en el
intento de los verdes de adueñarse de los recursos naturales del mundo
Afortunadamente para
la humanidad, la conferencia Río+20 ha terminado en el estrepitoso fracaso que
se esperaba, repitiendo el patrón de las anteriores conferencias sobre el
cambio climático, de Bali, Copenhague, Cancún, y Durban.
Es una señal muy
clara de que lo que impulsa a estas conferencias no es el cuidado del ambiente,
la biodiversidad o la salud de la gente, sino la imposición de un gobierno único
mundial controlado por las élites ecologistas desde una supra-agencia ambiental
de las Naciones Unidas, que controlará rígidamente las políticas económicas y
el desarrollo industrial de todos y cada uno de los países de la Tierra. Se ha caído la
careta del “bondadoso ecologista” que dice querer un ambiente limpio donde los
pueblos puedan ir desarrollando sus actividades productivas, imprescindibles
para su supervivencia, para mostrar la verdadera y siniestra faz del cruel y
ambicioso grupo de banqueros y usureros que son los “verdaderos dueños del
mundo”.
Me gustaría poder
decir que mis afirmaciones sobre el nefasto accionar del movimiento ecologista
multinacional son exageradas –pero desgraciadamente no lo son. Gracias a la
“ciencia basura” de científicos inescrupulosos con sus fraudulentos modelos
climáticos computarizados, y el terrorismo mediático ambiental que se viene
practicando desde 1992, como resultado de la Cumbre de la Tierra Río 92, el
planeta y la humanidad han sufrido penosamente durante estos últimos 20 años,
sin que sus predicciones Apocalípticas hayan ocurrido ni mostrado tener ninguna
base verosímil.
Paul Driessen y David
Rothbard publican en WhatsUpWithThat un atinado análisis de lo que fue y pudo
ser Río+20. Pero antes, en su libro Sandías: Cómo los Ecologistas Están Matando
al Planeta, Destruyendo la
Economía y Robando el futuro de sus Hijos nos dan algunos de
los logros de esta élite verde.
Actualmente más de
1.500 millones de personas todavía no tienen electricidad, o apenas la tienen
unas pocas horas cada día de la semana. Casi 2.500 millones de personas viven
con menos de $2 dólares diarios. Millones mueren cada años a causa de
enfermedades que podrían ser erradicadas en su mayoría con el acceso a la
confiable y accesible a electricidad para cocinar y refrigeración, clínicas y
hospitales, agua limpia, sanidad, y negocios e industrias que generan trabajo,
prosperidad y salud.
Más sobre los
desastres que las políticas ecologistas han producido desde hace 30 años, están
en el artículo que reproducimos más abajo. La humanidad puede sentirse
agradecida del fracaso sufrido por Greenpeace, el WWF, Amigos de la Tierra y de la élite
financiera mundial que controla a las Naciones Unidas.
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Río+20 es la mayor amenaza para la biodiversidad
Paul Driessen y David Rothbard
WUWT.com
Junio 21, 2012
El 99% de las
especies y los seres humanos están mal servidas
por el 0,1% de las
élites de la ONU
y ecologistas
En su lugar, “Río+20”
está intentando desviar la atención hacia la “biodiversidad” y supuestas
amenazas a plantas y especies de animales como la nueva “mayor amenaza” que
enfrenta el Planeta Tierra. Este cambio de etiqueta es “por diseño”, de acuerdo
a los organizadores de la conferencia diciendo que el desarrollo sustentable y
la biodiversidad “son más fáciles de vender” estos días que el cambio
climático: una ruta más simple para hacer avanzar las mismas metas radicales.
Estas metas incluyen
expandir el poder y los presupuestos de las Naciones Unidas, el Programa del
Ambiente de la ONU ,
la Agencia de
Protección del Ambiente de EEUU, y otras agencias de los gobiernos, y sus
aliados los Grupos de Presión Verdes; nuevos impuestos sobre transacciones
financieras internacionales (para asegurar el financiamiento perpetuo para la ON y el UNEP); y más mandatos y
dinero para “una energía limpia, verde y renovable”.
Su lista de deseos
también incluyen una miríada de oportunidades para demorar, impedir y controlar
la energía y el desarrollo económico, el uso de los hidrocarburos, la actividad
maderera, la agricultura, el tamaño de las familias, y el derecho de los países
individuales, estados, comunidades y familias para hacer y regular su propio
desarrollo y decisiones económicas.
Además de impedir el
aumento de poder de irresponsable burócratas no elegidos y activistas, hay dos
grandes razones para detener este intento de captura del poder basado en la
biodiversidad.
No existe ninguna
base científica para afirmar que cientos de miles de especies están en riesgo.
El astrónomo devenido
supuesto climatólogo, James Hansen, afirma que “hasta la mitad de todas las
especies podrían extinguirse hacia 2100,” a causa del cambio climático, el uso
“no sustentable” de los hidrocarburos, el crecimiento de la población humana y
el desarrollo económico. En Río+20 los activistas están pregonando estas
afirmaciones histéricas en informes, discursos y partes de prensa. Por fortuna,
no hay bases fácticas para nada de ello.
De las 191 especies
de aves y mamíferos registradas como extinguidas desde 1500, el 95% se produjo
en islas donde los humanos y los predadores y enfermedades introducidos por
ellos causaron la destrucción, hace notar el investigador en ecología Dr. Craig
Loehle. En los continentes, sólo seis
aves y tres mamíferos fueron empujados a la extinción, y no se sabe de ninguna
especie de aves o animales en la historia registrada que se haya extinguido a
causa del cambio climático.
La masiva pérdida de
especies clamadas por Hansen, Greenpeace, el WWF y otros están basadas en
extrapolaciones de las tasas de extinción en las islas. Alunas son simples
conjeturas alocadas o son alarmismo aterrorizante, sin que nada se aproxime ni
remotamente a un análisis científico. Otras extrapolaciones se basan en
suposiciones sin fundamentos acerca de la susceptibilidad de las especies a
cambios de clima a largo o corto plazo –introducidas en torpes, simplistas,
modelos computados sin validación, que asumen que el aumento de los niveles del
dióxido de carbono elevarán tanto las temperaturas planetarias que las plantas,
hábitats, y las aves, reptiles y animales serán, de alguna manera,
exterminados.
No existe la menor
evidencia para apoyar alguno de esos escenarios de extinción. Por cierto, no
hay evidencia empírica que apoye las afirmaciones que las temperaturas medias
globales han aumentado desde 1998, o que enfrentemos algunos de los cataclismos
causados por el calentamiento global antrópico proclamados por Hansen, Al Gore
y muchos otros.
Las mayores amenazas
para las especies son las mismas políticas y programas siendo reclamadas en
Río+20
Esas políticas
prohibirían a los combustibles fósiles, aumentarían mucho el uso de las
energías renovables, reducirían el trabajo y los niveles de vida en las
naciones ricas, y perpetuarían la pobreza, las enfermedades y desesperación de
los países más pobres.
Actualmente más de
1.500 millones de personas todavía no tienen electricidad, o apenas la tienen
unas pocas horas cada día de la semana. Casi 2.500 millones de personas viven
con menos de $2 dólares diarios. Millones mueren cada años a causa de
enfermedades que podrían ser erradicadas en su mayoría con el acceso a la
confiable y accesible a electricidad para cocinar y refrigeración, clínicas y
hospitales, agua limpia, sanidad, y negocios e industrias que generan trabajo,
prosperidad y salud.
Las turbinas de
viento cortan en dos a las aves y colapsan los pulmones de murciélagos,
imponiendo una insostenible tasa de muerte en águilas, halcones, y otras rara y
amenazadas criaturas voladoras.
Las turbinas de
viento y granjas solares cubren y arruinan el paisaje de tierras de cultivo y
hábitat de vida silvestre, para proveer de electricidad cara e intermitente a
las áreas urbanas. Requieren de generadores de respaldo, de largas líneas de
transmisión y consumen millones de toneladas de concreto, acero, cobre, fibra
de vidiro, polímeros y minerales de tierras raras –extraídas de la Tierra , a menudo en países
cuyas regulaciones de control de polución y tecnologías son sustancialmente más
bajas que las normas de Estados Unidos, Canadá, de Europa y Australia.
La oposición a la
generación a gran escala de electricidad fuerza a la gente en usar fuegos
abiertos para cocinar y calefaccionarse –perpetuando las enfermedades
pulmonares y muerte prematura al respira humos y contaminantes. También
destruye los hábitat de gorilas y otras formas de vida silvestre cuando la
gente tiene que cortar árboles y arbustos para leña y carbón.
Las turbinas de viento
y granjas solares cubren y arruinan el paisaje de tierras de cultivo y hábitat
de vida silvestre, para proveer de electricidad cara e intermitente a las áreas
urbanas. Requieren de generadores de respaldo, de largas líneas de transmisión
y consumen millones de toneladas de concreto, acero, cobre, fibra de vidiro,
polímeros y minerales de tierras raras –extraídas de la Tierra , a menudo en países
cuyas regulaciones de control de polución y tecnologías son sustancialmente más
bajas que las normas de Estados Unidos, Canadá, de Europa y Australia.
El etanol a partir
del maíz requiere de millones de acres de tierras de cultivo, miles de millones
de galones de agua, millones de toneladas de fertilizantes e insecticidas, y
enormes cantidades de combustibles fósiles.
Y sin embrago en 2010
el Presidente Obama le dijo a los habitante de Ghana que los africanos pobres,
desnutridos y privados de electricidad deberían basarse en la energía de los
biocombustibles, eólica y solar –y jamás construir plantas productoras de
energía que usaran ni siquiera gas natural.
La caza, la vida de
subsistencia y la pobreza están entre los mayores riesgos para las especies.
Negar a las familias pobres el acceso a una confiable y barata electricidad es
un crimen contra la humanidad.
La agenda de Río+20
sobre biodiversidad y sustentabilidad significa una reducción artificial de la
energía y el desarrollo económico. Significa recursos racionados, pobreza
sostenida y enfermedad, y una insostenible desigualdad, resentimiento,
conflicto y presión sobre la vida silvestre y sus hábitats.
Puesto de manera
simple, el 99% de los humanos y las especies del reino silvestre son mal
servidos por el 0,1% de las élites ecologistas y los burócratas de la ONU reunidos en Brasil,
pretendiendo hablar en nombre de la humanidad y el planeta.
Nuestro Creador nos
ha otorgado un mundo rico en recursos, y todavía más rico en gente inteligente,
trabajadora y creativa, que pujan por mejorar sus vidas y ser mejores
administradores de nuestras tierras, recursos y vida silvestre. Los obstáculos
más grandes para lograr estos sueños son las falsas ideologías, agendas
antidesarrollo y regulaciones sofocantes que son promovidas en la Cumbre Río +20.
So logramos eliminar
estos obstáculos, el mundo gozará de un renacimiento de la libertad y las
oportunidades, poblaciones voluntariamente estables, y vastamente mejorados
estados de salud, bienestar y justicia para miles de millones. Además traeremos
mucha más seguridad a las multitudinarias maravillas de escenarios silvestres y
paisajísticos de la Tierra ,
y a las especies de plantas y animales.
Eso sería una enorme
ganancia para nuestro planeta y la gente.
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Paul Driessen es un
asesor Senior del Comité para un Mañana Constructivo (CFAC) en Washington, y
autor del libro “Ecoimperialismo: Poder Verde; Muerte Negra. David Rothbart
sirve como presidente de CFACT.
Por: Eduardo Ferreyra
Presidente de FAEC
Estrucplan, 29-6-12