DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

DIPUTADOS EXPRESAN PREOCUPACIÓN



POR LA PERSECUCIÓN A FASTA

NOTIVIDA, Año XX, Nº 1201, 30 de junio de 2020

Diputados del PRO presentaron un proyecto de Resolución “por la persecución discriminatoria iniciada contra la Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino - FASTA -, en cuanto amenaza el derecho al ideario institucional y las convicciones de sus miembros y afecta la libertad de cátedra en menoscabo a los Tratados de Derechos Humanos, que gozan de jerarquía constitucional; y lo establecido en el artículo 128, inciso c) de la Ley 26.206 de Educación Nacional”.

El proyecto (expte. 2872/2020) lleva las firmas de Francisco Sánchez, Jorge Enríquez, David Schlereth, Soher El Sukaria y Dina Rezinovsky.  

En los fundamentos recuerdan que Victoria Donda, presidente del INADI, anunció que iba a iniciar acciones por el supuesto “discurso de odio” que el diario Página 12 le atribuyó a los colegios de FASTA.

Destacan la labor educativa y social que FASTA lleva adelante en nuestro país, “anclada en una concepción cristiana del mundo y del orden social” y enfatizan que “el derecho a la libertad de ideario que ejerce la citada institución está enraizado en la potestad de los padres de elegir para sus hijos una educación de acuerdo a sus convicciones”.

Describen el marco jurídico que ampara de modo incontrastable el derecho de los padres a elegir y supervisar de la educación de los hijos, particularmente en materia moral y religiosa.

Denuncian que “un avance del Estado sobre las instituciones de educación privada y confesional, como el que insinúan las declaraciones de la directora del INADI, redundará en un menoscabo del derecho a la libertad de conciencia”.

“Este hecho genera una honda preocupación, toda vez que percibimos una creciente intención de que, bajo el pretexto de interpretaciones sesgadas basadas en una ideología particular, se restrinja la libertad del ideario de las instituciones educativas privadas y confesionales. Máxime si se tiene en cuenta que esta tendencia se enmarca en un contexto de hostilidad y discriminación hacia la Iglesia Católica y las confesiones cristianas en general, ejercidas desde organismos que -en teoría- deben velar por la tolerancia y la no discriminación”.

Concluyen que “la imposición desde el Estado de un pensamiento único, que responde a una concepción autoritaria de las instituciones, resulta en un todo contraria a la dignidad inherente a la persona humana y al espíritu de nuestro extenso plexo constitucional”.

"LOS MISMOS QUE SE ENZARZAN CON LOS ANCIANOS MUERTOS



preparan la ley de eutanasia”


Eulogio López
Hispanidad, 24/06/20

Las crónicas fechan la conversación en la persecución de los cristianos llevada a cabo por Juliano el Apóstata: cuando un ciudadano fiel al imperio, hoy diríamos un ciudadano constitucional, como Pablo Iglesias, mismamente, y con muy mala leche, se dirigió a un cristiano en estos términos:

-¿Y qué hace vuestro carpintero de Nazaret?

A lo que el cristiano respondió:
-Esta preparando un ataúd para el emperador Juliano.

Muy cierto porque, entre otras cosas, es lo que suelen hacer los carpinteros: ataúdes. Y, en cualquier caso, Dios nunca tiene prisa. Incluso se deja perseguir porque el perseguidor siempre acaba en la fosa, mientras Dios vive para siempre.

Por tanto, tranquilos, no hemos podido caer más bajo… lo cual implica que, a partir de ahora, sólo podemos subir.

Pero, en el entretanto, podemos y debemos escuchar este trozo, menos de dos minutos, de quien es, en mi modesta opinión, la voz más autorizada del episcopado español, la del obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla. Una verdadera homilía-editorial que lleva por título el “regreso de los bárbaros”.

Monseñor Reig Pla aseguraba días atrás que el vandalismo creado tras la desgraciada muerte de George Floyd era mucho más grave que el mismísimo coronavirus. Es una batalla de síntomas sobre la crisis profunda de la verdad y de la inteligencia, que no se atreve a buscar la verdad.

Un detalle: hay otra violencia peor que la física: ridiculizar el mensaje de los profetas que se atreven a romper con lo políticamente correcto y la violencia que supone el marginar, silenciar y ridiculizar a cualquiera que ose contradecir los dictados del Nuevo Orden Mundial (NOM).

Buen resumen de nuestros tiempos, donde caminamos cuesta arriba, hacia la parte alta del trampolín desde el que daremos el salto.

Mientras, los mismos que se enzarzan con los ancianos muertos preparan ahora la ley de eutanasia.

EL PROFESOR ALBERTO BÁRCENA



nos habla del tesoro de la Doctrina Social de la Iglesia y recomienda algunas encíclicas


Javier Navascués
Infocatólica, 23.06.20

D. Alberto Bárcena es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la CEU San Pablo. Desde el año 2001 es profesor del Instituto de Humanidades Ángel Ayala de la Universidad CEU San Pablo, en donde ha impartido las asignaturas de Historia de las Civilizaciones, Historia de España, Historia Social de Europa y Doctrina Social de la Iglesia en las facultades de Derecho, Económicas y Humanidades. Prestigioso escritor y conferencista, ha difundido en YouTube, con una difusión espectacular, muchos temas controvertidos e importantes como Nuevo Orden Mundial, Masonería o los presos del Valle de los Caídos, por citar algunos de ellos. En esta ocasión nos habla de un tema que le apasiona y que conoce a la perfección: la Doctrina Social de la Iglesia y nos recomienda algunas de las principales encíclicas.

¿Cómo se puede definir de manera específica la Doctrina Social de la Iglesia y qué períodos y temas abarca?

El conjunto de pronunciamientos emitidos por la Iglesia, concretamente por los Papas en la edad contemporánea sobre cuestiones sociales. El arranque de la Doctrina Social de la Iglesia sería con León XIII con su encíclica Rerum novarum. Eso sería por ponerle un origen porque la Iglesia ha hablado de temas sociales siempre, pero ya de una manera tan sistemática, que aborde todas las cuestiones de una sociedad tan conflictiva como es la contemporánea, ocurre precisamente en esta etapa.

¿Qué supuso la Rerum novarum?

Como su nombre indica va a hablar de las cosas nuevas de cosas nuevas de la sociedad que ha cambiado, que sigue cambiando, de los problemas que han aparecido y aquí habla de todo, de las relaciones laborales, del papel del Estado, de la función que tiene que representar el poder en la sociedad…en fin cuestiones muy nuevas porque el mundo de 1891, fecha de la encíclica, es un mundo que en el que ya se dejan ver los efectos del régimen liberal, un régimen que nace de la Revolución francesa. Ya hay muchas cuestiones que hay que aclarar evidentemente y a partir de ahí hasta la fecha.

La prueba de que esta encíclica es un referente y que marca el comienzo de la Doctrina Social de la Iglesia es que luego muchos Papas, sucesores de él, han conmemorado esta fecha con encíclicas que hacen referencia a la misma. Por ejemplo Quadragesimo anno de Pío XI a los 40 años o Centisimus annus de San Juan Pablo II, a los 100 años en 1991.

¿Hasta que punto es conveniente o necesario que los católicos conozcamos las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia?

Es de una importancia capital porque el católico tiene que formarse. Está muy bien la fe, por supuesto, y es lo que hay que profesar, pero en un mundo como este, en donde encontramos frecuentemente una hostilidad hacia la fe o hacia los principios de la Iglesia tenemos que saber argumentar. La doctrina nos ayuda en este sentido mucho porque toca todos los temas sociales y lo hace de una manera irrefutable porque las fuentes de la doctrina son por un lado la revelación, la fe revelada y por otro la razón. Fe y razón no se contradicen. Todo lo contrario se complementan. Decía San Juan Pablo II que son las dos alas que sirven al hombre para elevarse a la contemplación de la verdad. Esto lo dice en la encíclica Fides et ratio.


¿Además de a los católicos, qué es lo que aportan a todo hombre en general?

Son pronunciamientos muy abiertos que pueden ser tenidos en cuenta por personas que no pertenecen a la Iglesia Católica y que ni siquiera son cristianos. A partir de León XIII estos pronunciamientos adquieren un gran prestigio, una gran autoridad porque, incluso los no cristianos, reconocen que detrás de ellas hay una autoridad grande, con un gran peso moral y también son documentos elaborados en base a la razón, en base a principios inamovibles, que podrán compartirse más o menos, pero que desde luego deben ser tenidos en cuenta porque han marcado pautas, sobretodo en tiempos en los que no existía una hostilidad tan marcada hacia la Iglesia como se viene viendo en los últimos tiempos. Esta doctrina también ha sido un referente para muchas personas que no tienen nada que ver con la Iglesia.

Dice ha sido porque la mayoría de gobiernos, que siguen las pautas del Nuevo Orden Mundo, las dejan de lado.

Realmente son muy pocos los gobiernos que las aplican porque los países que están resistiendo al Nuevo Orden Mundial, a esta nueva ideología relativista, sincretista, contraria a la fe y a la razón, también son minoría. En países en los que hay una mayoría católica, se les lamina y se les presiona económica y políticamente a través de organizaciones internacionales. Se les amenaza con la exclusión, con sanciones económicas, con no otorgarles ayudas…Hoy en día la Doctrina Social de la Iglesia se considera incluso como algo perjudicial. Se ha llegado a decir que era muy dañina porque choca con, lo que en el Nuevo orden Mundial, se ha definido como los nuevos derechos, que no son aditivos sino que vienen a reemplazar a los ya proclamados.

¿Cuáles son los nuevos derechos?

Entre los nuevos derechos están sobretodo los sexuales y reproductivos y por supuesto la vida humana ya no es un derecho. Todo lo que dice la Iglesia desde hace más de 20 siglos entra en conflicto con estos nuevos derechos artificiales creados por organismos internacionales y sostenidos en una falsedad evidente que no aguanta una crítica racional siquiera.

Sin embargo para muchos fieles católicos e instituciones ha sido una fuente constante de inspiración.

Evidentemente, ha habido gobiernos católicos que lo han tenido como un referente que había que seguir al pie de la letra. Por ejemplo en el régimen de Franco la Doctrina Social de la Iglesia era tan importante que en el Valle de los Caídos una parte esencial de este monumento es el Centro de Estudios Sociales, que se funda precisamente para recopilar y dar a conocer la doctrina de los pontífices y que esas enseñanzas se den a conocer a empresarios, sindicatos y a todos los agentes sociales, de manera que esa doctrina se aplique en la práctica.

Hay muy buenos compendios…pero, ¿podría citar algunas de las encíclicas claves que aconsejaría leer primero?

Habría que ver el tema que les interesa más, pero ahora mismo el tema crucial es la vida y la familia humana. En cuanto a la defensa de la vida San Juan Pablo II nos dejó un auténtico tesoro que se llama Evangelium Vitae, en donde fue él el que habla ya de la cultura de la muerte, que se iba adueñando de la cultura occidental. Habla de la defensa de la vida en cualquier aspecto, desde su concepción hasta la muerte natural. El tema crucial está en la vida y del mismo Papa recomiendo Veritatis Splendor porque es el gran instrumento para atacar el relativismo que nos está destruyendo. El relativismo moral ha sido elevado a categoría de dictadura, un término que acuñó Benedicto XVI a punto de convertirse en Papa. Ese relativismo no hay ninguna encíclica que lo analice y lo explique mejor para desmoronarlo que Veritatis Splendor, quees una encíclica que debe conocer cualquier católico para que se aclare y que sepa que cuando está defendiendo la verdad, la verdad existe y que los actos son malos o son buenos. Los actos intrínsecamente malos lo son y no hay nada que pueda cambiar eso y los que son buenos lo son también. No hay 40 verdades, hay una sola.

En la Universidad tienen bien clasificadas estas encíclicas por temas.

Nosotros en el CEU tenemos un manual de Doctrina Social de la Iglesia para nuestros alumnos, en donde se recogen todos los temas de forma sucinta. Tenemos un capítulo dedicado a la Bioética, que es fundamental, lo que se puede o no hacer desde la ciencia. No todo lo que la ciencia puede hacer es legítimo. Hoy en día hemos llegado muy lejos en esto, veamos la reprodución asistida, por poner un ejemplo. Teneos un tratado dedicado a la Familia y al matrimonio, otro sobre la Economía etc.

¿Qué otras encíclicas claves destacaría?

León XIII con su Rerum novarum, pero con otras muchas encíclicas como Humanum Genus, la encíclica de 1884 que condena la masonería de la forma más contundente que se ha hecho nunca contra la secta. También tiene Inmortale Dei, en donde habla de la constitución cristiana del Estado.

De San Pío X, ¿qué vamos a decir? Un Papa santo que tuvo una repercusión enorme. Tenemos de él por ejemplo Vehementer Nos que yo subrayaría en importancia porque está hablando del laicismo en lucha contra los derechos de Dios y de la Iglesia. Es una encíclica dedicada a Francia, cuando allí se establece la ley de separación entre Iglesia y Estado, que viene acompañada de una persecución muy clara a la Iglesia por vía de obra, por vía legal.

San Pío X tiene una importante enclícicla contra el modernismo, de hecho el fue de los primeros en utilizar este término.

Efectivamente tiene una encíclica contra el modernismo, que yo recomiendo muchísimo leer porque aunque parecía que él había acabado entonces con el modernismo no fue así y brotes de modernismo ha habido después. Esta encíclica de 1907 se llama Pascendi Dominici Gregis, en donde critica el agnosticismo, la oposición a la verdad revelada, algo muy propio del modernismo y que ya en la Ilustración se ve, pero que a principios de siglo XX era esa interpretación al estilo de Lutero, de interpretar la Escritura y la figura de Cristo como a él le pareciese. Es el relativismo lo que está ya aquí denunciando como modernista.

Contra el liberalismo, León XIII tiene una encíclica clave.

Libertas praestantissimum de León XIII nos da los tres grados de liberalismo, el de primer grado que niega la fe revelada, el de segundo grado, en donde afirma que tiene que estar muy separada la Iglesia y el Estado y luego hay uno de tercer grado del católico que práctica su fe en la intimidad, pero fuera de casa jamás. Esto que es una victoria del relativismo actual lo que ha conseguido que el católico en la vis pública no se manifieste y eso es de extrema gravedad.

En Centesimus Annus, San Juan Pablo II aborda un tema muy importante como es la defensa de la verdad.

Al igual que en Veritatis Splendor que se dedica solamente a eso, dice que hay actos intrínsecamente malos, que no hay nada que los pueda mejorar ni atenuar. Lo malo es malo y lo bueno es bueno. En Centesimus Annus viene a decir que quien se adhiere a la verdad ya no es fiable desde el punto de vista democrático por entenderse que la actitud propia del demócrata es el escepticismo agnóstico y acaba el párrafo diciendo que una democracia sin valores se convierte en un totalitarismo visible o encubierto, como la historia demuestra. Esta es una enorme verdad porque formalmente es una democracia, pero si le quitas los valores, si expulsas la ley natural de la vida pública o de la inspiración de la legislación, eso acaba siendo un totalitarismo como lo que estamos viviendo en nuestros días.

Los Papas escriben en un lenguaje facilísimo. Las encíclicas están redactadas con esa idea de que puedan ser comprensibles en una primera lectura por cualquier hombre de buena voluntad. También destacaría las condenas de los totalitarismos de Pío XI. Condena el comunismo en Divini Redemptoris, ytiene una referencia a la persecución de la Guerra Civil española. Una condena clara del comunismo, con todo lo que ello implica. Ahora que está tan de moda el comunismo, y resurge con diferentes nombres, recomiendo leer esta encíclica. La Humanae Vitae de San Pablo VI explica con claridad que todos los métodos anticonceptivos no naturales son rechazables. Causó un gran impacto porque es de 1968, el año de la revolución sexual, del mayo francés. Caritas in veritate de Benedicto XVI, en donde habla del principio de subsidiaridad y donde dice que no debemos abrir la puerta a un poderoso poder universal de tipo monocrático (está hablando del Nuevo Orden Mundial). El gobierno de la gloabalidad, entendiendo que debe haber organismos que organicen este mundo ya tan conectado, ha de ser de tipo subsidiario articulado en múltiples niveles. Estas son algunas de las encíclicas más importantes que citaría, pero evidentemente hay muchas más y les animo a leerlas, pues se han publicado muy buenos compendios y en la página http://www.vatican.va/, por ejemplo, pueden encontrarlas.

Para finalizar, ¿Cuál ha sido su experiencia como profesor del bien que ha hecho la Doctrina Social de la Iglesia a sus alumnos?

Como experiencia personal como profesor, muchos alumnos me reconocen lo que les ha cambiado conocer esta doctrina. Es una enorme satisfacción porque ha sido vehículo de Dios y he visto hasta conversiones. Hace poco una alumna me decía que tras entibiar en su fe, al estudiar la doctrina católica había comprendido que todo lo que aprendió en su casa era verdad. Y esta chica tras volver a la fuente de la fe, ha cambiado de forma verdaderamente impresionante. Y no es el único caso. A lo largo del tiempo he visto auténticas conversiones que han durado en el tiempo y han sido profundas.

Por Javier Navascués

LAS LLAGAS DE CRISTO



… y de la Iglesia

La Iglesia debe recuperarse, ante todo, de la crisis interna que la afecta, para cobrar relevancia en el orden cultural y social, de modo que pueda ayudar al hombre a orientarse hacia su auténtico destino.

Monseñor Héctor Aguer

Infocatólica– 23/06/20

Las llagas de Cristo, de sus manos, sus pies y su costado, son objeto de nuestra veneración y nuestro amor. La tradición eclesial atesora numerosos documentos de la fe de los fieles expresada, multiplicadamente, en la actitud del Apóstol Tomás, quien al verlas y tocarlas confesó: ¡Señor mío y Dios mío! (Jn 20, 28). Presento a continuación algunas oraciones clásicas, que solían rezarse privadamente después de la comunión; dos de ellas conservan vigencia todavía.

La primera es la pequeña letanía, que ha sido atribuida a San Ignacio, como «Aspiraciones al Santísimo Redentor»: Anima Christi; en muchos lugares se la recita en el momento correspondiente de la misa. Esas invocaciones comienzan: «Alma de Cristo, santifícame», e incluyen una contemplación del Cuerpo herido del Señor, con varias referencias a la pasión, fuente de ánimo, aliento y consuelo para los afligidos, que reciben de ella vigor, espíritu, fuerza. Se ruega ser embriagado por la Sangre preciosa, lavado por el agua que brota del costado abierto, ser escondido en las benditas llagas. Son expresiones de altísima y entrañable devoción.

Otra plegaria, que era también muy popular, dirigida a Jesús crucificado comienza En ego... «Aquí estoy, bondadoso y dulcísimo Jesús». El texto indica que el orante, de rodillas bajo la mirada del Señor, ruega con el mayor fervor recibir impresos en su corazón sentimientos de fe, esperanza y caridad, dolor de los pecados y propósito de enmienda. Sentimientos (sensus) que no tienen nada de sentimentales, ya que no excluyen el conocimiento, la conciencia; se pide con firmísima voluntad asumir, vivir, esas realidades espirituales. La contemplación de las cinco llagas se hace con amor y dolor, con una identificación de com - pasión, mientras se medita el pasaje del Salmo 21 al cual se alude en el relato de la Pasión según San Juan (19, 36-37): han taladrado mis manos y mis pies, y puedo contar todos mis huesos (Sal 21, 17-18). Los relatos evangélicos del sacrificio del Señor citan implícita o explícitamente otros versículos del salmo para ilustrar hechos como el reparto de las vestiduras y el sorteo de la túnica y las burlas blasfemas; sobresale el clamor final del Crucificado, que asume la frase inicial del salmo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46). Se recoge en la oración la convicción de muchos Padres de la Iglesia que atribuían la autoría del poema a David, y lo consideraron una profecía.

Una publicación de la Editorial Pustet, de Ratisbona (edición 13ª de 1927) reúne oraciones para antes y después de la misa, destinadas especialmente a los sacerdotes. Una de esas plegarias comienza: Obsecro, te dulcissime Domine Jesu Christe. Se pide en ella «que tu pasión sea para mí una fuerza que me proteja y defienda, que tus llagas sean alimento y bebida por las que yo sea apacentado, embriagado y deleitado». En este caso se indica que la oración está dirigida a Jesús crucificado, y que ha de rezarse de rodillas.

En la misa colección se encuentra otra a las llagas del Señor, heridas que son fuente de la Sangre salvífica. Se ruega que las llagas nos llaguen (vúlnera como sustantivo y como verbo en imperativo) con el dardo encendido de la caridad, que la lanza del amor nos traspase, de modo que el alma pueda decir: «Estoy herida de amor», y que de esa herida broten lágrimas incesantes de amor y dolor. Aquí se nota una cita del Cantar de los Cantares (2, 5). Me permito una breve digresión semántica. Las versiones modernas de ese pasaje bíblico traducen, según el hebreo, «estoy enferma de amor». El original dice jolat, término que denota consternación; la versión griega de los LXX traduce tetromene agápes (estoy herida, de la raíz de tráuma). Continuando con la oración, en tercer lugar se pide que la cúspide de la dilección, como punta aguda y extrema golpee un alma dura como la nuestra y penetre profundamente en nuestra intimidad. Es la caridad, don divino, el amor, la dilección lo que hiere, traspasa, golpea al alma como un dardo, una flecha, la agudeza de una lanza. Todas estas son expresiones de altísima contemplación que podemos nosotros asumir con la esperanza de que alguna vez nos acerquemos a esa relación con Jesucristo.

En su libro «Miremos al Traspasado» (1984), Joseph Ratzinger comenta ampliamente y con elogio la encíclica de Pío XII Haurietis acquas, sobre el Corazón de Jesús, destacando en ella la teología del cuerpo referida a la encarnación y al misterio pascual. Cita una bella expresión de San Buenaventura: «Las heridas del cuerpo muestran las heridas del alma... ¡Contemplemos por las heridas visibles las heridas invisibles del amor!». En el trabajo que voy glosando, el gran teólogo muestra que esa teología del cuerpo «es a la vez, entonces, una apología, una defensa, del corazón, de los sentidos y del sentimiento, también y precisamente en el ámbito de la piedad». Como ya lo he apuntado, no hay aquí nada de sentimentalismo, sino teología y mística, la experiencia de un amor que se torna contemplativo; la veneración de las llagas conduce al conocimiento de la persona de Jesús, Dios y hombre verdadero. La liturgia, en diversas ocasiones, hace referencia a este rasgo del misterio pascual, y también asocia a él la compasión y la intercesión de María. En la célebre secuencia Stabat Mater, se dice: Crucifixi fige plagas cordi meo valide, «graba con fuerza en mi corazón las llagas del Crucificado». Valga, para no alargar la nota, este único ejemplo.

El Conde Antonio Rosmini Serbati (1797 - 1855), sacerdote, hoy beato, fue un pensador original, escritor y fundador de la congregación clerical Istituto della Carità. No se limitó a contemplar las llagas del Cuerpo físico del Señor, sino que inspirado en esa contemplación de amor y dolor, se atrevió a descubrir polémicamente las llagas del Cuerpo místico, o más bien de la organización y vida de la Iglesia de su época. Entre sus obras sobresale Le cinque piaghe della Santa Chiesa; en este libro describía, por referencia a las heridas de las manos, los pies y el costado de Jesús, defectos que hallaba en el catolicismo contemporáneo suyo. La obra fue condenada, como otros escritos de su autoría, y él se sometió humildemente a la decisión de la Santa Sede. A partir de la reivindicación de Rosmini, Las cinco llagas de la Santa Iglesia fue una obra reconocida con autoridad para la historia de la Iglesia en el siglo XIX.

Yo me aventuro a presentar una hipótesis de actualización de las llagas de la Iglesia, las que sufre en estos días; lo hago modestamente, como expresión del respeto y amor que profeso a la Catholica, y del dolor que me causa reconocerlas. No son ocurrencias mías; muchos autores con mayor sabiduría y autoridad que yo han manifestado su preocupación, e incontables fieles, a veces con arrebatos de indignación, opinan sobre la situación eclesial y no esconden, incluso, posiciones ideológicas. Las «redes» constituyen una tribuna mundial, un areópago confuso. No localizaré las llagas, como hizo Rosmini, cuál en qué mano o en qué pie, cuál en el costado. Solo enumero cinco males, sobre los que he hablado en diversas ocasiones, o han sido objeto de escritos míos.

1. Comienzo por la llaga que considero más abarcadora y profunda: el relativismo, un mal con raíces históricas que se expandió en el siglo XX, impregnando la cultura, el pensamiento y la actitud de multitudes. El relativismo ha penetrado en la Iglesia, y se manifiesta en ella como duda, descuido y preterición de la doctrina de la fe y de la gran tradición eclesial, como un intento de acomodo con la cultura mundana. Una de las causas principales ha sido, en opinión de muchos, una interpretación sesgada del Concilio Vaticano II, la negación de su continuidad homogénea con el magisterio anterior. Los maestros del relativismo suelen afirmar que aquella gran Asamblea ha sido una revolución que determinó un cambio de época. Desde el punto de vista metafísico la posición relativista equivale a la negación del Absoluto, y se camufla en proposiciones ambiguas. Como actitud de pensamiento significa el abandono de los criterios objetivos y la primacía del subjetivismo. De hecho, cualquiera dice lo que se le ocurre, y no hay quien lo corrija; peor, quien debiera corregir promueve la confusión. Durante las últimas décadas, numerosos autores expresaron el relativismo teológico, con el consiguiente daño en la formación de los sacerdotes y en la orientación pastoral del clero. El relativismo ético incluye la negación de la naturaleza, de la cual se siguen principios de comportamiento objetivos, universalmente válidos: ni la ley natural, ni los Mandamientos de la ley de Dios son expresamente recordados y urgidos a los fieles como norma de vida personal y de relación con los demás. El reduccionismo sociológico insiste en destacar el condicionamiento de los factores epocales y la vigencia cultural. La difusión del relativismo y sus consecuencias actuales frustran la intención del Vaticano II: «Es obligación de toda la Iglesia de trabajar para que los hombres se capaciten a fin de establecer rectamente todo el orden temporal y ordenarlo hacia Dios por Jesucristo» (Apostolicam actuositatem, 7). El Cardenal Robert Sarah escribió en su libro Le soir approche et dèjà le jour baisse: «Es determinante que valores fundamentales rijan la vida de las sociedades. El relativismo se nutre de la negación de los valores para afincar su empresa deletérea» (pág. 283). Contamos con recursos extraordinarios para superar la tentación relativista: el Catecismo de la Iglesia Católica, y el magisterio completo y clarísimo de San Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Si el relativismo se instala permanentemente en la Iglesia, el mundo marchará a la perdición.

2. La devastación de la liturgia. No fue tenida en cuenta una severa advertencia del Vaticano II: «Que nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia» (Sacrosanctum Concilium, 21§3). Es verdad que muchos sacerdotes celebran dignamente la misa y logran incorporar a los fieles a «una celebración plena, activa y comunitaria» (ib.). Pero no se puede negar, y yo me refiero al caso argentino, que se ha generalizado el manoseo del rito más sagrado del catolicismo, y se han impuesto la improvisación, la abolición de la belleza -sobre todo en la música-, gestos y actitudes tales como gritos, aplausos, bailoteo, completamente ajenos a la índole sagrada de la celebración. Lo sagrado queda menoscabado o ha desaparecido. Yo mismo he oído decir a colegas obispos que ya no hay distinción entre sagrado y profano, y se felicitaban por esta evolución. La concepción unilateral de la misa como encuentro fraterno ha oscurecido su índole sacrificial; no se advierte que lo que hermana a los fieles es una realidad sobrenatural: la común participación por la fe y la caridad en el sacrificio pascual del Señor que se hace sacramentalmente presente en el rito de la Iglesia. En algunos casos la celebración se convierte en un espectáculo o en una fiestita para niños; el culto de Dios desaparece, es la satisfacción, el «sentirse bien» de los presentes lo que se busca. Con esa declinación que describo someramente, la fe es puesta entre paréntesis y la referencia a Dios queda reemplazada por la centralidad y primacía del hombre. La fenomenología de la religión muestra lo errado de semejante postura; probablemente un hombre de la Edad de Piedra se escandalizaría ante algunas celebraciones católicas de hoy; no encontraría en ellas la irrenunciable referencia a «lo otro», a la trascendencia, al mundo de los dioses. La pérdida del sentido de la adoración tiene un efecto cultural destructor de la auténtica humanidad del hombre. El Cardenal Robert Sarah ha escrito: «El sentido de lo sagrado es el corazón de toda civilización humana». Me detengo aquí; los lectores seguramente podrán sumar a los datos precedentes sus propias reflexiones y experiencias.

3. Secularización de la vida sacerdotal y deficiente formación en los seminarios. Ha sido este uno de los capítulos más notorios de la crisis que siguió al Vaticano II. Las causas y el sentido de esa crisis tendrán que ser esclarecidos por los historiadores, pero no es posible negar que, como lo lamentó Pablo VI, «esperábamos una floreciente primavera y sobrevino un crudo invierno». Jacques Maritain, gran amigo del Papa Montini, en El campesino del Garona evoca «la fiebre neomodernista contagiosa, al menos en los círculos llamados 'intelectuales'; en comparación con ella el modernismo de tiempos de Pío X fue un modesto catarro». Habla, también, de «una especie de apostasía inmanente que estaba en preparación desde hacía años, y cuya manifestación fue acelerada por ciertas expectativas oscuras de partes bajas del alma, imputadas a veces, mendazmente, al espíritu del Concilio». El clero resultó especialmente afectado; miles de sacerdotes abandonaron el ministerio; una especie de «liberación» llevó a muchos a descuidar la vida espiritual; fueron numerosos también quienes se dedicaron a la «militancia» social y política; el celibato sacerdotal, cuyo incumplimiento puede registrarse con mayor o menor intensidad en cualquier época, fue criticado por principio, y actualmente arrecia la campaña para lograr su abolición.

El luminoso magisterio de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, que fue causa de una cierta recuperación, ya no cuenta demasiado, y no solo en el asunto del celibato. Se multiplicaron las experiencias de reorganización de los seminarios, y la agitación y las dudas continúan. He notado que a veces se pone una atención ridícula en descalificar y perseguir a los alumnos en los que puede hallarse un apego a la tradición, que desearían estudiar bien el latín y usar sotana (y hasta se prohíbe vestirla), pero no se cuida la rectitud de la formación doctrinal, espiritual y cultural. Se suele oponer el estudio a «la pastoral», y se precipitan experiencias presuntamente pastorales para las que los jóvenes no están preparados, y que carecen de valor educativo. ¿Cómo puede florecer la Iglesia con el descuido de una seria preparación filosófica, teológica y espiritual de sus futuros ministros?. Humildemente, puedo exhibir una cierta autoridad en este tema: he sido organizador de un seminario diocesano y rector del mismo por una década, como también profesor en la Facultad de Teología, donde estudiaban seminaristas de diversas diócesis. Durante mi ministerio arzobispal de 20 años he ido al seminario todos los sábados y he pasado siempre mis vacaciones con los seminaristas. Algo he aprendido. Ek toû kósmou ouk eisìn, «ellos no son del mundo» (Jn 17, 16), dijo Jesús de los apóstoles en su íntima conversación con el Padre. Los sacerdotes tampoco son «del mundo»; su secularización - mundanización es una llaga abierta en el corazón de la Iglesia.

4. Ruina de la familia cristiana y del orden familiar natural. Nunca como en estas últimas décadas contó la Iglesia con un magisterio tan amplio sobre el amor conyugal, el matrimonio y la familia. Sin embargo, la cultura vigente se impone con una fuerza arrolladora. La naturalización del divorcio, favorecida por las leyes, ha llevado a que muchísima gente no se case, sino que viva en concubinato, el cual ya no es mal visto. Ahora no se habla de marido y mujer, esposo y esposa, sino de «pareja». En la casi totalidad de los femicidios, el asesino es el novio o ex novio, la pareja o ex pareja. Debemos lamentar, también, que los matrimonios -cuando los hay- no duren; los pésimos ejemplos de gente de la «farándula», a la que se suman deportistas y políticos, y los medios de comunicación con su continuo martilleo, han llevado a desvalorizar el amor conyugal y la estabilidad familiar; muchos niños son huérfanos de padres vivos, o hijos «monoparentales». Los abusos sexuales ocurren, en un ochenta por ciento de los casos, en el ámbito familiar, y el culpable suele ser la pareja de la madre. No se aprecia debidamente el sacramento del matrimonio, y se desconoce la gracia que de él dimana. El control artificial de los nacimientos se ha convertido en una práctica habitual. La encíclica Humanae vitae fue resistida por vastos sectores de la Iglesia, y su cincuentenario pasó inadvertido.

Los pastores de la Iglesia no reiteran oportunamente una enseñanza que es valiosa no solamente para la vida cristiana, sino que tiene una dimensión cultural, social y política. La aprobación legal del «matrimonio igualitario», y otras leyes inicuas inspiradas en la ideología de género alteran la constitución del orden familiar, y se extiende la legalización del aborto. Los fieles se ven sometidos a presiones inéditas. Un fenómeno gravísimo es la imposición, por parte del Estado, de programas de educación sexual escolar contrarios a la ley natural y divina, que violan los derechos de los padres. Los jóvenes necesitan ser acompañados para que puedan reconocer el valor, belleza y utilidad, personal y social, de la virtud de castidad, pero esta no parece una prioridad pastoral. En los colegios católicos se hace muy difícil la formación de los jóvenes en esas realidades esenciales, y por lo general las familias no colaboran; en muchos casos, por todo lo antedicho, no están en condiciones de hacerlo.

En suma, una llaga abierta que sangra abundantemente; con esa sangre se escurre la vida de la sociedad. ¿Es una llaga de la sociedad?. Por cierto, pero también una llaga de la Iglesia. Allí está el drama.

5. La descristianización de la sociedad. El proceso así titulado es, contemporáneamente, un proceso de deshumanización. Su causa es, en primer lugar, de carácter interno, religioso: cristianos que no viven como tales; bautizados que o bien no han completado la Iniciación Cristiana, o después de cumplir con el rito de la «única comunión» no perseveran en la praxis sacramental, no han recibido una formación en las verdades de la fe, y han sido devorados por la cultura pagana. San Pablo advertía ya ese problema, por ejemplo, en la comunidad de Corinto; llega a decir que ni entre los paganos se encontraban vicios tan graves (cf. 1 Cor 5, 1; 6, 8 ss.). Esa debilidad intrínseca de la Iglesia, la caída espiritual de sus miembros del nivel que corresponde a una comunidad cristiana, impide una presencia vital de la misma en la cultura y en las estructuras de la sociedad. Hace imposible que los fieles brillen en ella hos phosteres en kósmo, como luminarias en el mundo, según enseñaba el mismo Apóstol (Fil 2, 15). La descristianización no se identifica con el cambio de las formas de organización política. León XIII exponía que «se puede escoger y tomar legítimamente una u otra forma política... mas cualquiera que sea esa forma, las autoridades del Estado deben poner la mirada totalmente en Dios, Supremo Gobernador del universo, y proponérselo como ejemplar y ley en el administrar la república» (Encíclica Inmortale Dei opus, 6-7).

En aquel documento de 1885 recordaba que «hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados», y la energía propia de la sabiduría cristiana había compenetrado las leyes, las instituciones, las costumbres de los pueblos; impregnaba todas las clases y relaciones de la sociedad.

Se ha verificado un desarrollo homogéneo de la Doctrina Social de la Iglesia; en el Compendio promulgado por Juan Pablo II, en 2004, se incluye una queja contra el laicismo que en las sociedades democráticas «obstaculiza toda forma de relevancia política y cultural de la fe, buscando descalificar el empeño social y político de los cristianos, porque estos se reconocen en las verdades enseñadas por la Iglesia, y obedecen el deber moral de ser coherentes con la propia conciencia; más radicalmente se llega a negar la misma ética natural» (n. 572). Como se señala en esta última afirmación, la negación del orden superior del espíritu lleva a la deshumanización, a la negación de la naturaleza humana y sus exigencias.

La Iglesia debe recuperarse, ante todo, de la crisis interna que la afecta, para cobrar relevancia en el orden cultural y social, de modo que pueda ayudar al hombre a orientarse hacia su auténtico destino. La ausencia católica de los ámbitos en que se gestan nuevas vigencias culturales deja al mundo en manos del Padre de la mentira (cf. Jn 8, 44). Se impone la necesidad de una reacción y de un trabajo coherente y decidido para forjar una contracultura como verdadera alternativa. Es lo que propone Rod Dreher en su magnífico libro «La opción benedictina. Una estrategia para cristianos en una nación postcristiana» (2017).

Las cinco llagas que veneramos no fueron las únicas que laceraron el Cuerpo del Señor en la pasión; habría que sumar las heridas de la flagelación y de la coronación de espinas (cf. Mt 27, 26. 29; Mc 15, 15). Tampoco, seguramente, eran solo cinco las que sufría la Iglesia en el siglo XIX cuando Rosmini las puso en evidencia. Ni son solo cinco ahora


Mons. Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata

Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.

Escrito el lunes 22 de junio de 2020. Memoria de los Santos Juan Fisher, obispo, y Tomás Moro, mártires.

PREMIO PARA JORGE FERNÁNDEZ SANGRADOR


por sus artículos en LA NUEVA ESPAÑA
la nueva España, 18.06.2020
Jorge Juan Fernández Sangrador, vicario general de la Archidiócesis de Oviedo, ha sido distinguido con el premio de periodismo "Ángel Herrera Oria", por los artículos que publica, con periodicidad semanal, en LA NUEVA ESPAÑA.
El premio "Ángel Herrera Oria", que otorga la Fundación Cultural Ángel Herrera Oria -obra de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP)-, tiene como finalidad "reconocer y valorar el desempeño de los profesionales de los medios de comunicación en la difusión de los valores de la Doctrina Social de la Iglesia, en cuanto a su proyección en la vida pública". En esta edición del premio, la tercera desde su creación, la Fundación constata un incremento de la participación.
El jurado -presidido por Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la Fundación, y formado por María Solano Altaba (Universidad CEU San Pablo), Vicente L. Navarro de Luján (Universidad CEU Cardenal Herrera), y los periodistas Rafael Ortega Benito y Pablo Velasco Quintana- ha acordado premiar también a Rafael Miner Guerrero, de la Revista Palabra.


LOS ARGENTINOS POR NACER



SON LA POBLACION DE MAYOR RIESGO

NOTIVIDA, Año XX, Nº 1200, 19 de junio de 2020

El Ministerio de Salud de la Nación adquiere grandes cantidades de misoprostol “por urgencia” para distribuir en todo el país.

La pandemia del aborto.

Como informamos en el boletín anterior, el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires a cargo de Horacio Rodríguez Larreta compró, en los últimos meses, más de 100.000 comprimidos de misoprostol al Laboratorio Domínguez con una inversión total de 26 millones de pesos.

En marzo, el Gobierno de la provincia de Buenos Aires que encabeza Axel Kicillof anunció que adquiriría misoprostol en el Laboratorio Industrial Farmacéutico Sociedad del Estado (FIL) de Santa Fe. El convenio suscripto entre el Ministerio de Salud de la provincia y el laboratorio santafecino para la compra de 80.000 comprimidos de misoprostol por un total de $15.080.000 ($188,50 la unidad) fue aprobado por Resolución ministerial nº 575 del 29 de abril.

Los abortivos que compra Nación
Por Resolución 6/2020 del 29 de abril de la Secretaría de Acceso a la Salud, el Gobierno nacional adquirió por “Contratación Directa por exclusividad”, 1.000 blísteres por doce (12) comprimidos, de misoprostol por un total de $ 2.814.840 ($234,57 la unidad), al Laboratorio Domínguez.

En los considerandos de la resolución que aprueba la contratación directa dice que la compra se hizo a pedido de la Dirección de Salud Sexual y Reproductiva que comunicó que “el producto requerido no cuenta con sustituto conveniente y que resulta imprescindible para la interrupción legal del embarazo (ILE)”. Y que “la ANMAT informó que el único certificado registrado de la especialidad medicinal solicitada pertenece a la firma LABORATORIO DOMINGUEZ S.A., quien a su vez, declara poseer el privilegio de venta y comercialización de la misma”.

El 9 de junio el Ministerio de Salud de la Nación que conduce Ginés González García abrió una nueva Contratación Directa “por urgencia” de 16.000 blísteres por doce (12) comprimidos, de misoprostol. Estas 192.000 unidades ($45 millones) estarían destinadas al programa Remediar que distribuye gratuitamente medicamentos en los centros de atención primaria de todo el país.

100.000 COMPRIMIDOS DE MISOPROSTOL




NOTIVIDA, Año XX, Nº 1199, 17 de junio de 2020

Por Mónica del Río

Cuando Rodríguez Larreta intenta justificar el confinamiento obligatorio, al igual que Fernández afirma: "Nuestro criterio siempre es poner delante el cuidado de la gente", pero ni la crisis sanitaria detiene la compra masiva de abortivos. En los últimos meses el Gobierno porteño invirtió cerca de 26 millones de pesos en la compra de más de 100.000 comprimidos de misoprostol.

Recordemos que la tasa de natalidad de la Ciudad de Buenos Aires cae sistemáticamente desde el 2014, año en el que se comenzó a proveer misoprostol a los CeSACs, los centros de atención primaria de la salud que hoy practican el 84% de los abortos (Vid Notivida Nº 1198).

Los detalles de las compras
El 30 de septiembre de 2019 el Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires autorizó la compra de 16.200 unidades de misoprostol (200 µg en comprimido vaginal) al Laboratorio Domínguez (Orden de compra Nº 401-15694/2019). Cada comprimido se compró a $239 lo que arrojó un importe total de $3.871.800. En el marco de la misma licitación el 12 de diciembre la compra se amplió en un 50%, es decir se añadieron 8.100 unidades incrementando el gasto en $1.935.900.
Cinco días después se abrió una nueva licitación y el 21 de enero autorizaron la compra de otras 24.000 unidades al mismo laboratorio (Orden de compra Nº 401-0158/2020). Cada uno se compró a $299 y la inversión fue de $7.176.000.
El 21 de abril -en pleno confinamiento para “salvaguardar” la vida de los porteños- iniciaron otra licitación y el 19 de mayo el Gobierno le volvió a comprar misoprostol al Laboratorio Domínguez (Orden de compra Nº 401-5360/2020). Esta vez fueron 55.200 unidades a $234 cada una, esta compra fue de $12.948.264.

Síntesis, en poco más de 6 meses y con la “emergencia sanitaria” de por medio, el Gobierno de Rodríguez Larreta compró 103.500 comprimidos de misoprostol por un total de $25.931.964.

RENTA MÍNIMA EUROPEA: ¿UTOPÍA O REALIDAD?





Diario Responsable, 10 JUNIO 2020
Emilio J. González


En las últimas semanas ha surgido el debate sobre si la Unión Europea debería impulsar la creación de una renta mínima de carácter europeo. La propuesta viene de Italia, Portugal y España. ¿Qué posibilidades tiene de prosperar?

Aunque pudiera parecer lo contrario, la solidaridad forma parte de la espina dorsal del modelo socioeconómico de la Europa continental. En su vertiente nórdica, el modelo sueco, de inspiración luterana, deposita una gran fe en las virtudes de la igualdad y, por eso, la persigue a ultranza. A su vez, la economía social de mercado, el sistema predominante en el resto de países, está inspirada por la doctrina social de la Iglesia. En su concepción apoya esquemas de gasto social para aquellas personas que atraviesen situaciones difíciles, aunque también les pide que asuman su responsabilidad para consigo mismas y hagan todo lo que esté en su mano para superar esa situación. La renta mínima, por tanto, está en el ADN de Europa.

Al mismo tiempo, las situaciones de vulnerabilidad, lejos de disminuir, como cabría esperar en sociedades tan ricas como las de la UE, están yendo a más. No se trata de lo que está sucediendo como consecuencia del COVID-19. Por grave que sea, esto no es más que una situación coyuntural. El problema de fondo es la creciente polarización en la distribución de la renta que está provocando el cambio tecnológico. En un extremo se encuentran las personas cualificadas para desenvolverse en este nuevo mundo de algoritmos, robótica y digitalización, que consiguen rentas cada vez más altas. En el otro extremo se sitúan las personas con baja cualificación laboral, o con cualificaciones obsoletas, que tienen que competir por empleos de baja remuneración. A ellos se añaden las personas mayores de 40-45 años víctimas del edadismo.

El contexto social, en consecuencia, justifica la idea de renta mínima. De hecho, casi todos los Estados miembros de la UE cuentan con ella. Finlandia, por ejemplo, hizo un experimento en este sentido, que finalizó el año pasado. Los investigadores concluyeron que la calidad de vida de los beneficiarios del programa había mejorado, pero también que había generado incentivos para no volver al mercado de trabajo. Por este motivo, otros países, como Italia, Portugal, Alemania, Francia, Países Bajos o Dinamarca vinculan la percepción de esta prestación a que los beneficiarios también hagan algo para tratar de superar su situación de vulnerabilidad, por ejemplo, asistiendo a cursos de recualificación profesional.

Entonces, si los valores y la experiencia de los países de la UE están a favor de la idea de la renta mínima europea, ¿qué es lo que falla para que las posibilidades de que prospera sean prácticamente nulas? Pues, de entrada, que los Estados miembros con mayor renta de la UE llevan décadas financiando los programas de desarrollo económico y social de los más atrasados, a través de los fondos estructurales y de cohesión, y ya están cansados de hacerlo después de ver cómo han malgastado esos recursos países como Portugal, Grecia, o la mismísima Italia en relación con el Mezzogiorno. Esas mismas naciones prósperas serían las que tendrían que financiar, en gran medida, un posible programa de renta mínima europea. Y se niegan.

El segundo problema reside en la política fiscal. Después de la última crisis, los países del norte han reducido su déficit presupuestario y su nivel de endeudamiento público a golpe de recorte del gasto. Los del sur no lo han hecho. Y los del norte ahora rechazan que sus contribuyentes tengan que hacerse cargo de los problemas de países que han optado, voluntariamente, por la falta de ortodoxia en política fiscal. Así es que la idea de la renta mínima europea es muy bella, pero, por ahora, no es probable que pueda salir del limbo.

INDEPENDENCIA DE LA IGLESIA Y SOROSDEMIA



(Si la conferencia episcopal argentina tiene facultades para renunciar al presupuestito de culto)

Por Héctor H. Hernández

“Desgraciadamente, el narcisismo clerical no es solo un tema literario. La enfermedad es muy profunda”.
Cardenal Robert Sarah[1]


1.    La renuncia de la CEA al presupuestito
Se entiende que la C.E.A ha renunciado al presupuestito de culto, lo que nos llevar a plantear si actuó justa o injustamente. 

2. Aclaraciones
2.1. Justo no es lo mismo que poder hacerlo valer ante un tribunal. Si las autoridades de la Iglesia han impuesto esta solución y ella es injusta es difícil sin un cambio de circunstancias hacer valer esto en justicia. Pero que no se pueda hacer que las conductas concuerden con la legitimidad no quiere decir que todo acto del poderoso sea justo.
Si rechazamos el iuspositivismo a nivel de los Estados también lo rechazamos a nivel de la Iglesia. Y el iuspositivismo que tiene más vigencia, en sede civil y en sede eclesial, es el Iuspositivismo de la cobardía; la aceptación sumisa de la injusticia si la comete el poderoso. “Hacete amigo del juez//no le des de qué quejarse//que siempre es bueno tener// palenque ande ir a rascarse” (Martín Fierro, II, 2319).  Así sucede con los jueces y profesores respecto de la Corte Suprema;  “lo dijo la Corte”, aunque la Corte diga disparates jurídicos o cometa inmoralidades contra la ética judicial; iuspositivismo judicialista, como en el caso FAL  entre tantos. Y puede suceder y sucede con los obispos y los papas y los padres de familia y los generales y los dueños o rectores de los colegios y los secretarios generales de la CGT o de la ONU. Es muy humano.
2.2. Autoridad legítima y  acto legítimo. Que un acto entre, en principio, por su materia y en abstracto,  dentro de la competencia de una autoridad, por ejemplo la facultad del padre de corregir al hijo, no significa que en concreto todo acto de ejercicio de esa competencia sea correcto. ¡Faltaba más!
Algo parecido a la distinción “legitimidad de origen-legitimidad de ejercicio” en derecho político. No todo acto de un gobernante que es legítimo en su origen es por eso legítimo. Si no, cuando en ciertos países la legitimidad se adquiere por elecciones populares, caemos en cierto “positivismo democrático”, que haciendo mérito, al menos de labios para afuera, de que el Presidente ganó las elecciones, pretende legitimarle todo lo que se digne hacer. Y lo mismo vale si la legitimidad para acceder al poder se adquiere por sucesión dinástica, etcétera.

            3. El Clericalismo no puede derogar la Constitución
Por de pronto, está claro que la Conferencia Episcopal Argentina  no está facultada para derogar el art. 2 de la Constitución Nacional escrita. – Sería un clericalismo inaceptable, entendiendo por Clericalismo la ingerencia del Clero en las competencias propias del político, que son habitualmente de los laicos, y que normalmente – falta la redundancia- son facultades normadas por el ordenamiento jurídico natural y positivo y no facultades discrecionales ni de estado de sitio. Esto resulta más especialmente inaceptable en boca de quienes no aceptan de ninguna manera una potestad indirecta de la Iglesia sobre el Estado, ni tienen presente que es sociedad perfecta, porque de ese modo, paradójicamente, insinúan una potyestad directa jurídica constituyente del Clero en la Argentina. Potestad directa del poder eclesiástico en el Estado argentino.

            4. La naturaleza esencial del contrato de mandato o mejor, de la función de administración de los bienes de otro
Cabe señalar un canon que tiene atingencia con la cuestión, que es el 1267 apartado 1 del Código de Derecho Canónico, que establece que las oblaciones entregadas a los Superiores o administradores de cualquier persona jurídica eclesiástica “se presumen hechas a la persona jurídica”. 
No parece aventurado concluir por analogía, que los obispos no reciben o recibían “el sueldo de los obispos” como algo particular suyo, sino en tanto son obispos, administradores de bienes que no les pertenecen. Que tenía un sentido reparador de una injusticia que no se cometió con la persona de cada uno de ellos sino con la Iglesia en Argentina, y en el pasado.
Y – “last but non least”- cuya destinación normal era servir a algo de lo que no son dueños.
Rigen entonces las reglas generales que brotan de la esencia del contrato de mandato o de administración de bienes de otro.

5. De esa “esencia de la función” brotan las normas de la función
Si los obispos administran cosas que no son individuales de cada uno sino funcionales, se respetará prácticamente su naturaleza: se administrarán como cosas que son comunes.
De donde se seguirían tres cosas: 1) En el manejo de esos bienes no hay la relativa discrecionalidad moral y jurídica que puede haber en la administración de un sueldo particular. Para decirlo con más precisión en sede moral, si se quiere: un sueldo particular… de un trabajador soltero… 2) Para decirlo con la frase de los romanos: se deben administrar como cosas de otro como lo haría “un buen padre de familia”. Con razonabilidad administrativa, digamos. 3) Se hace necesario llevar las cuentas y rendir cuentas de lo que se administra, o estar en condiciones de hacerlo. 
Y esto habilita a meditar en otros cánones y artículos.

            6. El Código de Derecho Canónico recepta la máxima romana
El canon 1284 dispone que los administradores “están obligados a cumplir su función con la diligencia de un buen padre de familia”; lo que conlleva que deben cuidar que “los bienes encomendados a su cuidado no perezcan en modo alguno ni sufran daño”; “cobrar las rentas”; aplicar los bienes a los fines que se han establecido.
Subrayo: “no perezcan”, “no sufran daño”, “cobrar las rentas”…

7. El Derecho del lugar
El 1290 establece que rige supletoriamente el Derecho Civil del lugar, dentro del título III que se titula “De los contratos y principalmente de la enajenación”, y dentro del libro V del Código de Derecho Canónico que refiere a “los bienes temporales de la Iglesia”.
Y si rige el Derecho civil del lugar, ¿no ha de regir la Constitución del lugar, dando la razón a lo que dijimos más arriba? 
Desde luego que en el Código de Derecho Canónico se establece la obligación, propia del derecho natural de los contratos y del mandato o administración en este acto en especial, de rendir cuentas (1287,1).
Y se hace la distinción entre actos de mera administración y actos de enajenación (1291). Que por cierto no citamos aquí para exigir que se pida autorización al juez o al superior, porque se presume que la norma dictada por la Conferencia Episcopal Argentina viene del Superior Jurídico Absoluto que es el Papa, o está confirmada por él, sino para aludir a la justicia del contenido conductal concreto del acto de renunciar lisa y llanamente al presupuestito de culto. Este acto concreto, sea del Papa sea de la Conferencia Episcopal, aunque el ordenamiento canónico positivo procesal no dé vías para que impere en los hechos la justicia, por el hecho de que lo dicta un poder legítimo no lo convierte en infalible ni en santo.
Siempre me pareció una típica soberbia que los jueces máximos norteamericanos hayan llegado a decir, o los constitucionalistas vernáculos a repetir enseñando, que aquéllos no son supremos porque son infalibles, sino que “somos infalibles porque somos supremos”, es decir porque no hay apelación. Sería otra forma de iuspositivismo.

            8. Código Civil y Comercial argentino
Por su parte el Código Civil y Comercial argentino al que remite el Código de la Iglesia, establece el requisito de la autorización judicial para disponer de los bienes del hijo (art. 692); el  art. 694 del mismo, al hablar de la administración de los bienes de los incapaces, sanciona con la pérdida de la administración la de los bienes del hijo cuando ella sea “ruinosa” o “se pruebe su ineptitud para administrarlos”. Y el 697 establece la obligación de preservar las rentas de los administrados.

9. Una conclusión desde el punto de vista puramente económico crematístico
De hecho, la renuncia perjudica seriamente la modestísima economía de las pequeñas diócesis y obstaculiza su funcionamiento. (Dejamos de lado el juicio sobre el poder de la Conferencia Episcopal para mandar a los obispos a realizar un acto ilegítimo).
            Pareciera, entonces que, consideradas las cosas según el sentido común jurídico de lo que es administración de la cosa de otro, renunciar al presupuestito a cambio de nada se evidencia como mala administración, por lo tanto como ilegítimo.
Pero cabría considerar la objeción de que aquí hay otros valores en juego. Vale decir que ahora salimos de la mera suma y resta para entrar en ponderaciones de otro tipo.
            10. El valor en juego de la evangelización
            Si la cuestión económica en juego está al servicio de ciertos bienes más altos que los puramente económicos (mejor dicho “económico-crematístico” porque lo normativo y finalista haría a la esencia de la económico), la cuestión debe resolverse viendo si dichos valores superiores se perjudican o se benefician con el rechazo del aporte estatal, según lo que podemos nosotros evaluar.

            11. Rechazar el angelismo
Hay que evitar el angelismo en el tratamiento de estas cuestiones, ligado a ciertas implícitas concepciones del cristianismo anónimo o de la Iglesia invisible.
Cabe aquí recordar que la Providencia Divina ha querido que la evangelización dependa normalmente de medios físicos, sensibles y humanos.
            La evangelización de la Universidad depende, normalmente, de que haya profesores que enseñen el Evangelio y a los que se les pague para que puedan, si son padres, mantener una familia. La prédica es mejor si se hace con micrófono; con lo que “la plata para el micrófono” sirve para evangelizar. Si el Emperador nos apoya y manda apóstoles de a centenares a las Indias, es sin duda mejor para la evangelización de América. Todo lo que favorece la predicación favorece al Evangelio, porque “la fe es por la predicación” (Romanos  10,17).
            Así las cosas, parece que aquí se ha perdido el presuestito a cambio de nada en lo material. Si es así, se ha obrado ilegítimamente.

            12. Una objeción: “esto preserva la libertad de la Iglesia, al no depender del Estado”.
            Hace rato que la oigo, y merece ser analizada.
            Ante todo pensemos que hay un supuesto  en la objeción, y es que  la Iglesia perdería libertad para predicar libremente el Evangelio porque “somos humanos” y los dirigentes católicos, léase obispos o eventualmente párrocos o eventualmente laicos con funciones eclesiales directivas o papas, por debilidad se sientan eficazmente presionados por el dinero y apliquen la máxima vizcacheana: “No te debés afligir//aunque el mundo se desplome;//lo que más precisa el hombre//tener, según yo discurro//, es la memoria del burro,//que nunca olvida ande come” ( II, 2349 ss.).
La objeción es inmisericorde con la dirigencia eclesial, pero no deja de ser realista, como que humanos somos. Entonces por ejemplo el párroco, ante un escándalo de injusticia económica contra la Doctrina Social de la Iglesia porque el Intendente tiene a los empleados de la comunidad en negro y  hambreados; o ante la inconducta del Secretario de Gobierno que va a Misa con su pareja adulterina y pretende comulgar; o frente a la proliferación del demonismo o la inmoralidad que fomenta el Secretario de Cultura, se callan la boca porque “¿viste?, estoy atado porque tengo que recibir el sueldito y con eso reparo la iglesia”.
            A lo que cabe responder que si ese mismo párroco se calla teniendo el sueldito por ley y por Constitución (el ejemplo no es exactísimo porque en el presupuestito no entran los párrocos en general), con más razón se va a callar cuando no tenga esa relativa seguridad y ande mendigando sin poder exigir nada como legal y constitucionalmente debido.
            Llama la atención que el mismo argumento de la libertad de la Iglesia,  y admitiendo la debilidad o pecaminosidad eventual de sus dirigentes, no se use con los policías: “tienen que tener un buen sueldo para que no los coimeen”; o con los jueces, cuya intangibilidad en los salarios es vista como una garantía de imparcialidad y a nadie se le ocurre que eso restringe libertad sino que se afirma lo contrario, cuando la base psicológica de la natura humana defectiva se juega igual en todos esos casos. Nos parece entonces que hay que rechazar el argumento de que sin el presuestito la Iglesia gana en independencia.

            13. La crítica de hipocresía
            Ahora bien, si la actitud de la Conferencia Episcopal argentina diciendo por derecha “nos desprendemos del presupuesto de culto”, coexiste por izquierda con recibir subsidios estatales de otra fuente; si coexiste con que “estamos arreglando con el Estado”, cabe hacer el reproche de que aquí hay hipocresía. La de decir una cosa: “renunciamos públicamente a todo”, pero hacer otra: “recibimos sí del Estado pero sin que se sepa públicamente”. Hipocresía y falta de espíritu republicano, que exige que los fondos de la comunidad sean administrados a la luz del día. Y habría en ese caso el respeto mundano de no querer reconocer que, pese a sus eventuales indignidades, representan a la Iglesia de Cristo y por eso reciben lo que el Estado argentino les da como deuda de justicia y religión.

            14. Y sería administración ruinosa también atendiendo al valor superior
Por lo que sabemos, el sueldito del presupuesto de culto le servía, a las diócesis más pequeñas, para mantener una oficina abierta unas pocas horas, una secretaria, y para atender a la gente pobre que no va a los comités políticos a pedir dinero, porque los comités o no existen o están cerrados, ni a los bancos, sino a los curas. La Iglesia, en efecto, ejerce un cuasimonopolio social de hecho de la Caridad o de la beneficencia, y cuando más avanza el orden liberal-capitalista más todavía. Además, permitía pagar pequeños gastos de transporte de los obispos recorriendo diócesis. De modo que, esto considerado, seguimos en una conclusión negativa: el acto de renunciar al presupuestito de culto de suyo no favorece la evangelización sino todo lo contrario.

15. La actitud de la jerarquía frente al Coronavirus, un test importante
Pero ha sucedido un hecho muy significativo para poner a prueba la tesis de que la renuncia al presupuestito favorece la libertad de la Iglesia. Por primera vez desde que la CEA renunció  al estipendio  -si en verdad renunció-  se ha producido un hecho importantísimo de legislación del Estado sobre la Iglesia. ¿Qué pasó y pasa durante la Sorosdemia?
Pues un hecho gravísimo, que es el sometimiento de la Iglesia al poder político argentino (y hay razones para suponer que al poder mundial…) que le ha ordenado cerrar las iglesias para celebrar misa.
16. Contra la fe
Esto va contra el Derecho de la Iglesia, sí, pero en cuanto es Derecho Positivo Divino.
Sociedad perfecta. Porque Nuestro Señor Jesucristo fundó un grupo social para llevar a los hombres a Dios, del que Él es el fundador y la cabeza. Por ser fundador y por ser la cabeza eminentemente Santo, Dios, sabio y omnipotente, y por el fin superior del grupo, éste no puede ser de suyo inapto ni de ningún modo imperfecto, sino tener todos los medios para su fin propio. Eso se llama que la Iglesia es sociedad perfecta, con el atributo de la soberanía. En ese sentido, equivalente y no sometida al Estado. (Lo acaba de precisar muy bien Sergio Castaño, “El derecho de la Iglesia a ejercer públicamente el culto”, en Religión en Libertad, Youtube). Dejemos de lado que una comparación entre ambos fines e instituciones implica una jerarquía y cierta autoridad indirecta.

Protestantización. En la visión protestante no hay Iglesia como fuente de la Gracia, y ella se concibe como un conjunto de individuos que se congregan y cada cual interpreta la única fuente de fe que sería la Escritura, sin que pueda hablarse de una sociedad perfecta y soberana.
De hecho, Lutero enfeudó a la iglesia a los poderes temporales, esto por razones de estrategia y no perder literalmente la cabeza, pero esto favorecido por razones doctrinales.
Entonces, si no se defiende que la Iglesia es sociedad perfecta y como consecuencia que tiene la soberanía, que está al nivel –en ese sentido- del Estado y que es superior al Estado, estamos en la concepción totalitaria que nos dice la temperatura del agua del bautismo o el número de vocaciones posibles (Rivadavia) o cuándo se puede abrir la iglesia para rezar y, además, cuándo se puede para celebrar la Misa o dar catecismo (Alberto Fernández de Kirchner).
Los obispos no deben pedir permiso como súbditos en lo que es directamente de Dios y sobrenatural de suyo. Porque “nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos, 4, 20). Porque “la Palabra de Dios no está encadenada” (2 Timoteo, 2,8), al permiso de ningún poder temporal. Sin perjuicio de acordar con el Estado y someterse en lo que es competencia de éste, esto es las normas estatales que refieren a la salud médica de la población, y en cuanto no contravenga el fin superior propio de la Sociedad superior. Siempre sabido que el bien de la salvación eterna de una sola persona es superior a cualquier bien físico.
Si esto tiene algo que ver con el tema que estábamos tratando, el dato es que en la primera ocasión importante y notoria en que se planteó la mayor o independencia de la Iglesia después de la renuncia al presupuestito se verificó la más absoluta dependencia, y en un asunto esencialísimo, innegociable: la conducta de aceptar como autoridad la de quienes prohíben la Misa es ilegítima. 
17. Planteemos las cosas como si el principio del derecho público de la Iglesia fuera la mera y absoluta “libertad religiosa” de una asociación humana cualquiera
Dejemos el planteo de la Iglesia sociedad de derecho público con la debida unión moral del Estado Argentino. Dejemos el artículo 2 y la Religión Tradicional y quedémonos en las garantías de cualquier ciudadano o grupos de ciudadanos. Quedémonos con una visión protestante o individualista o liberal de la Iglesia.
18. Contra la razonabilidad constitucional
            Lo ocurrido aquí sucede en otras partes con la Sorosdemia y revela una tendencia general. Se viola el más elemental criterio de igualdad y de razonabilidad. Aparte los ejemplos que daremos más adelante, se puede ir a la iglesia para comer un sandwichs que da el cura (que en los bancos que se siguen enriqueciendo no les dan ni un caramelo), pero no celebrar misa con asistencia de fieles.
            Son medidas inconstitucionales porque a igualdad de circunstancias no se procede igual, y no hay proporción de los medios a los fines. Se ha violado lo que la doctrina y jurisprudencia constitucional llaman (quizá con mala denominación) la “garantía de la defensa en juicio por violación de la defensa substancial”). Y con esas medidas inconstitucionales hay una clara discriminación y persecución a la fe católica. Es decir que, aparte la violación del Derecho Divino (Kiciloff no puede regular la vida de la Iglesia), y del Derecho Constitucional (art. 2 de la Constitución), si la Iglesia fuera una asociación más en pie de igualdad se viola toda razonabilidad y el derecho de libertad de reunión y religiosa más elemental. Los dirigentes de la Iglesia, aunque ésta sea una asociación más igualitaria, no defienden a su gente.
Con un nuevo ingrediente.

            19. Laicismo
            En el Gobierno persecutor hay en los hechos una concepción laicista, si tenemos presente que el Laicismo no es la neutralidad entre las religiones. De ninguna manera. Es la doctrina que prohíbe que la religión exista en la vida social y política. El laicismo es ateísmo social.
            Si Dios no puede existir en la vida social, la función religiosa no es necesaria y reconocible en la vida social.  
Con la consecuencia de que
los supermercadistas pueden trabajar, porque su función es socialmente reconocida en la sociedad;
los bancos pueden seguir trabajando, porque su función debe ser legítimamente reconocida en la sociedad;
las peluquerías pueden abrir, porque cortarse el pelo ibídem;
pasear a los perros entra en la legitimidad, porque ibídem;
caminar 525 metros con 10 centímetros en cercanías se puede, porque es un valor socialmente reconocible; 
considerar a las iglesias como lugares de asistencia social se puede (vaya, que si no se contiene a la gente con el Ajuste y el Ajustazo y la Sorosdemia la Argentina termina de explotar)…
Todo esto sí que se puede, son bienes o valores reconocidos como legítimos,  pero la función más típicamente religiosa, el culmen de la vida del hombre y de la historia, porque en la Misa se presentifica el Gran Hecho de toda la historia,  eso, precisamente eso, eso no se puede. Dios está prohibido en la sociedad.
Hasta aquí todo era esperable de un gobierno laicista, cipayo del poder mundial y socialista.
 
            20. ¿Era esperable?
Ahora bien, ¿era esperable que los dirigentes de la Iglesia, al cohonestar el laicismo, cohonestaran el ateísmo social que produce ateísmo individual y persigue a la Iglesia?
– Nos parece que hay cierta ilación lógica. De la misma fuente que no menciona nunca a Quas Primas ni al art. 2.105 del Catecismo de la Iglesia Católica que reitera su enseñanza afirmando que Cristo Manda (Realeza de Cristo); que no reivindica que la Iglesia es sociedad perfecta; que exalta la libertad y libertad religiosa de cualquier culto; que al exaltar una laicidad que sólo se entiende como laicismo, esto es ateísmo social que produce ateísmo individual y persecución a la Iglesia … estoy diciendo que de estos barros… de esos barros viene el lodo del rechazo del presupuestito de culto invocando libertad, y se nos aparece la dependencia o subordinación sumisa y  servil de la Iglesia a un Estado que la persigue. 
21. Todavía nadie leyó la primera y anuncio la segunda
Por lo tanto, cuando no se vendió nada tengo que quemar la primera edición y hacer una segunda de mi obra La Felicidad de los argentinos y la Religión (Iglesia y Estado), editada por Escipión e Instituto de Filosofìa Práctica, 2019, para ejemplificar que el laicismo es una antirreligión, que  no es la neutralidad y que los hechos a que asistimos lo recontraprueban.

22. El presupuestito era símbolo de una ley
            Hablamos de que habría una “mala administración de bienes económicos” al renunciar la CEA al presupuestito. Hablamos de que eso no es una cuestión meramente crematística de una administración ruinosa, sino que la ilegitimidad del acto se aumenta porque se perjudica la evangelización. Acá se da un caso en que aparentemente lo principal sigue a lo accesorio, porque el presupuestito era un signo o efecto de otra cosa más importante, principal, que es la unión moral del Estado argentino a la Iglesia. En efecto, según la buena y muy difundida doctrina (Bach de Chazal, Bidart Campos, Vélez Sársfield, Juan Bautista Alberdi), esos pocos pesos significaban la exigencia constitucional de que el orden político-jurídico argentino estuviera determinado, o no fuese contrario, a las enseñanzas de la Iglesia, y por de pronto que no estuviese contra ellas sobre todo en materia moral, so pena de inconstitucionalidad.

            Quitada esa cadena aparentemente tan poco importante que ligaba el dinero al Ideal Cristiano fundador de la Argentina, este mismo sufre detrimento.
            Nos recuerda otra desgraciada intervención de la C.E.A., cuando tuvo la iniciativa imperdonable de pedir la supresión de la obligación del Congreso de convertir los indios al Catolicismo, porque “resultaba ofensivo para los pueblos indígenas”. Como digo en el Prólogo de mi libro La Felicidad de los argentinos y la Religión (Iglesia y Estado), esto es nefasto. Esto es Kant: si el hombre es un fin (último) en sí mismo su dignidad está en su libertad. Es Marx: “el hombre es la esencia suprema del hombre” y la Religión una alienación, el opio de los pueblos. Pero no es católico, porque la mayor dignidad del hombre está en alcanzar el fin, que es Dios. Y, ¿qué mejor para un Estado que cumplir la misión de llevar la gente a Cristo? ¿Qué mejor gobernante tuvimos en América que Isabel la Católica?
            Por eso en el citado libro dijimos al respecto:
“La Conferencia Episcopal argentina, en aquel momento, se manejó por las nuevas doctrinas de liberalismo religioso y contribuyó a la descristianización de la Argentina. (El “ConciliovaticanismoII”). Mucho tememos que hoy no alcance a ver que detrás del “sostener económico” los partidarios de la Religión Atea vienen por el “sostener moral”, y que si toma una postura como la de la Reforma del 94, la CEA se venga a oponer de nuevo a la legitimidad del Estado informado por el Evangelio”.
22. Lo hizo de nuevo
Pero ya el mal se concretó. La CEA lo hizo de nuevo.   
            La unión moral de la Iglesia con la Argentina es la del pueblo argentino con Cristo, que es lo que hay detrás, y no es una cuestión disponible por nadie; tampoco por los obispos.  […] La cuestión es política y hace a la felicidad de los argentinos […].
            Y es religiosa.

            Ángeles y demonios, sobrevolando sobre el presupuestito de culto, pelean sobre nuestras cabezas. Y nosotros aquí apichonados, ¿qué hacemos?
            Hagámole caso, dicho con todo respeto y aunque a la Soroscracia no le guste, a Santa Catalina de Siena:
“¡Basta de silencios! ¿Gritad con cien mil lenguas!, porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido! La esposa de Cristo ha empalidecido, ha perdido el color, porque le están chupando la propia sangre, es decir, la sangre de Cristo. No sigáis durmiendo el sueño de la negligencia. Haced cuanto antes lo que podáis”. (Santa Catalina de Siena, carta 16, “A un prelado”).
Héctor H. Hernández



[1] Cardenal Sara, con Nicolás Diat, Dios o nada, Trad. Gloria Esteban Villar, 9ª. ed., Palabra, Madrid, 2020   p. 119.