Ernesto Milá
Minuto Digital,
1-9-14
En 2008, cuando
empezó la crisis, el conocido economista Niño Becerra, auguró que en unos pocos
años las drogas, y concretamente la marihuana, se legalizaría para evitar que
la gente fuera consciente de lo que se le veía encima y los 426 euros les
dieran para vivir en casa de sus padres, en un local ocupado o en una casa de
alquiler solidario consumiendo su dosis cotidiana de marihuana o similar. Eso
o, antes o después, algunos jóvenes se rebelarían. Nadie se rebela y lucha con
el cerebro ralentizado por los efectos de la marihuana. Todo inducía a pensar
que iba a ser José Luis Rodríguez Zapatero quien se iba a encargar de esta
tarea y, sin embargo, ha sido el líder de la derecha quien nos lo ha traído.
ZP, a fin de cuentas, solamente entreabrió las puertas a la legalización de las
drogas, Rajoy las ha abierto de par en par.
No es que Niño
Becerra fuera un vidente al estilo de la “bruja Lola” o similares, es que se
trata de alguien que une, a su tarea docente que le permita estar en contacto
con sectores juveniles de la sociedad, el sentido común y la lectura de las
tendencias promovidas desde la
UNESCO y demás foros internacionales en los que se
atrincheran los “reformadores sociales” de nuestro tiempo.
Con la UNESCO de fondo
Siempre hemos dicho
que el programa con el que gobernó Zapatero parecía inédito en España; en
realidad no lo era para quién leía mensualmente El Correo de la UNESCO y estaba pendiente
de las resoluciones de este organismo internacional. De hecho, en los últimos
años, las manifestaciones de apoyo a la legalización de la marihuana se hacen
siempre utilizando la excusa de los “derechos culturales” que establece la UNESCO y, entre ellos, el “derecho
a ser visibles, tener una cultura propia e independiente”. Sin olvidar que el
médico uruguayo Luis Yarzábal, director del Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior
en América Latina y el Caribe (IesalC/Unesco) fue el encargado de realizar el
estudio previo que llevó a la legalización de la marihuana en Uruguay.
Desde 1983, la
legalización de la marihuana ha estado presente en los programas de izquierda.
Fue precisamente en las elecciones de septiembre de ese año, cuando el PSOE
incluyó en su programa la “despenalización de las drogas” (consumir droga no
sería delito, el delito sería traficar con ella) que se calcula que aportó
entre 1.500.000 y 3.000.000 de votos a Felipe González para obtener su primera
mayoría absoluta. El resultado fue que dos años después, en las calles de todo
España, apareció la primera gran epidemia de heroína, liquidada diez años
después con la desaparición física de la mayoría de los toxicómanos.
¿Son peligrosas?
Pero en los años 80 y
90, salvo algunos intelectuales de poca solvencia y en ambientes “artísticos”,
cuando se aludía a “legalización de la droga” se estaba aludiendo,
especialmente, a la marihuana. La heroína quedaba fuera de todo esto al ser
evidente y visible su peligrosidad. Poco a poco, casi sin darnos cuenta,
mientras aumentaba la presión sobre los fumadores de tabaco, disminuía,
paralelamente, la censura social sobre los fumadores de haschisch o marihuana.
Otro tanto le tocó a la cocaína que en los años ochenta adquirió fama de ser
una droga “de élites” y que se benefició entonces de cierta permisividad
social. En el momento de escribir estas líneas, los especialistas en lucha
contra la droga son ya perfectamente conscientes de la capacidad adictiva de la
cocaína y de su rapidez en el deterioro de las redes neuronales y en la
generación de accidentes cerebro-vasculares. ¿Y la marihuana?
Las variedades que se
cultivaban en los años sesenta, cuando la marihuana acompañó de manera
inseparable al fenómeno hippy, tenían un principio activo en cantidades mucho
menores (hasta quince veces) que las cultivadas en la actualidad. En los
inicios del milenio todavía era raro que alguien ingresara en un centro médico
intoxicado por el consumo de marihuana. Tan sólo se habían producido algunos
problemas entre jóvenes que habían decidido realizar “pasteles de marihuana” y
no habían medido las cantidades. Sin embargo en los últimos años han empezado a
aparecer consumidores de marihuana aquejados de “psicosis cannábica”. Esto se
debe a las técnicas de selección de semillas que tienen como objetivo el
conseguir siempre variedades con un principio activo más potente. La marihuana
que se fumaba hace treinta años era mucho más “tolerable” para el organismo que
la que se fuma en la actualidad.
Cultivo in-door
Es cierto que las
fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado siguen realizando una tarea de
represión contra el tráfico de drogas que, de tanto en tanto, logra algunos
éxitos. Pero no hay que olvidar que en Marruecos, el cultivo de cannabis se
realiza legalmente en el Valle del Rif, en donde 100.000 hectáreas están
dedicadas a esta actividad, gracias a un fuero concedido por Mohamed V a sus
habitantes. Aquel fuero establecía que se podía cultivar esta droga en el Rif
para consumo de sus habitantes… pero los rumores sobre la protección de la que
gozan algunos narcotraficantes desde el Majzén (lo que aquí en Europa
equivaldría a la “corte”) han sido insistentes especialmente en estos últimos
veinte años. La sensación que da es que anualmente se realizan en España una
serie de decomisos de droga perfectamente calculados (de la misma forma que se
capturan 1/3 parte de los envíos de tabaco ilegal y se permite que 2/3 lleguen
a los consumidores), pero que no se intenta, por todos los medios, cortar el
cordón umbilical que une el narcotráfico marroquí con los consumidores
europeos.
A esta negligencia
hay que sumar el hecho de que los consumidores habituales, especialmente
aquellos que figuran entre los que tienen menos capacidad adquisitiva, tienden
a mantener ellos mismos sus propios cultivos de marihuana. En ocasiones ya no
se trata de la maceta de “maría” colgada en el balcón, sino de cultivos
perfectamente industrializados y que cuentan con todos los recursos y el
asesoramiento técnicos. No en vano, en España, en estos momentos se realizan
más de una veintena de “copas y ferias cannabicas” algunas de las cuales, como
la que tiene lugar en Barcelona, no tienen nada que envidiar a los grandes
eventos y ferias internacionales.
De todos estos
eventos, sin duda, el Spannabis de Barcelona (subtitulado “feria del cáñamo y
tecnologías alternativas”), que va ya por la onceava edición es el más popular.
Celebrado este año entre el 14 y el 16 de marzo en la Feria de Cornellá, registró
30.000 visitas que pagaron religiosamente 15 € por día o bien un forfait de 25
€. Un buen negocio, en cualquier caso, al que asistieron más de un centenar de
empresas dedicadas a todo lo relativo al cultivo “in door” (en casa) de la
marihuana. La feria homóloga celebrada en Málaga (el Spannabis, Málaga 2014)
celebrada del 9 al 11 de mayo, fue visitada por 10.000 consumidores. El
Expogrow 2014 de Irún recibió a unos 15.000 visitantes, muchos de ellos
franceses, mientras que el Expocannabis Madrid va por su décima edición con una
asistencia de 20.000 consumidores. Cientos de tiendas en todas las ciudades y
pueblos de España, venden productos para el consumidor y para el cultivo casero
de la marihuana. No existe absolutamente ningún control sobre todo esto. Es
frecuente que muchos chicos jóvenes, sin oficio ni beneficio, piensen en hacer
de su “afición”, el consumo del cannabis, un medio de vida y abran pequeños
establecimientos de este tipo, vendiendo bajo mano lo que ellos mismos
cultivan.
200 clubs de cannabis
en las Ramblas
Pero esto no es todo.
Hasta hace poco, Holanda era la meca de todos los fumadores europeos de
cannabis. Allí existían cientos de “clubs de cannabis” en los que se podían
elegir entre distintas variedades. Luego, como se sabe, la marihuana se
legalizó sin restricciones en Uruguay.
Pero, un buen día de
julio de 2014, nos enteramos de que en Barcelona, solamente en las
inmediaciones de las Ramblas, han florecido a partir del otoño pasado,
doscientos “clubs del cannabis”, especialmente destinados a jóvenes turistas
alemanes que llegan a Barcelona en busca de estos locales de la misma forma que
los turistas ingleses aparecen buscando cerveza a bajo precio, drogas de diseño
y balcones a buena altura para poder descalabrarse a gusto.
El hecho de que en
los últimos años, los alquileres de locales en el centro de Barcelona hayan
disminuido hasta un tercio de lo que valían hace ocho años, ha favorecido la
implantación de esta industria, además, por supuesto, del visto bueno de las
autoridades barcelonesas decididas a convertir la Ciudad Condal en
rival de Amsterdam en turismo “sólo para colgados”.
Es cierto que existe
toda una literatura (médica en muy pocos casos) que asegura y garantiza que el
consumo de la marihuana es completamente inocuo y que resulta muy difícil que
el consumidor tenga criterio y preparación suficiente como para distinguir
sobre informes “solventes” y las meras defensas cerradas del consumo.
Y a todo esto ¿por
qué hay que rechazar el cannabis?
La marihuana tiende a
relajar el organismo, despreocuparlo de las condiciones reales, sumirlo en una
especie de sopor aparentemente lúcido, más o menos prolongado, dependiendo de
muchos factores personales. Los restos del THC, el principio activo del
cannabis, se depositan especialmente en las partes grasas del organismo
tardando años en ser eliminadas a pesar de que haya cesado el consumo de
cannabis.
No es raro que
quienes tengan a un miembro de la familia que haya comenzado a consumir
cannabis, noten en él un cambio de carácter: en realidad, la mejor crítica que
puede realizarse al cannabis es que modifica la personalidad, esto es, la
aliena, hace que dejemos de ser nosotros mismos para ser “otra cosa”, en cuya
ecuación la alteración de la química del cerebro tiene una parte esencial. Esto
para los consumidores moderados; en lo que se refiere a los consumidores
compulsivos, los desórdenes en su cerebro, el dejar de percibir la realidad, la
irrupción de psicosis y neurosis extremas, las paranoias, están,
inevitablemente, al final del camino. Al mismo tiempo que se altera la relación
del consumidor con el entorno de no consumidores.
El hecho de que el
consumo de marihuana esté aceptado socialmente y banalizado, no quiere decir
que no encierre ciertos riesgos, el menor de los cuales es la alienación y el
mayor la psicosis cannábica. Sin olvidar, por supuesto, que si bien la inmensa
mayoría de consumidores de esta droga o bien no la alternan con ninguna otra
droga, o con alcohol (multiplicando así sus efectos), todo consumidor de
heroína, antes ha sido consumidor de cannabis.
La droga como arma
del “sistema”
El hecho de que un
consumidor de cannabis tienda al sopor, a buscar en el porro un refugio ante
situaciones de máxima relajación, y por tanto, en la pasividad en sus
comportamientos cotidianos, hace que se convierta en “poco competitivo” en
relación a jóvenes que no realizan estos consumos y que están siempre más
“despiertos” y alerta. Es difícil disimular que se consume cannabis. Con pocas
frases o, simplemente, observando el “estilo” del interlocutor, se puede
percibir claramente si se está ante un consumidor compulsivo de cannabis.
No es raro que el
“sistema” prefiera una juventud atiborrada de cannabis a una juventud despierta
y que piense por sí misma, en guardia y crítica hacia la época en la que les ha
tocado vivir. De ahí la permisividad de los drow-shops, la absoluta legalidad
de las ferias cannábicas y la absoluta tranquilidad con la que se pueden abrir
“clubs de cannabis” sin ninguna restricción.
Pero esta no es la
única droga que ya ha sido legalizada. Hasta hace poco, los servicios de una
prostituta eran simplemente un desahogo para gentes que, por las razones que
fuera, debían de recurrir a ellos. Sin embargo, en los últimos tiempos, es
frecuente que las páginas en las que se anuncian estos servicios, en una
proporción de un 10% aludan a “fiestas blancas”. Contrariamente a lo que
algunos puede estar tentados de pensar, “fiesta blanca” no indica precisamente
efusión de semen, sino que alude al consumo de cocaína. Existen incluso bases
de datos de servicios de prostitución que incluyen “fiestas blancas”. Están al
alcance de todo el mundo. Las autoridades lo saben, los consumidores tienen al
alcance de la mano a proveedores… No se hace nada contra este nuevo frente de
consumo de drogas. Es más, cuando se intenta “regular la prostitución” aparecen
las “ideas geniales” de multar a los usuarios, pero sin tocar a quienes
publican anuncios que sugieren tráfico de cocaína explícitamente.
Todo esto no es más
que la exteriorización de la decadencia de la sociedad española. Nuestro país
es débil porque nuestra sociedad es extremadamente débil. La “democracia” no ha
aportado valores que sirvan como baluartes defensivos a la penetración de las
drogas y de cualquier otra forma de alienación de la personalidad. La
permisividad hacia el consumo de la marihuana y de la cocaína, son algunos
síntomas de esa debilidad. El sistema educativo, el sistema judicial, el
aparato policial, en buena medida ya han renunciado afrontar este problema. A
fin de cuentas, desde el punto de vista de algunos políticos, es mejor que la
juventud esté tirada sobre un jergón fumando un porro que votando a Podemos o
afiliándose a cualquier partido de la extrema-derecha.
La droga es un arma
del sistema para frenar disidencias especialmente en los sectores juveniles.
Empezar a reconocer esto supone entender por qué ha aparecido esta tendencia a
banalizar el problema y de dónde deriva la permisividad en el consumo y en el
tráfico de ciertas drogas. Otro de los grandes logros del gobierno Rajoy…