«Lo que la Iglesia enseña sobre anticoncepción no es
una materia sobre la que los teólogos puedan discutir libremente», dijo el Papa
Juan Pablo II en 1987. «Enseñar lo contrario es equivalente a inducir a error a
la conciencia moral de los esposos».
Estas son las palabras del Papa Juan Pablo II, en un
discurso dirigido a una reunión de estudio sobre la procreación responsable,
traducido al inglés por primera vez por LifeSiteNews y al español por
InfoCatólica.
En el mensaje, el Santo Padre también alertó contra
«muchos» que piensan que «la enseñanza cristiana, aunque verdadera, es sin
embargo irrealizable, al menos en algunas circunstancias». Dijo que la
Tradición de la Iglesia ha enseñado siempre que Dios no manda imposibles y que
Él le da al hombre la gracia necesaria para cumplir sus mandamientos.
Juan Pablo II dijo además que la «más grave»
dificultad que hallamos en la formación de matrimonios para que vivan durante
toda su vida la plenitud del amor esponsal radica en las «voces» de dentro de
la Iglesia «que cuestionan la verdad de la enseñanza de la Iglesia». Dicha
enseñanza, dijo, fue expuesta con gran contundencia por el Vaticano II, en la
encíclica Humanae Vitae y en la exhortación apostólica Familiaris Consortio.
El texto redescubierto -publicado entero más abajo-,
sale a la luz al mismo tiempo que un miembro de la Pontificia Academia para la
Vida, nombrado por el Vaticano, ha afirmado, basándose en la exhortación
apostólica Amoris Laetitia, que hay circunstancias que no sólo permiten sino
que incluso «requieren» que los matrimonios usen métodos anticonceptivos
artificiales.
Cuando «los métodos naturales son imposibles o
inviables, se necesitan otras formas de responsabilidad», argumentó el teólogo
moral italiano P. Maurizio Chiodi durante una conferencia que tuvo lugar el 14
de diciembre pasado en la Universidad Pontificia Gregoriana en Roma.
En tales circunstancias, dijo, «un método artificial
para la regulación de los nacimientos podría ser reconocido como un acto de
responsabilidad que se lleva a cabo, no para rechazar radicalmente el regalo de
un niño, sino porque en esas situaciones la responsabilidad llama a la pareja y
la familia a otras formas de bienvenida y hospitalidad».
Como LifeSiteNews informó el 8 de enero, la
intervención del padre Chiodi titulada «Releyendo Humanae Vitae (1968) a la luz
de Amoris Laetitia (2016)», fue parte de una serie de conferencias organizadas
por el departamento de Teología Moral de la Universidad Gregoriana, dirigido
por el jesuita argentino padre Humberto Yañez.
El padre Yañez es conocido por ser cercano al Papa
Francisco. En mayo de 2015, participó en un «sínodo secreto» en la Gregoriana,
durante el cual un grupo de teólogos buscó la forma de influir en el sínodo de
la familia para que se aceptase las uniones de parejas del mismo sexo y para
prescindir del término «intrínsecamente malo».
La charla del padre Chiodi apareció en un lugar
destacado en el diario oficial de los obispos italianos, Avvenire. El texto
estaba precedido por un comentario titulado «Del Papa Montini a Francisco,
desarrollo en la fidelidad». La charla del padre Chiodi había sido redactada,
sin embargo, eliminando la primera sección dedicada a su refutación de las
posiciones expresadas por miembros destacados del Instituto Juan Pablo II en
todo el mundo, en un artículo publicado en First Things durante el Sínodo de la
Familia de 2015.
Tampoco aparecía referencia alguna a la encíclica
Veritatis Splendor (1993), del Papa Juan Pablo II, sobre los fundamentos de la
Teología Moral de la Iglesia. En esta conferencia pública, el padre Chiodi
atribuyó la creciente importancia de la Humanae Vitae a lo largo de los años, a
su inserción en la Familiaris Consortio, nn. 29-34 , pero especialmente, dijo,
«al hecho de que Veritatis Splendor n. 80 incluye la anticoncepción entre los
actos 'intrínsecamente malos'». Justificó en parte su teoría de permitir la
anticoncepción artificial en algunos casos con el hecho de que el Papa
Francisco no hace «referencia explícita» a la anticoncepción como
«intrínsecamente mala» en Amoris Laetitia, añadiendo que «hubiera sido muy
fácil hacerlo así dado que se hace en la Veritatis Splendor».
El padre Chiodi no es la única voz nueva en la
Academia Pontificia para la Vida que expresa públicamente su disconformidad con
la Humanae Vitae y la enseñanza moral de la Iglesia. El National Catholic
Register informó el lunes que otro miembro nuevo, el teólogo moral alemán
Gerhard Höver, propuso en una reflexión sobre Amoris Laetitia publicada en la
web de la Academia, que el término «intrínsecamente malo» es demasiado restrictivo,
ya que no puede responder correctamente a la complejidad de diferentes
situaciones«
El jesuita padre Alain Thomasset, también nuevo
miembro de la Academia desde el año pasado, ha dicho que no cree en la
existencia de dicho término.
En su discurso de 1987, traducido en LifeSiteNews por
primera vez al inglés, el Papa Juan Pablo II dijo que «asegurar que los esposos
vivan su vocación santamente» está entre las preocupaciones pastorales «más
urgentes e importantes» de la Iglesia. Por lo tanto, exhortó a todos aquellos
que estaban implicados en la formación de los matrimonios acerca de la
procreación responsable a «animar a los esposos a seguir los principios morales
inherentes a la ley natural y a una sana conciencia cristiana. Enseñarles a
buscar y a amar la voluntad de Dios. Animarles a respetar y cumplir la sublime
vocación del amor esponsal y del don de la vida».
Para que las enseñanzas del Papa Juan Pablo II no sean
ahogadas por las «voces» presentes en la Iglesia hoy, aquí ofrecemos a nuestros
lectores una traducción de su breve discurso en 1987.
Discurso de Juan Pablo II a los participantes en la
reunión de estudio sobre la procreación responsable
Viernes, 5 de Junio, 1987
Queridos hermanos y hermanas,
Os saludo cordialmente y os agradezco vuestra
presencia, y estoy muy complacido con el «Centro de estudios e investigación
para la regulación natural de la fertilidad» de la Facultad de Medicina de la
Universidad católica del Sagrado Corazón, por haber promovido una reunión de
estudio sobre materias relacionadas con la procreación responsable.
Vuestro compromiso se inscribe dentro de la misión de
la Iglesia y participa de ella en razón a una preocupación pastoral que está
entre las más urgentes e importantes. Se trata de asegurar que los esposos
vivan su matrimonio santamente. Les ofrecéis ayuda en su camino hacia la
santidad, mediante la completa realización de su vocación conyugal.
Es bien sabido que a menudo, como también se puso al
descubierto en el Concilio Vaticano II, una de las principales angustias a la
que los esposos hacen frente, la constituye la dificultad de conocer el valor
ético de la procreación responsable en su vida conyugal. El mismo Concilio
fundamenta una solución legítima a este problema en la certeza de que no puede
haber contradicción entre la ley divina concerniente a la transmisión de la
vida humana y el verdadero amor conyugal (cf. Gaudium et Spes, 2). Hablar de
«conflicto de valores o bienes» y de la necesidad de «equilibrarlos», eligiendo
unos y rechazando otros, no es moralmente correcto y sólo genera confusión en
la conciencia de los esposos. La gracia de Cristo proporciona a los esposos la
capacidad real para llevar a término la completa verdad de su amor conyugal.
Queréis dar testimonio concreto de esta posibilidad y así prestar una ayuda
inestimable a los matrimonios: vivir plenamente su comunión conyugal. A pesar
de las dificultades que podáis encontrar, es necesario continuar con vuestra
generosa dedicación.
Los problemas que encontráis son de diferente
naturaleza. El primero, y en cierto sentido el más serio, es que se han oído y
se oyen voces en la comunidad cristiana que cuestionan la verdad de la
enseñanza de la Iglesia. Esta enseñanza fue expuesta con gran énfasis por el
Vaticano II, en la encíclica Humanae Vitae, en la exhortación apostólica
Familiaris Consortio y en la reciente instrucción Donum Vitae. Con respecto a
esto surge una grave responsabilidad: aquellos que se colocan en abierto
contraste con la ley de Dios, auténticamente enseñada por la Iglesia, llevan a
los esposos por el camino equivocado. Lo que la Iglesia enseña acerca de la
anticoncepción no es una materia que los teólogos puedan discutir libremente.
Enseñar lo contrario es equivalente a inducir a error la conciencia moral de
los esposos.
La segunda dificultad la constituye el hecho de que
muchos piensan que la enseñanza cristiana, aunque verdadera, no es viable, al
menos en determinadas circunstancias. Como la Tradición de la Iglesia ha
enseñado siempre, Dios no nos manda nada que sea imposible, sino que cada
mandamiento también lleva aparejada la gracia que ayuda a la libertad humana a
cumplirlo. La oración constante, el recurso frecuente a los sacramentos y el
ejercicio de la castidad conyugal son necesarios. Vuestro compromiso, por lo
tanto, no se debe limitar a enseñar solo un método para controlar la fertilidad
humana. Esta información debe insertarse en el contexto de un plan educativo
completo, que se dirija a la persona de los esposos, considerada en su
integridad. Sin este contexto antropológico lo que proponéis podría ser
malinterpretado. Estáis claramente convencidos de esto, porque siempre habéis
puesto como fundamento para vuestros cursos una correcta reflexión
antropológica y ética.
Hoy más que nunca, el hombre está de nuevo empezando a
sentir la necesidad de la verdad y la recta razón en su experiencia diaria.
Estad siempre preparados para decir sin ambages, la verdad sobre lo bueno y lo
malo con respecto al hombre y a la familia.
Con estos sentimientos deseo animaros a este servicio
de apostolado singular que buscáis realizar en diócesis y en centros de
formación familiar. Educando en la procreación responsable, sepan cómo animar a
los esposos a seguir los principios morales inherentes a la ley natural y a una
sana conciencia cristiana. Enseñadles a buscar y amar la voluntad de Dios.
Animadles a respetar y completar la sublime vocación al amor esponsal y al don
de la vida.
Os bendigo a todos cordialmente y a vuestros seres
queridos y a las iniciativas de vuestro apostolado.
-----------------------------------------
(Life Site News/InfoCatólica), 2-2-18
Traducido para InfoCatólica por Ana María Rodríguez