Por Sergio Rubín
Clarín, 11-9-11
Para la Iglesia, el pedido de la madre de Camila para que se le retire la asistencia a su hija de dos años que está en estado vegetativo desde que nació y no tiene posibilidades de recuperarse, “se encuadra dentro” de los postulados católicos. La posición fue sentada por el director del Instituto de Bioética de la UCA, padre Rubén Revello, frente a un caso que suscitó un fuerte debate en el país sobre la llamada muerte digna y la necesidad de contar una ley que permita a los médicos decidir, en acuerdo con los familiares, qué hacer en esos casos. Camila nació muerta y los médicos lograron luego de 20 minutos de tareas de reanimación que su corazón volviera a latir, pero la falta de oxígeno durante tanto tiempo le provocó daños irreparables.
Revello dice que “la Iglesia siempre defiende la vida desde la concepción hasta la muerte natural”. Pero señala –citando un documento del Vaticano de 1980- que ésta “entiende que ‘ante la inminencia de una muerte inevitable, a pesar de los medios empleados, es lícito en conciencia tomar la decisión de renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente una prolongación precaria y penosa de la existencia, sin interrumpir, sin embargo, las curas normales debidas al enfermo en casos similares.” En cuanto al pedido de la madre de Camila –una católica practicante– de “no seguir con recursos que juzga extraordinarios y desproporcionados”, considera que “se encuadra dentro de lo dicho por la Pontificia Academia para la Vida”. Precisa que esta dice, entre otras cosas, que se “deberá perseguir como finalidad hacer disponibles las terapias proporcionadas, sin utilizar ninguna forma de ‘ensañamiento terapéutico; deberá acatar la voluntad del paciente cuando se trate de terapias extraordinarias o peligrosas; deberá asegurar siempre los cuidados ordinarios (que incluyen la alimentación y la hidratación, aunque sean artificiales) y comprometerse en los cuidados paliativos, sobre todo en la adecuada terapia del dolor”.
Con relación a la diferencia que la Iglesia traza entre la quita del respirador y la suspensión de la alimentación y la hidratación, Revello explicó que “todo organismo vivo necesita de éstas últimas para sostenerse como tal; por lo tanto, ambos recursos nunca pueden ser considerados desproporcionados. A diferencia de la asistencia respiratoria, no se reemplaza la función fisiológica. No obstante, el retiro de la asistencia respiratoria no ocurre en cualquier caso, sino solo en los que la muerte se prevé como algo inminente e inevitable, resultando por lo tanto fútil”.