Por José Antonio Riesco
Instituto de Teoría del Estado
En la opinión pública –en sus
intérpretes y voceros-- si gue flotando como una mala sombra la amenaza contra
la libertad de prensa que, en fecha
reciente, lanzó la Sra. Presidente.
Lo hizo propiciando un “tribunal de ética perio dística” para sancionar a los
medios de prensa (directores, redactores y columnistas) que critican sus
medidas de gobierno.
Es bueno advertir que lo que agravia
a la Sra. Presidente
y a su círculo de aplaudidores, no es el déficit de morali dad que pueda
aparecer inserto en el texto de un
artículo o de una noticia. Lo que le molesta, por que es su estilo, se refiere
al ejercicio de la función comunicadora que no responde al dictado de sus asistentes
y funcionarios rentados. Una seudo “raza” de amanuenses del poder de turno que
siempre han revoloteado cerca del sillón de los déspotas
Un profesional de los mecos (medios de comunicación social) el
Dr. Nelson Castro, tuvo la valentía de contes tarle : “La ética en boca de la
Presidente es como la que tuvo Judas”. Por si fuera poco,
al recibir a los deportistas que participaron de la Olimpiada la Sra.
Presidente aludió, con su estilo, a quienes cuestionan su política en el rubro
: “Son perros, por eso ladran..!”,.
Es que el verbalismo descontrolado
de un gobernante, agrediendo al control de la prensa o de la oposición no es
meramente una carencia del lenguaje y de la educación. Es también desconocer y
despreciar el impulso hacia el deber que define al acto moral cuando el sujeto
se decide por el bien y rechaza el mal. Amenazar o insultar en las relaciones
privadas normalmente afecta las buenas mane ras y no trasciende. Quien lo hace
desde la cúpula del poder y extiende el privilegio hacia la impunidad destruye
la idea moral que es connatural a un Estado signado por la justicia y el
respeto humano.
La Ética, bien se dijo (J. Hessen),
es “la ciencia de los valores morales y
de su realización por obra de los
hombres”; su sentido lo da una conducta libre y conscien te del sujeto. Y
está muy discutido si esa libertad es patrimonio únicamente de un acto
individual, pese a que, como es lógico, todo lo humano pasa por un individuo. Algo,
esto, que lo irritaba a Marx en su empeño por legiti mar solamente al “ente
genérico” (el colectivo).
Claro que, también se opina, en la decisión
personal normalmente se hace presente el influjo del medio, donde aquélla se
formó y/o del cual participa existencialmente. Sin dejar de respetar lo que
dicta la Fé , para la Sociología el hombre es
tanto el constructor de la sociedad como ésta es la matriz donde, ante todo por
obra de la familia, aquél se gesta y desarrolla. Por su “apertura al mundo” el
ser humano no se concibe dentro de una esfera cerrada de interioridad
estática: continuamente tiene que externalizarse en actividad” (Berger-Luckmann)
Desde bastante tiempo se planteó la
relación ente uno y otro rubro de la
vida y del pensamiento. “Si el hombre es constitutivamente social, ¿cómo no ha
de serlo su mo ral?” El autor de esta frase agrega : “La ética es, en cuanto tal, personal y social. Lo personal y lo social
son primarios en ella, e inseparables
de ella”. (Aranguren)
Desde éste ángulo que supera el mero
individualismo, tiene pleno sentido reconocer al Estado como expresión activa
de la sociedad, acaso su parte más organizada e influyente, aún en los
regímenes proto-liberales. De ahí que, entre otras motivaciones, al menos en
las democra cias contemporáneas, su ejercicio del mando se justifica por el servicio que preste o pueda prestar al
código de valores que, de modo relevante, se inscribe en la Consti tución. Aún básica,
en ella esta la eticidad del Estado que en su tiempo reclamaba Hegel.
Desde este visor tienen sentido
determinadas requisito rias; por ejemplos :
¿cuál es la regla ética que autoriza al gobernante a usar y abusar de
los recursos públicos para sus campañas electorales..? ¿en qué punto de la
ética se autoriza el saqueo de las cajas previsionales y la confiscación de los ahorros de millones de
jubilados…? ¿en qué ética de la
democracia cabe el “culto a la persona lidad” propio de una autocracia que,
respecto a la Sra. Presidente ,
declaman y practican los ministros y legislado res del oficialismo..? ¿Dónde
inscribir éticamente la expro piación de la empresa Ciccone para encubrir la
participación ilegal del ex ministro Boudoú..?
Volviendo al periodismo, la Sra. Presidente seguramente
cuando hizo sus estudios de derecho no estuvo presente en la clase donde el
profesor explicó el sentido de las limitaciones (jurídicas y morales) que,
respecto a la libertad de prensa, al gobierno le impone el art. 32 de la Consti tución. –
Referencias :
Hessen, Johannes : Tratado de
Filosofía;
Berger-Luckmann : La construcción social de la realidad;
Aranguren,
José Luis : Ética y Política;