¿sería ética la independencia de Cataluña?
Fuente: Religión en Libertad
Una cosa es que los
católicos tengan libertad para opinar sobre distintas formas de organizarse
política y geográficamente. Y otra cosa es aplicarlo a realidades concretas. No
es como elegir un equipo deportivo, asegura la asociación.
Publicamos por su
interés la nota de Enraizados, que huye de las descalificaciones y plantea el
tema desde la doctrina católica.
Principios éticos
para un juicio razonable sobre una posible secesión en España
Con motivo de la
celebración del aniversario del 11 de septiembre parece que toma gran
protagonismo, entre los mismos católicos, la moralidad del independentismo o
como quizás debiera ser llamado del secesionismo, y del secesionismo concreto
en España en los comienzos del siglo XXI.
Algunos autores,
haciendo un uso muy poco riguroso y racional de su discurso, vienen a decir que
el ser independentista o no es una decisión similar a la de quien elige ser
aficionado de un determinado equipo del deporte que le gusta. No debe motivar
su elección en razones morales.
No queremos hacer
aquí un juicio sumario sobre la moralidad de la opción independentista pero sí
indicar que, salvo que queramos caer en este campo social del patriotismo en un
relativismo absoluto y en un voluntarismo total, debemos aceptar que para tomar
postura en un asunto tan delicado que supone romper con siglos de Historia, al
mismo tiempo que presenta graves dificultades prácticas (qué personas deben
decidir; si la decisión se debe tomar a nivel nacional, regional, provincial,
pueblo a pueblo; cada cuanto tiempo debe repetirse la consulta; como se dividen
los bienes hasta ahora comunes; etc.) deben existir algunas pautas morales que
nos sirvan de fundamento para tomar una postura o su contraria.
Y estos principios no
son otros que los que la
Doctrina Social de la Iglesia manifiesta, válidos, por su carácter
racional, para todos los hombres de buena voluntad pero especialmente para los
católicos. El Compendio de la Doctrina Social los resume en Dignidad de la
persona; Bien Común; Subsidiaridad; Participación; Solidaridad; Justicia Social
y destino universal de los bienes. Todos ellos están relacionados de tal forma
que es imposible cumplir uno sin los otros pero tratamos de analizarlos uno a
uno.
a) Dignidad de la
persona: En cada hombre ha de verse la imagen viva de Dios mismo. A la persona
humana pertenece la apertura a la trascendencia: el hombre está abierto al
infinito y a todos los seres creados. Ciertamente y en teoría una Cataluña
independiente podría respetar mejor, igual o peor la Dignidad de sus futuros
nacionales pero no es menos cierto que la secesión tiene el grave riesgo de
crear dentro y fuera de Cataluña graves problemas de convivencia en este
momento de crisis.
b) Bien Común: El
Bien Común es el Conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a
las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de
la propia perfección. Es el criterio fundamental de decisión en la vida social.
Por ello ante una decisión de la envergadura que analizamos ha de afirmarse que
la decisión solo será legítima si la misma conduce a alcanzar el Bien Común de
todos los afectados y aquí son en primer lugar todos los ciudadanos de España,
aparte de posibles consecuencias que pueda haber en otros lugares del planeta.
¿Alguna vez se ha escuchado reclamar la independencia de Cataluña invocando el
bien de todos y cada uno de los españoles? Esto nos debe hacer pensar.
c) Solidaridad: La
solidaridad confiere particular relieve a la intrínseca sociabilidad de la
persona humana, a la igualdad de todos en dignidad y derechos, al camino común
de los hombres y de los pueblos hacia una unidad cada vez más convencida.
¿Conduce la segregación de una parte de España a promover ese camino común que
todos los hombres recorremos? En materia fiscal parece que casi todos aceptan
que quien más tiene más debe pagar. Cuando esto se invoca a nivel individual no
parece haber problemas. Pero cuando es una región la rica parece que compartir
con las más pobres es sinónimo no de solidaridad sino de fomentar el
despilfarro y la holgazanería. Es cierto que estas son tentaciones en las que
se puede incurrir con una política fiscal errónea pero esas objeciones son tan
válidas a nivel individual como colectivo.
d) Subsidiaridad y
participación: Unimos en un solo comentario estos dos principios. En un primer
análisis parece que la subsidiariedad y la participación podrán ser más fáciles
y efectivas en regiones o naciones de menor tamaño que en aquellas de mayor
dimensión. Pero en un análisis más profundo, lo que debemos destacar es que la
subsidiaridad y la participación se basan en permitir a la sociedad desarrollar
sus propios ámbitos de responsabilidad, que la familia como célula básica pueda
elegir libremente la educación de sus hijos y las decisiones fundamentales, y
que los poderes políticos sean subsidiarios interviniendo tan solo cuando la
sociedad no puede valerse por si misma.
El intervencionismo
es por ello una tentación constante del poder, y cuanto más cerca está más
puede intervenir en la vida de los ciudadanos. Lo que en principio podría ser
una ventaja, puede convertirse también en un grave perjuicio de la
subsidiaridad y de la participación. La actual crisis del estado del Bienestar
es un ejemplo palpable de la ineficiencia del intervencionismo.
Además, habría que
enjuiciar qué Gobiernos en España han tratado de crear una sociedad más
uniforme sin respetar las peculiaridades de cada persona, familia, comarca y
región, es decir, juzgar si desde el conjunto de España se respeta mejor la
diversidad de lo que lo hacen algunas Comunidades Autónomas individualmente
consideradas con sus habitantes.
e) Justicia Social y
destino universal de los bienes: Dios ha destinado la tierra y cuanto ella
contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes
creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y
con la compañía de la caridad. ¿Es más fácil cumplir este principio estando unidos
o estallando España en varios trozos?
Finalmente traemos al
final de este comunicado las palabras de Juan Pablo II dirigiendo su reflexión
sobre el problema del independentismo lombardo en 1994 a los católicos
italianos:
"...se trata de
la herencia de la unidad, que, incluso más allá de su específica configuración
política, consolidada a lo largo del siglo XIX, se halla profundamente
arraigada en la conciencia de los italianos que, en virtud de la lengua, de las
vicisitudes históricas y de la misma fe y la misma cultura, siempre se han
sentido miembros de un único pueblo. Esta unidad no se mide por años, sino por
largos siglos de historia... Me refiero especialmente a las tendencias
corporativas y a los peligros de separatismo que, al parecer, están surgiendo
en el país."
"A decir verdad,
en Italia, desde hace mucho tiempo, existe cierta tensión entre el Norte, más
bien rico, y el Sur, más pobre. Pero hoy en día esta tensión resulta más aguda.
Sin embargo, es preciso superar decididamente las tendencias corporativas y los
peligros de separatismo con una actitud honrada de amor al bien de la propia
nación y con comportamientos de solidaridad renovada. Se trata de una
solidaridad que debe vivirse no sólo dentro del país, sino también con respecto
a toda Europa y al tercer mundo".
"El amor a la
propia nación y la solidaridad con la humanidad entera no contradicen el
vínculo del hombre con la región y con la comunidad local, en que ha nacido, y
las obligaciones que tiene hacia ellas. La solidaridad, más bien, pasa a través
de todas las comunidades en que el hombre vive: en primer lugar, la familia, la
comunidad local y regional, la nación, el continente, la humanidad entera: la
solidaridad las anima, vinculándolas entre sí según el principio de subsidiariedad,
que atribuye a cada una de ellas el grado correcto de autonomía"
Asociación
Enraizados, una voz católica en la vida pública www.enraizados.org