POR RICARDO ROA
Por alguna razón que
sólo el Gobierno conoce, siguen siendo secreto de Estado los informes
ambientales sobre la ex Botnia. Se trata, nada más ni nada menos, de saber si
la pastera uruguaya contamina o no . La razón debe ser lo suficientemente
poderosa como para mantenerlos escondidos tanto tiempo.
La sospecha más obvia
es que la Argentina
no logró probar que hay contaminación, como se cansó de denunciar. Otra es que
la contaminación existe pero está de nuestro lado del río , en la orilla
argentina del Uruguay.
El monitoreo de la
planta se hace en forma conjunta desde mayo del año pasado y está a cargo de la Comisión Administradora
del Río Uruguay (CARU), integrada por cinco representantes de cada país. El
examen es mensual y según un modelo muy preciso.
Dos científicos
uruguayos y otros tantos argentinos toman en la ex Botnia muestras de los
efluentes antes de ser volcados al río. Y al día siguiente, repiten la rutina
sobre la desembocadura del Gualeguaychú . Del lado uruguayo actúa la Dinama , la Dirección de Medio
Ambiente y del argentino Sacer, su equivalente en Entre Ríos.
Ambas muestras son
enviadas a un laboratorio canadiense. La Dinama hace su propio análisis y allí salta una
diferencia nada formal: publica cada mes los resultados en su página Web. Puede
consultarse en www.mvotma.gub.uy. La Argentina , en cambio, mutis por el foro.
Desde mayo del 2011
se han hecho 13 análisis: miden la presencia de metales, grasas y aceites,
dioxinas, furanos, sulfuros, sustancias fenólicas, nitratos y amonio. Según
Dinama, “en todos los casos se cumple con la normativa vigente” . O sea, no ha
detectado contaminación alguna. Si esto fuese rigurosamente cierto, aquí habría
una explicación para el silencio del Gobierno argentino.
En el medio, hay
otras dos cosas. Una es un disenso sobre la temperatura máxima aceptada para
los efluentes. Y la siguiente, el tope anual a la producción de celulosa . La
planta está autorizada a fabricar poco más de un millón cien mil toneladas y
con apoyo de Uruguay, quiere subir ese techo a un millón trescientos mil. La Argentina se opone.
Uruguay viene
reclamando que nuestro país levante el secreto que impuso a los informes científicos.
Y el canciller argentino responde con algo parecido a una chicana de ocasión:
que la pastera ya produce por encima de lo permitido .
¿Es el último
episodio de un conflicto absurdo o vendrán otros? Todo pudo haber sido
resuelto, al comienzo, en una mesa técnica. Pero derivó en una fenomenal
crisis: el puente bloqueado cuatro años, la intervención del rey de España y el
Tribunal de La Haya ,
la amenaza de que una mujer bomba iba a inmolarse en la pastera y el presidente
Tabaré preparándose para una eventual guerra.
¿Una fenomenal crisis
o un verdadero dislate?
Clarín, 8-9-12