y puede llevar a situaciones
que no queremos
Sergio Rubin
Clarín, 06/04/2020
“La gente de las villas no quiere el caos,
pero el hambre lleva a la desesperación y su persistencia puede llevar terminar
en situaciones que no queremos; por eso, esta campaña busca ante todo que nadie
pase hambre y que frenemos frente al abismo”, dice el padre Rodrigo Zarazaga,
que lidera una mega iniciativa solidaria para distribuir un millón de cajas de
alimentos y artículos de limpieza en asentamientos de la ciudad de Buenos Aires
y del conurbano.
La iniciativa denominada
“Seamos Uno” -que por primera vez reúne a las principales confesiones
religiosas, además de a relevantes ONGs como el Banco de Alimentos- es
ambiciosa. Y la respuesta, auspiciosa: ya se obtuvieron 250 mil cajas gracias a
la donación de alimentos de empresas o su venta al costo, y el aporte de dinero
de firmas y particulares mediante el sitio www.seamosuno.com.ar Y del esfuerzo
en su distribución de miles de voluntarios.
Zarazaga es un sacerdote
jesuita que dirige el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS) -un think
tank del pensamiento social cristiano de su orden religiosa-, doctor en
Ciencias Políticas por la Universidad de California (Berkeley). Cercano a
instituciones empresariales como la Asociación Cristiana de Dirigentes de
Empresa (ACDE), es un gran estudioso de las villas del gran Buenos Aires, autor
del libro Conurbano Infinito.
-¿Cómo surgió esta campaña?
-Del diálogo con
representantes de Cáritas, de la AMIA, de la Alianza Cristiana de Iglesias
Evangélicas, del Consejo de Pastores de la Ciudad de Buenos Aires, del Banco de
Alimentos, de la Compañía de Jesús y el CIAS, que represento. En fin, con los
actores en territorios populosos. Y aprovechando nuestra vinculación con
empresarios, contándoles que realmente en los asentamientos hay hambre y que no
podía ser que no respondiéramos a esta urgencia. Así se movilizó un grupo de
empresarios que fueron aportando no solo donaciones, sino una capacidad enorme
de logística, de distribución de estas cajas.
-¿A qué atribuye esta
respuesta?
-Creo que esta la conciencia
de que la persona que hoy se queda en su casa y no puede salir a trabajar, ya
sea la peluquera, el vendedor ambulante o el carpintero, incluso muchas
personas que no pertenecen al circuito de comedores y de asistencia del Estado
nos está cuidando. Y que entonces nosotros también debemos cuidarla. Esto es un
proyecto puntual para ayudar en esta cuarentena a la emergencia alimentaria.
Pero también conlleva el anhelo de que quede la enseñanza de que estamos todos
juntos. Por eso el nombre: Seamos Uno. Porque estamos todos en el mismo barco y
no hay una argentina sana si no estamos todos sanos, no hay una argentina buena
si no es buena para todos.
-¿Cómo se instrumenta?
-Hay una cuenta a través de
la cual se pueden canalizar las donaciones, que va adquiriendo volumen. A
través de un departamento de compras adquirimos los productos, en general, al
precio de costo, aunque muchas son donaciones. Armamos las cajas, que las
distribuimos después en coordinación con las áreas sociales de los gobiernos de
la provincia y de la ciudad de Buenos Aires, que nos señalan los lugares donde
están detectando más necesidad.
-Ustedes quieren llegar a un
millón de cajas…
-Un millón de cajas que
significa llegar a un millón de hogares y eso supone un 10 % de la población.
Es un objetivo ambicioso, motivador para nosotros. Hoy estamos asegurando las
primeras 250 mil cajas. A mí me llama mucho la atención lo que se puso en
marcha. No solo el caudal de las donaciones de empresas, sino el aporte de
particulares que en muchos casos ponen mil pesos cuando ganan 35 mil. Tenemos
una nave logística que está sostenida por la cámara que agrupa a las empresas
del sector. Es impresionante. Nos brindan una asistencia profesional. Incluso
terminaron contratando a 200 personas que estaban desocupadas.
- Algunas campañas suscitaron
sospechas. ¿Tomaron precauciones?
-Pedimos la auditoria a
cuatro compañías de renombre que aseguran la transparencia del proceso:
Deloitte, E&Y, KPMG y PWC. Es triste que cuando uno plantea esto la
experiencia del pasado lleva a hacer preguntas de este tipo. La distribución es
a través de las Cáritas, de los pastores, del Banco de Alimentos, en fin, de
los referentes en el territorio de las entidades que participan de la campaña.
Tristemente, la pregunta s pertinencia si miramos hacia atrás. Por eso a veces
digo: seamos uno, pero también seamos distintos.
-Usted es un profundo
conocedor del conurbano ¿Teme un estallido social en el conurbano?
-Precisamente este programa
busca, además de evitar el hambre, que frenemos ante ese abismo. La persona que
no le dio de comer a sus hijos hoy y no sabe si podrá hacerlo mañana entra en
una desesperación. Cuando esa desesperación se va acumulando puede terminar de
la manera que no queremos. El riesgo está porque la gente con hambre cae en la
desesperación. Pero la gente de las villas no quiere vivir en el caos. Y no
creo que llegue a eso como primer recurso. Además, como todos, le teme al
contagio. Si creo que tenemos que estar atentos y ayudar a que la gente no
caiga en la desesperación. Ayudándolos también nos ayudamos.
-¿La crisis sanitaria
servirá para una mayor toma de conciencia de nuestra situación social?
-Soy un hombre de fe así que
no puedo creer más que sí. Es una ocasión para que todos tomemos conciencia de
que no hay una argentina sana si no es sana para todos. La pandemia nos igualó
a todos: La persona que no puede quedarse en su casa porque necesita procurarse
el sustento es un problema para todos. Entonces no hay una argentina sana si no
es sana para todos. No hay argentina buena si no es buena para todos. Esto es
algo que la dirigencia en esta crisis puede encarnar.
-¿Será esta una oportunidad
para lograr un gran acuerdo entre todos los dirigentes para afrontar cuestiones
como la pobreza y la educación?
-Sin duda lo veo como una
oportunidad. No hay que ser ingenuos y creer que porque tenemos esta crisis van
a desaparecer los intereses, las ideas de cada uno. Eso es propio de la
política y es hasta es bueno que sea así. Pero sí hay una oportunidad para
decir que tenemos un norte. Y tener un consenso mínimo en torno a ese norte, a
la Argentina que queremos.