DON BOSCO

DON BOSCO
"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

LA IGLESIA Y EL CAPITALISMO


El Caribe, 29/02/2016
Por Miguel Guerrero

En su libro “La doctrina social de la Iglesia”, C. Van Gestel (1961) destaca que la reprobación del capitalismo por el Vaticano se resume en dos aspectos fundamentales: un poder ilimitado sobre la propiedad sin subordinación al bien común y la negación o desconocimiento resultante de la dignidad humana de los trabajadores por parte del jefe o dueño de la propiedad o del capital.

El tema había sido abordado por los cardenales franceses en una carta de septiembre de 1949, en la que expresan la necesidad de que se sepa que “hay en la noción misma del capitalismo, es decir, en el valor absoluto que confiere a la propiedad sin referencia al bien común y a la dignidad del trabajo, un materialismo
inadmisible dentro de la enseñanza cristiana”.

Un lustro después, en abril de 1954, la cuestión fue nuevamente planteada por el episcopado francés, en el que recuerda “las graves condenas lanzadas por los soberanos pontífices” contra lo que llama “los abusos del capitalismo liberal”. Otra carta pastoral de 1955 de la jerarquía católica francesa resalta “la fuerza ilimitada que este sistema (el capitalismo) da al dinero, el inquietante reparto de bienes que ella representa, la opresión de las personas por el sistema económico son cosas gravemente contrarias a la ley de Dios”, concluyendo que “es un deber (cristiano) luchar contra los tales abusos”.

Una carta pastoral de los obispos estadounidenses de 1986, sobre los conceptos de riqueza y pobreza, dice que “a la preocupación bíblica por la justicia por los pobres, corresponde una atención omnipresente hacia los peligros de la riqueza”, añadiendo que los bienes terrenales “son para ser disfrutados y Dios da abundancia material a un pueblo que le es fiel, pero grandes riquezas son percibidas como peligrosas”.

Sin duda un debate que a pesar del tiempo apenas comienza y cuya esencia contradice los favores que a la iglesia dominicana concede el Concordato.



LA FELICIDAD COMO BIEN PÚBLICO




La Nación, editorial,  28 DE FEBRERO DE 2016


Todos podemos expresar con qué nivel de bienestar nos movemos habitualmente y esta información viene siendo considerada cada vez más como una medida justa del progreso social de una nación. Los sondeos en este campo constituyen valiosas herramientas para la toma de decisiones en políticas públicas, por lo que el interés en ellos se expresa, por ejemplo, en un 50% de aumento en los índices de lectura del segundo Reporte Mundial de Felicidad (2013) respecto del primero (2012). En abril último se dio a conocer la tercera edición (http://worldhappiness.report/). Encabezan el ranking Suiza, Islandia y Dinamarca; la Argentina ocupa el 30° lugar. En los últimos lugares están Togo, Burundi y Siria.

Como expresa Jeffrey Sachs, uno de los editores del informe 2013 de la Universidad de Columbia e integrante de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, cada vez más, los líderes mundiales destacan el valor orientativo de conocer el nivel de bienestar de la población. Algunos, como Angela Merkel, de Alemania; Park Geun-hye, de Corea del Sur; Sheikh Mohammed bin Rashid Al Maktoum, de Dubai, o el primer ministro británico, David Cameron, ya encarnan esta preocupación.


Nuestras páginas dieron cuenta recientemente de un estudio de la Universidad Estatal de San Francisco, California, Estados Unidos, que afirmaba que "la felicidad no reside en los bienes materiales que poseemos [...] la clave está en los recuerdos almacenados, al menos en el largo plazo", de lo que se concluía de forma algo simplista que viajar y almacenar experiencias es una buena forma de ser más felices. Las viejas fórmulas epicúreas de disminuir las necesidades y aumentar los medios han demostrado estar aún vigentes, pero experimentar el displacer y la frustración son condiciones indispensables para evolucionar como personas.

La felicidad es un objetivo clave por alcanzar para el estado mexicano de Jalisco; en el Reino Unido llevan adelante el proyecto Bristol Ciudad Feliz, y otros ejemplos confirman una tendencia. A pesar del escepticismo de muchos, algunas empresas, como la fabricante local de alpargatas Páez, han llegado a incorporar una "gerencia de felicidad" proponiendo también nuevos paradigmas en el área de Recursos Humanos. El argumento: pasamos casi el 70% del tiempo en el lugar de trabajo, volverlo más motivador mejora la calidad de vida.


Para cada uno de los 156 países involucrados, las mediciones contemplan como la diferencia más sustancial la sumatoria del producto bruto per cápita, la ayuda social que se dispone y la expectativa de una vida saludable, complementadas por la confianza (como ausencia de corrupción), la libertad de elección y la generosidad de los habitantes.

El reporte mide también emociones positivas, como la sonrisa, el placer, la sensación de seguridad en la noche, el buen descanso y el sentirse interesado, así como negativas, por ejemplo ira, preocupación, tristeza, depresión, estrés y dolor.


El reporte plantea que se vienen dando los primeros pasos en las mediciones de capital social como parámetro de la calidad de las relaciones interpersonales. La confianza generalizada, el buen gobierno y el apoyo mutuo en una sociedad son ingredientes fundamentales del bienestar.

Entre los beneficios colaterales, las personas felices viven más, son más productivas, ganan más y son mejores ciudadanos, y son también más proclives a ser saludables y a desarrollar lazos sociales positivos. Como contrapartida, la enfermedad mental suele ser la causa más importante de infelicidad, y afecta a un 10% de la población.

Así como surgen nuevos indicadores para medir el desarrollo, se va instalando también mayor conciencia sobre la utilidad e importancia de medir las mejoras en el nivel de bienestar y felicidad que ese desarrollo conlleva. La mejor gestión será precisamente aquella que logre transformar la felicidad en un bien público, al alcance de la mayor cantidad posible de personas, optimizando el rendimiento de cada peso invertido en esta dirección. Un desafío para quienes hoy nos gobiernan y que condicionará nuestro futuro.

ITALIA APRUEBA LAS UNIONES HOMOSEXUALES

catolicos-on-line, 26-2-16

El Senado italiano aprobó este jueves el polémico proyecto de ley que reconoce las uniones homosexuales, aunque excluyó el derecho de la pareja de adoptar el hijo natural del otro miembro de la unión. El proyecto fue impulsado por el partido del primer ministro, Matteo Renzi.

El documento fue aprobado con 173 votos a favor y 71 en contra, y ahora continuará su tramitación parlamentaria en la Cámara de los Diputados.

Desde que comenzara su debate en el Senado el pasado 2 de febrero, este proyecto de ley ha sido objeto de fuertes divisiones tanto entre las filas de los partidos de la oposición como en el seno del Partido Demócrata (PD), formación que lidera Renzi.

El documento fue inicialmente impulsado por la senadora Monica Cirinná, del PD, con el objetivo de reconocer las uniones entre homosexuales y su derecho a adoptar a los hijos biológicos del cónyuge en Italia, uno de los pocos países europeos que carecen de una normativa al respecto.

Sin embargo, el documento estuvo durante meses bloqueado en la comisión de Justicia de la Cámara alta y también lo ha estado durante las últimas semanas a nivel del propio Senado debido a los múltiples rechazos con los que se ha topado.

Renzi había asegurado que aprobar este proyecto de ley sería una de sus prioridades para 2016.

No obstante, su partido por sí solo no contaba con los apoyos suficientes en el Senado para sacarlo adelante, necesitaba los votos de la oposición.

Intentó eliminar de un plumazo las numerosas enmiendas presentadas por los grupos contrarios con una propia que esperaba que fuera apoyada por el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), creado por el cómico Beppe Grillo.

Pero el M5S se negó a votar esta enmienda y pidió el análisis de cada una de las presentadas por los grupos conservadores, por lo que el PD de Renzi se encontró en minoría y se vio obligado a buscar otros apoyos.

Así, negoció con el grupo conservador Nuevo Centroderecha (Ncd), liderado por el ministro del Interior, Angelino Alfano, hasta sacar hoy el proyecto del estancamiento en el que se encontraba.

Pero para ello Renzi se ha visto obligado a renunciar a algunos de los puntos del documento inicial: al asunto relativo al derecho de adopción y al que establecía como obligación a las personas del mismo sexo mantener su fidelidad.

El Ncd temía que permitir a los gais la adopción incentivara la gestación subrogada, tal y como lamentó en diversas ocasiones la ministra de Salud, Beatrice Lorenzin.

Además, del texto desaparece el punto del artículo 3 que establecía que «de las uniones civiles deriva la obligación recíproca de fidelidad» (SIC).

«Este proyecto es un éxito para Italia porque da derechos a las personas del mismo sexo a unirse civilmente y también protege el matrimonio entre una mujer y un hombre, para evitar una cosa contranatural, que es que dos personas del mismo sexo puedan tener un hijo», aseguró hoy Alfano.

El proyecto de ley simplifica los procesos de separación y permite que la pareja pueda conservar un apellido único solo mientras la unión se mantenga, entre otros elementos.

Tras la aprobación del texto en la Cámara alta, la senadora Cirinná ha sido ovacionada por los miembros de su partido.

Sin embargo, este texto no contenta ni a los sectores más conservadores ni tampoco a los defensores de los derechos del colectivo LGBT.

El responsable del Día de la Familia que se celebró el pasado 30 de enero en Roma, Massimo Gandolfini, lamentó que Italia vaya a legalizar una ley que implica, a su juicio, «peligrosas comparaciones con el matrimonio católico».


Por su parte, los defensores de los derechos del colectivo LGBT se manifestaron este miércoles frente al Senado y afirmaron que la ley es discriminatoria e insuficiente.

PRIMERA FUNCIONARIA TRANS:


 “Fui muy resistida por los kirchneristas”
Urgente24, 25-2-16



Tras convertirse en la primera funcionaria trans, la Coordinadora Nacional de Diversidad Sexual del Ministerio de Seguridad, Mara Pérez Reynoso, sostuvo que las fuerzas de seguridad la recibieron “mucho mejor de lo que podía imaginar”. En cambio, planteó: “Fui muy resistida por los partidarios kirchneristas de la diversidad, que supuestamente están en contra de la discriminación”.

“Fui muy resistida en ese sector, más que en las fuerzas de seguridad y en la política, que me recibieron mejor”, resaltó la funcionaria, oriunda de Coronel Martínez de Hoz, un pueblo bonaerense de menos de 1500 habitantes.
En diálogo con La Once Diez consideró que “la bandera de la diversidad era uno de los pilares del gobierno anterior”, pero señaló que “en el colectivo LGBT ya está visto quien ha iniciado un montón de acciones al respecto, y cuando llega alguien nuevo que tampoco pertenece al partido político anterior se lo ve con cierto recelo”.

Asimismo, la funcionaria reconoció que “tenía mis dudas” sobre cómo iba a ser recibida por la Policía Federal, la Gendarmería, la Policía de Seguridad Aeroportuaria y la Prefectura, a tal punto que creyó que “iba a tener un desafío casi imposible de llevar a cabo”. Sin embargo, aseguró que “el recibimiento fue mucho mejor de lo que podía imaginar”.
Sobre esto, agregó: “Me sorprendió que se comunicaron conmigo efectivos de las cuatro fuerzas confesándome su homosexualidad o que tenían relaciones sentimentales hace más de diez años con un superior o con un compañero”.
En cuanto a cuáles son los objetivos de su gestión, Pérez Reynoso expresó: “Mi función es no solo bregar por el trato igualitario de la fuerza con la comunidad sino también para adentro de la fuerza. Hay varios efectivos masculinos, femeninos y trans que forman parte de la fuerza y existen denuncias de discriminación y de un trato desigual”.

OBISPO DE ALCALÁ:

 También los embriones merecen misericordia

catolicos-on-line, 25-2-16

El obispo de Alcalá de Henares (España), Mons. Juan Antonio Reig Pla, ha publicado una nueva carta pastoral bajo el título «Misericordia con todos, también con los embriones». Esta carta pastoral se inscribe en el corazón de la Cuaresma, en el contexto del Año Jubilar de la Misericordia y teniendo como horizonte la Jornada por la Vida que se celebrará el próximo mes de abril.

Al inicio de su carta, el Obispo de Alcalá de Henares recuerda que sus consideraciones «se hacen desde el respeto a todas las personas, proponiendo la verdad, de la que es testigo la Iglesia Católica, desde la misericordia y el amor».

Mons. Reig toma ocasión de una noticia publicada el pasado día 2 de febrero en la que se anunciaba que la «Autoridad de Embriología y Fertilización Humana» (HFEA) del Reino Unido ha aprobado una solicitud del equipo de investigación que dirige la Dra. Kathy Niakan del «Instituto Francis Crick» para renovar la licencia de la investigación de su laboratorio en la que se incluye la «edición de genes» en embriones humanos, es decir, la manipulación genética de embriones humanos.

La carta consta de diez puntos. En el primero apartado se afirma que «los embriones también merecen misericordia, son los primeros peregrinos indefensos cuya dignidad personal inalienable reclama que sean llamados a la existencia como consecuencia directa del abrazo conyugal. Por ello, también es aplicable aquí la obra de misericordia «dar posada al peregrino». Esta posada no es otra que el vientre de la madre». Y en referencia a la fecundación in vitro, Mons. Reig se pregunta: ¿quién piensa en los millones de embriones de todo el mundo convocados a la existencia engulags de laboratorio y hacinados en campos de congelación a los que se les han cerrado las puertas de sus familias y de la sociedad?; y afirma«las placas de cultivo –donde se produce la fecundación– y lo s tanques de nitrógeno líquido –donde son confinados los embriones– son también periferias existenciales».

En los apartados dos y tres Mons. Reig explica algunos detalles de la autorización que se ha aprobado en el Reino Unido para manipular genéticamente embriones y ofrece algunos textos del Magisterio de la Iglesia Católica sobre la experimentación con seres humanos, también en estado embrionario.

En los puntos cuatro y cinco recorre algunos casos conocidos de experimentación ilícita con seres humanos. En el apartado seis Mons. Reig resume, a la luz de la antropología adecuada y de la revelación, qué tienen en común todos los seres humanos.

En el apartado siete el Obispo expone algunos ejemplos de leyes españolas en la que se conculcan los derechos más elementales de los seres humanos en estado embrionario: el derecho a ser concebido como consecuencia del abrazo conyugal entre legítimos esposos, el derecho a la vida, el derecho a tener un padre y una madre conocidos, etc.

En el apartado ocho Mons. Reig explica que «el Papa Benedicto XVI afirmaba que «el libro de la naturaleza es uno e indivisible»; el Papa Francisco desarrolla el mismo concepto en Laudato Si’ con la expresión «ecología integral», lo mismo hizo el Papa San Juan Pablo II al hablar de la «ecología humana» en Centesimus annus. Sin embargo, todos tendemos a mirar la realidad atomizadamente - y así se procura que suceda desde el poder -, como si unas cosas no tuvieran relación con otras, como si todo fuera casual, como si el mal no estuviese organizado». «Que nadie se engañe, lo que contemplan nuestros ojos no es más que una de las muchas piezas del puzle de la estructura esclavista y de muerte que se está construyendo a nivel mundial. Injusticia social (con la síntesis del marxismo y el liberalismo), ecología idolátrica y fragmentada, anticoncepción, esterilización, aborto, «amor romántico», divorcio, «amor libre», técnicas de reproducción asistida, ‘pornificación’ de las relaciones personales y de la cultura, sexualidad sin verdad, usurpación deliberada de la filiación natural de los niños, manipulación hormonal / amputación y extirpación de órganos sanos / reasignación de la identidad personal (promovida sistemáticamente en los medios), eutanasia y suicidio asistido, manipulación de embriones, realidad virtual sustitutiva, etc., son solo una parte de los escalones, programados, científica y sistemáticamente, en orden a la de-construcción de la «identidad-misión», querida por Dios para el ser humano: en su unidad sustancial cuerpo-espíritu, en la diferencia varón-mujer, en la llamada a la comunión con el prójimo y en la vocación a adorar y amar, sobre todas las cosas, a la Santísima Trinidad».

Continua el obispo explicando que estamos ante «un ataque planificado, científica y sistemáticamente, contra el orden de la creación y de la redención» en el que los poderosos aplastan a los débiles; «la arquitectura jurídica de muchos Estados - referida a la vida, al matrimonio y a la familia - se ha constituido en una gigantesca «estructura de pecado» (Cf. San Juan Pablo II, Encíclicas Sollicitudo rei socialis, 36-40 y Evangelium vitae, 24); lo mismo ha sucedido con buena parte de las instituciones internacionales, los partidos políticos y sindicatos mayoritarios y gran parte de los medios de comunicación, las ONG y las grandes empresas multinacionales».

El nuevo objetivo que se pretende, explica el obispo, es el transhumanismo, el posthumanismo. Dice el obispo: «tras las fases previas de de-construcción de la familia, del matrimonio y del sujeto humano, el objetivo de los poderosos es, ahora, el transhumanismo, es decir, «producir», a medio plazo, un nuevo ser post-humano: mejorándolo genéticamente, incorporándole tecnología (loscyborg) y, por último, intentando «volcar» su conciencia en ordenadores. Se trata del sueño quimérico de la inmortalidad y de la superación de las barreras espacio-temporales propias de los que serán considerados «misérrimos seres humanos biológicos sin mejorar».

El Obispo de Alcalá de Henares explica aquí que «la ideología global subyacente, que está siendo sutilmente promovida en todo este proceso, es lo que se ha venido a llamar tecno-nihilismo, hija natural de la dictadura del relativismo»; «la naturaleza humana se torna así en un simple instrumento bioeconómico al servicio del tecnocapitalismo. La cuestión es clara: para maximizar el enriquecimiento de los poderosos y alcanzar sus fines (post-humanismo) la lógica de producción-consumo no debe tener límite moral alguno».

En el apartado nueve Mons. Reig ofrece una palabra de amor y esperanza a otras posibles víctimas de la industria-mercado de la reproducción asistida: los hijos nacidos por estos métodos, los padres, las mujeres a las que se «alquila su vientre», los jóvenes a los que se convence para que «donen» sus óvulos o espermatozoides y los profesionales de la medicina. Mons. Reig recuerda «que la acción inicua que cometen todos los que cooperan en la fecundación in vitro no afecta a la dignidad inalienable del niño así concebido, que es siempre una criatura amada de Dios, totalmente inocente del atentado cometido por otros contra la ley natural y la Ley de Divina»; al mismo tiempo el obispo propone a todos los que hayan podido errar en esta materia el aceite de la misericordia derramada por Dios a través del Sacramento de la Reconciliación.

Para terminar, Mons, Reig recuerda que «Jesucristo es el verdadero portador de esperanza», por lo que es necesario trabajar (oración y milicia) por «por el Reinado Social de Cristo», al tiempo que nos ponemos en manos de la Santísima Virgen María, Madre de la Vida. Sabemos que «la esperanza no defrauda» (Rm 5, 5), concluye.



EL CARDENAL NAPIER COMPARA LA COMUNIÓN DE LOS DIVORCIADOS CON LA ACEPTACIÓN DE LA POLIGAMIA


catolicos-on-line, 25-2-16

El cardenal Wilfrid Napier ha concedido una entrevista al National Catholic Register en la que aborda la situación de la Iglesia en África y lo que puede aportar, a la vez que aprender, de la Iglesia en Occidente. En relación a la cuestión de la comunión de los divorciados vueltos a casar, el purpurado advierte que si se aceptara tal posibilidad, no habría razón para negar la comunión a los polígamos en el continente africano.

Sophia Feingold entrevista al cardenal Napier, arzobispo de Durban (Sudáfrica):

Déjeme comenzar preguntándole: ¿Qué puede aprender la Iglesia en Occidente de la Iglesia en África, y viceversa?

Podría hablar de lo que hemos aprendido de vosotros, pero en términos de lo que Occidente puede aprender de África, diré algunas cosas. La primera serían las fuertes relaciones entre el sacerdote y el laicado, son mucho más reales y cercanas aquí en África de lo que son en otras partes del mundo. Considero que ello tiene que ver con el hecho que es usual que el sacerdote tenga un número elevado de puestos remotos, es decir, comunidades que debe visitar, y en la mayoría de los casos sólo puede hacerlo una vez al mes. Entonces por necesidad los ordenados tienen que contar con un número de laicos entrenados que administren esas comunidades en su ausencia, y eso significa que hay un buen intercambio de información y formación que tiene lugar entre el ministro y esas comunidades.

La segunda cosa en que creo que la Iglesia Europea podría poner atención –yo mismo veo las disputas que tienen lugar en Occidente, especialmente en torno a la Iglesia y en torno al Papa Francisco en este momento– es a las cosas molestas a las que la gente presta atención: las expresiones doctrinales no son precisas; no son correctas. Aquí en África nosotros decimos «Señores: debemos intentar sobrevivir, y necesitamos a Dios para que nos guíe en cómo sobrevivir, en cómo convertirnos en mejores personas». Entonces la urgencia de comprometerse con Dios es vivida de modo más cercano que lo que sería en Occidente.

Las tensiones raciales son todavía un problema en EE.UU. Esto se ha manifestado muy recientemente en el movimiento «Black Lives Matter» y la discusión política y social que ha creado. Dada (especialmente) su experiencia en África en los años noventa: ¿Qué diría Ud. que la Iglesia Norteamericana puede aprender en materia de reconciliación por la experiencia de la Iglesia en Sudáfrica?

Estaba por decirle que quizás la cuestión podría plantearse de manera inversa: «¿Qué podemos nosotros, aquí en Sudáfrica, aprender de la Iglesia en los Estados Unidos?» Considero que es un proceso. Lo que hemos podido hacer es concentrar todos nuestros esfuerzos en el aspecto edificador de la comunidad del plan pastoral del cual hablé ayer (en una charla en la Universidad Católica de Norteamérica) llamado «La comunidad sirviendo a la humanidad.» Esa es ciertamente una virtud que hemos desarrollado: la de cómo trabajar en hacer que la gente se sienta parte de una misma comunidad, incluso cuando provenga de diversos orígenes raciales, culturales e incluso religiosos. Creo que esa es una de las cosas que podríamos transmitir aquí.

Irónicamente, cuando hicimos eso en la arquidiócesis en la que estoy ahora, mi predecesor envió un equipo de personas a Rhode Island, dónde estaban aplicando un programa llamado «Renovar». Éste era un programa de «fe compartida» en dónde la feligresía de una parroquia era dividida en unidades menores y esas unidades debían reunirse semanalmente para reflexionar sobre material que les era suministrado. Todo apuntaba a volver real la fe en la vida de las personas. De igual manera, para implementar ese plan pastoral, el Arzobispo Denis Hurley envió este equipo de seis o siete personas aquí para que aprendieran sobre «Renovar», y luego regresaran para aplicarlo; así se fue esparciendo de una diócesis a otra. La esencia de «Renovar» es un laicado que se halla comprometido con el clero en urdir el camino hacia una fe más activa y comprometida.

Es irónico que mientas intentábamos poner en marcha nuestro propio programa aquí, el «Renovar» fue importado. Realmente hizo maravillas, otros programas incluso comenzaron a utilizar el modelo de iglesia de pequeña comunidad cristiana como forma de dar a otras comunidades el sentido de participación en su propia edificación. No debe pensarse que las únicas tensiones raciales son entre blancos y negros, también se encuentran en el interior de la comunidad negra dónde también se verifican algunas diferencias. No serán técnicamente raciales, pueden ser tribales o lingüísticas, pero en cualquier caso nosotros estábamos intentando hacer la misma cosa: lograr que se acepten como hermanos y hermanas, y el igualador es nuestra Fe en Cristo.

Dando un giro hacia el Sínodo, pero manteniéndonos en el tema de África y Occidente, una de las cosas que algunos han sugerido en el contexto de ciertas propuestas (como las del Cardenal Kasper) es que mientras que doctrinalmente la Iglesia Occidental y la Iglesia en los países en vías de desarrollo es la misma; son necesarias algunas diferencias en la práctica, por ejemplo: acerca de la comunión de los divorciados vueltos a casar. ¿Es esto posible?¿Es esto aconsejable?¿o no?

Cuando el debate tuvo lugar, el Cardenal Kasper hizo su propuesta inicial en el marco de una reunión convocada por el Papa Francisco para sentir el camino hacia adelante, en una empresa conjunta del Colegio de Cardenales y el Colegio de Obispos, como manera de reformar y renovar la Iglesia. El matrimonio fue considerado como lo principal, dado que forma la familia, y la familia es la base de la sociedad y de la Iglesia. De modo que cuando el Cardenal Kasper hizo su presentación inicial le fue bien argüido que el matrimonio es indisoluble, es uno solo, que se supone que sea fructífero, etc, etc… Esas cualidades fundamentales fueron bien enfatizadas.

Luego, cuando se trataron el divorcio y las segundas nupcias, la desintegración de la relación matrimonial, él utilizó una imagen que es muy interesante: el Matrimonio es como un navío que se ha ido contra las rocas, o en dificultades en aguas tormentosas ¿y qué hacemos cuando el matrimonio se mete en dificultades? Se envían lanchas de salvamento para rescatar a la gente del peligro en el cual se encuentran. Pensé que se trataba de una muy buena imagen: lo que estamos buscando, por lo tanto, es un bote de salvamento que ha de rescatar a esas personas en aquel matrimonio que se ha averiado. No fue tan lejos como para decir que el bote salvavidas significaba admitirlos a la Santa Comunión, pero utilizó esa imagen, y creo que fue una muy buena imagen, y he estado reflexionando en ella.

Luego, cuando llegamos al punto «Matrimonio y Comunión», bueno, si ambos son iguales, y las mismas demandas las hay para el matrimonio y para el acceso a la eucaristía en toda la Iglesia, entonces ¿cómo se puede decir que una práctica diferente puede convenir a una situación diferente como la nuestra? Porque así el primer planteamiento de África sería: «Bien, vosotros tenéis una situación distinta, vosotros tenéis matrimonios en situación irregular en Europa y queréis que la Iglesia les permita acceder a los sacramentos en esa situación irregular, ¿podríais ayudarnos con la forma en que hemos de tratar las situaciones irregulares en África? Por ejemplo: si un hombre desposa una mujer y dice que ha de tomar esa sola esposa, pero su cultura le hace tomar una segunda e incluso una tercera, ¿qué sucede si se es católico? Aquí se habrá colocado en una situación irregular en la cual tiene dos esposas al mismo tiempo, mientras que en la Iglesia Europea esto sería una situación tolerada. Por lo tanto ¿cómo pueden ser sus prácticas distintas a las nuestras si la situación es idéntica? El sentido esencial del matrimonio ha sido violado en ambos casos.

Creo que ahí es dónde se encuentra la encrucijada del problema. Diré lo siguiente: Nosotros tenemos nuestros puntos fuertes, y en Occidente tienen los suyos también. Ellos tienen una larga filosofía y teología del matrimonio mientras que nosotros tenemos la fuerte cultura y comunidad que los mantiene. Tenemos esa diferencia pero no veo que, como cristianos, como católicos, tengamos que tener dos prácticas distintas que en realidad contradicen lo básico tal cual lo hemos entendido hasta ahora, eso es que, para poder recibir la comunión, debemos estar en estado de gracia y si te encuentras en un segundo matrimonio, es dudoso que lo estés.

Hablando del Sínodo mismo, ¿qué ha conseguido y qué ha sucedido? ¿qué dejó por hacer?

Considero que lo primero que ha logrado es poner los problemas sobre la mesa de manera abierta y honesta. Ciertamente hubo una apertura y una franqueza de las cuales uno no había escuchado anteriormente y a menudo en el Vaticano. Para mí, esa fue la primera cosa que logró el Sínodo.

La segunda –en sus sesiones del 2015– fue identificar muy claramente cómo aparece el matrimonio desde el punto de vista de Cristo y cómo debemos tratar de verlo desde esa perspectiva nosotros mismos. Debemos ir directo a los fundamentos, cuando Cristo dice «esta no es la forma en que era en un principio.» Esta clara definición del matrimonio, que lleva al Antiguo Testamento y también lo refuerza con las palabras de Cristo, fue una de las cosas en las cuales el Sínodo puso énfasis. Las personas necesitaban escuchar eso, había mucha confusión surgida de algunas de las cosas que emanaron de la segunda semana del primer Sínodo.

La tercera fue que necesitábamos definir al matrimonio como una vocación, no una institución, ni un contrato, ni un acuerdo, debemos verlo como una vocación. Entonces, así visto, junto con el resto de las vocaciones, es necesario desarrollarlo, se debe formar a la gente en esa vocación. La preparación matrimonial no debería ser prepararse solamente para el día de la boda, debería ser un completo proceso de formación ¿cómo formas una relación? ¿Cómo la mantienes? ¿Cómo elevas su nivel? Esa es realmente la tercera cosa que pienso que el Sínodo logró: enfatizó la necesidad de una buena preparación matrimonial.

Una cuarta cosa fue que, mientras que siempre hemos ayudado a las personas a ingresar al estado marital, necesitamos también acompañarlas, especialmente en los primeros años de matrimonio que es dónde cada contrayente debe hacer los ajustes más serios. En primer lugar, convivir con alguien con el cual no habías convivido antes es un menudo ajuste. Mientras eso sucede pueden venir los hijos, bien, ¿cómo te posicionas? ¿Qué crees que le sucede a la relación entonces? Por eso, el acompañamiento de las parejas es otra de las claves que surgió del Sínodo.

La quinta cosa positiva pudo ser el cómo lidiar con situaciones problemáticas en las familias o en los matrimonios, ej.: un hogar llevado por los niños, un hogar de padre soltero, uniones del mismo sexo, niños que son mezclados, etc. ¿Cómo lidias con todo ello? Creo que esas han sido algunas de las cosas que han sido clarificadas en el Sínodo. Ciertamente no nos encontrábamos allí para resolverlas, dado que el tema del Segundo Sínodo fue la vocación y misión de la familia, no cómo resolver los problemas en ella.

Veo que muchas cosas positivas han emanado del Sínodo, y estoy esperando a leer lo que el Papa Francisco dirá en su exhortación, porque creo que habrá de enfatizar muchos, si no todos, los puntos que he identificado.

Entonces ¿espera la exhortación?

Sí, la espero. De todas formas, se produzca o no, ya estamos intentando aplicar estos puntos en nuestra diócesis.

Ud. habló un poco sobre la sinodalidad y la colegialidad ayer por la tarde. ¿Hay límites para ellas? ¿Hay algún momento en que el diálogo se agota, o un punto en el cual se deja de hablar para escuchar al Papa?

Creo que tenemos ambas situaciones. Tenemos un punto en el cual, respecto de ciertos temas, el Papa va a decir «Esto irá allí y es definitivo, y necesito que me apoyen en esto». Creo que es natural que eso ocurra. De la forma en que el Papa aborde la cuestión es otro tema totalmente diferente. Puede hacerlo por decreto, o puede hacerlo (como le gusta particularmente a Francisco) mediante frecuentes reuniones en dónde los temas se debaten para luego él definir el asunto. Él conoce en mayor o menor medida el sentimiento de su Colegio de Obispos, pero creo que sería un error que el Colegio decida salir en determinada dirección y Francisco en cualquier otra. Creo que eso socavaría el concepto de colegialidad.

Lo que me gusta del Papa Francisco –y creo que esta es una de las cosas que ha surgido con más fuerza– es su énfasis en la escucha. Él lo llama «escuchar», pero en realidad yo lo llamaría «consultar», y consultar seriamente, así las personas saben que sus puntos de vista están siendo sopesados. No siempre los aceptarán o seguirán, pero los están considerando constantemente, y creo que esa es una de las claves de la colegialidad y la sinodalidad.

¿Cómo debemos interpretar los comentarios recientes del Papa Francisco acerca de la utilización de la contracepción para evitar el virus zika? ¿Es similar a lo que dijo el Papa Benedicto sobre la utilización de condones en el contexto del SIDA en África?

En primer lugar, considero que debe hacerse una muy clara distinción. Acabo de leer un artículo esta mañana que no hablaba tanto de lo que el Papa Francisco dijo, sino que trataba sobre lo que una médica explicaba que el Papa había dicho.

Incluso más: el primer punto que ella tocaba era que, cuando hablamos de contracepción en términos generales, estábamos hablando de una relación a la cual ambos participantes habían ingresado libremente y que, dado que no quieren tener hijos, utilizan contraceptivos. En un caso de violación, por ejemplo, es una situación distinta. Esa podría haber sido una posible manera en que la pregunta fuera presentada a Francisco, comparando el riesgo de contagio del virus zika con la supuesta política de administrar anticonceptivos a las monjas del Congo para evitar que tuvieran hijos en caso de violación, y realmente se esperaba que fueran violadas. Esa es la segunda consideración.

Por último, debería sentarme y escuchar muy cuidadosamente a las personas que afirman que el virus zika debe combatirse con medidas contraceptivas, dado que no veo la conexión directa entre el virus y un posible embarazo con microcefalia, que amerite tales medidas. Una de las razones por las cuales tengo el problema de oponerme a dicha solución es porque creo que todos los métodos de control de la natalidad poseen un agente abortivo, y por lo tanto se me hace imposible condonar su utilización. Esta doctora decía que el Papa Francisco, al hablar de planificación familiar, se refería a la planificación natural, pero él nunca habló en esos términos, que yo sepa, todavía no he visto su texto completo. Sin embargo la interpretación de los medios fue que el papa avalaba que los anticonceptivos orales fueran repartidos ampliamente por todos lados.

Por pura coincidencia, ayer por la noche encendí mi radio y estuve escuchando una discusión en la BBC acerca de los efectos de algunos anticonceptivos. Creo que es algo así como 500… ¡5! millones de mujeres han muerto repentinamente por el uso de anticonceptivos en los últimos 25 años. Me desplomé. Por eso, cuando se habla de anticonceptivos como remedios universales se debe necesariamente suprimir una gran cantidad de información que es absolutamente pertinente.

En definitiva creo que tendremos muchas más aclaraciones acerca de lo que el Papa Francisco realmente quiso decir cuando dijo aquello.

¿Cree que hay una conexión entre el mensaje que el Papa Francisco intentará enviar en su exhortación apostólica post-sinodal, a publicarse en abril, y el Año de la Misericordia?

Con mucha claridad así será. Casi todo lo que el Papa Francisco ha hecho desde el primer día ha sido, principalmente, alcanzar a aquellos en las periferias. Ha utilizado expresiones como «La Iglesia es un hospital de campaña» ¿y dónde se encuentran esos hospitales? Los hospitales de campaña se encuentran en dónde vendrá la guerra, dónde las personas son víctimas, normalmente víctimas inocentes. También ha dicho que los sacramentos están ahí para aquellos que están enfermos y los necesitan, no están como un premio para aquellos que viven una buena vida. Por ello veo que el debate ciertamente se moverá en la dirección de cuestionarnos cómo podremos, durante el Año de la Misericordia, extender esa Misericordia de manera que la gente pueda sentir que Dios realmente está cuidando de ellos y que nosotros como Iglesia estamos tratando de encontrarlos, tratando de traerlos de nuevo para poder ponerlos en situación regular.

Considero que probablemente existe un malentendido o una sobre-simplificación acerca de que el Papa Francisco torcerá las reglas para adecuarlas a ese tipo de situaciones. No creo que suceda eso. El hecho de que haya simplificado el proceso de anulaciones recientemente es una manera de decir «Aunque no esté flexibilizando las reglas, las estoy simplificando, para hacer el proceso más efectivo y eficiente, para que pueda completarse más rápido también». Creo que esa es la manera en que se aplicará la Misericordia: usemos las reglas, usemos el Derecho Canónico para traer de vuelta a los que se han distanciado. A menudo las personas se separan solas, no son separadas por la Iglesia, es obra de ellas mismas. Traigámoslos de nuevo y superemos esos obstáculos que los han mantenido fuera.

Ya que ha hablado acerca de acompañar a la gente después de su matrimonio, a nivel práctico ¿cómo se vería eso? ¿Qué se necesita que suceda y que no está sucediendo?

Sé de ciertas parroquias en la diócesis que lo están haciendo. Lo que han hecho es designar a parejas mayores con buenos matrimonios para que acompañen a las parejas que se están preparando para el matrimonio. Es parte de la preparación pre-matrimonial. Sin embargo continuaran acompañando a la nueva pareja durante algunos años más. Creo que el sacerdote debe estar involucrado de alguna manera, no puede dejarlo todo a las parejas y decir «Bien, ellos los acompañarán». Pienso que la gente necesita al sacerdote presente, o al menos a un diácono, tenemos montones de diáconos permanentes ahora, y como están casados están en una mejor posición para hacer el trabajo. Los primeros seis o siete años después del matrimonio son cruciales, es allí donde el acompañamiento debe tener lugar. Sin embargo pueden existir otras ocasiones, tales como un cambio de status por una pérdida o cambio de trabajo, en la cuales considero que se necesita del clero y la parroquia debe estar alerta al acompañamiento que pueda necesitar esa pareja.

Muchos laicos, ciertamente, en los Estados Unidos ponen atención a la situación del matrimonio, y ven el divorcio rampante por generaciones, contracepción, pornografía, matrimonio igualitario; y dicen «¿qué podemos hacer? ¿Siquiera deseo formar una familia en este entorno? ¿Es eso posible? Y ¿qué pueden hacer los laicos para proteger el matrimonio y la familia?

Mi simple respuesta sería: ¡Vividlo!

¡Eso es muy simplista!

Ciertamente no lo es, pero si vais a vivirlo vais a encontraros con una serie de novedades. Primero, si vais a vivirlo, estáis contra la corriente y yo creo que debéis ser realmente fuertes. También creo en los movimientos como «Encuentros Matrimoniales» que fueron una moda en los años setenta (y eran realmente buenos) aunque se volvieron un poco sectarios, muy exclusivos, creo que algo por el estilo es realmente necesario. Tenemos algunos: Équipes du Notre Dame, Marriage Encounter, hay otro que ha surgido de las Filipinas recientemente, Parejas de Cristo. Estoy impulsando todos esos movimientos porque creo que algo que reúne a las personas para que puedan cuidarse unas a otras y revisar sus dificultades, resolverlas juntas, sabiendo que hay un grupo de apoyo rezando por ellos, incluso si ellos no asisten o hablan, debe ser algo muy bueno.

Creo que fue el mismísimo Papa Francisco el que dijo, el otro día, que la gente joven quiere casarse, que valoran el matrimonio. Entonces tenemos el deber de dejar en claro que estamos aquí para apoyarlos en la construcción de un matrimonio exitoso. Considero que ahí se encuentra el verdadero desafío de la Iglesia. De esta forma espero que la exhortación post sinodal aparecerá como una muy clara afirmación del matrimonio, diciendo «a pesar de esto y a pesar de aquello, esto es lo que sostenemos».


Y recordad que la sacramentalidad del matrimonio es en realidad la manera en que el esposo se relaciona con su esposa, de forma que sea reflejo evidente de como Cristo se relaciona con la Iglesia. Creo que tenemos que desarrollar la idea de sacramentalidad, porque las personas creen que un sacramento es algo que el sacerdote hace para administrarles en vez de algo para vivir ellos mismos. El hecho mismo de vivirlo muestra la presencia de Cristo en el mundo.

MATERNIDAD SIN PADRES


La Nación, editorial,  25 DE FEBRERO DE 2016

Durante las últimas semanas se ha reabierto la polémica sobre el caso de las mujeres que deciden ser madres solteras recurriendo a métodos de inseminación. La referencia a "madre soltera" conduce a equívocos, pues mujeres que conciben sin estar casadas han existido siempre y ello no constituye ni una vergüenza ni un estigma. La discusión que ahora se abre surge a partir de la decisión de la actriz Juana Repetto de tener un hijo en soledad, luego de haber sido fecundada artificialmente con material genético provisto por un donante anónimo.

Se trata de una de las tres formas de filiación que admite la ley: por consanguinidad, por adopción y por voluntad procreacional. En este último caso, los padres del bebe, ya sea porque quieren serlo solos o en pareja, deben expresar su consentimiento informado y libre a la hora de anotarlo en el Registro Civil. Esa información deberá constar en el legajo de base del recién nacido. Además, se podrá pedir al centro sanitario que intervino en el procedimiento la información relativa a datos médicos del donante en caso de que sea relevante para la salud, siempre por razones fundadas ante el magistrado interviniente.

Resulta grave, desde el punto de vista del niño por nacer, claramente protegido por nuestra Constitución y nuestras normas, que se decida privarlo de tener a uno de los padres. La propia Convención de los Derechos del Niño afirma taxativamente que un niño tiene derecho a tener una familia. Eso, desde el punto de vista legal. Ahora bien, pensando en el bienestar de un niño, ¿son la maternidad sin padre o la paternidad sin madre el mejor camino?

Las respuestas no provienen solamente de lo que la ley permite y la ciencia facilita, sino también de las muy apreciables objeciones lanzadas desde la bioética, dedicada al estudio de los problemas éticos originados por la investigación biológica y sus aplicaciones, sin dejar de contemplar los reparos que puedan realizarse desde la llamada ley natural, desde distintos credos y religiones.

Hace no mucho tiempo, nuestra legislación no incorporaba ni las uniones civiles entre personas de un mismo sexo ni los modernos "matrimonios igualitarios". No era habitual, incluso, que se dieran en adopción niños a padres o madres solos.

Sin embargo, en esta oportunidad en que se toma el ejemplo de Juana Repetto, la discusión parece haberse reavivado, en principio, por la edad de quien ha decidido recurrir a los métodos de inseminación artificial -una joven sana, de menos de 30 años, cuando lo suelen requerir mujeres que no pueden embarazarse, ya sea por problemas médicos o por edad- y que lo haya decidido al considerar agotadas o extinguidas sus posibilidades de formar pareja.

Evidentemente, son decisiones personales reservadas a la intimidad de las personas que, como siempre sucede, abren muchos interrogantes. Respecto del concepto tradicional y más extendido de familia surgen inevitables cuestionamientos referidos a la identidad de los menores que nacen de la decisión de concebirlos tomada por una sola persona.

Por las más variadas razones, muchos niños se quedan sin uno de los dos padres: enfermedades, guerras, abandonos... Otros tantos pierden a los dos y otros ni siquiera llegan a conocerlos. La pregunta o las preguntas, en cambio, sugieren: ¿estamos consagrando en una premisa inexpugnable el normal egoísmo de todo ser humano, impidiéndoles deliberadamente a los hijos contar con una familia ya antes de nacer al priorizar exclusivamente el deseo de ser padres?, ¿hemos analizado lo suficiente los graves problemas de identidad que podrían acarrear esos niños?, ¿estamos dispuestos a avanzar en pasos hoy no previstos en nuestra legislación, como la subrogación o el alquiler de vientres, que muchos países ya adoptaron?, ¿son actitudes que deben destacarse por "valientes", como se han calificado en el caso de la actriz mencionada, las decisiones de mujeres y hombres solos que deciden ser padres?

Las respuestas deben ser largamente meditadas y el debate está lejos de encontrarse cerrado.

LAUDATO SI



En la Laudato si’ el Papa Francisco recoge y desarrolla la reflexión del magisterio social sobre el problema ecológico
 

 de S. E. Mons. Giampaolo Crepaldi
Observatorio Van Thuan, 12-2015

Publicamos el texto de la comunicación del arzobispo Mons. Giampaolo Crepaldi en el encuentro “Kick-off seminar – Key areas for the european social dialogue”, que ha tenido lugar en Malta el 2 y 3 de diciembre de 2015. El arzobispo es Presidente de la Comisión Caritas in veritate del CCEE (Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa).

El magisterio social de la Iglesia es como un gran río que procede arrastrando con él las propias aguas para tocar siempre nuevos márgenes. Nada se pierde, todo es conservado y renovado al mismo tiempo. El único verdadero modo de conservar es renovar, es decir, vivir. También el magisterio social sobre la cuestión ecológica viene de lejos[1], ha recorrido una gran parte del camino en el alveo de este gran río y ahora que el caudal está lleno y el tesoro del magisterio se ha acumulado, el Papa Francisco resume y relanza, sistematiza y proyecta su mirada hacia adelante. La Laudato sì’, como ha escrito el Papa Francisco, «se añade al Magisterio social de la Iglesia»[2], encuentra su manantial mucho antes y se dispone -este es nuestro deseo- a alimentar el gran mar de la vida social concreta, desembocando en él.

La metáfora del gran río quiere traducir en términos visuales la naturaleza de la Doctrina social de la Iglesia que es siempre igual a sí misma y, al mismo tiempo, siempre nueva.[3]. De hecho, es anuncio de Cristo[4]; y Cristo no es un personaje del pasado, sino que a la luz de la fe de la Iglesia está siempre vivo en medio de nosotros, como la Vid y los sarmientos.

La encíclica Laudato sì del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común, es decir, sobre la ecología[5], está alimentada por los grandes principios de la Doctrina Social de la Iglesia, entre los cuales, además del principio del bien común[6], asume en este caso una notable importancia  el principio del destino universal de los bienes. Recuerdo que por voluntad de Juan Pablo II la conmemoración centenaria de la Rerum novarum, celebrada en 1991, tuvo como tema precisamente el destino universal de los bienes[7]. Según San Juan Pablo II, este principio necesitaba un nuevo planteamiento y una actualización sobre dos importantes argumentos. 

El primero era que no son sólo los bienes materiales los que deben tener un destino común, como es el caso de los recursos del subsuelo o la tierra, sino también los bienes intelectuales como son los resultados de la investigación, el know how empresarial y económico, la ciencia, el arte. Hoy se llamarían bienes inmateriales. El segundo era que el destino universal de los bienes requería la solidaridad intergeneracional para que cualquier generación pueda dejar a sus propios hijos un planeta que aún pueda ser habitable para el hombre. Habitable no sólo desde una perspectiva ambiental-natural, sino también ambiental-humanista.

Podemos decir que la Laudato sì’ del Papa Francisco retoma, veinticinco años después, estas exigencias y las lleva a cumplimiento[8]. Y podemos decir también que lleva a cumplimiento ambas, en su interdependencia. No se trata, de hecho, de dejar a nuestros hijos y nietos una tierra no humanizada, no cultivada, no gestionada con justicia por el bien de todos. El cuidado de la casa común no significa abandono, dejadez, renuncia al papel del hombre en hacer que rinda para provecho de todos o, peor aún, empobrecimiento. El cuidado de la casa común requiere sabiduría, necesita unir con prudencia ciencia y técnica, economía y producción. Requiere, en otras palabras, que se considere el saber y la naturaleza, los valores humanos y los recursos naturales como cosas para compartir, pues tienen un destino universal. 

En la Laudato sì’ esta trama de elementos humanos y naturales, espirituales y materiales es muy evidente y exigente. Esto se resume en el concepto de “ecología integral”, con la que el Papa Francisco hereda y reelabora el concepto de “ecología humana” de Juan Pablo II[9]. La ecología integral requiere la combinación del saber con las leyes de la naturaleza, pero requiere también una actitud moral y religiosa respecto a la creación. La actitud moral y religiosa consiste ante todo en respetar la vida y la familia. Juan Pablo II había enseñado todo esto hablando de ecología humana, sosteniendo que la familia era la primera estructura de una ecología humana y lo había hecho reclamando también el deber de respetar la vida. La sociedad, escribía en la Evangelium vitae, no es una multitud de individuos puestos uno al lado del otro[10], del mismo modo que el ambiente natural no es sólo un montón de piedras. 

Hay un orden en las cosas, fruto de la sabiduría y del amor del Creador, que nos habla. También el Papa Francisco habla repetidamente en la Laudato sì’ de los excluidos de la vida, de quienes son descartados: los embriones humanos; los niños abortados antes de nacer; los ancianos, empujados a abandonar la vida con la "muerte dulce". Benedicto XVI, en la Caritas in veritate, había sostenido que ninguna actitud de verdadera acogida y cuidado es posible si no está incluida en el respeto de la vida que nace y en la complementariedad del matrimonio del que nace la familia[11]. Ahora el Papa Francisco potencia todo esto sosteniendo que o la ecología es integral y atañe a toda la persona y a todas las personas y no sólo a la salvaguardia de los equilibrios naturales, o no estará ni siquiera en ese ámbito. Integral quiere decir que o está en todas partes o no está en ninguna. El mundo es de hecho un sistema de múltiples interconexiones no sólo horizontales sino, sobre todo, verticales.

La Laudato sì’ no es, en realidad, sólo una encíclica ecológica, sino que es una encíclica cristológica. O mejor: se ocupa de ecología pero dentro de una visión eminentemente cristológica. Como San Francisco[12], también el Papa Francisco ve la creación iluminada por el Verbo y destinada a ser recapitulada en Cristo: «el destino de toda la creación pasa a través del misterio de Cristo»[13]. Esta es precisamente la perspectiva que distingue la visión católica de las tantas que hay presentes hoy en día en el espacio de la cultura social. Me parece muy relevante, en una época en la que por muchos motivos la teología de la creación permanece un poco en la sombra, esta visión propuesta por el Papa Francisco, sobre todo en el segundo capítulo de la encíclica, que reconduce la creación, luz refleja, al Creador, luz originaria y plena. Desde hace siglos se intenta separar la naturaleza del Creador, pero como dice el Concilio “sin el Creador la criatura desaparece”[14] . Esto vale también en lo que respecta a la consideración de la Creación[15], transformada a menudo hoy en simple “naturaleza”. 

El problema ecológico, quiere decirnos el Papa Francisco, dice más de sí mismo. Las crisis de tipo material no son nunca sólo materiales; indican un pérdida del hombre no sólo práctica sino también sapiencial. El Papa Francisco habla de una cuestión sentida por todos hoy y sobre la que el magisterio ya se había pronunciado, pero no en un sentido tan completo y orgánico. Así, de este modo, el Papa se sitúa en el terreno de la sensibilidad del hombre contemporáneo, habla de lo que le importa de verdad, sintoniza con lo que le preocupa realmente para dilatar, después, la visión del problema hasta que se convierte en el problema no del hombre, sino de Cristo y del Evangelio. A nivel de método esta es una dimensión que no hay que subestimar. 

Muchos espíritus laicos han interpretado la Laudato si’ como una encíclica que se sitúa a nivel de los problemas, una encíclica “laica” en el lenguaje y en las temáticas. El Papa Francisco da mucho crédito a algunas interpretaciones científicas y hace suyas algunas preocupaciones hoy compartidas [16], aunque aún se debate sobre las mismas. Pero en el mismo momento en que se sitúa dentro del problema utilizando todas las razones de la razón laica, propone la interpretación cristocéntrica, lo sitúa dentro de una poderosa visión de fe, lo eleva a una perspectiva inaudita para los “profesionales del ecologismo”. Muchos han alabado la Laudato si’ demasiado deprisa, esperando así atraerla a su sistema de pensamiento del que sería una confirmación. Pero están decepcionados, porque la perspectiva de Cristo no se sitúa dentro de ninguna escuela de pensamiento humano.

El aspecto más propio de la Laudato si’ no es, de hecho, proporcionar indicaciones para la práctica cotidiana, sino desarrollar una “espiritualidad ecológica” que no tenga en el centro a la ecología sino a Jesucristo, Aquel por medio del cual todo ha sido creado (Jn 1,3). Es necesario promover esta nueva mirada del alma sobre las cosas creadas que están cerca de nosotros y que usamos cada día. La Laudato si’ se dedica a las grandes cuestiones de la economía, la finanza, la política y en este sentido se ocupa de las instituciones. Algunos le habían reprochado a Benedicto XVI que no lo hubiera hecho de manera conveniente en la Caritas in veritate. Pero se ocupa también de los pequeños gestos cotidianos con los que en el trabajo, en la familia o en el tiempo libre nos relacionamos con el ambiente y, a través de éste, con los hombres y con Dios. El punto es precisamente este: considerar que cuando nos relacionamos con las cosas, nos relacionamos también con los hombres y con el Creador. Nace aquí una espiritualidad ecológica que no tiene nada que ver con las tendencias actuales de la new age, sincretistas o del nuevo consumismo ecológicamente sostenible. La sostenibilidad de la que habla la Laudato  si’  es una sostenibilidad ecológica, humana y cristiana.

La “espiritualidad ecológica”, según la encíclica del Papa Francisco, debería concretarse en una “conversión ecológica”[17]. Esta expresión ha sido leída a menudo como una conversión “a la ecología”. Como si la tierra, el planeta, los equilibrios ambientales fueran el objeto de la conversión. Ciertamente, ante comportamientos de desprecio grave y dañino hacia la naturaleza, se puede hablar de una necesidad de cambiar la perspectiva de acción, es decir, de una conversión, pero entendida en sentido reducido y sin el significado religioso que la palabra asume en contexto cristiano. 

El objeto de la conversión sin embargo no es el agua, que hay que utilizar de manera sabia, ni el aire, que no hay que contaminar, porque de lo contrario la perspectiva se convierte en divinización de la naturaleza. El objeto de la conversión es Dios, que nos exige también un cambio en el modo de ver la creación. La conversión consiste en ver la creación “en Dios”, dentro de su plan de salvación y a la luz de su Voluntad providente y, por lo tanto, no en la adhesión a formas de ecologismo. El modelo aquí sigue siendo San Francisco de Asís[18].
La espiritualidad ecológica, tal como la presenta la Laudato si’, es la asunción de la perspectiva del don. En este sentido veo una continuidad significativa entre la Caritas in veritate[19] y la Laudato si’. Se prosigue y desarrolla el principio según el cual recibir precede el hacer. Benedicto XVI había hecho de esta lógica cristiana del don el punto de referencia para una renovación también de las instituciones económicas, indicando recorridos de revisión de nuestros conceptos tradicionales en lo que respecta a la empresa, el emprendedor y la ganancia. La espiritualidad de la Laudato si’, considerada así, no puede seguir siendo sólo espiritualidad íntima y personal, sino que se dilata hasta atribuir las propias categorías a la construcción de toda la sociedad. Así sucede que la oración final con la que el Papa Francisco concluye la encíclica se convierte en manantial de esperanza verdadera y concreta, de una esperanza activa y “organizada” para el bien de los hombres.


[1] Tra i principali insegnamenti del magistero precedenti la Laudato sì, ricordiamo almeno i seguenti: Giovanni Paolo II, Lett. Enc. Centesimus annus, nn. 37-40; Giovanni Paolo II, Messaggio per la Giornata mondiale della pace, 1 gennaio 1990: “Pace con Dio creatore, pace con tutto il creato”; Pontificio Consiglio per la giustizia e la pace, Compendio della Dottrina sociale della Chiesa, nn. 451-487; Benedetto XVI, Lett. Enc. Caritas in veritate, nn. 48-51.
[2] Laudato si’, n. 15. Sull’enciclica Laudato si’ di Papa Francesco, si può vedere: EDITORIALE, Lettre encyclique Laudato Si’ sur la sauvegarde de la maison commune, “Nova & Vetera”, XC (2015) 3, pp. 245-250; FARES, Diego S.I., Povertà e fragilità del pianeta, “La Civiltà Cattolica”, n. 3961, 11 luglio 2015, pp. 23-34; LARIVERA, Luciano S.I., L’enciclica oltre le critiche ideologiche, “La Civiltà Cattolica”, n. 3961, 11 luglio 2015, pp. 23-34.; SPADARO, Antonio S.I., “Laudato si’”. Guida alla lettura dell’enciclica di Papa Francesco, “La Civiltà Cattolica”, n. 3961, 11 luglio 2015, pp. 3-22.
[3] Giovanni Paolo II, Lett. Enc. Sollicitudo rei socialis, n. 3
[4] Ivi, n. 41; Id., Lett. Enc. Centesimus annus, n. 5.
[5] Sulla questione ecologica nella Dottrina sociale della Chiesa si vedano: SEQUERI, Pierangelo, Custode, non tiranno. Per un nuovo rapporto fra persona e creato, EMI, Bologna 2014; DE LARMINAT, Stanislav, L'écologie chrétienne n'est pas ce que vous croyez, Préface de Mgr. André-Joseph Léonard, Salvator, Paris 2014; DE LARMINAT, Stanislas, Vers l'écologie humaine?, “Liberté politique”, n. 59, mars-avril 2013, pp. 11-28; CREPALDI Giampaolo – TOGNI, Paolo, Ecologia ambientale ed ecologia umana. Politiche dell’ambiente e Dottrina sociale della Chiesa, Cantagalli, Siena 2007.
[6] Laudato si’, nn. 156-158.
[7] Cf BELLAVITE, Enrico e FONTANA, Stefano (a cura di), La destinazione universale dei beni. Atti del Simposio internazionale nel centenario della Rerum Novarum del Pontificio Consiglio della Giustizia e della Pace, Edizioni Cercate, Verona 1992.
[8] Papa Francesco si rifà esplicitamente al principio della destinazione universale dei beni nel paragrafo VI del secondo capitolo, nn. 93-95.
[9] Giovanni Paolo II, Lett. Enc. Centesimus annus, 38.
[10] Giovanni Paolo II, Lett. Encicl. Evangelium vitae, n. 20.
[11] Benedetto XVI, Lett. Enc. Caritas in veritate, n. 28.
[12] Laudato si’, nn. 10, 11, 12.
[13] Laudato si’, n. 99.
[14] Concilio Vaticano II, Cost. Past. Gaudium et spes, n.
[15] MALNATI, Ettore, La creazione ex nihilo e la questione ecologica nel Compendio della Dottrina sociale della Chiesa, “Bollettino di Dottrina sociale della Chiesa” X (2014) 4, pp. 107-112.
[16] Si veda soprattutto il capitolo I dell’enciclica.
[17] Laudato si’, nn. 216-218. L’espressione era già stata usata da Giovanni Paolo II nel Messaggio per la Giornata mondiale della pace del 1 gennaio 1990.
[18] Laudato sì’, n. 218.

[19] Cf CREPALDI, Giampaolo, Introduzione alla lettura dell’enciclica Caritas in veritate, in Benedetto XVI, Caritas in veritate, Cantagalli, Siena 2009, pp. 9-42.