JUAN GABRIEL
TOKATLIAN
DIRECTOR DEL
DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Y ESTUDIOS INTERNACIONALES DE UTDT
Es habitual que en
los diagnósticos sobre el sistema internacional y las principales amenazas se
identifique una serie de cuestiones críticas: entre otros, que el proceso de
redistribución de poder e influencia de Occidente a Oriente y de Norte a Sur
genera difíciles reacomodos y, eventualmente, puede derivar en pugnacidad; que
la proliferación de armas de destrucción constituye un serio reto en un mundo
en el que 9 países poseen unas 17.000 ojivas nucleares; y que la degradación
ambiental se acelera y que, con ello, aumenta la potencialidad de tremendas
catástrofes y crisis.
Pero a éstos y otros
peligros que se identifican usualmente en el plano de los Estados, habría que
agregar uno que crecientemente es percibido como significativo por la sociedad
civil global: la desigualdad.
En efecto, una
encuesta (Global Attitude Project) de 2013 realizada por el Pew Research Center
en 39 países industrializados, emergentes y subdesarrollados muestra que 53%,
67% y 74%, respectivamente, en dichas naciones considera que la brecha entre
ricos y pobres es un problema muy grave. Esa percepción se ajusta a la
realidad.
En Estados Unidos, la
desigualdad actual se asemeja a la de los años 20 del siglo pasado; el
desmantelamiento del Estado de Bienestar en Europa agudizó las diferencias
socio-económicas; a pesar del auge de China y la India , sus niveles de
desigualdad son inquietantes; y aunque América latina ha conocido una década
promisoria en términos de crecimiento, la región sigue siendo la más desigual del
mundo.
Dos recientes
estudios confirman la alta concentración del ingreso y la riqueza. Según el
World Ultra Wealth Report 2013 que publica el banco UBS, 2.170
multi-billonarios poseen una riqueza de US$ 6.500 billones de dólares; un monto
solo superado por el PBI de EE.UU. o China.
De acuerdo al Global
Wealth Report 2013 del Credit Suisse Group, 1% de la población posee el 46% de
los activos globales y 10% el 86%: el 50% inferior solo tiene el 1% del total
de activos.
A estos estudios se
puede sumar el trabajo de tres investigadores publicado en 2011 por el Swiss
Federal Institute of Technology: según Vitali, Glattfelder y Battiston 147
firmas controlan, vía una red de acciones y relaciones de propiedad, 43.060
corporaciones transnacionales; lo que configura, en sus palabras, el “club de
los ricos”.
Así, la promiscua
desigualdad existente tiende a convertirse en una suerte de “bomba de tiempo”
que, si no se desactiva, fomentará más dualidad económica, mayor resentimiento
social e intensa polarización política.
Preservar el estado
actual de desigualdad en sociedades simultáneamente fragmentadas, movilizadas e
indignadas demandará mucha violencia. Y con ello las condiciones para renovadas
confrontaciones internas y nuevos conflictos internacionales se podrían
acrecentar.
Todo lo cual abre dos
grandes interrogantes: ¿Podrán las democracias contemporáneas localizar a la
igualdad en la agenda pública de cada país?
¿Podrán las
instituciones mundiales ubicar en el centro de sus acciones a la justicia?
Clarín, 12-12-13