Por Alcadio Oña
Hace tiempo que en el kirchnerismo nadie llama yuyito a la soja. Nunca lo fue. Es, eso sí, el pilar que sostiene el superávit comercial, una poderosa fuente de divisas y otra de ingresos fiscales .
No es el caso glorificar a la soja. Simplemente, datos de la realidad.
El Iaraf, un instituto especializado en el análisis de las cuentas públicas, estima que este año el complejo sojero dejará exportaciones por US$ 21.000 millones, duplicando largamente al superávit comercial completo. Casi tanto, o tanto, como uno de los agujeros que enfrenta la economía: la fuga de capitales, que en entre enero y septiembre rondó los US$ 18.500 millones. Puesto de otra manera, sin la soja habría un fuerte cuello de botella en el sistema cambiario .
Entre 2005 y 2011, las ventas al exterior de soja y derivados sumarán unos US$ 100.000 millones. Envidiable en cualquier gobierno.
Gracias a las retenciones, en 2012 el Fisco cosechará US$ 7.400 millones. Eso equivale a un mes de recaudación impositiva : así de grande es su aporte a los recursos públicos.
Nada casual resulta, entonces, la atención que se le presta al bajón del 17 % que el precio acusó en septiembre. Según un informe del Banco Ciudad, por cada 10% se pierden US$ 1.800 millones en exportaciones.
Con este escenario, la mirada vira hacia la próxima cosecha. Si se prefiere, al hecho de que la producción pueda compensar el retroceso de los precios, aun cuando todavía estén un 25% por arriba de los que existían para la misma época del año pasado (ver pág. 14 ).
Luce evidente que sin la super soja la economía argentina sería otra y, también, la enorme dependencia de un solo producto . Una ultrasojización que, acompañada por la falta de políticas y hasta por culpa de ellas, ha desplazado a otras actividades del campo.
Aun existe, de todos modos, una oportunidad histórica en la demanda mundial de alimentos. Esto es, la posibilidad de aprovecharla para avanzar en el desarrollo de otros sectores o, seriamente, en la reindustrialización pendiente.
Hay tiempo, pero no de sobra .
Clarín, 3-10-11