Argentinos Alerta, 19 de Septiembre de 2011
En línea con la idea de profundizar el "modelo progresista", la presidente Cristina Kirchner dio luz verde para que el Congreso debata proyectos de ley que otorgarán el derecho al cambio de sexo en el país con una intervención quirúrgica, y también a tramitar el DNI con una nueva "identidad de género", con o sin previo tratamiento médico. Incluso, podría obligar a las empresas de medicina prepaga y a las obras sociales a cubrir la "reasignación sexual".
Durante las próximas semanas, la Cámara de Diputados buscará consenso para emitir un único dictamen sobre la lamentable iniciativa denominada de "identidad de género". De aprobarse, este proyecto pasaría a funcionar como complemento de la ley de “matrimonio” igualitario.
El permiso para la "rectificación de género" no necesitará una autorización judicial, sino apenas una declaración jurada, en la que la persona exprese ser de un sexo diferente del biológico, con o sin operación quirúrgica previa en su físico. Así podrá cambiar su DNI.
El gobierno avala dos proyectos. Uno lo ha presentado la diputada Diana Conti (FpV), inspirado en la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), y el otro es de Juliana Di Tullio (FpV), promovido por la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bi y Transexuales (Falgtb).
¿Nacidos en el cuerpo equivocado?
En el centro de esta discusión se encuentran los reclamos de algunas minorías que alegan que han nacido en el cuerpo equivocado. Lejos de reconocer el dato biológico del cuerpo que poseen, pretenden que el cuerpo sea “reasignado” a la imagen mental (o mejor dicho, capricho) que ellos tienen de si mismos. Por cierto, estas operaciones de “reasignación de sexo” son costosímas, de allí que pretenden una ley que las permita y que, de paso, establezca que con el dinero de nuestros impuestos debamos pagar los caprichos de algunos. Del fútbol, lácteos, pescados, LCD, etc. “para todos” pasaremos ahora al “cambio de sexo para todos”.
Obviamente, la identidad sexual está escrita en cada célula del cuerpo humano y puede determinarse mediante exámenes de ADN. No puede ser modificada. Tal vez pueda modificarse la apariencia del individuo (se viste como mujer, está lleno de siliconas …), pero su estructura genética es inmodificable. Lo único que resta es aceptar y reconocer lo que la biología nos ha dado. Es decir, no es el cuerpo el que debe cambiar acorde a los caprichos de nuestra mente, sino que es nuestra mente la que debe reconocer el dictado de la naturaleza.
Las personas que afirman que tienen una “identidad de género” contraria a su estructura anatómica y biológica no van a resolver sus problemas mediante la cirugía de reasignación de sexo. Las personas que encuentran dificultades para identificarse con su sexo biológico frecuentemente padecen de problemas psicológicos más serios como depresión, ansiedad severa, masoquismo, autodesprecio, narcisismo, y consecuencias de abusos sexuales en la infancia y de situaciones familiares conflictivas. Estos individuos experimentan dificultades sociales y sexuales como resultado de estos trastornos y experiencias negativas, y no porque hayan nacido en el “cuerpo equivocado”.
Esta problemática ha sido abordada en un trabajo denominado “La psicopatología de la cirugía de reasignación de sexo”, artículo de investigación desarrollado por Richard Fiztgibbons, Phillip Sutton y Dale O’Leary. Cuestiona las implicaciones y éticas de la práctica quirúrgica de cambio de sexo. Los autores abordan este asunto desde la perspectiva médico-biológica según la cual el género humano es una cuestión de composición genética, y explican que “la identidad sexual está escrita en cada célula del cuerpo y puede determinarse mediante exámenes de ADN. No puede ser modificada”.
Las cirugías de reasignación de sexo
El deseo de imitar el otro sexo o hacerse pasar por el otro sexo no es nueva, ni es la amputación de partes sanas del cuerpo. En muchas culturas, hubo hombres castrados por varias razones, en algunos casos para preservar la voz de soprano de pre-púberes, en otras, de tal manera que pudieran servir como guardias de harenes. Tales prácticas son ahora consideradas barbáricas. Algunas mujeres en distintos momentos de la historia también se han hecho pasar por hombres. Recién cuando las habilidades quirúrgicas avanzaron hasta el punto de que los cirujanos pudieron construir una vagina artificial y algo parecido a un pene o un escroto, la “cirugía de reasignación de sexo” (SRS) se desarrolló como una subespecialidad quirúrgica. La ética materialista del "si es posible hacer algo, deberíamos hacerlo", ha creado un clima donde la gente no ve nada malo cuando los cirujanos destruyen órganos reproductivos saludables y crean órganos artificiales para aquellos que lo deseen. Aquellos que creen en la ética radical del "es mi cuerpo, por lo que puedo manipularlo como me gusta," se sienten ofendidos si los cirujanos se niegan a acceder a sus demandas.
El deseo de imitar el otro sexo o hacerse pasar por el otro sexo no es nueva, ni es la amputación de partes sanas del cuerpo. En muchas culturas, hubo hombres castrados por varias razones, en algunos casos para preservar la voz de soprano de pre-púberes, en otras, de tal manera que pudieran servir como guardias de harenes. Tales prácticas son ahora consideradas barbáricas. Algunas mujeres en distintos momentos de la historia también se han hecho pasar por hombres. Recién cuando las habilidades quirúrgicas avanzaron hasta el punto de que los cirujanos pudieron construir una vagina artificial y algo parecido a un pene o un escroto, la “cirugía de reasignación de sexo” (SRS) se desarrolló como una subespecialidad quirúrgica. La ética materialista del "si es posible hacer algo, deberíamos hacerlo", ha creado un clima donde la gente no ve nada malo cuando los cirujanos destruyen órganos reproductivos saludables y crean órganos artificiales para aquellos que lo deseen. Aquellos que creen en la ética radical del "es mi cuerpo, por lo que puedo manipularlo como me gusta," se sienten ofendidos si los cirujanos se niegan a acceder a sus demandas.
El uso del término "cirugía de reasignación sexual" es en sí mismo problemático, pues supone que la identidad sexual es asignada al nacer y que también puede ser reasignada quirúrgicamente. La identidad sexual se observa en el nacimiento y, salvo en casos muy raros, coincide con la estructura genética. Está escrita en cada célula del cuerpo y puede determinarse mediante pruebas de ADN. No puede ser cambiada. Llamar a los hombres que han tenido una operación de cambio de sexo "mujer" no cambia su estructura genética. No los hace genéticamente una mujer.
Transexualidad e “identidad de género”
El uso del término "transexual" también es problemático, ya que implica que una persona puede cambiar su verdadero sexo genético al otro sexo. En una época, la palabra "sexo" se utilizaba para describir todo lo que estaba incluido en la condición de varón o mujer. La palabra "género" se usaba para referirse al lenguaje; las palabras son masculinas, femeninas o neutras en género. El controvertido psicólogo, sexólogo, y promotor de la cirugía de cambio de sexo John Money introdujo la idea de "identidad de género", que se define como la categorización que una persona hace de sí misma como hombre, mujer o ambivalente. Las feministas radicales abrazaron la idea de que el sexo -la realidad biológica- podría ser separado del género, que consideraban como una construcción social artificial impuesta sobre los cuerpos masculinos y femeninos. Para ellos, el sexo puede ser un dato biológico, pero el género está en la mente y puesto que se construye por interacción social, puede ser deconstruido.
Aquellos que se autodenominan “transexuales” han interpretado la separación de sexo y género en una dirección diferente; para ellos, el género es lo natural y el sexo es lo que puede ser construido, es decir, el cuerpo puede ser modificado para adaptarse a la mente. Por lo tanto, una persona podría ser de sexo masculino (es decir, biológicamente, genéticamente) pero de género femenino. Esto no significa que un dado hombre pueda tener intereses, talentos, u otros rasgos que normalmente se encuentran en las mujeres, sino que, en el centro de su ser, él es esencialmente una mujer que ha sido mal asignada al momento del nacimiento. Por lo tanto, su deseo de ser reasignado quirúrgicamente y hormonalmente es razonable y debe considerarse.
Las personas que solicitan cirugía de reasignación de sexo experimentan una falta de armonía entre su cuerpo y la imagen de sí mismos. La pregunta es: ¿esta falta de armonía, debe conciliarse cambiando el cuerpo o cambiando la mente? Aquellos que solicitan cirugías de reasignación de sexo se oponen a pericias psicológica sobre los orígenes de sus sentimientos, exigiendo en su lugar una solución quirúrgica a su problema.
La operación sólo cambia las apariencias, no el sexo
Aquellos que promueven públicamente las cirugías de reasignación de sexo insisten en que una vez que se terminen los procedimientos, el paciente ya no es del sexo con el que nació, sino que ha sido transformado quirúrgicamente en el otro sexo. Sin embargo, estos procedimientos sólo crean una imitación de los órganos que intervienen en el acto sexual que, en el caso de las mujeres que quieren parecerse a los hombres, constituyen una imitación muy pobre y no funcional. La cirugía no puede cambiar el ADN o neutralizar el efecto de las hormonas prenatales en el cerebro. Sólo puede crear la apariencia de uno u otro sexo. Las personas que han pasado por estos procedimientos pueden involucrarse en actos que simulan la relación sexuales entre un varón y una mujer, pero estos actos son estériles, ya que los procedimientos quirúrgicos no pueden crear la fertilidad. En efecto, las operaciones de cambio de sexo constituyen la forma más radical de la esterilización.
Cirugía de reasignación de sexo en los hombres
La cirugía de reasignación de sexo es sólo un paso dentro de un proceso largo y costoso. Los hombres que quieren vestirse en público como una mujer se someten a procedimientos de electrólisis para eliminar el vello facial, tratamientos hormonales, electrólisis para remover el vello de los genitales (y preparar el tejido genital que se utiliza para crear una pseudo-vagina), extracción del pene y los testículos, creación de una pseudo-vagina, formación de una abertura para la uretra, cirugía estética para disminuir el tamaño de la manzana de Adán, inserción de implantes mamarios, cambiar otras características, e insertar implantes de silicona en las caderas y los glúteos.
Los que comienzan todo este procedimiento generalmente quedan insatisfechos con los primeros resultados cosméticos. Algunos de los que se realizan operaciones de cambio de sexo no sólo quieren ser mujeres, sino que quieren ser mujeres irresistiblemente atractivas, y por lo tanto, pueden convertirse en adictos a la cirugía plástica. Algunos buscan profesionales para que les realicen inyecciones de silicona y otros cambios, arriesgándose a infecciones e incluso a la muerte.
Algunos hombres se presentan en público como mujeres, pero aún no se han decidido a someterse a una cirugía por debajo de la cintura. Se les denomina a veces "she-males", ya que con los implantes mamarios y la cirugía estética por encima de la cintura se ven como mujeres, pero por debajo de la cintura son hombres físicamente. Algunos de estos “she-males” trabajan como “bailarinas” en clubes que se especializan en este tipo de entretenimiento o como prostitutas a fin de ahorrar el dinero necesario para realizarse una cirugía de genitales. Algunos hombres buscan los servicios sexuales de estos “she-males”.
Cirugía de reasignación de sexo en mujeres
Para las mujeres, el proceso de “cambio de sexo” implica tratamientos hormonales, la eliminación de las mamas (proceso que a menudo se inicia uniéndolas), histerectomía total (operación para extirpar el útero), y la creación de un pseudo-pene y testículos. Es de notar que incrementar los niveles de testosterona en una mujer (para estimular crecimiento de vello facial y el aumento de la capa muscular) tiene el riesgo potencial de causar un cambio en su personalidad, haciendo a las mujeres más agresivas. La histerectomía se lleva a cabo para detener la menstruación que, para muchas mujeres, implica eliminar la evidencia mensual de su feminidad y vulnerabilidad.
Relativamente pocas de las mujeres que se someten a operaciones de cambio de sexo, incluso aquellas con graves disforia de género, optan por dar el último paso: la creación de un pseudo-pene y pseudo-testículos. Cuando hacen ésto, los órganos artificiales son a menudo pequeños y no funcionales. Se puede construir un pene de modo que permita una erección mecánica y simular relaciones sexuales, pero la eyaculación no es posible. Los cirujanos intentan preservar la sensación sexual en los pseudo-órganos, pero no siempre tienen éxito.
Hace un par de años, hubo gran publicidad sobre el supuesto caso de un hombre “embarazado”. La persona embarazada era en realidad una mujer a la que se le habían extraído los senos y estaba tomando hormonas para aumentar el vello facial y los músculos, pero no había sido sometida a una histerectomía o una cirugía para crear los pseudo-genitales externos masculinos. Cuando ella y su compañera quisieron tener un hijo y su pareja no pudo quedar embarazada, ella dejó de tomar las hormonas y fue inseminada artificialmente. Por lo tanto, una mujer que se veía como un hombre por encima de la cintura, era en realidad una mujer con total capacidad de quedar embarazada.