VALENCIA, 03 Feb. 09
/ 02:33 am (ACI).-
El Administrador
Apostólico de Valencia, Cardenal Agustín García-Gasco, recordó que "poner
en obra la Doctrina
Social como lenguaje del amor es la aportación específica del
fiel laico católico" y que la
Iglesia lo anima a proyectarlo en la vida del país.
"El amor es como
un músculo moral. Cuanto más se ejercita, más facilidad se adquiere para seguir
amando", afirmó el Arzobispo Emérito de Valencia en su carta semanal
"La caridad en la vida social", en la que recordó que "la Iglesia anima a que la
presencia del fiel laico en la vida social se caracterice por el servicio,
signo y expresión de la caridad, del amor entre las personas, llamado a
manifestarse en la vida familiar, cultural, laboral, económica o
política".
El Purpurado afirmó
que al ejercer el amor en la vida social, el católico expresa la verdad de su
fe y "la verdad de la
Doctrina Social de la Iglesia , que encuentra su plena realización
cuando se vive concretamente para solucionar los problemas sociales".
En el texto, el
Cardenal explicó que una de las finalidades del Concilio Vaticano II es
"ayudar a todos los hombres de nuestros días" a tener la más clara
percepción de su vocación al amor.
Esta vocación,
indicó, "tiene que expresarse en tres direcciones". "En primer
lugar –explicó–, debe llevar a ajustar mejor el mundo a la superior dignidad
del ser humano", donde se respete su derecho a la vida pues "todo ser
humano es valioso desde su concepción hasta su muerte natural" y por lo
tanto nadie "puede ser legítimamente suprimido para el beneficio de
terceros".
En segundo lugar,
señaló, "el reconocimiento de la vocación del ser humano debe tender a una
fraternidad universal más profundamente arraigada", donde no exista
"indiferencia u hostilidad" hacia los problemas de otras personas por
cuestiones de raza, sexo, nacionalidad o religión. "Si se quiere que se
reconozca la propia dignidad y los propios derechos, el primer paso es estar
dispuesto a reconocer los derechos del otro", señaló.
En tercer lugar,
explicó el Cardenal, el Concilio Vaticano II señala que "el reconocimiento
de la propia vocación lleva a los hombres", impulsados por el amor, a
responder "a las urgentes exigencias de nuestra época".
Finalmente, tras
llamar a los laicos a ejercitar su libertad religiosa en la sociedad, el
Arzobispo señaló que "el mundo actual ofrece a nuestro paso múltiples
oportunidades para que los laicos católicos puedan invertir su originalidad, su
tiempo, sus conocimientos o su experiencia en ejercer el ‘músculo moral del
amor’".