Buenos Aires
(AICA):30-9-13
En los primeros tres meses de su pontificado,
el papa Francisco se refirió varias veces a la New Age , esa corriente a
la que llamó ¨panteísta¨. El 20 de junio fustigó en una homilía al “dios
cósmico” de la “moda politeísta”, que llega con “la cultura light”. “Ni Jesús
hubiera creído en el dios New Age” de hoy, dijo. “La oración no es magia”,
remató. El doctor Roberto Bosca, autor del libro “New Age, la utopía religiosa
de fin de siglo”, explicó a Claudia Peiró, periodista de Infobae, por qué este
¨autismo espiritual¨ es contrario a la doctrina cristiana.
No es la primera vez
que Francisco se refiere al tema. Ya lo había hecho en la reunión con un grupo
de religiosos chilenos, que trascendió por su referencia a un “lobby gay” en el
Vaticano. Es evidente además que busca retomar la iniciativa para frenar el
avance de estas corrientes. En este marco, el 16 de mayo tuvo lugar en la Casa Santa Marta,
precisamente donde reside el Papa, un encuentro de expertos sobre los Nuevos
Movimientos Religiosos, convocado por el Pontificio Consejo para el Diálogo
Interreligioso. En el centro de las preocupaciones estuvieron el
neopentecostalismo y la New
Age , entre otros.
Todavía no se conocen
las conclusiones de esta reunión, pero es evidente la preocupación del
pontífice por afirmar las verdades del Evangelio y de la doctrina católica de
modo claro y discernible para poner límite a ciertos sincretismos que se
filtraron incluso en algunos ámbitos católicos y a los que considera más
peligrosos que una secta de contornos definidos.
“No se puede definir
a la New Age
como una religión, sino como una corriente de espiritualidad, difusa y bastante
inaprehensible porque toma elementos heterogéneos de diferentes lugares; es
como una constelación, y de ahí la dificultad de identificarla”, dijo Roberto
Bosca, que es profesor de la Universidad Austral.
“Además -agregó-, la New Age no necesariamente
se presenta como tal: adopta distintas formas y nombres, por ejemplo, la
revista “Uno mismo” es una de las más importantes de esta corriente y la mayor
proporción de elementos de New Age no está en los libros o revistas específicos
sino fuera de ellos, podríamos encontrar en cualquier publicación contenidos
New Age”.
-¿Cómo se explica la
expansión y persistencia de este fenómeno?
-Cuando publiqué mi
libro, yo decía que la New Age
era una moda cultural, entonces me preguntaban ¿esto va a pasar? Y yo respondía
que las modas culturales no son de una temporada para la otra como las de la
ropa. Sino que pueden durar años y hasta décadas. Son procesos muy largos.
Hemos visto cómo un fenómeno, que fue creciendo desde los años 60, sobre todo
en círculos intelectuales y expandiéndose en los 80 en los Estados Unidos,
hacia fines de los 90 ya se había difundido a toda la sociedad y lo que vi en
los últimos años es que dejó de ser un asunto de pequeños núcleos para ser
ahora un patrimonio, por llamarlo de algún modo, de toda la sociedad. Lo que
antes era cosa de algunos intelectuales, ahora está en la góndola de los
supermercados. Y la gente lo compra como lo más natural.
-¿Sin saber de qué se
trata?
-Me pasó una vez,
dando una charla, que cuando terminé de explicar qué era la New Age , unas chicas me
dijeron: “yo soy así”, “lo que usted está explicando es cómo soy yo”. Y no
tenían la menor idea de lo que era la New Age. Pero la respiraban porque es algo
vaporoso, que uno no percibe pero que se respira en la cultura, porque la New Age recoge elementos
de culturas ajenas a ella y los integra. La autoayuda, por ejemplo, es un
elemento que existe independientemente de la New Age pero ésta la toma y le da una forma de
espiritualidad, una forma de entender al hombre y su relación con el mundo.
En referencia a la
infiltración de esta corriente en la propia Iglesia Católica, el Papa comentó
hace poco que había sabido de una superiora que alentaba a las hermanas de su
congregación a no rezar en la mañana, sino a darse un baño espiritual en el
cosmos…
Y en una librería católica
yo podría señalar los libros New Age que están allí expuestos, y que algunos
curas y monjas y catequistas usan encantados. En algunos casos hasta hay
retiros espirituales imbuidos de esos elementos. Una vez en una clase definí la
misa como sacrificio y dije que no es una fiesta aunque tenga un aspecto de
celebración. Y al rato una estudiante me pide aclaración diciéndome que era
catequista y que enseñaba eso a los niños.
Y así te podría dar
muchos ejemplos de influencia new age en la catequesis.
-¿Hay también
sincretismo?
-Sí, hoy sucede que
hay personas que van a la iglesia católica pero también participan de ritos
umbanda o creen en la reencarnación. Massimo Introvigne, un experto en estos
temas, habla de una doppia pertenenza: una doble pertenencia: uno no tiene que
dejar de ser católico para ser budista, por ejemplo.
-Pero la Iglesia no lo permite…
-No, claro que no,
pero actualmente estamos viviendo una cultura que es la de la posmodernidad,
sincretista, y eso que hace unos años era impensable, hoy es bastante
frecuente. Se da el caso de que personas que se enamoran de la doctrina budista
no sienten que deban dejar de ser católicos por eso. La Iglesia no acepta eso, no
se puede ser panteísta y católico al mismo tiempo, pero en la cultura
posmoderna caben los círculos cuadrados o sea que la mentalidad actual no tiene
ese principio de no contradicción, vuelve conciliable lo contradictorio.
-¿La New Age es una exaltación
del individualismo?
-Sí, una de las
características de esta corriente que menciono en mi libro es el subjetivismo,
yo lo definía como un autismo espiritual, la New Age la espiritualidad del hombre light,
recoge lo que ya está, puede decirse que es la principal religión porque recoge
la sensibilidad que está en la mentalidad del hombre y la mujer contemporáneos,
la expresa religiosamente, por eso encaja tan bien.
-¿Qué falla en la Iglesia para que esto
penetre tan fácilmente?
-Bueno, viene un poco
del período posconciliar [por el Concilio Vaticano II], ahí empezaron a
aparecer estas cosas y, pese a que en los últimos pontificados, con Juan Pablo
II y Benedicto XVI, hubo esfuerzos por enderezar las cosas y en algunos casos
se hicieron las cosas muy bien, quedó mucho de eso. Hay un documento vaticano
sobre este tema, “Jesucristo, portador de agua viva. Una reflexión cristiana
sobre la New Age ”,
en cuya redacción participó Benedicto incluso antes de ser Papa, en 2003, que
es muy bueno y muy completo. Pero cuando el jardín no está bien cultivado,
crece cualquier yuyo.
-¿Es optimista sobre
lo que pueda hacer Francisco?
-Veo este pontificado
con enorme optimismo, va a tener una serie de consecuencias muy importantes
para la Iglesia ,
para el mundo y para la
Argentina también.
Karma, Zen,
reencarnación… hay de todo en el supermercado de la fe.
En la New Age se encuentra de
todo: espiritismo, reencarnación, astrología, eros tántrico, medicina
alternativa, macrobiótica, yoga, umbanda, Tarot, budismo Zen, ovnis, karma,
cábala, etc.
Su difusión es
facilitada por la expansión de la red global, que permite un vínculo virtual y
light entre grupos con preocupaciones y temas comunes.
Es evidente que
existe una búsqueda de respuestas a inquietudes trascendentales que, en algún
momento, las iglesias tradicionales dejaron de dar. En palabras de Roberto
Bosca, “los conversos de la
New Age parecen preocupados por la búsqueda de lo sagrado,
una búsqueda abandonada por una teología primariamente preocupada por los
problemas seculares, con un cierto descuido por la vida litúrgica y la oración,
lo que ha dado lugar a una búsqueda en otras fuentes”.
En cierto modo, lo
que el papa Francisco dice es que las respuestas a esa búsqueda están en la
doctrina católica, pero, para decirlo, no hace concesiones doctrinarias a la
moda neopanteísta, como se han visto tentados a hacer algunos dentro de la
propia Iglesia.
Pero no todos se
dejan confundir: las declaraciones del músico Bono sobre su fe y su
convencimiento de que la llegada de Jesús pone fin a un mundo regido por el
karma están en la línea exacta de lo que el papa Francisco quiere afirmar
cuando dice que quienes adhieren a estas modas “se saltan la Encarnación ”, es decir
Dios hecho hombre. El llamado papal a ir a las periferias geográficas y
existenciales del mundo, está en las antípodas de la autocontemplación de moda.
El documento vaticano
contra el nuevo gnosticismo
Publicado en el año
2003, es un texto que busca alertar sobre el “narcisismo espiritual” mediante
“una presentación buena y profunda del mensaje cristiano”. El objetivo es
destacar los puntos en los cuales esta espiritualidad contrasta con la fe
católica.
Estas corrientes
surgen en un mundo en el cual “muchas personas oscilan entre certeza e
incerteza” y “miran dentro de sí mismas en búsqueda de sentido y de fuerza”,
volviéndose “incluso hacia instituciones alternativas, en la esperanza de que
puedan satisfacer sus necesidades más profundas”. La New Age resulta “atrayente
sobre todo porque mucho de lo que ofrece satisface aspiraciones, frecuentemente
no satisfechas por las instituciones oficiales”, admite el documento.
Los elementos de este
movimiento “están perfectamente en sintonía con los modelos de consumo de
sociedades en las cuales la diversión y el ocio tienen tanta importancia”.
El documento
considera a esta corriente más engañosa y preocupante que todas las demás
sectas, porque no está realmente organizada para hacer proselitistas y permite
por lo tanto a muchos creer que es posible mezclarlo con el cristianismo.
Al presentar el
documento, en enero de 2003, el cardenal Paul Poupard daba un ejemplo: “La fe
en la resurrección de los muertos es sustituida por la ‘fantaciencia’, con el
contacto con los seres queridos desaparecidos y la existencia de una vida
suspendida entre cielo y tierra”. “Es un fenómeno típico de la cultura
posmoderna, basada en el pensamiento débil, el relativismo ético y el
consumismo”, agregó.
El Vaticano subrayaba
en aquel entonces la dificultad para combatir la New Age , por no ser ésta
ni una religión ni una verdadera filosofía, sino más bien un “conjunto de
creencias y prácticas místico-esotéricas” que se presenta como un “ancla de
salvación para todos los insatisfechos y desilusionados que denuncian la crisis
ecológica, la crisis de la ciencia y la del racionalismo deshumanizante del
mundo occidental”.+