Por Héctor GIULIANO
(15.12.2013).
La aparente
tranquilidad de los mercados bursátiles y las noticias periodísticas no se
corresponde con la gravedad objetiva de la situación financiero-fiscal
argentina.
Aclaremos la idea: no
se corresponde a menos que los cambios y las medidas que se están tomando a
nivel de gobierno ya estén predeterminadas y en consonancia con los intereses
del establishment financiero - ligado esencialmente al negocio de la deuda pública
- en cuyo caso sí se explica la tranquilidad citada.
El objeto de este
trabajo es analizar la validez de esta hipótesis, que tiene bases ciertas
aunque hasta ahora no se cuenta con anuncios claros y concretos sobre las
acciones a seguir por parte de la administración Kirchner en esta nueva etapa
suya de gobierno.
CUADRO DE SITUACIÓN.
En las últimas
semanas se ha producido un cambio de clima político en la Argentina : la licencia
de la presidenta, los resultados electorales con el avance del para-oficialismo
Massa y el desistimiento de una posible re-reelección de CFK abrieron un
paréntesis en las tensiones económicas-financieras y políticas en el país.
La reciente crisis
policial y los saqueos producidos días pasados en varias provincias han
introducido un interrogante dentro de este cuadro pero, en principio, se
entiende que la situación pasaría a ser controlada, aunque gracias a
concesiones salariales que empeorarían más todavía el déficit fiscal de la
mayoría de las provincias y también el déficit creciente del Estado
Central.
El relajamiento
relativo del ambiente político, sin embargo, no mejora el cuadro de situación
financiera del Estado Argentino, que sigue tanto o más comprometido que antes
en medio de una nueva Crisis de Deuda Pública: una crisis estructural por
iliquidez y por insolvencia que sigue siempre vigente pero de la que nunca se
habla como tal.
El manejo controlado
de la opinión pública ha venido ayudando mucho en el ocultamiento de la
gravedad de este panorama, lo que es producto - como siempre - de la
colaboración y complicidad conjunta de oficialismo de turno, partidos con mayor
representación parlamentaria y grandes medios de comunicación.
Pero lo concreto es
que este “cambio de clima” no altera ninguno de los problemas básicos o de
fondo que arrastra el gobierno Kirchner y sobre los cuales “alguien” tiene que
“ponerle el cascabel al gato”, es decir, alguien tiene que tomar decisiones
concretas, por lo menos en tres ámbitos prioritarios:
1. Inflación y retraso cambiario, que
están íntimamente relacionados entre sí.
2. Posición de Reservas Netas del Banco
Central (BCRA), que se encuentra en estado de “alerta roja” frente al
desequilibrio de la Balanza
de Pagos y, particularmente, frente al perfil de vencimientos de la Deuda Externa ,
Pública y Privada.
3. Fin de los superávits gemelos – fiscal
y externo - que han pasado a un fuerte déficit creciente del Estado y a una
neutralización del saldo de la
Balanza de Pagos.
Las tres cuestiones
planteadas están directamente vinculadas con la nueva Crisis de Deuda que vive
el país:
- La Inflación aumenta por
emisión de dinero del BCRA para sostener los servicios de la Deuda Pública – vía
Adelantos Transitorios al Tesoro, impresión de billetes para compra de Reservas
y rescate de dinero emitido a través de Lebac/Nobac – y también aumenta por
incapacidad del Gobierno para controlar los aumentos de precios y servicios de la Economía.
- El atraso cambiario relativo se mantiene como intento de “ancla
inflacionaria” pero también – y muy especialmente - como requisito de pago de
los servicios de la deuda externa y (tema conexo tanto o más muy importante
hoy) como garantía de pagos futuros para la contracción de nuevos créditos.
La posición de
reservas internacionales netas ha llegado así al límite de seguridad financiera
del BCRA después de haber utilizado sus divisas en gran escala para el pago de
la deuda externa con terceros – Organismos Multilaterales de Crédito (OMC) y
Acreedores Privados – y de haber permitido salir miles de millones de dólares
al exterior.
Tales son los
problemas concretos básicos derivados del sistema de la Deuda Pública que
las autoridades tienen que afrontar en la actualidad.
Con una
particularidad: que ninguno de estos problemas que afectan hoy al gobierno –
cualesquiera sean los antecedentes o cuestiones de arrastre en cada caso – son
imputables a “herencias” recibidas de otras gestiones sino productos generados
por las políticas de la propia administración Kirchner.
En trabajos anteriores
recientes ya hemos tocado y/o desarrollado la mayoría de estos temas, por lo
que acá sólo nos vamos a limitar a plantear algunas de las novedades que se han
producido hasta la fecha.
I. INFLACIÓN Y
RETRASO CAMBIARIO.
En condiciones
“normales” la devaluación monetaria se traslada al sistema de precios y provoca
inflación, a través de un proceso que se retro-alimenta.
Es más infrecuente,
en cambio, que la inflación conviva con un retraso cambiario, como es el caso
de la Argentina
hoy.
Hasta hace poco
tiempo el ritmo inflacionario en la Argentina – la inflación real, no la oficial del
INDEC - era superior al ritmo devaluatorio, lo que venía provocando una
apreciación real del peso.
Pero en los últimos
tiempos – como hemos explicado - esta tendencia se ha revertido y así hoy el
ritmo de devaluación del peso es superior al de la inflación anualizada
(hablando siempre en términos de la inflación real).
De mantenerse esta
tendencia – al menos en el corto y mediano plazo – el gobierno Kirchner pudiera
estar aspirando a lograr una suerte de nueva “tablita cambiaria” donde el tipo
de cambio nominal se coloque en línea convergente con la inflación real.
Pero - en el caso de
esta supuesta tablita - ¿a qué tipo de cambio nos estamos refiriendo?
Conforme las pocas
noticias disponibles, se deduce que sería el dólar “contado con liquidación”,
que se usa para arbitrar la venta y compra de títulos en dólares en la plaza
local y en el extranjero: venta de bonos dolarizados en Buenos Aires y compra
simultánea de bonos en Nueva York. Un procedimiento que constituye una de las
vías legales más relevantes de salida de divisas.
Para contener y/o
bajar el precio de este dólar implícito por arbitraje las principales agencias
del Estado – caso ANSES, BCRA y BNA – están vendiendo parte de sus títulos
públicos en cartera.
Estas ventas de bonos
significan traspasar Deuda intra-Estado a Deuda con Terceros (un proceso
inverso al que se venía siguiendo hasta ahora con la Política de pagos de la Deuda Externa con
Reservas internacionales del BCRA), desprendiéndose así el gobierno de los
mismos a precios comparativamente baratos.
Esta alternativa no
constituiría una solución en sí misma del problema inflacionario pero pudiera
aspirar a cumplir la finalidad primaria de “estabilizar” el nivel de la
inflación para poder llegar otra vez a un patrón de referencia estable
peso-dólar (independientemente de la no convertibilidad del peso que rige en la
actualidad después de la modificación de la Ley 23.928 y la Carta Orgánica del
BCRA).
Tal nueva paridad, en
los hechos, deviene un requisito indispensable para poder volver a colocar
deuda en el mercado internacional de capitales.
II. ENCERRONA
FINANCIERA FISCAL.
Como lo hemos
destacado muchas veces, el mito del Modelo K – un eslogan de “crecimiento con
inclusión social” – terminó junto con la bonanza de los superávits gemelos:
fiscal y externo.
Hoy, por el
contrario, la Argentina
tiene déficit fiscal creciente y balanza de pagos negativa.
No existen
expectativas confiables de que el gobierno pueda revertir esta situación a
corto plazo:
a) En materia fiscal, las autoridades
vienen desarrollando un plan de ajuste encubierto, que se da más por la vía de
los ingresos – esto es, por aumento de la presión tributaria directa (Nación,
Provincias y Municipios), impuesto inflacionario, retraso de los mínimos no
imponibles e incremento de precios y tarifas de los servicios públicos, con su
alto componente impositivo – que por la vía de reducción del Gasto Público
(caso subsidios y salarios/jubilaciones, por ejemplo); pero los resultados
correctivos son notoriamente insuficientes frente al alto crecimiento de los
gastos – particularmente el pago de los servicios de la deuda pública – que
actúan como determinantes del déficit fiscal.
b) En cuanto al Sector Externo, la Balanza de Pagos presenta
ahora un desequilibrio estructural porque el saldo comercial favorable
(menguado hoy por las importaciones energéticas) se neutraliza y deviene
negativo por efecto de la salida de divisas por servicios de la deuda externa y
por giro de utilidades privadas al exterior, además de las salidas por Turismo
y por la cuenta Capital/Financiera.
Las principales
acciones inmediatas para contener la Inflación – según se deduce de lo adelantado por
el Jefe de Gabinete de Ministros (JGM) Capitanich – serían: 1. Convenio
Gobierno-Empresas para frenar el ritmo de aumento de los Precios de un centenar
de bienes y servicios, 2. Acuerdo con los Sindicatos para que éstos acepten en
las próximas paritarias aumentos de Salarios por debajo de la inflación real,
en línea con una futura inflación esperada más baja, y 3. Desarrollo de
proyectos de obras públicas e infra-estructura con financiamiento externo, para
reactivar la Economía
y el Empleo.
De lograrse estos
acuerdos de base, se confiaría en que la Tablita de convergencia devaluación-inflación
pudiera funcionar, aumentando gradualmente el ritmo devaluatorio sin fuerte
traslado a precios.
Pero este logro es
bastante incierto y tardío ante la actual realidad argentina.
Ciertamente, algunos
sectores empresarios tendrían que contener sus comportamientos especulativos en
el mercado (remarcaciones arbitrarias, cambios de envases, invención de
segundas marcas, desabastecimientos relativos, etc.) pero, sobre todo, los
gremios debieran aceptar niveles de incremento de remuneraciones según
expectativas de inflación y aumentos por productividad.
El sector asalariado
(formal e informal) y también el sector pasivo (jubilados/pensionados), deberían
afrontar así – en lo inmediato - una merma en los ingresos reales, producto de
la citada contención de salarios, del proceso de devaluación de peso superior a
la inflación interna y del aumento en curso de la presión tributaria efectiva.
Esta descompresión de
los ritmos de aumento en los ingresos trataría de frenar la espiral
precios-salarios y pudiera ser presentada como un período “transitorio” de
consensos económicos y sociales a la espera de una contrapartida dada por
incrementos en la
Producción y el Empleo bajo condiciones de relativa
estabilidad de mercado.
Sin embargo, tal
escenario económico es muy difícil de maniobrar políticamente, carece de
resortes gubernamentales propios de verdadera decisión y control, se plantea
bajo condiciones de precaria debilidad política de las autoridades y está
marcado por reacciones tardías e inoperantes.
Teóricamente un
consenso de esta naturaleza sólo pudiera ser posible contando con el apoyo y la
benevolencia de los distintos sectores políticos, empresarios y sindicales
involucrados, pero a ello se contrapone el agravamiento cuasi-insalvable de las
restricciones derivadas de la nueva Crisis de Deuda que arrastra el gobierno
Kirchner.
III. DEUDA Y
RE-ENDEUDAMIENTO.
La nueva crisis de
deuda que vive la Argentina
es consecuencia del fracaso del Megacanje Kirchner-Lavagna del 2005-2010.
Esa reestructuración
de deuda – que fue presentada en su momento (y lo sigue siendo hasta la fecha)
– como un éxito de negociación resultó,
en cambio, un fracaso, como todas las grandes operaciones de canje de títulos
que la precedieron (Megacanje De la Rúa-Cavallo 2001, Plan Brady Menem-Cavallo
1992-1993, Acuerdos de Nueva York Alfonsín-Sourrouille-Brodersohn 1985-1987,
etc.).
Cuando la Argentina amenazaba
entrar nuevamente en cesación de pagos, la administración Kirchner – bajo la
gestión Boudou – apeló primero a la estatización de las AFJP (que es plata de
los jubilados) para poder atender los servicios de la Deuda y luego – sobre la
base del antecedente de pago efectuado al FMI de Enero 2006 y la autorización
análoga dada para con el Club de París en 2008 – pasó a utilizar en gran escala
las reservas internacionales del BCRA con la misma finalidad para el pago de
todas las deudas en moneda extranjera (salvo las que pasaban a formar parte de la Deuda intra-Estado).
Esto llevó a la
conformación de una muy importante Deuda intra-Estado , tan elevada como
impagable, que sirvió para desagotar o descongestionar deuda pública con
terceros – OMC y Acreedores Privados – a costa de la descapitalización del
BCRA, del desfinanciamiento de la
ANSES y del desvío de fondos de sus destinos específicos de
toda una serie de agencias del Estado (BNA, AFIP, FFRE, Lotería, PAMI, etc.).
Como lo venimos
advirtiendo hace tiempo, la política de pago de la deuda externa con reservas
internacionales y de cobertura de vencimientos de la deuda en general con Deuda
intra-Sector Público estaba llegando a su límite de endeudamiento. Y a ese
tope, como era inevitable, ya se ha llegado.
En consecuencia, la
administración Kirchner ha entrado ahora en una nueva etapa de conversión o
“lavado” de deuda – es decir, cambio de obligaciones actuales ilegítimas, irregulares y/o directamente
contraídas sin capacidad de repago, por nuevos pasivos – lo que implica el comienzo
de un cambio o replanteo notable de la política declarada seguida hasta el
presente:
a) Pago de juicios contra el Estado
con títulos públicos (reclamos ante el
CIADI, negociaciones con los Holdouts y acuerdo con Repsol por la expropiación
de las acciones de YPF).
b) Arreglo de la deuda externa con los
países del Club de París, que conlleva la normalización de relaciones con el
FMI (revisiones del artículo IV del Estatuto y modificación de las estadísticas
con el nuevo IPC Nacional).
c) Nuevos paquetes de crédito con OMC:
programas trienales de Estrategia de Asistencia al País del Banco Mundial y del
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) – por unos 3.000 MD cada uno – y más
proyectos con financiación de la Corporación Andina de Fomento (CAF).
d) Paquete de acuerdos con China – en curso
de negociación - para el financiamiento de obras públicas y de infraestructura
por un monto total de 20.000 MD.
e) Utilización de los bonos BAADE –
originalmente habilitados sólo para el Blanqueo de Capitales – como fuente de
endeudamiento general (unos 500 MD).
f) Toma de nueva deuda en Letras de corto
plazo del BCRA (4-6 meses) para obtener adelanto de divisas por parte de
empresas cerealeras (por unos 2.000 MD).
g) Aumento del endeudamiento “lateral” o
indirecto del Estado a través de la toma creciente de préstamos por parte de
Empresas Públicas, Organismos Nacionales y Fondos Fiduciarios (con YPF a la cabeza) , con avales del Tesoro
Nacional.
h) Aumento del endeudamiento “lateral” de
Provincias y Municipios – CABA, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Chaco, etc. –
también con autorización y garantía del Estado Central.
i) Aceleración de las expectativas y
planes de colocación de nuevos bonos del Estado Argentino en el Mercado de
Capitales.
Todos estos pasos
están en línea con la instrumentación de la Hoja de Ruta Boudou, que planteaba la necesidad
de liquidar la cuestión de los holdouts y llegar a un nuevo arreglo con el Club
de París para poder volver al Mercado internacional de Capitales, esto es, para
volver a tomar más Deuda externa (que era, en definitiva, el objetivo del
fracasado Megacanje Kirchner-Lavagna de 2005).
Para acelerar los
pasos en esta dirección se dictó ahora el Decreto 1935, del 28.11.2013, que crea dentro del Ministerio de
Economía (MECON) la llamada Unidad de Reestructuración de la Deuda , que pasa a entender
en todas las renegociaciones de las obligaciones financieras del Estado, y que
estará a cargo del ex ministro Lorenzino
(quien desempeñará esas funciones con carácter “ad honorem”).
No se tiene ninguna
información sobre las gestiones en curso en esta materia porque las negociaciones de deuda son
secretas.
CONCLUSIONES.
En la actualidad, se
habla de la apertura de una etapa de transición hasta el 2015, que es el fin
del mandato CFK; pero ¿qué significa “transición”? o, para decirlo en forma más
simple: ¿transición de dónde a dónde?
Ahora que la
administración Kirchner agotó virtualmente sus recursos extraordinarios vía
Deuda intra-Estado, o sea, traspasando al Sector Público – en sus distintas
agencias - la mayor parte de la deuda impagable.
Ahora que se habría
llegado al límite del vaciamiento de reservas del BCRA, al tope de la
sustracción de fondos de la
ANSES , a la riesgosa acumulación de préstamos del BNA al
Tesoro y al desvío de disponibilidades de caja de las diversas agencias del
Estado.
Ahora que el gobierno
se quedó sin reservas netas y atado a compromisos externos crecientes por
vencimientos de capital, pago de intereses, pago de cupones PBI, indexación de
deudas en pesos, pérdida de juicios y arbitrajes en cadena, etc.
Ahora, siguiendo la
teoría de la “pera madura”, viene la etapa del re-endeudamiento: el gobierno
prepara la vuelta al Mercado de Capitales controlado por los banqueros del Club
de la Deuda Pública
que regresan así dispuestos a recoger el fruto preparado por y durante la
gestión de las actuales autoridades.
Este endeudamiento
implica un nuevo paso dentro de la trampa de Deuda Perpetua donde los
vencimientos se cubren íntegramente con nuevas obligaciones y además se toma
más deuda.
Hoy se ha creado una
falsa imagen de proximidad del fin de mandato presidencial pero todavía faltan
dos largos años de toma de decisiones hasta esa fecha; y la nueva crisis de la Deuda y los desequilibrios
financieros que la misma conlleva (inflación, retraso cambiario, aumento del
gasto público, déficit fiscal, desbalance de pagos, etc.) requieren medidas
correctivas o de ajuste fiscal urgentes donde no se dispone de mucho tiempo
para la toma de esas decisiones oficiales.
Es posible así que,
pese a los discursos exitistas, las declaraciones suficientes y los anuncios
periodísticos aperturistas, al gobierno K se le plantee en realidad un
angustioso período de prueba para “pasar el verano”, afrontando una rápida fase
de replanteos y de cambios en la política y en el discurso que ha llevado hasta
el presente.
Una administración
debilitada es siempre proclive a mayores concesiones y el gobierno Kirchner
parece haber entrado en esa variante, en la
cual el sistema de la
Deuda conduce el “modelo” y cuyos ejemplos paradigmáticos
serían hoy YPF como nueva fuente de endeudamiento público (pasivos heredados
por 9.000 MD, necesidades de financiamiento por 37.000 y pago con bonos de las
acciones de Repsol por unos 5 ó 6.000 MD) y el propio Estado Central con su
vuelta al Mercado de Capitales.
Restaría sólo saber
quién será, en definitiva, el piloto esta “transición” hacia el
re-endeudamiento público: si será la actual administración CFK, controlando la
situación y ofreciendo resultados durante el Verano, o si su fracaso en
controlar la nueva Crisis de Deuda dará lugar anticipadamente a que esta
transición la pilotee otro gobierno. Pero en uno u otro caso, el camino hacia
el re-endeudamiento argentino ya está marcado.-