DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

SÍNODO SOBREVALUADO

 En la Iglesia hay ante todo una crisis de fe

Sandro MAGISTER
catolicos-on-line, 19-11-15

Es lo que sostiene el cardenal africano Robert Sarah en su libro "Dios o nada" y en la discusión que le siguió. En forma exclusiva aquí el anticipo de una intervención de su autoría, en el próximo número de "L'Homme Nouveau"

En las cuatro páginas abultadas del dossier que la revista católica francesa "L'Homme Nouveau" se dispone a publicar en su próximo número, la palabra "sínodo" no aparece ni siquiera una vez. Mucho menos se encuentra citada la "Relatio finalis" que los padres sinodales han entregado al Papa.

Sin embargo, entre los argumentos tratados en el dossier están los que en el doble sínodo sobre la familia han sido los más controvertidos, desde la homosexualidad a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar.

Y sobre todo, el autor del dossier fue un protagonista de absoluto relieve en el sínodo. Es el cardenal Robert Sarah, de 70 años de edad, guineano, nombrado hace un año por el papa Francisco como prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, es decir, alguien con competencia y autoridad propia respecto a los tres sacramentos que estuvieron en el centro de las discusiones sinodales: el matrimonio, la eucaristía y la penitencia.

¿Por qué, entonces, este silencio?

El cardenal Sarah se hizo conocido en todo el mundo a causa del extraordinario interés que ha suscitado este año su libro titulado "Dios o nada".

Un libro que desde el título pone en la cima, entre las cuestiones vitales de la catolicidad, la crisis de fe que la atraviesa.

Los lectores de este libro han hecho llegar a Sarah muchos comentarios, favorables y contrarios. En el dossier que está por salir publicado en "L'Homme Nouveau" el cardenal responde a un buen número de las objeciones recibidas.

Pero precisamente lo que también revelan estas objeciones ha convencido todavía más al cardenal Sarah que el problema serio de la Iglesia de hoy es justamente el de una crisis de fe.

Una crisis que es anterior a las cuestiones debatidas en el sínodo, porque roza los fundamentos mismos de la fe católica y pone al descubierto un difundido analfabetismo respecto a la enseñanza secular de la Iglesia, presente también entre el clero, es decir, justamente entre los que deberían actuar como guías de los fieles.

Llega a decir el cardenal, a propósito del sacramento de la Eucaristía:

"Toda la Iglesia sostuvo siempre con firmeza que no se puede recibir la comunión si se es consciente que se está en estado de pecado mortal, principio reiterado como definitivo por Juan Pablo II en el año 2003, en su encíclica 'Ecclesia de Eucharistia'", sobre la base de lo decretado por el Concilio de Trento.


E inmediatamente después agrega: "Ni siquiera un Papa puede eximir de esa ley divina".