberanía e independencia de los Estados y por el fiel cumplimiento de las obligaciones emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional. c) La buena fe debe regir las relaciones de los Estados entre sí….”.

“Artículo 17. Cada Estado tiene el derecho a desenvolver libre y espontáneamente su vida cultural, política y económica. En este libre desenvolvimiento el Estado respetará los derechos de la persona humana y los principios de la moral universal”.

Por su lado, el Pacto de San José de Costa Rica en su artículo 4.1 determina que “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general desde la concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”. Y ello significa el reconocimiento de ese derecho fundamental a todas las personas por nacer desde el momento de la concepción.

No desconocemos que una tergiversación del sentido de esta cláusula ha permitido que algunos sostengan equivocadamente que la expresión “en general” podría permitir la admisión de algunos supuestos de aborto, pero ello resulta reñido con la buena fe, el sentido corriente de las palabras y el objeto y fin del tratado. Pero, en lo atinente a la República Argentina, esa falsa interpretación ha quedado definitivamente superada al momento de aprobarse y ratificarse la Convención sobre los Derechos del Niño.

En este sentido, cuadra recordar que la Ley 23.849, aprobatoria del tratado, dispuso en su artículo 2 que al ratificar el instrumento la República Argentina debía declarar que “la República Argentina declara...que se entiende por niño todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los 18 años de edad”.

Ello fue cumplido al momento de depositarse el instrumento de ratificación, por lo que  nuestro país quedó internacionalmente obligado a reconocer todos y cada uno de los derechos que la Convención consagra, a todos y cada uno los niños desde el momento de la concepción. De esta manera, a partir de ese momento “Todo niño tiene el derecho intrínseco a la vida” (artículo 6.1), sin que quepa la más mínima posibilidad de que el principio sea atenuado o modulado por vía de interpretación, pues los términos de la norma son suficientemente categóricos.

Asimismo, también desde la concepción, el Estado Nacional argentino se encuentra obligado a garantizar “…en la máxima medida posible la supervivencia y el desarrollo del niño.” (artículo 6.2).

Además de ello, nuestro país quedó obligado a actuar en consonancia con la cláusula contenida en el artículo 3.1 de la misma Convención que establece “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una condición primordial a la que se atenderá será el interés superior del niño”. Dicho concepto se ha definido en el artículo 3°  de la Ley 26.061, donde se prescribió que “A los efectos de la presente ley se entiende por interés superior de la niña, niño y adolescente la máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías reconocidos en esta ley...” y que “...Cuando exista conflicto entre los derechos e intereses de las niñas, niños y adolescentes frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos, prevalecerán los primeros”.

Desde 1994 tanto el Pacto de San José de Costa Rica, como la Convención sobre los Derechos del Niño tienen jerarquía constitucional, en las condiciones de su vigencia, adquiriendo primacía sobre todo el universo infra constitucional de normas, entre las que se encuentra el Código Penal y sus eventuales reformas. Resulta evidente, entonces, que dichos instrumentos internacionales que ahora se encuentran en el vértice de nuestro ordenamiento jurídico positivo, impiden que en el ordenamiento jurídico argentino se pueda legitimar o despenalizar la eliminación de seres humanos que siempre supone el aborto y sí, en cambio, y de manera terminante, absoluta e intangible, se encuentra consagrado el derecho a la vida de toda persona desde la concepción.

Debe recordarse que la Convención de Belem do Pará fue ratificada por nuestro país después de la reforma constitucional de 1994, por lo que ninguna de sus disposiciones podría afectar el principio de derecho público constitucional que ordena la protección de la vida de todo ser humano desde la concepción.

Volviendo al Pacto de San José de Costa Rica, tenemos que su artículo 29 establece que:

Ninguna disposición de la presente Convención puede ser interpretada en el sentido de:

 a) permitir a alguno de los Estados Partes, grupo o persona, suprimir el goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidos en la Convención o limitarlos en mayor medida que la prevista en ella;

 b) limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad que pueda estar reconocido de acuerdo con las leyes de cualquiera de los Estados Partes o de acuerdo con otra convención en que sea parte uno de dichos Estados;

 c) excluir otros derechos y garantías que son inherentes al ser humano o que se derivan de la forma democrática representativa de gobierno, y

 d) excluir o limitar el efecto que puedan producir la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y otros actos internacionales de la misma naturaleza.

Sin esfuerzo se aprecia que el Pacto prohíbe la limitación del goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad que pudiera estar reconocido en la propia Convención (inciso a) o en la legislación interna, o en otros instrumentos internacionales (inciso b), así como excluir o limitar el efecto que puedan producir la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y otros actos internacionales de la misma naturaleza (inciso d).

Cuadra también recordar que la Convención de Belém do Pará, que en nuestro país ostenta un rango inferior a la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niño, dispone en su artículo 14 que:

Nada de lo dispuesto en la presente Convención podrá ser interpretado como restricción o limitación a la Convención Americana sobre Derechos Humanos o a otras convenciones internacionales sobre la materia que prevean iguales o mayores protecciones relacionadas con este tema.

Siendo todo ello así, los funcionarios de la OEA (que también deben cumplir las obligaciones de los instrumentos que dan razón de su existencia), se encuentran inhibidos de formular recomendaciones en orden a prohijar cualquier forma de aborto voluntario en la República Argentina, puesto que, desde el derecho internacional, tanto el Pacto, como la Convención sobre los Derechos del Niño (en las condiciones de su vigencia) reconocen la inviolabilidad del derecho a la vida desde la concepción. Y lo mismo puede predicarse del derecho constitucional, desde que ambos instrumentos han sido elevados a esa jerarquía.

Resulta, pues, de toda evidencia, que una injerencia de la funcionaria en esta materia significaría de su parte una directa e inaceptable violación de la Carta de la OEA, del Pacto de San José de Costa Rica, y de la propia Convención de Belém do Pará, instrumentos todos que debes ser la regla y medida de sus acciones.

A mayor abundamiento, y dado que la actual Secretaria Técnica del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará afirma que la prohibición absoluta del aborto “atenta contra los derechos de las mujeres”, cabe señalar que ninguno de los tratados suscriptos por nuestro país (tampoco la Convención de Belém do Pará), incluye al aborto voluntario como un “derecho”, ni admite -siquiera indirectamente- que su práctica sea promovida o aconsejada por sus órganos de monitoreo.

Por el contrario, una interpretación de buena fe del texto de esos instrumentos conforme a su objeto y fin debería llevar al más enérgico rechazo de esa práctica, toda vez que en la mayoría de ellos se afirma el derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica de todos los seres humanos, y se consagra su inviolable derecho a la vida.

Por los motivos expuestos, la Junta Ejecutiva Federal de la Red Federal de Familias Familias repudia enérgicamente la presencia de Luz Mejía en la Cámara de Diputados de la Nación y reafirma que el primer derecho humano es el Derecho a la Vida, frente al cual no caben enfoques restrictivos.

Buenos Aires, 21 de mayo de 2018.