PRETENDE AVASALLAR LIBERTAD DE EXPRESION DE POLITICOS
CRISTIANOS.
Por Carlos
Álvarez Cozzi
El
diario El País de Uruguay (http://www.elpais.com.uy/informacion/ong-laicas-exigen-diputados-evangelistas.html)
da cuenta de una movida de diversas organizaciones que se agravian de un
reciente acto de legisladores y funcionarios electos en las últimas elecciones,
en el que manifestaron su compromiso de respeto de la ley de Dios en su
actuación pública.
Y
ello en el pleno ejercicio de la libertad de expresión que rige
constitucionalmente en el país. Lo
curioso es que las citadas organizaciones que pretenden que los legisladores
cristianos “se retracten” de sus manifestaciones, y que de lo contrario
pedirían sus desafueros, no vimos que nunca hayan cuestionado declaraciones de
fe marxista y prácticas consecuentes de legisladores del Partido Comunista,
MPP, Partido Socialista y otros con representación parlamentaria, que adhieren
a ese pensamiento materialista y ateo. Y que no guardan para su fuero interno
sino, con todo derecho, lo expresan.
En nuestra
modesta opinión la confusión de dichas organizaciones, -que pretenden confinar
el credo al ámbito privado de las conciencias-, en una manifestación de
laicismo decimonónico ya superado, alentando una dicotomía de vida impropia en
cualquier persona pero más grave en un hombre público, cuyo votante debe saber
que cree y por qué actúa su representante en la vida pública, deriva de la
confusión de la sana laicidad con el laicismo, que es una deformación patológica
de aquélla. En nuestra tesis sobre
la materia, publicada en Francia recientemente en una obra colectiva de la Universidad de Burdeos,
titulada “La laicité en Amerique Latine”, analizamos justamente ese punto. En
la laicidad se respeta toda expresión y el Estado no asume ninguna como propia,
mientras que en el laicismo, en lugar de ello, se va a una presunta neutralidad
que en realidad lleva en los hechos al combate de toda expresión trascendente ,
sea metafísica o religiosa, como es el ejemplo del caso que comentamos.
Pero además,
el credo que un legislador cristiano tenga para nada afecta su fidelidad y
respeto a la Constitución
de la República ,
-como afirman erróneamente las organizaciones quejosas-, que por otra parte es
de clara filiación jusnaturalista. Y es por ello que en la misma se expresa que
el Estado no consagra los derechos individuales, los derechos humanos, sino que
los “reconoce”. Con lo cual, admite que le son preexistentes porque derivan de
la naturaleza humana, que obviamente no se auto-creó sino que de alguna forma,
por ello, reconoce fue dada por el Creador.
De manera que
la pretensión que los legisladores y funcionarios electos cristianos, se
“retracten” de sus manifestaciones, no solamente es impertinente sino que ella
misma constituye un acto de intolerancia de los pretendidos “campeones” de la
tolerancia.
La
respuesta de los políticos no se hizo esperar y el diputado del PN por Rivera,
uno de los aludidos, ha expresado claramente que la pretensión es un
“disparate”. La moraleja que dejan estos hechos es que, cuando no se conoce que
es la laicidad, se puede llegar a las aberraciones que comentamos.