La planta de tratamiento de líquidos cloacales de
Bajo Grande viene registrando, desde hace tiempo, un preocupante hecho. Se
trata del hallazgo de fetos sin vida, pequeños cuerpos que terminan en el lodo
y que los empleados municipales retiran y entierran en cementerios
imporovisados.
Según se conoció recientemente, en el pozo nivelador
de San Vicente un empleado llegó a sacar 40 cuerpitos en sus 32 años de
trabajo. Por mes, cuatro fetos terminan en estas plantas de procesamiento,
estiman los trabajadores.
Los restos llegan a Bajo Grande después de haber
recorrido varios kilómetros por los conductos cloacales; la única manera de que
arriben a ese lugar es que hayan ingresado al torrente desde las bocas de
registro que están en las calles: desde un inodoro o desde un depósito.
“Nosotros nos metemos y los sacamos. No los podemos
dejar pasar como si nada”, contó un empleado al diario Día a Día, y explicó que
cada vez que aparece uno en los filtros o en las rejas y caen en los
contenedores que se van a la basura lo sacan para enterrarlo en un sector que
bautizaron “el cementerio”.
Día a Día, 29-10-12