Ilya Kotov
Escuchar la frase con
la que se titula este artículo, en ciertas ocasiones me provoca una sensación
áspera y de abundante preocupación. Aún más de impotencia. Para mí, la política es el instrumento
mediante el cual unos manejan la vida -en sentido amplio- de otros, y eso no
puede no importarnos como personas libres, ya que se trata de nuestra libertad,
de nuestra felicidad, de una vida humana, ¡la tuya!
Nadie está obligado a
interesarse en la política. Nadie esta obligado a informarse. Nadie esta
obligado a educarse. Pero la política repercute directamente en nuestras vidas
y es ahí donde debemos preguntarnos que tanto influye en el día a día de cada
uno de nosotros, que tan importante es y debería serlo. Después de todo, las
elecciones son un día cada dos años.
Amigos y conocidos me
han respondido con el título del presente artículo a alguna pregunta sobre
coyuntura social-política del país o de la ciudad. Están en todo su derecho.
Pero lo que sorprende es que sí opinan sobre lo mal que se viaja en transporte
público, sobre los accidentes del Sarmiento, sobre el tránsito en la ciudad,
sobre la gente que te cobra por estacionar en los lugares públicos, sobre como
los K hicieron su fortuna, sobre la inseguridad, sobre el Metrobus, sobre el
aumento de precios, sobre el estado de las veredas, sobre la corrupción, sobre
los trámites burocráticos, sobre la prensa, sobre las inundaciones, en fin,
sobre todos los problemas cotidianos que cada uno puede tener. Pero lo que no
se dan cuenta, es que en todos ellos está la política y de ella dependen.
Estamos a un mes de
las P.A.S.O. y a menos de cuatro meses de las elecciones legislativas. A muchos
no le interesa votar, ni elegir, ni conocer los candidatos, y menos aún saber
lo que proponen. Pero sí les interesa el precio del pan, sí les interesa llegar
a horario a sus casas, sí les interesa conseguir trabajo, si les interesa
llegar a salvo a sus hogares cada día.
La política es el
elemento por medio del cual se organizan, definen, modifican e inventan todos
los problemas y soluciones a las cuestiones -mínimas o no- pero cotidianas de
la gente.
Como ciudadanos, no
debemos entregar un cheque en blanco a nuestros políticos, ya que luego de estas
elecciones, los que elijamos tienen entre cuatro y seis años para cobrar ese
cheque, o endosarlo, ya que muchos no asumirán siquiera su banca. No podemos
quejarnos de la inflación si no nos tomamos “un ratito” para saber cuál es su
causa. No podemos quejarnos de la inseguridad si no conocemos los argumentos de
los que nos gobiernan -si es que los tienen-. No podemos quejarnos del
transporte si no sabemos cuales son los proyectos al respecto en el futuro. O
mejor dicho, podemos quejarnos, pero no pretender un cambio ante nuestro
desinterés.
Es imposible
desentenderse de lo más influye en nuestras vidas -nos guste o no-. Sería un
acto irracional de un ser que se caracteriza por serlo.
La política permite
que unos sean gobernados por otros, y a la persona que esta en el poder, no hay
cosa más conveniente que sus “súbditos” no tengan conocimiento de ella, ni de
lo que hace, ni de lo que corrompe o roba. “Si los pueblos no se ilustran, si
no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que
puede y lo que sabe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de
vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte,
mudar de tiranos, sin destruir la tiranía” decía Mariano Moreno.
Hoy más que nunca
debemos informarnos, saber y conocer a quienes nos estafan y quienes intentan
cambiar la realidad del país para que seamos una gran Nación. Nuestro
desinterés es un crédito para los políticos. Nuestro futuro depende de
nosotros, no de ellos. Nosotros les damos el poder. Ellos dependen de nuestro
voto, no lo regalemos, y como sabemos, elegir sin saber, es votar a ciegas. El
compromiso no debe ser con otros, sino con nosotros mismos.
Informador Público,
12-7-13