ganan el derecho a negarse a participar en abortos
Dos parteras
católicas escoceses ganaron el derecho a negarse a supervisar, delegar o apoyar
personal involucrado en abortos. La sentencia de la Cámara Interna del
Tribunal Superior de Justicia -el tribunal escocés de apelación- revocó una
decisión anterior que dictaminó que las parteras María Doogan y Concepción Wood
no tenían derecho a la objeción de conciencia en la participación en los
abortos en el Hospital General del Sur en Glasgow, Escocia.
Los abogados de los
empresarios, NHS Alrededores de Glasgow y Clyde, habían argumentado con éxito
en el Tribunal Superior de Justicia en febrero de 2012 que la cláusula de
objeción de conciencia de la
Sección 4 de la
Ley del Aborto de 1967 se aplicaba sólo a la participación
directa en el procedimiento. Pero en su fallo unánime, publicado el miércoles
24 de abril último, tres jueces de la Cámara Interior
sentenciaron que: "el derecho a la objeción de conciencia se extiende no
sólo a la interrupción médica o quirúrgica en sí, sino a todo el proceso de
tratamiento que se da a tal efecto."
Mary y Concepción son
parteras y supervisoras de parteras en Glasgow (Escocia), son católicas y se
negaron a tener nada que ver con hacer abortos. Absolutamente nada.
Ni dar información al
médico sobre las pacientes que abortaban o querían abortar; ni a designar
personal que se encargara de facilitar materiales para el aborto; ni a
acompañar a los obstetras en las rondas médicas que tuvieran que ver con un
aborto; ni a cubrir suplencias que implicaran atender a una mujer que pedía un
aborto.
Se amparaban en su
derecho a la objeción de conciencia recogido en la Ley del Aborto británica de
1967. Se negaron a que el Servicio Nacional de Salud y el Hospital General del
Sur de Glasgow las pudiera obligar a realizar esas actividades.
A pesar de haber
tenido un primer fallo desfavorable, ya que el Servicio de Salud de Glasgow las
llevó a los tribunales, y en febrero de 2012 la jueza determinó que esas
actividades "no acaban con el embarazo de una mujer" y que no podían
objetar a ellas porque estaban "suficientemente alejadas de la implicación
directa".
El debate en la
prensa resonó con fuerza. Muchos entendían que ellas se sentían como el
conductor de los trenes a Auschwitz: ¡no querían participar, ni siquiera
indirectamente!
El abogado de las
parteras exponía que la "línea divisoria" no la debe poner un
burócrata con respecto a significados literales, sino la conciencia del
individuo, puesto que se trata de objetar en conciencia a aquello que causa una
profunda repugnancia moral.
Con estos argumentos
las parteras llevaron la sentencia a revisión y los tres jueces les dieron la
razón, a pesar de que el abogado de las autoridades sanitarias les repitió que
dar la razón a estas dos mujeres traería problemas de gestión del aborto
"en otros hospitales, no solo de Escocia sino de todo el Reino
Unido". Pero los jueces consideraron que los problemas de gestión no eran
asunto suyo, sino que debían proteger un derecho básico, como es la objeción de
conciencia.
Mary Doogan y
Concepción Wood, con un historial multitudinario de bebés en sus brazos,
tuvieron que soportar, antes de la sentencia, una dura campaña mediática contra
ellas, acusándolas de "insensibles", "fanáticas" y, sobre
todo, de "católicas".
Conocido el fallo de
los jueces, las dos mujeres emitieron una nota declarándose
"encantadas" por haber ganado el juicio.
"Al declarar que
toda vida es sagrada desde la concepción a la muerte natural, como parteras
siempre hemos trabajado sabiendo que teníamos dos vidas que cuidar en el parto:
una madre, y su hijo por nacer", afirman.
"Este juicio da
la bienvenida a la afirmación de los derechos de todas las parteras de
retirarse de cualquier práctica que pueda violar su conciencia, algo que, con
el tiempo, impediría a muchas entrar en lo que siempre se consideró una
profesión noble y gratificante", declararon.
Satisfacción del
arzobispo de Glasgow
Monseñor Philip
Tartaglia, arzobispo de Glasgow, donde un 30% de la población es católica,
también mostró su alegría. "Es una victoria de la libertad de conciencia y
del sentido común. Respetar la libertad de conciencia es la marca propia de una
sociedad civilizada", aseguró.
"Espero que
muchos profesionales de la salud pro-vida cobren coraje a partir de esta
sentencia y tengan el valor de expresar sus objeciones cuando les pidan tareas
que son moralmente malas y que violan su conciencia", añadió el obispo.
"Las comadronas deben ser alabadas por su valentía y determinación al
plantarse frente a una petición injusta de su empleador". +
AICA, 26 Abr 2013