explicadas desde
la bioética
INFOVATICANA 11 Marzo, 2017
El Centro Nacional Católico de Bioética de Estados
Unidos, fundado en 1972 con el objetivo de llevar a cabo la investigación,
ofrecer consultas y publicar artículos educativos para elevar la dignidad
humana en el cuidado de la salud y las ciencias de la vida, expone seis ideas
sobre la llamada “disforia de género” y las “operaciones de cambio sexo”.
El informe, recogido por Religión en Libertad, resume
en seis apartados las claves de ambas cuestiones desde un punto de vista moral
y ético. Los profesionales explican en qué consisten las operaciones de “cambio
de sexo”, por qué es algo inmoral o cual es la diferencia entre sexo y género.
Pero antes, para comprender el absurdo al que ha
llegado el colectivo LGTB, les invito a que vean este vídeo en el que un
transexual, sin argumentos científicos reales, defiende que los transexuales
que nacieron hombres, “nunca fueron hombres biológicamente”.
Los miembros del Centro Nacional Católico de Bioética
de Estados Unidos explican lo siguiente:
1. Las operaciones, cada vez más comunes
Los miembros del Centro Nacional Católico de Bioética
de Estados Unidos explican, en primer lugar, que las operaciones de cambio de
sexo son cada vez más comunes. “Esto ha obligado a las instituciones cristianas
y católicas a estudiar la moralidad de las operaciones de cambio de sexo, ya
que pueden ser parte obligatoria de la cobertura de seguros, o del empleo en
escuelas católicas”
2. ¿Qué es una operación de cambio de sexo?
Una operación típica de cambio de sexo tiene dos
partes. Primero, a la persona se le somete a unas pruebas psicológicas. Después
se le aplica un régimen de hormonas, y después se le hace una cirugía en la que
los genitales originales se le extirpan y se sustituyen con los genitales
deseados. Las operaciones de cambio de sexo dejan a la persona estéril.
3. ¿Es inmoral una operación así?
Hablando propiamente, una persona no puede cambiar su
identidad sexual. Una persona es la unidad de cuerpo y alma, y el ‘alma’ no
debe entenderse como un yo inmaterial, sino como lo que hace que el cuerpo sea
una persona humana. Somos personas masculinas o femeninas y nada puede cambiar
eso. Una persona puede mutilar sus genitales pero no podrá cambiar su sexo.
Cambiarse el sexo es fundamentalmente imposible: estos procedimientos son
básicamente actos de mutilación.
La mutilación implica que la persona queda impotente y
estéril y dependiente el resto de la vida de un régimen hormonal que le hace
parecer lo que no es. No hay nada erróneo en los genitales de esas personas,
pero los quitan para seguir la creencia subjetiva de la persona de lo que
quiere ser. Lo que hace inmoral a las operaciones de cambio de sexo es que el
cuerpo de esa persona se mutila.
4. ‘Una persona puede cambiarse los genitales pero no
el sexo’
Una persona puede cambiarse los genitales pero no el
sexo. Recibir hormonas del sexo opuesto y quitarse los genitales no es
suficiente para cambiarse el sexo. La identidad sexual no se reduce a los
niveles hormonales o a los genitales, sino que es un hecho objetivo enraizado
en la naturaleza específica de la persona.
5. ¿Cuál es la diferencia entre sexo y género?
La identidad sexual no es un constructo social sino un
hecho objetivo enraizado en nuestra
naturaleza como personas masculinas o femeninas. El hecho más obvio sobre
nosotros es que somos o varón o mujer.
Por supuesto hay una distinción importante que hay que
hacer respecto al género y la identidad sexual. La identidad sexual se refiere
a la propiedad de ser varón o mujer. Se refiere al sexo específico de la
persona humana. Ser hombre o mujer es una propiedad esencial de lo que somos
como personas. Por ejemplo, un hombre no puede gestar ni llevar en su interior
niños. No tienen esa potencialidad: las mujeres sí. Así, ser uno u otra, es esencial a lo que
somos.
Por otra parte, el “género” se refiere a ciertas
disposiciones emocionales o rasgos característicos de la feminidad o la
masculinidad. La feminidad y la masculinidad son términos de género y se
refieren a rasgos específicos.
6. ¿Por qué dejar que el cuerpo sea quien dicte la
sexualidad, y no la mente?
Se da por garantizado y está bien aceptado que el ‘yo’
de una persona –la constelación de creencias, deseos, disposiciones emocionales
y rasgos de personalidad- constituyen la auto-imagen y la auto-comprensión de
uno mismo. Pero hay que admitir que no todas nuestras creencias, deseos y
auto-comprensiones se conforman según la verdad.
Nuestras capacidades de razonamiento, memoria y
sensaciones básicas como la percepción visual pueden estar equivocadas y darnos
falsas creencias. La respuesta que tomamos en esos casos es corregir las
creencias equivocadas. Cuando nuestro yo entiende algo erróneo sobre nosotros,
debemos corregirlo, no autorizarlo.
Por responder las preguntas más directamente: los que
mantienen esa posición asumen un dualismo entre mente y cuerpo. Propiamente,
las personas o son hombres o son mujeres. El cuerpo de la persona es una
indicación fundamental de a qué sexo pertenecemos. Es una realidad física
verificable empíricamente que no cambiará solo porque lo deseen nuestras
creencias. Una vez se rechaza el dualismo en esta pregunta, y uno reconoce que
nuestro sexo lo indica nuestro cuerpo, podemos ver que la identidad sexual es
un hecho objetivo, discernible con accesibilidad, acerca de nosotros. Como
dicen algunos filósofos, somos cuerpos.