Las puertas del
infierno no prevalecerán contra la
Iglesia
Esteban Kriegerisch
OP
25-6-14
Acercándose la
festividad de san Pedro, y viendo cómo avanza el mal en el mundo y en la Iglesia , conviene que
recordemos estas palabras que el Señor le dijera a san Pedro, por las cuales lo
constituyó cabeza visible de la
Iglesia : “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y el poder del Hades no prevalecerá contra ella”.
El Señor promete a su
Iglesia que el infierno no podrá contra ella. El infierno es el error, el
pecado y la muerte. No prevalecerá el error porque la Iglesia siempre profesará
la verdad, ya sea en su Magisterio docente (por eso el Papa cuando habla como
Pastor Universal, sobre fe y costumbres no puede equivocarse), ya sea en su
Magisterio discente (es decir, en la adhesión de los fieles a la verdad, por la
cual la Iglesia
es indefectible). No prevalecerá ni el pecado ni la muerte, porque la Iglesia es prevalentemente
santa, sobre todo en su Cabeza invisible (Jesucristo), en su alma (el Espíritu
Santo), en la fe que profesa, en los medios que posee (los sacramentos) y en
sus miembros más eminentes, que son los bienaventurados del Cielo.
Claro que en la Iglesia estamos nosotros,
los bautizados, que estamos inclinados al error, y que somos pecadores. Es
porque el Señor no ha venido a buscar a los sanos, sino a los enfermos. “Porque
es eterna su misericordia”. Pero, por esto mismo, quiere que prevalezca la
verdad y la gracia, para que podamos sanarnos.
Esto es bueno
recordarlo, por la confusión reinante. Nunca como hoy estuvieron tan al alcance
de todas las enseñanzas de la
Iglesia , y nunca como hoy hubo tanta incertidumbre. Dudas que
han aumentado en el presente Pontificado, por la equivocidad de sus gestos, de
sus palabras y de sus silencios, y de sus mandatos.
Gestos que confunden como
el colocar una pelota sobre el altar de Sana María la Mayor después de las
Jornadas Mundiales de la
Juventud en Brasil; lavarle los pies a mujeres y musulmanes
el Jueves Santo; el recibir la “bendición” del Primado de la Iglesia Anglicana ;
etc. Palabras que confunden como las entrevistas que le han hecho, donde ha
dejado abierta la posibilidad de un “segundo matrimonio”, a semejanza de las
Iglesias ortodoxas, en su vuelta de Brasil a Roma, sin zanjar definitivamente
la cuestión; o admitir la existencia de “ateos de buena voluntad”, como una
“comunista ferviente”, que define como “valiente y honesta”, o teólogos de la
liberación condenados por el Magisterio, a quien define como “creyentes y con un
alto concepto de humanidad”, como le dice en una entrevista a Eugenio Scalfari;
etc.
Silencios cómplices
como el no oponerse claramente al aborto o al matrimonio homosexual cuando así
lo requería la Iglesia
en Brasil, Estados Unidos o Francia; o no condenar la doctrina del “mal menor”
en Brasil, sostenida por el episcopado, el cual le pedía a la presidente un
veto parcial de tan abominable crimen; o en callar la sistemática persecución
de musulmanes a católicos, como el secuestro de las jóvenes en Nigeria por Boko
Haram, los cristianos en Siria, o el caso de Mariam Ishaq en Sudán; etc. E
incluso en sus mandatos, como su deseo, admitido expresamente por él, de
intervenir a los Franciscanos de la Inmaculada por sospecha de no aceptar la
enseñanza de la Iglesia ,
cuando la inmensa mayoría de congregaciones religiosas enseñan doctrinas
abiertamente opuestas a la verdad católica; la aprobación expresa de la
teología heterodoxa del Cardenal Kasper sobre el matrimonio; etc.
Pero la Iglesia es de Dios, no de
los hombres; ni siquiera de la jerarquía de la Iglesia , ni del Papa. Aún
con todas las debilidades y las vacilaciones del Papa, él sigue siendo Pastor
universal, y sigue confirmándonos en la unidad en cuestiones de fe y moral,
cuando habla como Maestro supremo. Esa es la promesa de Cristo a Pedro: la
infalibilidad pontificia, definida solemnemente en el Concilio Vaticano I.
Estamos asistiendo a
un milagro permanente. ¿Dónde está lo extraordinario que san Pío X no se haya
equivocado nunca como Sumo Pontífice? ¡Si él fue un gran santo! Lo más probable
es que nunca se haya equivocado en cuestiones doctrinales ¡en su vida! Lo
extraordinario está en que Papas de carácter débil o equívocos no hayan errado,
o no erren nunca, como Doctores supremos de la fe, como que el Papa Liberio
siempre haya profesado la fe en que Jesucristo es verdadero Dios, a pesar de
haber firmado la deposición de su sede a san Atanasio, el mayor defensor de la Divinidad de Cristo; o
como que el Papa Honorio siempre haya enseñado las dos naturalezas de Cristo, a
pesar de que tuvo algún acercamiento a los monotelitas (que afirmaban que
Cristo tenía sólo voluntad Divina); o que el Papa Pío II haya reprobado el
conciliarismo (la herejía que enseñaba que el concilio tiene más autoridad que
el Papa), a pesar de haberla sostenido él mismo antes de ser Sumo Pontífice.
Dios asistirá al Papa
Francisco, para que no erre en lo esencial, y dará la luz necesaria a su
Iglesia para que no se confunda con sus hechos y palabras equívocos. Porque la Iglesia es de Dios, no
nuestra. Esta es nuestra gran esperanza. Por eso seguimos siendo católicos. Por
eso seguimos unidos a la
Cátedra de Pedro, vínculo de unidad. Porque tenemos la
certeza de que fuera de la
Iglesia no hay salvación.
Fr. Esteban Kriegerisch, op.