DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

Plata, mucha plata:

poder político de la caja K y debilidad provincial

Por
Alcadio Oña

Es tanta la desigualdad en el reparto de los recursos tributarios nacionales – claramente entre el gobierno central y las provincias e incluso entre las propias provincias – y tan notorio el manejo discrecional de esos fondos, que en algún momento asomará la presión de los gobernadores para equilibrar la balanza. El instrumento a mano es la reforma a la coparticipación, que según la Constitución de 1994 debía estar vigente en 1997 y marcha hacia una mora de 14 años.

Para empezar, las desigualdades. El Iaraf, un instituto especializado en análisis fiscal, calcula que en 2010 el Tesoro Nacional y la ANSeS se quedaron con el 73 % de los ingresos totales. El resto fue a las provincias, considerando como tal a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Negocio redondo para la caja K, que cosechó casi $ 300.000 millones , mientras las 24 provincias juntas recibieron $ 108.808 millones . Cuentas así de desparejas explican, por sí mismas, varias cosas que funcionan como una maquinaria bien aceitada.

Una es el enorme potencial de gasto del kirchnerismo. Otra, conocida y clave en la estrategia oficial, que la plata da poder, y cuanto más haya, más poder . Y una adicional, del mismo estilo, que los apremios financieros de las provincias las hacen muy dependientes y a menudo las fuerza a negociar en los términos que se les impongan.

Todo básico en el manual de Néstor Kirchner, desde los tiempos cuando gobernaba Santa Cruz. Sintetizado: medios para disciplinar y mandar según ideas y objetivos propios.

Establecido en la época de Domingo Cavallo y la Alianza, el impuesto al cheque hace una contribución grande a la caja K. A partir de entonces, el gobierno central se lleva el 85 % de la recaudación y apenas 15 % las provincias.

La brecha se valorizó con el crecimiento de la economía. El año pasado representó $ 22.852 millones para la Nación y raquíticos $ 4.032 millones para las provincias.

Un aporte aún mayor proviene de las retenciones , especialmente las de la soja, aumentadas sucesivamente hasta que capotó la Resolución 125. Estimaciones privadas cifran en US$ 7.400 millones la recaudación impositiva que, en 2011, saldría del complejo sojero.

En abril de 2009, cuando calentaba el conflicto con el campo y necesitaba apoyos, el Gobierno decidió socializar el 30 % de esos ingresos.

Tampoco concedió demasiado . En números de 2011, la soja le reportaría US$ 5.180 millones y US$ 2.220 millones a todas las provincias.

Es usual, en el discurso oficial, decir que hay otros recursos que van de la Nación al interior: las llamadas transferencias no automáticas, destinadas a financiar gastos corrientes, como los salarios, y obras públicas. Ascendieron a $ 23.000 millones en 2010.

El punto es que no se trata de una distribución pareja. Porque las decisiones sobre a quiénes mucho y a quiénes menos son tomadas en la Casa Rosada.

Igual que el lugar donde serán asentadas las obras. Lisa y llanamente: manejo arbitrario de mucho dinero, funcional a los objetivos de cada momento.

En este jubileo entran gobernadores e intendentes. Pero no de la misma manera: en 2010, Buenos Aires se llevó las palmas; seguida de Córdoba, Chaco y, significativamente, Santa Cruz. San Luis ocupó el penúltimo lugar .

Poder y política, las transferencias discrecionales aumentaron 850 % desde 2003 . Y siempre con un sello común: escalan en los tiempos electorales, como pasó en los comicios de 2009 y pasará ahora.

Las provincias también pierden con la ANSeS . Desde que el sistema fue desfondado por la creación de las AFJP, el organismo absorbe parte de la coparticipación, del IVA, de Ganancias y de varios impuestos más. Parte de lo que a ellas les corresponde Según estimaciones de Iaraf, a raíz de esas quitas las provincias resignaron el año pasado unos $ 28.000 millones.

Dado que el sistema ya es plenamente estatal, los gobernadores también podrían tocar las puertas de la Casa Rosada para recuperar al menos una porción de lo que pierden . Con un argumento extra: la ANSeS ha devenido en una poderosa herramienta financiera del Gobierno en la que ellas tienen arte pero no parte.

Por lo que toca a las disparidades entre las propias provincias, un caso antiguo y notorio es el de Buenos Aires. Aporta alrededor de un tercio a la recaudación nacional completa y ni siquiera recibe el 20 % de la coparticipación.

Otro asoma en el reparto por habitante de los fondos que van al interior. Datos del año pasado cantan $ 10.177 a Tierra del Fuego y $ 7.495 a Santa Cruz. Muy lejos de provincias que jamás podrían ser consideradas ricas: para el caso, los 3.374 de Tucumán y los 3.296 de Misiones.

Sólo la tajada que la Nación toma de la torta habla de una muy desigual distribución de los ingresos, que además de mentarla en otras cuestiones, bien podría aplicársela a ésta. La diferencia es que aquí se trata de plata propia .

Un debate sobre la reforma a la coparticipación federal de impuestos llevará tiempo, porque algunos deberán ceder recursos, empezando por la Nación.

Siempre, el mejor momento para encarar este tipo de discuiones es cuando abundan fondos, o sea, ahora. En el mientras tanto, el poder central seguirá haciendo el juego que más le conviene .

Clarín, 23-4-11