DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

DOCUMENTO SOBRE EL AGUA



Una batalla para salvar vidas

Aica, 31 Mar 2020

El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral anunció la publicación de “Aqua fons vitae. Orientaciones sobre el Agua, símbolo del grito de los pobres y del grito de la Tierra”.
Se trata de un documento -difundido el 30 de marzo por la Oficina de Prensa de la Santa Sede- “enraizado en el magisterio social de los papas e inspirado en el trabajo realizado por miembros de la Iglesia nacional y local en diferentes países” y que está disponible, actualmente solo en inglés, en el sitio web del dicasterio.

3 dimensiones del agua
En el texto del documento se distinguen tres aspectos o dimensiones relacionados con el agua: “1) el agua para uso humano; 2) el agua como recurso utilizado en muchas actividades humanas, en particular la agricultura y la industria; 3) el agua como superficie, es decir, los ríos, los acuíferos subterráneos, los lagos y sobre todo, los océanos y los mares”.

Además, para cada aspecto, “el texto presenta los desafíos conexos y las propuestas operacionales para sensibilizar más sobre ese tema y sobre el compromiso local”. El final del documento “plantea una reflexión sobre la educación y la integridad”.
El Dicasterio anuncia, además, que se está definiendo una estrategia para abordar “la situación relativa al agua, a los servicios e instalaciones higiénicas en general, en las estructuras sanitarias pertenecientes a la Iglesia Católica”.
“Demasiados centros de salud en los países pobres y en desarrollo” no tienen un acceso adecuado al agua para las necesidades de limpieza e higiene más básicas: “Sin agua limpia, lavabos, jabones, inodoros y procedimientos de higiene, miles de millones de pacientes, personal de asistencia y familias corren peligro porque faltan las bases o las infraestructuras para prestar cuidados apropiados, seguros y de calidad. Nacimientos, cirugías, infecciones, epidemias: nada de esto se puede gestionar con seguridad sin agua”, resalta la nota.

Y la situación es particularmente alarmante “en estas semanas marcadas por la pandemia COVID-19”, pues “miles de instalaciones sanitarias están funcionando como pueden sin esa salvaguardia del agua que permite limpiar y proteger la vida”.

Batalla para salvar vidas
La nota señala que, tradicionalmente, la Iglesia Católica fue pionera en el compromiso con el sector de la salud y de la asistencia sanitaria en todos los continentes y que, al mismo tiempo “algunos líderes mundiales en el campo de la salud, incluidas las Naciones Unidas, tomaron cada vez más conciencia de esta cuestión. Coaliciones de organismos gubernamentales, organizaciones privadas y de beneficencia están elaborando planes de acción para enfrentar este problema con la mayor rapidez y eficacia posible”

Así, una vez realizadas las consultas con conferencias episcopales, organismos católicos de desarrollo, y expertos, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral “desea animar y apoyar a los que ya participan activamente en esta batalla para salvar vidas humanas”.

Trabajos y colaboración
Numerosos sistemas católicos de asistencia sanitaria están ya trabajando para definir el alcance y la complejidad del problema mediante un muestreo de estructuras sanitarias católicas. El Dicasterio, en colaboración con algunos organismos, como Catholic Relief Services y Global Water 2020, “ha decidido alentar este esfuerzo y contribuir a él, promoviendo -siempre que sea posible- investigaciones adicionales en algunos países”, prosigue el texto.

Y los resultados de este estudio, así como los de otras encuestas realizadas recientemente por organizaciones sanitarias católicas, “se utilizarán como punto de partida para planes de ejecución y de recaudación de fondos para sostener los planes operacionales”.

Por último, el comunicado informa que las organizaciones interesadas en sumarse a esta iniciativa “pueden ponerse en contacto con el dicasterio (a partir de mediados de abril) para solicitar más información o examinar las posibilidades de participación”. +

EL CORONAVIRUS NO ES INVENCIBLE




Se llama Máxima, tiene 100 años y se ha curado de COVID-19

Es.Aleteia, Mar 31, 2020

El Covid 19 tiene al mundo pendiente de las cifras en general y de los nombres en particular. De los datos oficiales por un lado y de la familia y de los amigos, por otro. Atónitos, miramos a nuestros gobiernos para ver y respetar las medidas que se han tomado. Extremamos nuestras medidas de higiene. Nos comparamos con otros países, en cifras, en medidas de aislamiento social, en recomendaciones, en alertas. Con más menos miedo, con más o menos inquietud, el mundo entera contempla lo que está pasando con incredulidad. Hospitales que se levantan en días, compras masivas de mascarillas, cuarentenas…

Y entre tanto dato alarmante, a veces, aparecen luces. La investigación de las vacunas, el afán de los sanitarios que luchan en primera línea e historias como la de Máxima, que a sus 100 años, un mes y nueve días le ha ganado la batalla al coronavirus.
Esta mujer centenaria de Albacete, una ciudad de Castilla la Mancha, en España, la tierra de Cervantes y Don Quijote, de viento, molinos y grandes llanos es hoy una heroína. Este viernes 27 de marzo recibía el alta médica, junto a más de 50 pacientes en toda la región, tras 15 días ingresada luchando contra el coronavirus. Ese que precisamente está llevándose la vida de cientos de personas mayores en decenas de países. Y precisamente por eso, hoy Máxima representa más que nunca la victoria y nos llena de esperanza. 
Máxima ingresó en el Hospital general de la ciudad y fue trasladada después a otro, para ingresar en la planta de geriatría. Su hijo, José Antonio, ha contado en la prensa de Albacete, en El Digital de Albacete, que durante la estancia hospitalaria de su madre el personal sanitario la ha cuidado y la ha mimado sin descanso. Asegura que se han desvivido por ella.

Un trato maravilloso como maravillosa ha sido la noticia del alta. La alegría es incalculable cuando los médicos te dicen que tu madre, de 100 años, ha vencido al coronavirus y puede dejar el hospital para volver a casa. Que se ha curado. Que lo ha logrado.
Máxima es ahora un icono de la ingente lucha contra el virus. Su hijo ha contado a la prensa con orgullo que el virus no ha podido con ella “por el genio que tiene”.

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Hombre de 101 años vence la muerte

 Rimini (Lunes, 30-03-2020, Gaudium Press)

 El paciente de ciento un años de edad es de la ciudad de Rimini, en Italia, y recibió alta del hospital donde había sido internado. La vice-prefecta Glória Lisi fue la portadora de la feliz noticia, para los medios de comunicación.
Su nombre no fue divulgado, pero el vencedor nació en 1919. Permaneció hospitalizado durante una semana. Testigos dijeron que el centenario luchó como un león contra la enfermedad. El cuerpo clínico del hospital, médicos y enfermeros, salieron fortificados y gratificados por lo ocurrido. Nuestro buen hombre se tornó "historia". Afirmó la vice-prefecta Lisi, que su restablecimiento es una esperanza para todos.

La resistencia de la vida, en un cuerpo fustigado por la larga existencia de más de cien años acabó venciendo.  Eso contraría las tristes crónicas de todos los días, cuando un virus asola sobre todo a los ancianos, concluyó. ¡La vida y la muerte están en las manos de Dios!

Es el diálogo del Creador con la criatura, algo que nos recuerda las palabras del Papa Emérito Benedicto XVI, cuando estuvo en Rimini en agosto de 2012: 

"la naturaleza del hombre es la relación con el infinito" [eso] significa entonces decir que toda persona fue creada para que pueda entrar en diálogo con Dios, con el infinito".  ¡Sí, estamos en las manos de Dios!


EL DESAFÍO ÉTICO


 respecto a los ancianos

P. Roberto Esteban Duque

Infocatólica, – 24/03/20

«La edad de los pacientes tiene mucha importancia en la determinación de si está indicado hacer el psicoanálisis. Por un lado, cerca o arriba de los 50, la elasticidad de los procesos mentales, por regla, se pierde. Los ancianos no son más educables». Posturas teóricas como la que manifiesta en este análisis Freud han pesado mucho en confirmar los prejuicios sociales hacia la vejez. 

El hecho mismo de la institucionalización del adulto para que lo «cuiden» mejor, es decir, para que no moleste, cuando no es absolutamente necesaria, proveniente de una mentalidad cultural hedonista e individualista que identifica lo viejo con lo regresivo e inútil, nos está llevando a una sociedad profundamente degradada y envilecida. Incluso, como sostiene Omar França-Tarragó en su Manual de Psicoética, existe una deficitaria formación universitaria en los futuros licenciados médicos o psicólogos, a quienes la «ideología» pedagógica no prepara para asistir a los ancianos, sin extrañar después que rehúyan de múltiples maneras enfrentar la realidad para la que no han sido preparados.

Lo sucedido en varias residencias de mayores, donde la Unidad Militar de Emergencias localizó cadáveres de ancianos abandonados en sus camas, debe hacernos reflexionar sobre el paradigma de sociedad que estamos dispuestos a construir. Margarita Robles, ministra de Defensa, ha manifestado que «todo el peso de la ley caerá sobre quienes no cumplan con sus obligaciones», cuando se sabe que el personal sanitario ha desaparecido, dándose de baja, al detectarse el virus. Unas palabras que no han gustado a José Manuel Ramírez, presidente de la Asociación de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales, considerándolas de «desafortunadas» y «vergonzosas», reclamando que no se criminalice a los trabajadores del sector.

El desafío ético que se le presenta a la sociedad, salvado este escenario bélico, y a la medicina en particular, respecto a los ancianos, es un desafío ideológico: la responsabilidad de no reprimir cuanto nos recuerde la vejez, la enfermedad o la muerte. Sólo con relación a esa represión se explica la marginación, el abandono y la maleficencia que padecen tantos ancianos que tienen, según la Declaración de Hong Kong de la Asociación Médica Mundial sobre el maltrato de ancianos, «los mismos derechos a atención, bienestar y respeto que los demás seres humanos». La Asociación Médica Mundial reconoce que es responsabilidad del médico proteger los intereses físicos y psíquicos de los ancianos. Si se confirma que existe maltrato o se considera una muerte sospechosa, está obligado a «informar a las autoridades competentes», proporcionando una evaluación por los daños producidos por el abuso o el abandono.

Pero también es un desafío científico: las ciencias médicas están obligadas a investigar a fondo las distintas posibilidades de incidir en el mayor bienestar de la persona mayor, para que reciba la mejor atención posible sin claudicar ante la influencia de los valores sociales dominantes. Que no seamos una cultura africana, donde la ancianidad es un orgullo, no significa que aspiremos a ser una sociedad occidental eutanásica donde, como mantenía Ciorán, «la idea de poder salir de la vida es lo único que la hace soportable». No puede sorprender ni extrañar que en estas sociedades la edad sea un factor de profunda discriminación.

Finalmente, el desafío es ético, sensu stricto: el deber de la sociedad, cuando la persona mayor se encuentra en un declive incompatible con su autonomía, después de haber ayudado a conservar sus potencialidades de aportación a la comunidad humana, consistirá en garantizar el cuidado y la protección de su integridad física y emocional, eliminando cualquier género de maltrato. La asistencia digna de la persona mayor está vinculada a este inmenso esfuerzo de protección del anciano en cualquier ambiente. Si no se respeta la dignidad e integridad física del anciano, su intimidad y derecho a decidir sobre sí mismo, una justa distribución de los recursos, o el verse beneficiado por un tratamiento cuando lo necesita, estaremos abocados a convertirnos en una sociedad reprobada por nuestros descendientes después de haber sido parricida, de haber abandonado y maltratado a los propios progenitores.

10 CONSEJOS PARA VIVIR




los días de confinamiento y no morir en el intento

Por INFOVATICANA | 26 marzo, 2020

Gran parte de la humanidad se encuentra estos días confinada en sus casas, esperando que amaine la pandemia que asola la mayor parte del planeta. Una monja de clausura nos da, en un artículo publicado por las Carmelitas descalzas de Cádiz, 10 consejos para vivir los días de confinamiento y no morir en el intento.

1. Actitud de libertad

Lo más fundamental es la actitud con que vivas, la interpretación que haces tú mismo de la situación, la consciencia de que no es una derrota. Paradójicamente, ésta puede ser una oportunidad de descubrir la más genuina y grande libertad: la libertad interior que nadie puede quitarte, la que procede de ti mismo. Es verdad que las autoridades nos “obligan” a estar en casa, tu libertad consiste en adherirte voluntariamente, sabiendo que es por un bien superior. Libre es el que tiene la capacidad de asumir la situación porque quiere hacer lo correcto. No estás encerrado en casa, has optado por permanecer ahí “libremente”.

2. Paz donde se ensanche el alma


Mira dentro de ti mismo, el más amplio espacio para expandirte y ser feliz está en tu corazón, no necesitas espacios externos, sino andar con holgura en tu propio mundo. Dale cabida a la creatividad, escucha tus propias inspiraciones y encuentra la belleza de la que eres capaz. Tal vez aún no has descubierto que en la paz del alma brota vida… la vida es creación de más vida, comunicación de gozo y amor. Cuando te acostumbres a vivir en ti, ya no querrás salir.

3. No te descuides, la paz hay que trabajarla

Ejercita virtudes que requieren de concentración y autoconocimiento, esas que normalmente descuidamos por estar ocupados en mil quehaceres “externos”. De cómo afrontas tus propias emociones y pensamientos, de la gestión de tus sentidos y pasiones depende que vivas en el cielo o en el infierno. Obsérvate y domínate, porque si te dejas llevar del miedo, la tristeza o la apatía, difícilmente cortarás el hilo, ya que no hay muchas evasiones. Disciplina sobre tu corazón: cuando algún pensamiento no te haga bien, deséchalo. Procura inclinarte hacia todo aquello que vayas notando que te da paz y alegría… la armonía hay que currársela.

4. Ama

El tema de fuego para estos días será la convivencia. Ante la crisis por la pandemia estamos más susceptibles e incluso irritables. Tendrás que ser muy paciente y usar mucho el sentido común. Somos diversos, cada quien tiene una sensibilidad diferente por miles de circunstancias. Acepta y respeta las opiniones y sentimientos de los demás. Es muy normal, cuando estamos en nuestra casa, la tendencia a querer controlar todo… Procura no hacerlo, sería causa de muchos enfrentamientos y frustraciones. Quítale importancia a las diferencias, potencia las cosas que unifican. El único terreno que realmente te pertenece eres tú mismo: tus pensamientos, palabras y emociones; no controles, contrólate. Desde el amor sacarás comprensión y empatía, ganas de dar y agradecimiento al recibir. Respeta, acoge la fragilidad, desdramatiza, vive y deja vivir.

5. No mates el tiempo

Nada podrá crearte una sensación tan grande de vaciedad y hastío, como pasar el tiempo inútilmente. Es un enemigo gravísimo que podrá robarte la paz y hasta meterte en la depresión. Haz un plan para estos días e intenta vivirlo con disciplina. Descanso y ocupación no son antagónicos, aprovecha para descansar haciendo actividades que te relajen o que estimulen un buen ánimo. Tómate tu tiempo en las cosas sencillas: que la cebolla quede pochadita, los garbanzos tiernos, el potaje a fuego lento ¡Tenemos tiempo!… Aunque un guiso te tome 2 horas, disfruta haciéndolo, pero empéñate en que las cosas que haces, por sencillas que sean, tengan valor y una finalidad, nada de perder tiempo sin sentido, “matar el tiempo” es matar la vida.

6. Ensancha tus propias fronteras

Cuántas veces nos hemos quejado de todo lo que dejamos por hacer debido a la falta de tiempo. ¡Venga, ahora lo tenemos!…Ese libro que te regalaron hace tres navidades y no has leído, ese otro que aún no has devuelto porque te lo dejaste por la mitad. Si te gusta la música, busca nuevos artistas, descubre nuevos géneros. ¿Te apetece un viaje?… Piensa en algún país exótico y aprende sobre su cultura, legua, tradiciones… tenemos internet para eso. Si eres persona de fe y oración, tal vez no sabes que rezar porque ya agotaste todo lo que sabías ¿Por qué no pruebas con la liturgia de las horas?… Descárgala en tu móvil;  busca en los escritos de algún santo, seguro encuentras muchas cosas que te llenaran el alma de nuevas luces. No te conformes con lo que ya conoces y sabes… ahora que hay oportunidad, ábrete a novedades que te aporten sabiduría y te llenen de alegría.

7. Para los más sensibles

Digo con mucho realismo, que no todos dominamos igual las emociones. Habrá personas a quienes, por su psicología, les costará mucho más este confinamiento. Las emociones no solo provienen de nuestro interior, también lo que vemos, escuchamos, tocamos, etc, nos influye. Por ello, hay que ser selectivos con lo que recibimos desde fuera para evitar entrar en círculos viciosos que nos atrapen en la desesperación o nos hagan perder el control. Evitad en la medida de lo posible: conversaciones de tipo pesimista, discusiones, malas caras, exceso de información, películas de terror o intriga, desorden dentro de casa. Como no hay muchas evasiones que nos hagan cambiar de “chip”,  todo lo que entre en nuestro cerebro permanecerá ahí por más tiempo de lo habitual, por eso hay que tener cuidado de no obsesionarnos o no dejar anidar una emotividad negativa en nuestro interior. El exceso de pantallas también es malo, porque sobre-estimula el cerebro y nos pone más nerviosos. Hay que dormir bien, pero en demasía pude provocar sensación de fracaso o derrota. Un remedio buenísimo para canalizar la energía y relajarnos es bailar. Poned buena música y reírse un rato largo bailando. Nada como reírse para reiniciar nuestro sistema interior.

8. No estás aislado

Es importante comprender que no tienes por qué sentirte solo, pues no lo estás. El amor y cariño de tu gente sigue ahí, aunque el contacto físico se haya distanciado. Esta es una oportunidad para vivir la comunicación a otro nivel más profundo, más íntimo. Habla con los que tienes en casa con tranquilidad, sin prisas, escúchales hasta que terminen, deja que el diálogo haga crecer la confianza y las confidencias construyan complicidad. Dí lo que nunca tienes tiempo de decir, cuenta lo que siempre has querido contar, habla de todo y nada pero con cariño, que es lo que llega al alma y hace nido. Responde aquella postal navideña que no agradeciste, la carta que te emocionó y a la que estabas aplazando respuesta, ese e-mail de una vieja amistad. Busca palabras con belleza, intenta darle expresión a tus sentimientos más nobles… Habla desde el corazón y crea lazos mucho más profundos con tu gente. Descubrirás que la distancia no es ausencia.

9. Jornada de reflexión

Por no agobiarse, también es conveniente buscar momentos de silencio y soledad. En la organización del tiempo para éstos días, también meted espacios de “oxigenación” individual.  ¡Cuántas personas alguna vez he escuchado decir: “Cómo me gustaría retirarme algunos días a un monasterio”! Pues la ocasión está aquí, en casa. Ordinariamente nos cansamos del aceleramiento que tenemos encima, como si fuéramos desbocados por la rutina diaria sin tiempo para asimilar lo que vivimos. Esperamos cambios sustanciales en la sociedad “ésto no puede seguir así”, también se escucha mucho. Pues tenemos esta oportunidad para meternos en un capullo como el gusanito que se convierte en mariposa. Reflexionad, pensad, meditad… ¿Qué puedo cambiar en mi para ser mejor después de estos días?… La separación de las cosas que ordinariamente nos traemos entre manos, ayudará para ver si realmente estamos poniendo el acento en las que importan, de que otras cosas podemos pasar, cuales son irremplazables, etc. Un buen discernimiento para mejorar hará que estos días hayan sido de mucho provecho. Hombres y mujeres nuevos después de esta crisis.

10. Ora

Sólo la oración (que es el vínculo de amistad con Dios) puede sustentar la vida en todas las situaciones, especialmente en las adversas. Oración, que como diría Sta. Teresa, “aunque la digo a la postre, es la principal”. Orar es abrirse a ese “Otro” que puede sostenerme cuando yo necesito ayuda; pero también cuando yo estoy bien, orar es sostener a otros que lo necesitan. Es la experiencia más universal del Amor. Ora, habla con Dios, se pasaran las horas sin que te des cuenta: háblale de todo, no se cansa de escucharte, desahógate con El cuando lo necesites y ¿Por qué no?… deja que también Él se desahogue contigo, es tu Padre, tu Hermano, tu Amigo.  Ejercita tu fe y tu confianza. Si te dejaste la relación con Dios en el trajecito de marinero de tu primera comunión o en ese bonito vestido blanco, vuelve a intentarlo, ahora hay tiempo y serenidad para conversar con El. Tal vez no crees porque no has probado ¿Y si lo intentas?…

Publicado por las Carmelitas Descalzas de Cádiz.

WUHAN Y LA IGLESIA PATRIÓTICA



Infocatólica, 19.03.20

Estos días, la ciudad china de Wuhan está en boca de todos. En ella surgió, no se sabe muy bien cómo, el virus que ha sembrado el pánico por el resto del mundo y que, por primera vez, ha hecho que se suspenda el culto católico público en multitud de diócesis de Europa y América y hasta que se cierren las iglesias. Sin duda, una distinción suficiente para que aparezca en los libros de historia de la Iglesia.

No es, sin embargo, la primera vez que Wuhan aparece en un lugar destacado en la historia de la Iglesia. Como señala Riposte Catholique, en Wuhan se ordenaron los primeros obispos chinos “patrióticos”, es decir, los primeros que habían sustituido la obediencia al Papa y a la Iglesia por el sometimiento al Partido Comunista chino.
El 13 de abril de 1958, dos franciscanos chinos, Bernardin Tong Guang-quing y Marc Yuan Wen-hua, fueron consagrados obispos de la “Iglesia patriótica”. La Asociación Patriótica Católica China había sido creada el año anterior por la Oficina de Asuntos Religiosos del gobierno chino con el objetivo de domesticar el catolicismo y convertirlo en un órgano más del omnipresente Partido Comunista, desgajándolo de sus lazos con la Iglesia universal. La creación de este absurdo (un catolicismo no católico) fue desencadenada por el reconocimiento por la Santa Sede de Taiwán en 1951 y la consiguiente ruptura de relaciones diplomáticas por parte de la China comunista en represalia.

El Partido Comunista también creó asociaciones similares para protestantes (el Movimiento de las Tres Autonomías o las Tres Independencias) y musulmanes (la Asociación Islámica de China). Aunque las relaciones de estas dos religiones con un Partido oficialmente ateo son complejas, en general los problemas han sido mucho menores que en el caso de los católicos, ya que tanto protestantes como musulmanes no tienen una autoridad central, como sucede en el Catolicismo, y a lo largo de la historia se han visto frecuentemente subordinados al poder civil.

Los dos obispos ordenados en Wuhan sin permiso del Vaticano y sus consagrantes quedaron excomulgados latae sententiae. Tres meses después, el Papa Pío XII escribió una encíclica, Ad Apostolorum principis, en la que recordaba cómo había florecido la Iglesia en China y lamentaba que la Asociación Patriótica “arranca a las almas de la necesaria unidad de la Iglesia”, con el objeto de que “los Católicos den progresivamente su adhesión a las falsedades del materialismo ateo, con las cuales se niega a Dios y se rechazan todos los principios sobrenaturales”. Asimismo, calificó las ordenaciones realizadas de “sacrílegas”, “abusivas”, “gravemente ilícitas” y “pecaminosas” y recordó que su efecto era la excomunión para los consagrados y los consagrantes.

Otros muchos obispos de la “Iglesia patriótica” siguieron a aquellos dos en la ordenación y en la excomunión latae sententiae. Esto creó, de facto, dos catolicismos en China, uno cismático, que seguía a los obispos consagrados ilícitamente, y otro fiel al Papa y a la Iglesia Católica, que tuvo que permanecer más o menos oculto y que consagraba sus obispos secretamente con mandato pontificio, la Iglesia china de las catacumbas. La vida de esta última, como es fácil imaginar, rápidamente se hizo muy dura y el gobierno utilizó todo tipo de herramientas, desde los “campos de reeducación”, a los arrestos y condenas, para acabar con ella. Son numerosísimos los mártires y confesores chinos, reconocidos oficialmente o no, que ha dado el catolicismo en China desde la implantación del comunismo.

Solo en los territorios chinos de Hong Kong y Macao la Iglesia permaneció libre de la intromisión del Partido Comunista, ya que en aquella época no pertenecían a China, sino al Reino Unido y a Portugal, e incluso después de la devolución a China conservaron una organización política separada.
Sin embargo, un par de décadas después del cisma, numerosos obispos patrióticos comenzaron a buscar canales discretos de contacto con Roma para transmitir al Vaticano sus deseos de estar en comunión con el Papa. En muchos casos, desde mediados de los ochenta, esos obispos fueron reconocidos a posteriori por el Papa y pasaron a ser considerados obispos católicos legítimos, reconciliados con Roma.

Esto complicó mucho la situación, porque esos nuevos obispos cuya situación se había regularizado seguían perteneciendo a la Asociación patriótica y, por lo tanto, dependían del Partido Comunista (aunque es de suponer que al menos tenían la intención de obedecer al Papa por encima de las indicaciones del Partido). A la vez, seguían existiendo los obispos de la Iglesia clandestina y también otros obispos patrióticos en cisma, que no habían buscado reconciliarse con Roma. Las fronteras entre los católicos cismáticos y los católicos fieles a Roma se hicieron menos claras, ya que, de forma indirecta, se había hecho posible formar parte de la Asociación Patriótica y estar en comunión con el Papa.
En cuanto a los fieles, el Vaticano reconoció que podían asistir a las celebraciones de los obispos y sacerdotes patrióticos, porque sus sacramentos eran válidos, siempre que no deseasen con ello separarse de la obediencia debida al Papa. Eso hizo aún más borrosas las fronteras entre la Iglesia clandestina y la patriótica. Muchos fieles clandestinos se negaban a tener nada que ver con los clérigos sometidos al Partido Comunista, pero otros se resignaban a recibir de ellos los sacramentos si no podían conseguirlos de otro modo.

Esta nueva situación, unida a los grandes cambios económicos y pequeños cambios políticos que iba experimentando el comunismo chino desde los años ochenta, despertaron en el Vaticano las esperanzas de llegar a un acuerdo con las autoridades chinas. A fin de cuentas, desde sus orígenes el catolicismo ha tenido un gran respeto por la autoridad civil, aunque no sea católica (ya San Pablo llamaba a rezar por el Emperador) y, en algunas épocas de la historia de la Iglesia, el poder civil ha intervenido de diversas maneras en el nombramiento de obispos y otros clérigos.

El Papa Benedicto XVI, en su carta a los católicos chinos de 2007, expresó esas esperanzas, pero también el convencimiento de que, para llegar a un acuerdo, no era posible traicionar los principios de la Iglesia Católica. El entendimiento con las autoridades chinas no se podía lograr a cualquier precio, especialmente si ese precio era la sumisión completa de los obispos al Partido Comunista en lugar de al Papa y a la doctrina católica. Las autoridades chinas prohibieron la publicación de la carta.

En el pontificado del Papa actual se ha producido un claro acercamiento al gobierno chino, que puede resumirse en las sorprendentes afirmaciones de Mons. Sánchez-Sorondo de que los chinos eran los que “mejor realizan la doctrina social de la Iglesia” y de que China estaba “defendiendo la dignidad de la persona” y mantenía un “liderazgo moral” en cuanto al seguimiento de la encíclica ecológica Laudato Si.

Como culminación de ese acercamiento, el pasado 22 de septiembre de 2018, la Santa Sede y China firmaron un acuerdo provisional, en el que se establecía un sistema de nombramiento de obispos por el gobierno chino, pero dando al Papa la “última palabra” sobre ese nombramiento. El Vaticano señaló que el acuerdo era “pastoral” y destinado a permitir que hubiera obispos católicos en comunión con el Papa y reconocidos por el Estado chino.
El contenido concreto del acuerdo se ha mantenido en secreto, lo que impide valorar sus consecuencias y ha suscitado considerables temores tanto entre los católicos de la Iglesia clandestina como fuera de China, especialmente por el hecho de que se pidió a varios obispos fieles al Papa, como Mons. Guo Xijin, que renunciaran a sus puestos en favor de obispos anteriormente cismáticos. Para apaciguar esos temores, el Papa Francisco envió una nueva carta a los católicos chinos el 26 de septiembre, en la que señalaba, entre otras cosas, que se levantaba la excomunión a los últimos siete obispos cismáticos de la Asociación Patriótica y se pedía a todos los católicos chinos que se mantuvieran unidos y superaran las “contradicciones del pasado”. Para ello, debían dejarse “sorprender por la fuerza renovadora de la gracia”, una exhortación característica del Papa Francisco y que ya ha utilizado en numerosas ocasiones en relación con otras reformas, como el cambio “pastoral” relativo a los divorciados en una nueva unión.

Las reacciones ante el anuncio del acuerdo y la carta papal han sido muy diversas. Para algunos, el acuerdo secreto es un hito de esperanza que marca el fin de una época de persecución del catolicismo en China y de división entre católicos fieles al Papa y católicos patrióticos sometidos al Partido Comunista. Para otros, en cambio, entre ellos el cardenal Zen, arzobispo emérito de Hong Kong, el acuerdo parece ser una rendición en toda regla ante un régimen ateo y una traición a los numerosos mártires y confesores de la Iglesia clandestina. Las diferencias sobre este tema han llevado a un cruce de cartas del cardenal Zen y el cardenal Re, decano del Colegio Cardenalicio, con apasionadas acusaciones en ambas direcciones.
De nuevo, debido al secretismo del acuerdo, es imposible llegar a conclusiones claras sobre el mismo. Lo que sí sabemos es que, desde su firma, las autoridades chinas han recrudecido sus políticas de “sinización”, es decir, de adaptación del cristianismo a la realidad de China, eliminando todo aquello que se considere una influencia indebida del exterior.

Como parte de esa política, se cierran cientos de iglesias que se niegan a convertirse en “patrióticas”, se prohíben actos públicos, los obispos patrióticos deben defender la anticoncepción, el aborto y la eutanasia, en algunas zonas se impide la presencia de jóvenes en los actos religiosos e incluso se sustituyen imágenes religiosas en las iglesias por fotografías del Presidente chino y lemas políticos. Asimismo, la Asociación Patriótica ha reafirmado desde entonces su adhesión a los principios del socialismo y su independencia de “otras iglesias católicas”. De hecho, el obispo Presidente de la Asociación, Mons. Fang Xingyao, ahora en comunión con el Papa, ha llegado a afirmar que “el amor por la patria debe superar el amor hacia la Iglesia". Según informan varios medios, los clérigos clandestinos sufren presiones, arrestos y expulsiones para convencerlos de que se hagan miembros de la Asociación Patriótica, supuestamente porque eso es lo que manda el acuerdo, a pesar de que, según el Vaticano, el acuerdo solo permite la pertenencia a esa Asociación, pero en ningún caso obliga a ella.

A cambio, se han producido algunos encuentros diplomáticos de alto nivel con China y se ha empezado a consagrar obispos con mandato pontificio. Asimismo, se ha sugerido que podría estar preparándose el establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la República Popular China e, incluso, la posibilidad de un futuro viaje del Papa Francisco a China cuando se solucione la crisis por la epidemia actual, un viejo sueño del Pontífice.

¿Será este el fin del cisma que se produjo hace más de sesenta años en Wuhan? ¿Se producirán simultáneamente las soluciones de ambas tragedias originadas en aquella región de China? Solo el tiempo lo dirá.

LOS 120 AÑOS



 del reformador social de Costa Rica

Por Luis Rafael Núñez Bohórquez
- Director Museo Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia

El Mundo (Costa Rica) marzo 17, 2020


Una vida prolífica llevó el Doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, quien este martes 10 de marzo alcanzaría los 120 años de existencia.
El Reformador social de Costa Rica nació en 1900. Su voluntad política permitió que en su período presidencial (1940-1944) se aprobaran las Reformas Sociales que elevaron las condiciones de vida de la población del país: la Universidad de Costa Rica, la Caja Costarricense del Seguro Social, el Código de Trabajo y las Garantías sociales en la Constitución Política.

A partir de ahí, se incrementó el desarrollo social, perceptible en las estadísticas de las siguientes décadas. A esas firmes decisiones se deben los altos índices de salud que ha gozado la población desde antes de llegar a la mitad del siglo pasado.
Otros logros de su gestión son: casas baratas; desayunos y uso de calzado en escolares; enseñanza especial; el Conservatorio Nacional de Música, y el Tratado de límites Costa Rica – Panamá.

Este año, a su natalicio 120, se unen las ocho décadas de su Administración de Gobierno y los cincuenta años de su fallecimiento, en 1970.
Benemérito de la Patria desde 1974, nació en el hogar formado por Rafael Calderón Muñoz y Ana María Guardia Mora. Cursó la primaria en la Escuela Buenaventura Corrales y la secundaria en el Colegio Seminario. Estudió medicina en Bélgica donde conoció la doctrina social de la Iglesia Católica, guía de su posición política e ideológica a favor de los grupos con menos recursos. Regresó a Costa Rica en 1927, como Médico Cirujano de la Universidad Libre de Bruselas.

Fue médico interno, asistente y jefe de Cirugía del Hospital San Juan de Dios; miembro de la Junta Directiva del Sanatorio Durán y presidente del Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica.

Incursionó en la vida política con gran respaldo popular. Regidor de San José de 1930 a 1934; diputado a partir de mayo de 1934 y vicepresidente del congreso, 1935; tercer designado a la Presidencia de la República, 1936; reelecto diputado y presidente del congreso en 1937.
En 1948 candidato a la Presidencia, año en que sale del país exiliado. A su regreso es diputado 1958-1962; es nuevamente candidato de la Presidencia de la República y en 1967 embajador extraordinario y plenipotenciario en México.

El reformador social de Costa Rica como muy bien lo apuntó el escritor Roy Gamero, fue el Estadista, el Médico y el Hombre.
Para el Museo Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, entidad del Ministerio de Cultura, es un gusto resguardar su legado, materializando su aporte, y preservando su vigencia.

LAS LECCIONES DEL CORONAVIRUS



Por Altagracia Suriel

El Día, Santo Domingo -19 marzo, 2020

La pandemia del coronavirus ha evidenciado nuestro nivel de humanización, pero también retrata el miedo, la desinformación, la exclusión y la capacidad de dañar, no solo del virus sino del mismo ser humano, que presa del pánico, tiende a centrarse en su supervivencia como único fin.

A nivel político, el coronavirus nos demuestra que la verdad hay que aceptarla y enfrentarla, que es mejor prevenir que lamentar, que hay que proteger la economía, pero sobre todo a las personas.
El coronavirus también nos recuerda la fragilidad humana y que tenemos una responsabilidad colectiva e individual de cuidarnos y de cuidar.

1. Aceptar la verdad:
El problema del coronavirus se agudizó en China ante la incredulidad de que un nuevo virus se estaba expandiendo.

El médico Li Wenliang, que en diciembre alertó a sus colegas de la aparición de un virus similar al SARS, en vez de ser escuchado, fue investigado por la policía por “propagar rumores”.

2. Prevenir antes que lamentar:
Las medidas de contención del virus no se realizaron de forma oportuna. En algunos países caló el mantra de que solo se trataba de una gripe y se minimizó el problema, mientras los contagios superaban el 2.5%, cobrando vidas día tras día.

3. Proteger la vida y la salud:
La economía está al servicio del hombre como lo plantea la Doctrina Social de la Iglesia. Aunque se paralicen las economías del mundo, salvar la vida y proteger la salud de los seres humanos deber ser la prioridad.

Las economías pueden recuperarse, pero las vidas perdidas no.

4. La fragilidad y finitud humana:
El coronavirus nos enrostra en la cara nuestra fragilidad humana. Nos recuerda la única realidad inexorable: la muerte.

La impotencia ante una posible muerte genera dolor, miedo y hasta terror. Enfrentarnos con la muerte debe llevarnos a valorar lo que realmente importa: las relaciones, no las posesiones.

5. Somos responsables de cuidar y de cuidarnos:
La contención del coronavirus implica una responsabilidad colectiva e individual ineludible de cuidar y de cuidarnos. Cuidar significa aislarnos y tomar las medidas preventivas que detengan el contagio. Cuidarnos también implica no propagar noticias falsas o hacer manipulaciones políticas que contribuyan al pánico y generen desasosiego.

CORONAVIRUS, HOY Y MAÑANA



Reflexiones sobre una emergencia no solo por la salud.

Arzobispo Giampaolo Crepaldi.

Observatorio Van Thuan, Boletín | 03/19/2020

(traducción automática del servidor)

Esta reflexión del arzobispo Giampaolo Crepaldi está avalada por el Observatorio Cardenal Van Thuan y la Coordinación Nacional de Justicia y Paz, y es la base de una discusión sobre el esfuerzo de emergencia en curso y sobre todo la del post-coronavirus a la luz de la Doctrina social de la Iglesia

Nada será como antes

La epidemia relacionada con la difusión de la "COVID-19" tiene un fuerte impacto en muchos aspectos de la vida en la sociedad, y esto también requiere un análisis desde el punto de vista de la doctrina social de la Iglesia. La infección es principalmente un evento relacionado con la salud y que en sí mismo se encuentra con la finaldad del bien común. La salud es sin duda parte de ella. Al mismo tiempo, se plantea la cuestión de la relación entre el hombre y la naturaleza, e invita a superar el naturalismo ampliamente utilizado hoy y olvidar que sin el hombre del gobierno, la naturaleza también produce desastres, y que sólo una naturaleza buena y originalmente no prístina es que existe.

Entonces, el problema de la participación en el bien común y la solidaridad, invitando de acuerdo con el principio de subsidiariedad, las diferentes contribuciones que los actores políticos y sociales puede aportar a la solución de este grave problema y la reconstrucción de la normalidad cuando se haya terminado. Se hizo evidente que tales contribuciones deben ser articuladas, convergentes y coordinadas. La financiación de la salud, un problema que el coronavirus está emergiendo con gran evidencia, es una cuestión moral fundamental en la búsqueda del bien común. Se necesita con urgencia reflexión sobre la finalidad del sistema de salud, tanto en su manejo y uso de los recursos, teniendo en cuenta que la comparación con el pasado reciente ha  registrado una reducción significativa en la financiación de los centros de salud. Conectados al problema de salud luego están los problemas de la economía y la paz social, donde el estallido pone en peligro la funcionalidad de los sectores productivo y económico y bloquearlos, si se continúa con el tiempo, se producen fallos, el desempleo, la pobreza, la angustia y el conflicto social. El mundo del trabajo estará sujeto a severos trastornos, nuevas formas de apoyo y solidaridad, y será necesario que sea necesario tomar decisiones drásticas. La cuestión económica se refiere al crédito y la faz monetaria y por lo tanto a las relaciones entre Italia y la Unión Europea de los que dependen en nuestro país las últimas decisiones en estas dos áreas. 

Esto, a su vez, plantea de nuevo la cuestión de la soberanía nacional y la globalización, poniendo de relieve la necesidad de revisar la globalización entendida como una máquina globalista sistémica, que también puede ser muy vulnerable precisamente debido a su interrelación rígida y artificial en el interior por lo que llegó a un punto focal, que producirán un daño sistémico total y difícil de recuperar. Desprovistos de soberanía los  niveles inferiores sociales, todo el mundo se sentirá abrumado. Por otro lado, el coronavirus también ha destacado los "cierres" de los estados, con incapacidad para trabajar muy bien si los miembros pertenecen a instituciones supranacionales. Por último, la epidemia se ha planteado la cuestión de la buena relación común con la religión católica y la relación entre la iglesia y el estado. La suspensión de las misas y el cierre de las iglesias son sólo algunos aspectos de este problema.

Por lo tanto, parece ser el marco de cuestiones complejas la epidemia de coronavirus. Estos son los temas que desafían la doctrina social de la Iglesia que nuestro Observatorio se siente llamado a ofrecer una cierta reflexión, instando a otras contribuciones en esta dirección. La encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI, escrito en 2009 en el momento de una nueva crisis, declararon que "La crisis nos obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y rechazar las negativas. Así pues, la crisis se convierte en ocasión de discernir y de nuevas proyecciones "(n. 21).

El final del naturalismo ideológico
Las empresas han sido y son atravesadas por diversas formas ideológicas del naturalismo que la experiencia de esta epidemia podría corregir. La exaltación de una naturaleza pura y virgen originalmente de la cual el hombre sería el que contamina no tomaron y, más importante, no toma horas. La idea de una Madre Tierra tiene su origen en el equilibrio armonioso con el espíritu de la cual el hombre debe conectarse a encontrar la relación correcta con las cosas y con él mismo no tiene sentido que esta experiencia podría disolverse. La naturaleza debe ser gobernada por el hombre y la nueva ideología panteísta (y otros) son ideologías posmodernas inhumanas. La naturaleza, en el sentido natural del término, también produce desequilibrios y la enfermedad y por esta razón debe ser humanizada. No es el hombre el que se tiene  que naturalizar, sino la naturaleza que debe ser humanizada.

La revelación nos enseña que la creación está a cargo del cuidado y el gobierno del hombre a la vista del objetivo último que es Dios. Él tiene el derecho, ya que tiene el deber de administrar la creación material, que lo regula y sacando de él lo necesario y útil para el bien común. La creación está confiada por Dios al hombre, a su intervención en función de la razón y de su capacidad de dominio. El hombre es el principal regulador de la creación, no al revés.

Los dos significados de la palabra "Salus"

El término significa la salud, y también significa la salvación, en el sentido ético y espiritual, y, sobre todo religioso. La experiencia real del coronavirus atestigua una vez más que los dos significados están interconectados. Las amenazas para la salud del cuerpo inducen cambios en las actitudes, en el pensamiento, los valores que persiguen. Ponen a prueba el sistema de referencia moral de toda la sociedad. Afirman comportamientos éticamente válidos. Son de destacar las formas de heroísmo en la lucha común contra la infección y, al mismo tiempo, las formas de saqueo del que se aprovecha de la situación. La lucha contra el contagio requiere una re-consolidación moral de la empresa con el fin de comportamientos saludables y de apoyo, respetuoso, quizás más importante que la re-consolidación de los recursos. El reto para la salud física, entonces surge en relación con el reto de la salud moral. Se necesita una revisión profunda de las tendencias inmorales de nuestra sociedad, en todos los niveles. 

A menudo, los desastres naturales no son del todo natural, sino que el hombre está detrás de las actitudes moralmente desordenadas. Todavía no se ha aclarado por fin el origen de la "COVID-19" y también podría llegar a ser de origen natural. La respuesta no es sólo científica y técnica, sino que también debe ser moral. Después de la técnica, la contingencia severa del coronavirus debe revivir una base sólida de una nueva moral pública.

La participación en el bien común

Se requiere la ética de participación, porque ya existe el bien común.¿Sobre qué base se dice que algunos comportamientos en este momento son "obedientes"? Los que negaron la existencia del bien común o que confió su logro sólo las técnicas, pero no compromiso moral para el bien, ahora está en contradicción con los hechos. Es el bien común para decirnos lo que la salud es bueno que todo lo que necesitamos para promover. Es el bien común para decirnos que la palabra tiene dos significados Salus.

Esta experiencia será de coronavirus leudado suficiente para profundizar y ampliar este concepto del bien común? Mientras se lucha para salvar la vida de muchas personas, las intervenciones por el aborto provocado no cesan, ni cesan las ventas de la píldora del aborto, o detener las prácticas de eutanasia, o cesan los sacrificios de embriones humanos y muchas otras prácticas contra la vida y la familia . Si volvemos a encontrar el bien común y la necesidad de la participación conjunta en su favor en el campo de la epidemia, se debe tener el valor intelectual y la voluntad de extender el concepto a donde, naturalmente, debe ser extendido.

Subsidiariedad en la lucha por la salud

La movilización en su lugar contra la propagación del coronavirus con la participación de muchos niveles a veces coordinado a veces menos. Hay varias tareas que todo el mundo ha jugado de acuerdo con sus responsabilidades. Después de la gran tormenta que le permiten revisar algo en la cadena subsidiaria que no funcionaba correctamente y volver a descubrir el importante principio de subsidiariedad para aplicarlo mejor y aplicarlo en todos los campos que se puede aplicar. Una experiencia en particular, debe mejorarse: subsidiariedad debe ser "para" y no como una defensa "a" debe ser para el bien común y, por lo tanto, debe tener un fundamento ético y no sólo político o funcionalista. Un fundamento ético basado en el orden natural de la vida social y con un propósito. La ocasión es propicia para abandonar las visiones convencionales de valores y fines sociales.

Un punto importante ahora poner a cabo por el coronavirus de emergencia es el papel subsidiario de crédito. El bloque de grandes sectores de la economía para garantizar una mayor seguridad de la salud y disminuir la propagación del virus de poner en crisis económica, en particular los de liquidez, las empresas y las familias. Si la crisis fuera a últimos promesas largas una crisis de la circularidad de la producción y el consumo, con el espectro del desempleo. Delante de ellos se necesita el papel del crédito puede ser crucial y el sistema financiero podría redimirse por lo reprobable despilfarro interesado en el pasado reciente.

La soberanía y la globalización

La experiencia del coronavirus en su lugar requiere también reconsiderar los dos conceptos de globalización y soberanía nacional. Hay una globalización que significa que todo el planeta como un "sistema" de las conexiones rígidas y las articulaciones, una construcción artificial gobernados por los internos, una serie de vasos comunicantes, aparentemente inquebrantable. Un concepto similar es, sin embargo, también demostró ser débil porque acaba de golpear el sistema en un punto y se crea un efecto dominó en avalancha. La epidemia puede socavar el sistema de salud, cuarentenas puso en crisis el sistema de producción, destruye la economía, la pobreza y el desempleo no se alimentan como el sistema de crédito, el debilitamiento de las revelaciones de la población a las nuevas epidemias y por lo de distancia, en una serie de círculos viciosos a la extensión planetaria. La globalización tenía hasta ayer a su antigua gloria de perfecto funcionamiento técnico y funcional de la complacencia incuestionable sobre la obsolescencia de los estados y de las naciones, el valor absoluto de la "sociedad abierta": un mundo, una religión, un pueblo globalista, y un moral universales, una autoridad mundial.

Pero entonces un virus puede ser suficiente para derribar el sistema, ya que los niveles no globales de las respuestas han sido desactivado. La experiencia que estamos viviendo advierte de una "sociedad abierta" entendida de este modo, y debido a que pone el poder en manos de unos pocos, y debido a que pocas otras manos podrían caer rápidamente como un castillo de naipes. Esto no es negar la importancia de la colaboración internacional que  requieren las pandemias, pero esta cooperación no tiene nada que ver con las estructuras colectivas, mecánicos, automáticas y globalmente sistémicas.

La muerte por coronavirus Unión Europea

La experiencia de los últimos días mostraron una Unión Europea una vez más dividida y difícil de alcanzar. Entre los Estados miembros  han surgido disputas egoístas en lugar de la colaboración. Italia se aisló y se quedó sola. La Comisión Europea intervino tarde y el Banco Central Europeo intervino mal. En la cara de la epidemia de todos los estados han tomado medidas para retirar en sí mismo. Los recursos de Italia para hacer frente a la situación de emergencia, que en otros tiempos habría encontrado por su cuenta, por ejemplo, con la devaluación de la moneda, ahora dependen de las decisiones de la Unión a la que debe inclinarse hacia abajo.

El coronavirus ha demostrado definitivamente la artificialidad de la Unión Europea que no termina de trabajar juntos los Estados que se superponen para la adquisición de la soberanía. La falta de pegamento moral no ha sido compensada por el pegamento institucional y político. Hay que tomar nota de esta final sin gloria de coronavirus Unión Europea y al pensar que una colaboración entre Europea establece en la lucha por la salud es posible, incluso fuera de las instituciones políticas supranacionales.

El Estado y la Iglesia

Salus: La palabra significa, como hemos visto, la salvación y no sólo la salud. La salud no es la salvación, como nos enseñaron los mártires, pero en un sentido también da la salvación de la salud. El buen funcionamiento de la sociedad, con sus efectos beneficiosos sobre la salud, también necesita la salvación prometida por la religión: "El hombre no se desarrolla a través de su propia fuerza" (Caritas in veritate, 11).

El bien común es moral y, al igual que la naturaleza ya hemos dicho, esta crisis debe conducir al descubrimiento de este tamaño, pero no la vida moral de su propia, ya que es incapaz de confiar últimamente. Aquí está el problema de la relación fundamental que tiene la vida política con la religión, incluso uno que mejor garantiza la verdad de la vida política. La autoridad política debilita la lucha contra el mal, como es el caso con el brote actual, cuando las masas se asimila a actividades divertidas, pensando que deberían ser suspendidos, tal vez incluso antes de suspender otras formas de grupo y ciertamente menos importante. La Iglesia no puede errar cuando se somete, por la misma auténtica y completa bien común, la necesidad pública de la misa y la apertura de las iglesias. La Iglesia hace su contribución a la lucha contra la epidemia en las diversas formas de asistencia, ayuda y solidaridad que se puede realizar, como lo ha hecho en casos similares en el pasado. Esto se aplica, sin embargo, a permanecer vigilantes a la dimensión religiosa de su entrada, por lo que no se considera una simple expresión de la sociedad civil. Para ello, es de un valor particular como se indica por Francisco rezó al Espíritu Santo para dar "a los pastores la capacidad y discernimiento pastoral que les permite medidas que no dejan solo al pueblo fiel Santo de Dios. El pueblo de Dios se sienten  acompañados por los pastores y el consuelo de la Palabra de Dios, los sacramentos y la oración ", por supuesto con el sentido común y la prudencia que la situación requiere.

Esta emergencia del coronavirus puede ser experimentado por todos "como si Dios no fuera", y en este caso el siguiente paso, cuando termina la emergencia, se aplican para la continuidad de una visión de las cosas tales. De esta manera, sin embargo, nos olvidamos de la relación entre la salud física y moral y su salud religiosa este desastre doloroso ha revelado. Si, por el contrario, se siente la necesidad de volver a reconocer el lugar de Dios en el mundo, entonces las relaciones entre la política y la religión católica y la iglesia y el estado serán capaces de hacer un camino correcto.

La emergencia epidemia  desafía a fondo la doctrina social de la Iglesia. Esta es una herencia de la fe y la razón por la que en este momento puede ser de gran ayuda en la lucha contra la infección, una lucha que debe referirse a todos los grados y esferas de la vida social y política. Especialmente proporciona ayuda en vista del post-coronavirus. Se necesita una visión global, que no deja de lado cualquier perspectiva realmente importante. La vida social requiere coherencia y síntesis, especialmente en los momentos de dificultad, y es por eso que las dificultades hombres que saben mirar profundamente en la parte superior y puede encontrar soluciones e incluso las oportunidades para hacer las cosas mejor que en el pasado.

+ Giampaolo Crepaldi

AUTO-CONFESIONARIO



 la creatividad de un sacerdote ante la epidemia

Por INFOVATICANA | 20 marzo, 2020

Tras años en los que los sacerdotes sólo eran noticia cuando de abusos sexuales se trataba, la epidemia de coronavirus está haciendo que la atención mediática la tengan sacerdotes entregados que hacen lo que sea por atender a los fieles.

Uno de esos ejemplos es el del párroco Scott Holmer, de San Eduardo Confesor, una iglesia perteneciente a la arquidiócesis de Washington. Este sacerdote ha ideado un curioso sistema para que los fieles puedan seguir acudiendo al sacramento de la confesión.

Como no puedo garantizar su seguridad física abriendo la Iglesia o la oficina a los visitantes, he organizado un “confesionario drive through” y escucharé confesiones en el estacionamiento de la Iglesia para mantener una distancia de seis pies [1,83 m] mientras los penitentes permanecen en sus autos. (Es posible que ya haya visto esto en Facebook porque se me ocurrió esta idea una hora antes de nuestra hora habitual de confesión aquí en St. Edwards el sábado pasado). Haré esto durante el período en que normalmente tenemos Misas aquí en St. Edwards.

Los Lunes, Miércoles y Viernes estaré en el estacionamiento a partir de las 8:45 a.m. Los Martes y Jueves estaré en el estacionamiento a las 7:30 p.m. También estaré en el “confesionario drive through” los Miércoles de 7 a 8 p.m. para la habitual “La luz está encendida para ti” que hacemos en la Arquidiócesis. ¡Puede que las luces no estén encendidas para ti en la Iglesia pero estarán en el estacionamiento!

Los Sábados estaré en el estacionamiento de 4 p. m. A 5 p. m. El Domingo estaré en el estacionamiento de 7:30 a. m. A 12:30 p. m. También puedes sentirte libre de registrarte solamente para hablar. Es posible que tenga que cerrar el “confesionario drive through” si comienza a llover demasiado. Si ese es el caso, intenta al día siguiente. En otro aparte señala que un seminarista ayuda dirigiendo el tráfico.

Traducido por Secretum Meum Mihi.