Criteriohidalgo, 7 de mayo de 2015
Cada vez que ocurre un problema de seguridad pública como el ocurrido en Jalisco el pasado 1 de mayo, legiones de promotores de la despenalización de las drogas salen a lanzar sus argumentos en cuanta tribuna encuentran.
Despenalizar el consumo de droga, dicen, evitará la violencia en México. Ya no habrá narcos que perseguir, insisten. Volverá la paz a las ciudades, argumentan.
Puede ser que tengan razón. Que despenalizar las drogas reduzca la violencia. Pero lo que ocurrirá será igual o peor en términos de salud, economía y pérdida de vidas. Habrá miles de personas sometidas a la esclavitud de la droga, incapaces de poder llevar una vida familiar y productiva por los excesos al consumir productos despenalizados.
Entiendo que muchos dicen que debería despenalizarse el consumo de mariguana. Pero eso llevará a la despenalización de otras drogas y así, poco a poco, tendremos a miles de personas enfermas y sin capacidad de tratamiento.
Lo que los abogados en favor de las drogas quieren es que se haga la (maligna) voluntad en las tierras de su vecino. Es decir, piensan que mientras no les afecte a ellos, la gente puede decidir qué “meterse”.
No faltará quien me diga que el alcohol y la nicotina también son drogas y son legales. Lo sé. También sé que cada año miles de personas mueren a consecuencia del alcohol y el cigarrillo, y el sector salud gasta millones en tratamientos. Cada año, y eso es peor, miles de personas mueren en accidentes provocados por borrachos. No me importaría que se prohibiera el alcohol y el cigarrillo.
¿No podemos cambiar el enfoque y trabajar en educar a los menores contra las drogas?
