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Planta nuclear japonesa que sobrevive al tsunami ofrece claves



Risa Maeda and Tomasz Janowski
Reuters


Cuando el tsunami de 13 metros que destruyó a la central nuclear que Fukushima golpeó a Onagawa en el noreste, cientos de residentes hallaron refugio en la central nuclear local, en lugar de correr en la dirección opuesta.

En Fukushima el tsunami deshabilitó la provisión de energía y con ello al sistema de refrigeración, iniciando el derretimiento del núcleo de los reactores y forzando la evacuación de 80.000 personas en el peor accidente nuclear de los últimos 25 años. En contraste, la plata nuclear Onagawa se apagó con total seguridad y su gimnasio sirvió de refugio durante tres meses para quienes habían quedado sin sus hogares.


NOTA DE EDUARDO FERREYRA: El PEOR accidente nuclear de los últimos 25 –y no provocó NINGÚN MUERTO. Prueba fehaciente de que las centrales nucleares, aun las antiguas como Fukushima, son muy seguras contra accidentes provocados por terremotos y otros riesgos calculados e incluidos en el diseño de las plantas.


“En esos momentos no había lugar más seguro que la central nuclear,” dijo Hisashi Kimura, 57, que perdió su hogar en Tsukahama, una pequeña comunidad en los aledaños de Onagawa, apenas a un kilómetro de la planta, y que ahora vive en un alojamiento temporario.

Onagawa puede servir ahora como una carta de triunfo para el lobby nuclear –un ejemplo de que es posible para las centrales nucleares resistir hasta los golpes más fuertes y retener la confianza de la gente.

Un diseño más reciente, la ubicación de la planta en un terraplén elevado a cerca de 14 metros sobre el nivel del mar, un poco de suerte y de gestión en contacto con la comunidad local hizo una gran diferencia. El terremoto golpeó a cuatro de las cinco líneas de alimentación externa, pero el resto de la línea ayudó a enviar a sus tres reactores a una parada fría en el término de 10 horas.

Lo más importante es que la planta de Onagawa se mantuvo fuera de alcance del tsunami gracias a la previsión de un ejecutivo en el pasado, el operador, Tohoku Electric Power Co, que insistió en la construcción de la planta en un talud mucho más alto que el que se había considerado necesario. La planta no sólo sobrevivió al impacto de la magnitud 9.0 del terremoto y el tsunami resultante, sino que el operador parece haber evitado el tipo de reacción negativa del público que ha perseguido al propietario de la planta Fukushima, la Tokyo Electric Power Co. la electricidad de Japón es suministrada por 10 servicios públicos regionales, nueve de los cuales operan reactores nucleares.


Confianza del Público

El debate sobre el futuro de la energía nuclear en un país propenso a los terremotos se ha centrado en lo que salió mal –y muchas cosas salieron mal– poniendo a los defensores de la energía nuclear a la defensiva.

Los expertos en seguridad nuclear deben reunirse esta semana en Onagawa para estudiar su experiencia para mejorar las directrices de seguridad del organismo nacional de control atómico. Al igual que muchas comunidades de todo Japón, Onagawa ha vivido con la energía nuclear durante décadas, beneficiándose de subsidios, empleos, carreteras y otras infraestructuras construidas para servir a la planta.

Pero a diferencia de muchas otras áreas, donde el accidente de Fukushima cambió radicalmente a la opinión pública sobre la seguridad y riesgos, manteniendo a 44 de 54 reactores de Japón fuera de servicio, Tohoku Electric parece haber conservado gran parte de la buena voluntad existente antes del desastre.

Los eventos del 11 de marzo y sus consecuencias inmediatas pueden explicar con amplitud lo sucedido. Cuando se produjo el tsunami, muchos de los residentes buscaron refugio en un templo en una colina, mirando cómo sus seres queridos y las casas eran barridas por el tsunami. Con las carreteras bloqueadas por los escombros, ellos escaparon luego por el bosque a un centro comunitario ubicado a unos 20 metros sobre el nivel del mar.

Allá fue que los funcionarios de la planta los encontraron –congelándose- en la mañana del 12 de marzo, y ofrecieron ubicar a los más ancianos y a las familias con niños en el gimnasio de la planta, donde había disponible abundante electricidad, alimentos y agua.

“Nuestra única preocupación era el riesgo de radiación. Yo pensaba que tendría color que nosotros pudiésemos ver,” dijo Kimura, recordando cómo más de 300 evacuados en el gimnasio observaban en la TV explosiones en la planta Fukushima Daiichi, a unos 120 kilómetros de distancia. Cuando los funcionarios del la Tohoku Eletric les dijeron que el gimnasio era seguro refugio contra la radiación, los evacuados les creyeron.

“Un ómnibus de nuestra compañía de electricidad vino a buscarnos el 13 de marzo,” dijo Tadashi Ohtomo, 70, que inicialmente había estado en el gimnasio de una escuela primaria en una colina cerca de la planta. “Ellos nos hicieron el ofrecimiento muy gentilmente y dijeron: 'Por favor', de modo que pensamos que allí estaríamos seguros.” Una ama de casa de la misma área, Katsumi Watanabe, 66, continuó: “Ellos no nos habrían dejado ingresar allí si en la planta habría algo malo.”

Para la Tohoku Electric, llevar evacuados allí podría haber resultado contraproducente si hubiese existido una fuga de radiación, o si la gente se hubiese sentido insegura. “Una persona a cargo podría haber pensado en el riesgo de rumores que podrían haber dañado la reputación de la planta,” dijo Shoki Abe, 62, la cabeza del grupo de granjeros en Tsukahama. Pero ellos aceptaron el riesgo y proveyeron refugio y más todavía.

La esposa de Ohtomo, Kazuko, recuerda cómo el operador de la planta preparó mantas y ropa interior, alquiló que llevaba provisiones para que transportasen a la hija embarazada de Watanabe hasta la ciudad más cercana, Sendai, donde ella dio a luz.

La buena voluntad podría recompensar cuando se refiere a decidir si se van a reiniciar a los reactores. Abe dice que está advertido de la clase de impacto de una crisis tipo Fukushima le causaría a la industria pesquera de Onagawa de 5000 millones de Yens ($65 millones de dólares) anuales pero sin embargo está haciendo fuerza para que los reactores vuelvan a encenderse.

“Le estoy diciendo a la gente que la Tohoku Electric es un guardián de la economía de la región,” dijo, notando que la electricidad fue crítica para depósitos y fábricas de alimentos procesados. Desarrollar energía solar o eólica como alternativas, dijo, sería demasiado caro. El operador tiene que decidir aun si construirá primero una pared de 3 metros por encima del terraplén como una defensa extra contra tsunamis antes de pedir autorización para reencender los reactores.

A muchos residentes les gustaría esperar por esa protección extra, pero algunos –preocupados por el impacto de un cierre prolongado de la economía local- dicen que el reencendido no debería esperar.

“Creo que es mejor que la planta esté funcionando mientras se construye la pared contra tunamis,” dijo Ohtomo. “Si, y cuando haya una crisis, podemos superarla con toda nuestra voluntad. No tenemos que preocuparnos antes de tiempo.”

Sin embargo, Fukushima cambió la percepción del público también aquí, por lo menos en un aspecto: la suerte de los residuos nucleares después de la crisis destacó la manera en que el almacenamiento seguro del combustible gastado impone un gran desafío de seguridad y ambiental.

Yutaka Abe, un funcionario de Onagawa a cargo de las relaciones públicas de la energía nuclear, dijo que los residentes querían saber que sucedería con el combustible quemado. “Esa es una pregunta que yo no sé responder,” dijo Abe, 40, que sobrevivió al tsunami cerca del centro de la ciudad. “El gobierno ha tratado de no hablar acerca de un repositorio final o el reciclado del combustible nuclear. Espero que ellos dejen de posponer la decisión sobre este asunto.”


Fuente: Mitos y Fraudes, 27-10-11