Por
Carlos Álvarez Cozzi
La página alertadigital.com informa lo
siguiente:
Thomas ahora es Tammy. Hijo adoptivo de madres
lesbianas, el niño expresó desde los tres años su deseo de ser niña. Sus madres
alegan que cambiar el sexo de joven es mucho mejor para el pequeño que esperar
la edad adulta. Pensar que alguien exprese y lleve a cabo su transexualidad con
sólo 11 años parece extraño. Sin embargo es lo que ocurrió con un niño, ahora
niña, en los EEUU.
Es
que Thomas, el hijo adoptivo de Debra Lobel y Pauline Moreno se encuentra en
proceso de convertirse en una niña, ya que ése fue su deseo desde que tuvo
capacidad de hacerse entender, según aseguran las mujeres de California.
Estas
adoptaron a Thomas cuando tenía dos años, y aunque sus madres siempre quisieron
que fuera una niña aseguran que nunca lo presionaron para que se convierta en
mujer.
De
hecho, una de las primeras cosas que les dijo a los tres años, fue “yo soy una niña”.
Y lo hizo con el lenguaje de signos porque Thomas sufre un defecto en el habla.
No
fue hasta los siete años, después de que Thomas intentase mutilarse sus
genitales, que los psiquiatras le diagnosticaron un trastorno de identidad
sexual. Y el pasado verano comenzó a tomar la hormona que le impedirá
experimentar la pubertad como un varón y por la que no desarrollará voz grave y
vello facial, entre otras características masculinas.
Después
de tres años tomando hormonas, Tammy, que ahora tienen 11 años, va a ser
sometido a una operación quirúrgica para amputarle el pene. Sus madres aseguran
que eso es lo mejor para Tammy y que sólo importa la salud y la felicidad de su
“hija”.
Esta
pareja de lesbianas nos da una lección de cómo se hacen las cosas. La naturaleza,
en su imperfección no permite que dos personas del mismo sexo procreen. Pues se
compra un niño y asunto resuelto. Preferían una niña pero compraron un niño.
¿Si se puede hacer la cosa difícil, por qué hacerla fácil?
Compran,
pues, un niño y empiezan a tratarlo como si fuera una niña. Resultado: al cabo
de un tiempo, el niño termina creyéndose niña. Las madres se derriten de gusto
ante el anuncio de Thomas que ha descubierto que es una niña. A renglón seguido
la empiezan a hormonar para prepararla para el Gran Cambio. Ahora a los 11 años
de edad, las dos mamás le van a regalar una vagina a Thomas, que ya se siente
Tammy. ¡Happy birthday! Fuera ese pene que tanto rechazo causa a sus dos mamás,
tanto que han logrado contagiar a Thomas/Tammy de esa aversión.
Pero
no seamos maledicientes: todo esto se hace para la felicidad y la buena salud
de la criatura, que llegaría a hacerse daño a si misma si no tuviera un órgano
femenino. Obviamente, estamos seguros que el niño, viviendo con dos mamás
lesbianas, habrá tenido todo la comprensión, la información necesaria y el
libre arbitrio para decidir por sí mismo la decisión de someterse a
modificaciones hormonales y a una operación quirúrgica sin vuelta de hoja.
Todos sabemos que a ese temprana edad los niños ya tienen el conocimiento
adecuado para tomar esas decisiones.
Lo
que dudamos es que las dos mamás de Tammy le ha yan informado que según una
encuesta realizada en Gran Bretaña, el 50 % de los transexuales se suicidan
antes de llegar a viejos. Pero eso tal vez lo llegue a saber en primera persona
Tammy dentro de unos años.
Mientras
tanto podemos decir todos a coro: ¡Viva el progreso, vivan las vaginoplastías
para los niños de 11 años adoptadas por madres lesbianas, y viva la sociedad
que se esfuerza para lograr el fin de la civilización!
Que
un niño de tan sólo 11 años pueda determinar su cambio de sexo es un disparate
médico, ético y jurídico por la sencilla razón que no tiene la madurez
suficiente para ello. Es evidente que el modelo de sus madres influyó o mejor
determinó la petición del niño porque se volvió homofóbico y rechaza su órgano
sexual masculino.
Total,
que en vez de someter a siquiatra a las madres lesbianas del niño y analizar la Justicia si no
correspondía quitarle la tenencia sobre el niño, todo se permite en los Estados
Unidos, -inmerso en la dictadura del relativismo laicista, como denunció hace
unos días el Arzobispo de Chicago cardenal George en forma bien valiente,
comparando esta “dictadura” con la islámica-, y finalmente Thomas (Tommy) será
Tammy, cirugía mediante. La construcción de un “monstruo” por parte de sus
madres adoptivas, y todo autorizado por el Estado.
Esto
es ideología de género pura y dura. La misma que se viene imponiendo en varias
legislaciones nacionales por presión del lobby LGTBI. Es la puesta en práctica
de una “reingeniería social antinatural”, alentada y promovida por algunas
conocidas organizaciones internacionales. Si bien es cierto que en algunos
Derechos, como también el uruguayo, existe legislación sobre cambio de sexo
registral, LO QUE LUCE COMO EVIDENTE ES QUE DICHA DETERMINACIÓN DE CAMBIO DE
SEXO NUNCA PUEDE SER ADMITIDA CON 11 AÑOS DE EDAD del paciente.
Lo
que ratifica la presión que ejercieron sus homofóbicas madres sobre el chico.
Nos hace acordar este punto a la reciente ley de eutanasia infantil aprobada en
Bélgica, que da relevancia jurídica vinculante, para una muerte asistida, a la
voluntad de niños.
Así
esta humanidad que quiere vivir como si la moral natural objetiva no existiera
va cayendo, cada vez más, en un despeñadero que las generaciones futuras
sufrirán con más virulencia. Porque la máxima “Dios perdona siempre, el hombre
a veces pero la naturaleza nunca”, cuando se actúa contra ella, se ajusta como
anillo al dedo al caso que comentamos.
Sólo
una reacción ética puede salvar al mundo de este flagelo. Es necesario
reaccionar. Aun estamos a tiempo!!!