Josep Miró i Ardèvol
ForumLibertas, 17/07/2015
La urgencia que se desprende de la ‘Laudato si’ obliga a todos a plantearse como pasar de lo que prescribe a la práctica transformadora, a la acción. Y con esta necesidad llueve sobre mojado porque la mayor debilidad de la doctrina social de la Iglesia radica en el gran vacío que existe en cuanto al marco de conocimientos y prácticas que hacen posible su aplicación. Lo he apuntado en otras ocasiones. La DSE no es un programa, pero debe poder aplicarse mediante una pluralidad de caminos, si queda colgada en una nube y nos conformamos con ello, la estamos convirtiendo en algo inútil porque precisamente la DSE trata sobre en qué sentido debe transformarse la realidad humana para que sirva mejor a los designios de Dios.
Esta debilidad de los conceptos aplicables se manifiesta incluso cuando se desciende a ámbitos concretos. Un ejemplo de ello es la intervención ( enllaç el tenim penjat com document) de Francisco ante el segundo Encuentro de Movimientos Populares. Se trata de un discurso “fuerte” exigente, con un diagnóstico y la caracterización de tres grandes líneas o fines: la economía al servicio de los pueblos, unir nuestros pueblos en el camino de la paz y la justicia, y la defensa de la madre tierra. Hay, asimismo, una urgente llamada a la acción de todos por modesta que sea la situación de cada uno. Es un texto de lectura y meditación necesaria, pero la cuestión es ¿cómo se traduce en la práctica? El papa se refiere a un concepto que creo que ha pasado desapercibido, la economía popular. No se trata de un genérico indeterminado, sino que en el contexto latinoamericano posee una traducción concreta de gran interés que da lugar a aplicaciones y desarrollos, pero que deben explorarse en contextos distintos a los propios de América Latina.
Así, la economía popular persigue la búsqueda del Buen Vivir (que tiene una gran equivalencia con la vida buena aristotélico-tomista) y el bienestar común. Y para ello actúa bajo criterios tales como:
§ La prelación del trabajo sobre el capital y de los intereses colectivos sobre los individuales
§ El comercio justo y el comercio ético y responsable
§ La equidad de género
§ El respeto a la identidad cultural
§ La autogestión
§ La responsabilidad social y ambiental
§ La solidaridad y rendición de cuentas
§ La distribución equitativa y solidaria de los excedentes
Pero, incluso considerando estas concreciones y otras más que entrañan el concepto, se está lejos de disponer de un articulado adecuado al marco macro y microeconómico -como sí que lo consiguió la economía social de mercado- y sus realizaciones son débiles. Y si esto sucede con una concepción que incluso acuña leyes propias, como en el Ecuador, no digamos la dificultad que entraña la “Laudato si” en su triple articulación, medioambiental socioeconómica y ética. Pero es urgente lograrlo, porque no se trata de abstracciones ni de problemas lejanos, sino de revertir unas condiciones que incluso matan y cada día más. Ahora mismo, el Senado francés está debatiendo un informe para debatir medidas que aborden mejorar la contaminación ambiental que, según estos datos oficiales, mata a 42.000 personas al año en aquel país.
Una tarea fundamental de este principio de siglo, donde muere lo viejo y aun no alumbra lo nuevo, es la del desarrollo y aplicaciones de la ‘Laudato si’ de la Doctrina Social de la Iglesia