Reflexión de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La
Plata, en el programa "Claves para un Mundo Mejor" (24 de febrero de
2018)
Aica
Queridos amigos continuo con comentarios que me
inspiran la lectura de los diarios y hoy quería hablarles sobre lo siguiente:
el Gobierno Nacional del Presidente Macri piensa enviar al Congreso de la
Nación, en marzo, el proyecto de reforma del Código Penal. Hay una Comisión que
ha trabajado en esta reforma presidida por el Dr. Mariano Borinsky, camarista
de Casación Penal, y he visto la lista de los otros integrantes de la Comisión
entre los que figuran Carlos Mauricio González Guerra, Pablo Nicolás Turano,
Carlos Alberto Mahiques, Patricia Marcela Llerena, Daniel Erbetta, Víctor María
Vélez, Pablo López Viñals, Guillermo Yacobucci, Fernando Jorge Córdoba,
Patricia Ziffer y un representante del Ministerio de Seguridad y otro del
Ministerio de Desarrollo Social. Parece que el proyecto de reforma ya está
pronto.
Según ha declarado el Dr. Borinsky “este Código
servirá para darle a la sociedad un nuevo contrato social que contenga las
nuevas modalidades delictivas”. Se habla de un “nuevo contrato social” y esto
me hace pensar en el famoso contrato social del período de la “ilustración
francesa”. También se dice que, en cuanto a medidas concretas de orden penal la
libertad condicional no se aplicaría para delitos dolosos cometidos con
violencia entre los cuales están abuso sexual agravado, trata de personas,
desaparición forzada, terrorismo y otros.
Ahora bien se incorporan los delitos de desaparición
forzada de personas de lesa humanidad y de genocidio pero resulta que este
proyecto contiene la despenalización del aborto “en –dice- todos los casos en
que se compruebe que el embarazo fue producto de un abuso sexual”. Ya había
sobre esto legislación y que ahora quede en el Código Penal es algo definitivo.
Resulta que el asesinato de los niños por nacer no tiene nada que ver con la
desaparición forzada de personas, con la lesa humanidad ni con el genocidio.
Todos sabemos que se está cumpliendo, desde hace tiempo, un genocidio
sistemático en los países donde el aborto es no punible”
“ago un razonamiento sencillo, tipo “Doña Rosa”
digamos: ¿qué significa esto? ¿Por qué hay que matar al niño por nacer? Digo
niño por nacer que es la evidencia científica, desde el Jérôme Lejeune, padre
de la genética moderna, en adelante, también antropológico, filosófico. ¿Qué es
el resultado de una fecundación? ¿Es una cosa, un objeto, un animal o es un ser
humano? ¿El embrión es un ser humano o no? Ahí está la cuestión: ¿es una
persona o no? ¿Si no es una persona cuando se convierte en una persona? ¿El
embrión como pasa a ser feto y el feto cuando pasa a ser niño?”
Acá hay evidencias de tipo científico y de sentido
común. Creo que “Doña Rosa” pensaría así: en lugar de matar al niño que es
inocente, que no es culpable por que no matan al culpable que es, en todo caso,
el violador o el abusador. Les aclaro que yo no estoy sosteniendo la pena de
muerte, les pido por favor que no me confundan pero es un razonamiento de
barrio si ustedes quieren: ¿por qué hay que castigar al niño? Porque no se
sostiene, no se acepta, no se quiere reconocer que es una persona humana, que
el fruto de la concepción por más dolosa y criminal que haya sido la
fecundación es una persona humana y no se lo puede castigar, no se lo puede
penar, no se lo puede eliminar. Hay muchas otras maneras de ayudar y estar cercano
afectuosamente y con soluciones concretas sobre todo a las adolescentes que
muchas veces son violadas y quedan embarazadas.
Aquí se juega algo fundamental para el presente y el
futuro de la Argentina. Es penoso que el Gobierno actual canonice en un Código
Penal la despenalización del aborto y creo que nosotros tenemos que opinar
sobre esto. Hay que hablar y sé que es un problema a veces hablar. Sé, me
consta, que hay algunos sacerdotes que piensan que la lucha contra el aborto es
una bandera de la derecha y no es una bandera ni de la derecha, ni del centro
ni de la izquierda, porque no es una cuestión política sino que es una cuestión
filosófica, antropológica, biológica, científica y, además, una cuestión
teológica porque según la Doctrina de la Iglesia el fruto de la concepción, en
el instante siguiente a la concepción, es un ser humano dotado de un alma
inmortal creada inmediatamente por Dios.
Entonces sí hay que luchar contra el aborto, hay que
propagandear que esto no se debe hacer, que esto no se puede admitir al mismo
tiempo que tenemos que ayudar en todo lo posible a aquellas personas que sufren
estas violencias lo cual tiene que ver, como hemos hablado muchas veces con
ustedes con la situación de la familia, con la prematura experiencia sexual de
los adolescentes cada vez más jóvenes, cada vez más chicos, con la difusión de
la pornografía, etc., etc. Todo eso influye, todo eso masajea el bocho y las
consecuencias son estas porque el crimen es una consecuencia de esto. Hasta la
próxima.
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata