Por Carlos Álvarez
Cozzi
Las agencias de noticias nos informaron en el día de
ayer que el tribunal de Châlons-en-Champagne de Francia autorizó a mantener con
vida a Vincent Lambert, el accidentado en 2008 que quedó tetrapléjico. Esta
decisión se comunicó luego de que el Consejo de Estado y Justicia de Francia
rechazaran el pedido de François Lambert, sobrino del paciente, para que se
suspendiera el tratamiento que mantiene alimentado e hidratado a Vincent.
El pasado 5 de junio la Corte Europea de
Derechos Humanos de Estrasburgo se había pronunciado a favor de la eutanasia de
Lambert, que está internado hace 8 años en el hospital de Reims luego de sufrir
un accidente de moto. Sin embargo, en julio la Dra. Daniela Simón,
jefa de los médicos que llevan el caso, no acató la decisión de la CEDH porque “no se cumplían
las condiciones de serenidad y seguridad”.
La agencia ACI da cuenta de la historia del juicio en estos términos:
Desde el año 2013, Rachel,
esposa de Vincent, ha solicitado la eutanasia para su marido. Esta petición fue
apoyada por el Dr. Kariger, que en ese entonces era el jefe de ese caso, y que
consideraba inútil la vida del paciente. Junto a Rachel, Francois y seis de los
ocho hermanos, llevaron este pedido a los tribunales franceses. Sin embargo,
sus tentativas fueron rechazadas en mayo del 2013 y en enero de 2014.
Los padres de Vincent,
Pierre y Viviane Lambert, emprendieron una batalla legal para salvar la vida de
su hijo. En junio presentaron una demanda a la Corte
Europea de
Derechos Humanos, la cual se pronunció a favor de aplicarle la eutanasia al
paciente. Sin embargo, esto no fue acatado por la nueva jefa del equipo médico,
la Dra. Simón.
Además, aceptó que se iniciara un nuevo proceso al paciente.
Marta Albert, profesora de
filosofía del derecho y miembro del observatorio de ética de la Universidad Católica
de Valencia (España), explicó en un artículo que, con respecto la decisión de la Dra. Simón , “no es
posible obligar jurídicamente a un médico a obrar en contra de su criterio
profesional, imponiéndole el de otro médico”.
La catedrática afirmó que la Dra. Simon “sí tiene un
derecho a hacer valer su independencia profesional y moral frente a cualquier
pretensión de convertirle en el mero ejecutor de las decisiones de un colega”.
Se trata de una
decisión histórica, de parte de una autoridad de un Estado parte de la Unión Europea , en sentido
contrario a la adoptada por el Tribunal de Derechos Humanos de la Unión , que fue anterior, y
que amparaba la petición del sobrino del accidentado, que impetraba la
eutanasia de su tío. La decisión francesa fue precedida de una valiente
desobediencia de la médica tratante a cumplir con lo ordenado por el tribunal
de la Unión ,
basada en la objeción de conciencia.
La objeción de
conciencia es un derecho humano reconocido por la gran mayoría de los Derechos
Nacionales, que le ampara a un médico por ejemplo a no practicar actos que sean
contrarios a su ética o convicción profesional, sustentadas en el juramento
hipocrático, para así no practicar abortos o provocar la muerte mediante la
eutanasia.
La misma se
utiliza habitualmente para resistir imperativos legales u órdenes superiores al
profesional tratante, pero en este caso se esgrimió con éxito ante un fallo, del
Tribunal de Derechos Humanos de la Unión
Europea , viniendo luego en auxilio de esa valiente decisión
de la médica tratante que se negó a practicar la eutanasia, las decisiones de
las autoridades francesas en el mismo sentido, contrarias a las que en 2013 y
2014 habían amparado practicar la eutanasia, en este caso a solicitud de la
esposa de Vincent.
Un triunfo de la “cultura
de la vida” y una derrota de la “cultura del descarte” podría ser el lema de
esta historia. Y asimismo, constituye una batalla en la que la conciencia de la
médica debió de hacer frente no sólo a una sentencia, sino a una sentencia y
nada menos que de un tribunal internacional.