Guillermo Cherashny
Cuando su nombre
apareció como futuro CEO de la nueva y confiscada YPF, un alivio generalizado
se hizo sentir en el mundo empresario. Hasta los sectores más moderados
creyeron ver una esperanza en que este gobierno estatista, intervencionista y
hasta sovietizador, designara al frente de YPF a Miguel Galuccio, un
funcionario importante de Integrated Project Manager, unidad Schlumberger, una
de las empresas de servicios petroleros más importantes del mundo. Sin embargo,
a cien días de haber asumido, Galuccio designó como su asesora de comunicación
a la encuestadora Dorotea “Doris” Capurro, fabricante de encuestas truchas y
dueña de la ultracristinista revista Debate, que se hizo muy amiga de la
presidente precisamente gracias a la generosidad de los números de sus
encuestas hechas a medida. Ejemplos sobran, como cuando Capurro aseguró el año
pasado que Daniel Filmus le ganaba la primera vuelta a Mauricio Macri en la
elección para jefe de gobierno.
El desbarranque
En el proceso de
cristinización de Galuccio también hay que contar el decreto 1277 de este año,
que les arrebató a las provincias sus derechos sobre los recursos
hidrocarburíferos. Galuccio se enteró por los diarios de que se había firmado
el decreto y estuvo cerca de renunciar, pero finalmente no lo hizo. El nuevo
titular de YPF finalmente dio el informe de sus cien días de gestión anunciando
espectacularmente posibilidades de inversiones por 34.000 millones de dólares y
un plan B por 23.000 millones de dólares. Pero al final de este informe
escribió la letra chica: que se trataba de proyecciones que pueden no
cumplirse. Lo hizo para cubrirse en caso de ser demandado en el futuro ante la
SEC en Wall Street por inversores que hayan comprado acciones de YPF basándose
en esas proyecciones, que luego no se cumplirían.
También anunció que
parte de las inversiones se iban a financiar con un aumento del precio de la
nafta. Pese a esto, hay señales en sentido contrario. Por ejemplo, la
presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, Rosa Bertone,
aseguró ayer que los precios internos se desligarían del precio internacional.
Y desde el gobierno se dejó trascender que los precios los fijarán entre
Guillermo Moreno y Axel Kicillof. Este último fue nombrado oficialmente en la
conducción de la Comisión de Planificación y Coordinación Estratégica del Plan
Nacional de Inversiones Hidrocarburíferas, cuyas funciones son controlar y
exigir los planes de inversión de las petroleras, revisar su producción, sus
ingresos y su estructura de costos. También podrá aplicar la Ley de Abastecimiento
y fijar el precio de las naftas.
Ante la inminente
caída de las expectativas acerca de su gestión, Galuccio dejó de lado sus
últimos vestigios de seriedad y recurrió a las dotes de Capurro, que le inventó
su propio relato. Es decir, le hizo sacar dos fotos con el titular para África
y Latinoamérica de la petrolera Chevron, Ali Moshiri, y otras con el presidente
de la rusa Gazpron, hablando de eventuales inversiones en el yacimiento de Vaca
Muerta. Una táctica parecida a los anuncios de Hugo Chávez sobre los
yacimientos del Orinoco, en los cuales finalmente no se invirtió un solo dólar.
Así las cosas, Galuccio dejó de ser un mago de los negocios para destacarse
como otro funcionario trucho, apoyado por una presidente que se enorgullece de
sus mentiras.
Informador Público,
5-9-12