Forum Libertas 20 Mar
2014.
Causó revuelo en el
seno del homosexualismo político un estudio avalado por influyentes científicos
sociales que muestra que los hijos de parejas del mismo sexo tienen más
problemas mentales y enfermedades de transmisión sexual, piensan más en el
suicidio y muestran mayor tasa de criminalidad, necesitan más psicoterapia, y
tienen menos relaciones estables que los de las parejas heterosexuales.
El estudio, elaborado
por el destacado profesor Mark Regnerus, sociólogo del Centro de Investigación
sobre la Población ,
de la Universidad
de Texas, junto a ocho científicos de las ciencias sociales de distintas
universidades estadounidenses, concluye que los jóvenes que han crecido en
hogares formados por parejas del mismo sexo son más proclives a padecer
problemas mentales, relaciones menos estables y mayor tasa de criminalidad.
"La estadística
muestra con cierta claridad que los hijos criados por padres gays o lesbianas
están, en promedio, en una desventaja significativa cuando se comparan con los
hijos criados por sus padres biológicos, casados, en familias intactas",
afirma Regnerus en su informe.
El “Estudio de las
Nuevas Estructuras Familiares (New Family Structures Study)”, cuyos contenidos
fueron validados y difundidos por la prestigiosa revista científica Social
Science Research, se basa en el análisis de miles de datos obtenidos con una
encuesta realizada en 2011 a 2 mil 988 jóvenes de 18 a 39 años.
En la muestra había
personas criadas por adultos, padres biológicos o no, que en algún momento de
sus vidas tuvieron o mantenían en el momento de la encuesta una relación
homosexual.
El sondeo se aplicó
también a jóvenes de perfiles similares, pero criados en otros entornos
familiares como familias naturales, adoptivas, divorciados o monoparentales. El
número de entrevistados, diversidad y rigor estadístico, hacen de esta encuesta
el instrumento de medición más fiable al día de hoy.
Los riesgos de crecer
en una familia gay o lesbiana
Las conclusiones del
estudio realizado por Regnerus, donde se afirma que se expone a graves riesgos
a los niños que son adoptados o criados por parejas del mismo sexo, no dejan
lugar a muchas dudas.
"Los niños
criados en hogares homosexuales tienen un promedio más bajo en niveles de
ingresos económicos cuando son adultos, y padecen más problemas de salud física
y mental, así como mayor inestabilidad en sus relaciones de pareja",
advierte.
Además, un 40 por
ciento de los hijos de parejas gay o lesbianas ha contraído una enfermedad de
transmisión sexual, mientras en los de parejas heterosexuales el porcentaje es
del 8 por ciento. El 12 por ciento de los encuestados que crecieron con parejas
del mismo sexo ha pensado en el suicidio, frente al 5 por ciento de los hijos
criados por un hombre y una mujer.
Y los hijos de
parejas del mismo sexo, prosigue el estudio, recurren con mayor facilidad a la
psicoterapia y requieren mayor asistencia social (19 por ciento frente a 8 por
ciento). A menudo son desempleados (28 por ciento contra 8 por ciento), son
normalmente más pobres, menos saludables, más propensos al tabaquismo y a la
criminalidad.
El profesor Regnerus
señaló que los hijos de parejas lesbianas difieren en un grado estadísticamente
significativo respecto de los hijos criados en familias biológicas intactas en
25 de los 40 aspectos medidos por el Estudio. De igual manera, los hijos de
parejas gay ostentan un grado estadísticamente significativo en 11 de los 40
aspectos medidos, en comparación con el resto de las familias.
Los hallazgos del
grupo académico liderado por Regnerus cuestionan categóricamente la validez de
los 59 estudios citados por la Asociación Psicológica
Americana (APA) que, con un número muy inferior de casos y menor cruce de
datos, afirmaban que no existían desventajas para los niños criados por padres
gay o lesbianas.
Por el contrario, el
informe hace un balance de los estudios registrados durante los últimos 10 años
y la correspondiente discusión académica sobre el tema, señalando que ninguno
de esos estudios es metodológicamente fuerte para poder sostener la posición de
la APA.
¿Quién defiende los
derechos de estos niños vulnerados?
Ante la evidencia de
las conclusiones del estudio de Regnerus, cabe plantearse la pregunta de quién
defiende los derechos vulnerados de los niños que crecen en hogares con parejas
del mismo sexo.
No piensan del mismo
modo las organizaciones del homosexualismo político, que han puesto el grito en
el cielo ante un informe que, según ellos, es equivocado hasta el extremo de
exigir a la propia Universidad de Texas que organice una comisión docente que
vuelva a analizar los resultados de la investigación, llegándose incluso al
extremo de incautar la computadora personal del profesor Regnerus.
Sin embargo, la
comunidad científica internacional ha reaccionado por boca de un influyente
grupo de científicos sociales, entre ellos Michael Emerson, Christian Smith,
Rodney Stark, W. Bradford Wilcox y Bradley Wright, que defienden la validez y
certeza del estudio de Regnerus.
En una declaración
pública emitida el 24 de agosto, la comisión académica investigadora exigida a la Universidad de Texas
concluyó que, después de "una cuidadosa revisión de los datos manejados en
el estudio (…) el profesor Regnerus no ha cometido mala praxis
científica".
Perder uno de los
referentes
Por otra parte, dada
la postura políticamente correcta que ha invadido la sociedad actual ante las
presiones del homosexualismo político, hay que preguntarse qué se sabe sobre
las consecuencias de que los niños criados por parejas del mismo sexo pierdan
uno de los referentes naturales para su desarrollo integral.
Se sabe sobre el
hecho innegable de que muchas personas sienten atracción por personas del mismo
sexo. Sin embargo, no se ahonda tanto en el hecho de que no varían
sustancialmente las pautas de conducta masculina y femenina, en el sentido de
que las parejas formadas por hombres son mucho más inestables y promiscuas que
las parejas femeninas, que tienden a ser más estables que las formadas por
gays.
Así, el
comportamiento afectivo de la mujer se mantiene en mayor medida en el caso de
las lesbianas, mientras el comportamiento sexual de los hombres se mantiene
entre los gays. Y sobre todo, no se ha estudiado prácticamente nada, desde la
teoría genética a la teoría conductual, incluidas las teorías intermedias.
Lo que sí parece
evidente es que necesariamente hay una parte conductual, de cultura adquirida,
que puede ser del cien por ciento de la población homosexual o de una parte,
pero que existe.
Una segunda cuestión
nos plantea algo muy importante: el hijo de una pareja homosexual pierde todo
referente de lo que es el carácter masculino o el carácter femenino. Y esto es
muy grave porque, como muestran estudios como el citado en esta información,
este niño tendrá serias dificultades de comprensión y de relación a partir de
la adolescencia.
Al mismo tiempo, hay
que considerar en esos niños el tiempo anterior a la adolescencia, en que se
encuentran con un referente de dos padres o dos madres, mientras el resto de
los niños presumen de ambos, lo que de alguna manera los hace diferentes.
Esta cuestión no es
menor, y en el caso de Suecia ha llegado al extremo de, para normalizar estas
situaciones, crear escuelas exclusivas para homosexuales, porque había muchos
niños que crecían con problemas ante una simple y lógica pregunta: ¿dónde está
tu padre o tu madre?
Pero la solución ha
dado lugar a un segundo problema, la creación de centros que, de alguna manera,
no dejan de ser una especie de guetos.
Por último, hay que
hacer referencia a una gran paradoja: los mismos que critican la educación
diferenciada, que ocupa sólo una parte breve de la vida de los chicos y chicas,
son al mismo tiempo unos entusiastas de las parejas del mismo sexo con hijos,
lo que implica una educación en la que está segregado el hombre o la mujer.