"El drama del aborto contradice la
dignidad de la vida humana"
Aica, 29 Feb 2020
El obispo auxiliar de La
Plata y presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral de la Salud,
monseñor Alberto Bochatey OSA, publicó en el diario La Nación una columna sobre
el "tema dramático" del aborto.
"De acuerdo con la
Organización Mundial de la Salud, cada año se realizan en el mundo entre 40 y
56 millones de abortos. Haciendo una media de 48 millones por año, son 132.000
abortos por día, 5500 por hora, 92 por minuto", detalló.
Al respecto, planteó:
"Si estas cifras de muerte fueran referidas a las ballenas, a los osos
pandas o a cualquier otro animal o especie, ¿se imaginan las campañas
internacionales que existirían para denunciar y prohibir este exterminio? ¿Se
preguntaron por qué sucede todo lo contrario cuando esto se refiere a seres
humanos inocentes y vulnerables?"
"Incluso ¿por qué
ningún movimiento o colectivo feminista o proaborto nunca ha hecho denuncias
contra los y las femicidas que matan a mujeres realizando malas prácticas
abortivas, con el agravante de haber sido pagados/as?", cuestionó.
"¿Dónde están
sepultados los cuerpos de las mujeres muertas a causa de abortos clandestinos?
¿Qué profesional firmó el certificado de defunción de esas mujeres? ¿Hizo la
denuncia para que la Justicia investigue y encuentre a los/las femicidas? El
hecho de que existan muertes por acciones delictivas y/o irresponsables de
terceros ¿habilita a un grupo de ciudadanos/as a exigir que el orden jurídico y
legal de una nación centenaria cambie e incluya, por primera vez en la historia
democrática de nuestro país, la muerte legal de inocentes para obtener
satisfacción de sus demandas?", agregó.
"¿Qué pasa para que en
pleno siglo XXI, en el apogeo de los derechos de la mujer, de las
comunicaciones y los tutoriales haya tantas mujeres que quedan embarazadas,
generando vidas que quieren eliminar o interrumpir? ¿Quién se atreve a advertir
que este no es un problema de salud pública, sino que es un problema de
conducta y responsabilidad humanas?".
"Cierto es que, como
todo lo que tiene que ver con la vida, la embriología y la biología, hay
dimensiones de salud pública en el tema del aborto. Pero el ser humano no es
solo biología, sino que es también 'biografía'", consideró el obispo.
"Existen asimismo, y
principalmente, dimensiones antropológicas, humanas, emocionales, conductuales
y axiológicas", enumeró. "Reducir y centrar el tema en las
dimensiones sanitaristas es tener una visión reduccionista, relativista y
falsa. Tal vez 'políticamente correcta', pero, seguro, humanamente
inexacta".
"Quienes queremos un
país moderno, progresista y libre nos oponemos a ideologías que incluyen como
solución para un problema social la muerte de seres humanos: la historia enseña
que nunca se ha terminado con un problema en el pueblo eliminando vidas de
seres humanos, matando a algunos para que otros resuelvan su dificultad",
expuso el prelado. "Mucho menos, como se pretende, imponiendo legalmente un
supuesto nuevo "derecho" de algunos/as a eliminar, interrumpir o
matar (más allá de la semántica, es lo mismo en este caso) la vida de seres
humanos vulnerables e inocentes", puntualizó.
Citando la Evangelium vitae,
de San Juan Pablo II, aseguró: "Es urgente una movilización general de las
conciencias y un común esfuerzo ético para poner en práctica una gran
estrategia en favor de la vida. Todos juntos debemos construir una nueva
cultura de la vida: nueva, para que sea capaz de afrontar y resolver los problemas
propios de hoy sobre la vida...; nueva, para que sea asumida con una convicción
más firme y activa por todos".
"Tanto es así que estos
grupos proaborto, además de renunciar a un principio democrático y cívico
fundamental como es 'el derecho a la vida de todo ser humano', el derecho a su
propia dignidad, resignan defender el derecho humano fundamental de la libertad
de conciencia de todos y cada uno de los ciudadanos. Negar, ignorar o limitar
el derecho humano a la objeción de conciencia personal y de grupos que se
asocian libremente (principio constitucional de los ciudadanos) para el bien
común en el campo de la salud es un retraso cultural y democrático lamentable,
necio y horrible. El rechazo a participar en la ejecución de una injusticia no
solo es un deber moral, sino también un derecho humano fundamental",
sostuvo.
"Es claro y evidente
que el poder político tiene un compromiso con los grupos proaborto y es lícito
que lo haga si así lo cree o debe responder por algún motivo a las exigencias
de ese lobby. Pero el poder político no puede ceder ante la presión de
legitimar delitos o limitar derechos humanos. El poder político es de y para
todos los argentinos. Optar por un grupo de ciudadanos olvidando, discriminando
o permitiendo que se discrimine a otros ciudadanos es muy grave, antiderecho y
antidemocrático. Nada bueno puede salir a fuerza de violencia, agresiones,
amenazas, insultos, ofensas y discriminaciones".
En ese sentido, afirmó:
"El poder político debe garantizar que el Estado no sea de parte: no puede
ser católico, o cristiano, o judío, o musulmán, o agnóstico, o laico, o ateo, o
contrera. El Estado debe ser 'cívico': es decir, de los ciudadanos y de la justicia
objetiva. Y los ciudadanos sí son católicos, cristianos, judíos, musulmanes,
agnósticos, laicos, ateos, contreras, etc. Las leyes son para todos y mucho más
los principios históricos, culturales y democráticos sobre los que hemos
fundado nuestra querida Nación".
"El tema dramático del
aborto no se soluciona con una ley que permita matar, eliminar o interrumpir la
vida humana de seres frágiles y vulnerables. El drama del aborto contradice la
dignidad de la vida humana que está escrita en el corazón de cada ser humano y
es reconocible por la misma razón. Necesitamos encontrar una solución desde la
verdad, la razón y la dignidad", insistió.
"Reconocerá la persona
que lea este artículo que me he abstenido de cualquier argumentación religiosa,
no porque no las haya, sino para recordar lo que no se dice sobre el aborto y
sí, la bioética", concluyó.