De profesión,
cura, 24.10.16
Lo de la formación es de esas cosas que todo el mundo
reclama a la vez que no se tiene tiempo para acudir. No falla. Da igual una
asamblea parroquial, un grupo de Cáritas, catequistas, liturgia o lo que nos
haya podido ocurrir. Lo primero que dice la gente es que necesitan formación.
Perfecto. Organizas unos cursos de formación, invitas a cursos que se estén
impartiendo en la vicaría, en la diócesis. Nadie tiene tiempo para acudir. Pues
vaya…
Lo digo yo y lo dicen mis compañeros. Hace poco me
confesaba uno: tenemos formación en la parroquia, para laicos. No está mal.
Fantástico programa. 25.000 feligreses. 40 agentes de pastoral. Asisten 25, la
mitad señoras mayores, que no tengo nada contra ellas, bendito sea Dios, pero
que un éxito suficientemente medido.
Las escuelas de agentes de pastoral de las vicarías,
no digamos los centros diocesanos, languidecen por falta de alumnos. Los que
más necesidad tienen no pueden asistir apenas (padres y madres de familia,
trabajo, hijo), y los que pueden asistir suelen ser los mismos que llevan
acudiendo a estos cursos año tras año.
En la parroquia nos pasa. Escasísima catequesis de
adultos y cuando hemos programado algún curso de formación vienen los mismos
-mejor casi las mismas- que suelen ser básicamente las señoras que acuden
semanalmente a su grupo de vida ascendente, al rosario, a la adoración al
Santísimo y a toda charla que se les ponga por delante.
Visto lo visto, este año vamos a optar por una
formación on-line que pretendemos llegue a más gente, aunque sea una formación
bastante limitada. Aprovecharemos el mail semanal que llega cada miércoles a
los feligreses, casi novecientas direcciones, y cada semana haremos llegar un
pequeño tema de formación, que pueda verse en apenas unos minutos, que de
tiempo andamos mal, pero que sea capaz de dejar un poso de formación católica
seria.
Ya sé, me dirán, que la gente ni abre los correos.
Pues es cierto. Pero me hago mis cuentas. Si cada semana enviamos novecientos
correos, y la mitad los abren, de momento son cuatrocientas cincuentas
personas. Si el tema de formación lo abre un diez por ciento, tendríamos
cuarenta y cinco semanales, que no estaría nada mal, porque ya no serían las viejecitas
de siempre, que no manejan el ordenador, sino otras personas.
Reverendo, muy optimista es usted. ¿Y si no lo abren
más que diez o quince personas? Pues caramba, diez o quince personas formándose
no es para desdeñar, porque aquí de lo que se trata no es de suprimir lo que
hay en la parroquia: grupos, conferencias, sino de añadir una posibilidad más,
que nos basta sea útil para algunos.
En cualquier caso, lo que quiero decir es que
tendremos que apostar por formación on line como algo habitual. Hoy cualquiera
tiene un teléfono, una tableta, un ordenador para mirar cosas. Pretender volver
a la reunión semanal de la parroquia, con el señor cura párroco, más oído que
los discos de Mecano, parece opción poco atrayente.
Ya les diré si la cosa funciona. Lo que sí digo es que
hay que empezar a pensar con otras claves. En la era digital, la de los
teléfonos inteligentes, las tablets y los relojes psicodélicos, cuando media
humanidad se comunica solo a través de esos medios, va siendo hora de darnos
cuenta de que lo de la parroquia, con la pizarra, la Biblia y el lápiz pasó
hace tiempo a mejor vida. En paz descanse.
Termino diciendo que nuestros centros de formación
deberían ir pensando en cosas de estas. También para sacerdotes, habida cuenta
del éxito de asistencia a la formación. Los tiempos son otros.