NOTICIAS GLOBALES,
Año XVI. Número 1081, 15/13. Gacetilla n° 1196. Buenos Aires, 30 julio 2013
Finalizada la Jornada
Mundial de la Juventud (Río de Janeiro), en rueda de prensa en el avión de
regreso a Roma (28-07-13), el Papa Francisco habló, entre muchos temas, sobre
los homosexuales, haciendo referencia a los textos del Catecismo de la Iglesia
Católica.
El Papa, entre otras
cosas, dijo: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad,
¿quién soy yo para criticarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica
de forma muy bella esto”.
Facilitamos a
nuestros lectores los textos del Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 2357-2359),
a los que se refiere el Santo Padre.
Castidad y
homosexualidad:
2357. La
homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan
una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo.
Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen
psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada
Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1,
24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los
actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la
Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural.
Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad
afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
2358. Un número
apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente
arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la
mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto,
compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de
discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de
Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del
Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359. Las personas
homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí
mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una
amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben
acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.