los días de confinamiento y
no morir en el intento
Por INFOVATICANA | 26 marzo,
2020
Gran parte de la humanidad
se encuentra estos días confinada en sus casas, esperando que amaine la
pandemia que asola la mayor parte del planeta. Una monja de clausura nos da, en
un artículo publicado por las Carmelitas descalzas de Cádiz, 10 consejos para
vivir los días de confinamiento y no morir en el intento.
1. Actitud de libertad
Lo más fundamental es la
actitud con que vivas, la interpretación que haces tú mismo de la situación, la
consciencia de que no es una derrota. Paradójicamente, ésta puede ser una
oportunidad de descubrir la más genuina y grande libertad: la libertad interior
que nadie puede quitarte, la que procede de ti mismo. Es verdad que las
autoridades nos “obligan” a estar en casa, tu libertad consiste en adherirte
voluntariamente, sabiendo que es por un bien superior. Libre es el que tiene la
capacidad de asumir la situación porque quiere hacer lo correcto. No estás
encerrado en casa, has optado por permanecer ahí “libremente”.
2. Paz donde se ensanche el
alma
Mira dentro de ti mismo, el
más amplio espacio para expandirte y ser feliz está en tu corazón, no necesitas
espacios externos, sino andar con holgura en tu propio mundo. Dale cabida a la
creatividad, escucha tus propias inspiraciones y encuentra la belleza de la que
eres capaz. Tal vez aún no has descubierto que en la paz del alma brota vida…
la vida es creación de más vida, comunicación de gozo y amor. Cuando te
acostumbres a vivir en ti, ya no querrás salir.
3. No te descuides, la paz
hay que trabajarla
Ejercita virtudes que
requieren de concentración y autoconocimiento, esas que normalmente descuidamos
por estar ocupados en mil quehaceres “externos”. De cómo afrontas tus propias
emociones y pensamientos, de la gestión de tus sentidos y pasiones depende que
vivas en el cielo o en el infierno. Obsérvate y domínate, porque si te dejas llevar
del miedo, la tristeza o la apatía, difícilmente cortarás el hilo, ya que no
hay muchas evasiones. Disciplina sobre tu corazón: cuando algún pensamiento no
te haga bien, deséchalo. Procura inclinarte hacia todo aquello que vayas
notando que te da paz y alegría… la armonía hay que currársela.
4. Ama
El tema de fuego para estos
días será la convivencia. Ante la crisis por la pandemia estamos más
susceptibles e incluso irritables. Tendrás que ser muy paciente y usar mucho el
sentido común. Somos diversos, cada quien tiene una sensibilidad diferente por
miles de circunstancias. Acepta y respeta las opiniones y sentimientos de los
demás. Es muy normal, cuando estamos en nuestra casa, la tendencia a querer
controlar todo… Procura no hacerlo, sería causa de muchos enfrentamientos y
frustraciones. Quítale importancia a las diferencias, potencia las cosas que
unifican. El único terreno que realmente te pertenece eres tú mismo: tus
pensamientos, palabras y emociones; no controles, contrólate. Desde el amor sacarás
comprensión y empatía, ganas de dar y agradecimiento al recibir. Respeta, acoge
la fragilidad, desdramatiza, vive y deja vivir.
5. No mates el tiempo
Nada podrá crearte una
sensación tan grande de vaciedad y hastío, como pasar el tiempo inútilmente. Es
un enemigo gravísimo que podrá robarte la paz y hasta meterte en la depresión.
Haz un plan para estos días e intenta vivirlo con disciplina. Descanso y
ocupación no son antagónicos, aprovecha para descansar haciendo actividades que
te relajen o que estimulen un buen ánimo. Tómate tu tiempo en las cosas
sencillas: que la cebolla quede pochadita, los garbanzos tiernos, el potaje a
fuego lento ¡Tenemos tiempo!… Aunque un guiso te tome 2 horas, disfruta
haciéndolo, pero empéñate en que las cosas que haces, por sencillas que sean,
tengan valor y una finalidad, nada de perder tiempo sin sentido, “matar el
tiempo” es matar la vida.
6. Ensancha tus propias
fronteras
Cuántas veces nos hemos
quejado de todo lo que dejamos por hacer debido a la falta de tiempo. ¡Venga,
ahora lo tenemos!…Ese libro que te regalaron hace tres navidades y no has
leído, ese otro que aún no has devuelto porque te lo dejaste por la mitad. Si
te gusta la música, busca nuevos artistas, descubre nuevos géneros. ¿Te apetece
un viaje?… Piensa en algún país exótico y aprende sobre su cultura, legua,
tradiciones… tenemos internet para eso. Si eres persona de fe y oración, tal
vez no sabes que rezar porque ya agotaste todo lo que sabías ¿Por qué no
pruebas con la liturgia de las horas?… Descárgala en tu móvil; busca en los escritos de algún santo, seguro
encuentras muchas cosas que te llenaran el alma de nuevas luces. No te
conformes con lo que ya conoces y sabes… ahora que hay oportunidad, ábrete a
novedades que te aporten sabiduría y te llenen de alegría.
7. Para los más sensibles
Digo con mucho realismo, que
no todos dominamos igual las emociones. Habrá personas a quienes, por su
psicología, les costará mucho más este confinamiento. Las emociones no solo
provienen de nuestro interior, también lo que vemos, escuchamos, tocamos, etc,
nos influye. Por ello, hay que ser selectivos con lo que recibimos desde fuera
para evitar entrar en círculos viciosos que nos atrapen en la desesperación o
nos hagan perder el control. Evitad en la medida de lo posible: conversaciones
de tipo pesimista, discusiones, malas caras, exceso de información, películas
de terror o intriga, desorden dentro de casa. Como no hay muchas evasiones que
nos hagan cambiar de “chip”, todo lo que
entre en nuestro cerebro permanecerá ahí por más tiempo de lo habitual, por eso
hay que tener cuidado de no obsesionarnos o no dejar anidar una emotividad
negativa en nuestro interior. El exceso de pantallas también es malo, porque
sobre-estimula el cerebro y nos pone más nerviosos. Hay que dormir bien, pero
en demasía pude provocar sensación de fracaso o derrota. Un remedio buenísimo
para canalizar la energía y relajarnos es bailar. Poned buena música y reírse
un rato largo bailando. Nada como reírse para reiniciar nuestro sistema
interior.
8. No estás aislado
Es importante comprender que
no tienes por qué sentirte solo, pues no lo estás. El amor y cariño de tu gente
sigue ahí, aunque el contacto físico se haya distanciado. Esta es una
oportunidad para vivir la comunicación a otro nivel más profundo, más íntimo.
Habla con los que tienes en casa con tranquilidad, sin prisas, escúchales hasta
que terminen, deja que el diálogo haga crecer la confianza y las confidencias
construyan complicidad. Dí lo que nunca tienes tiempo de decir, cuenta lo que
siempre has querido contar, habla de todo y nada pero con cariño, que es lo que
llega al alma y hace nido. Responde aquella postal navideña que no agradeciste,
la carta que te emocionó y a la que estabas aplazando respuesta, ese e-mail de
una vieja amistad. Busca palabras con belleza, intenta darle expresión a tus
sentimientos más nobles… Habla desde el corazón y crea lazos mucho más
profundos con tu gente. Descubrirás que la distancia no es ausencia.
9. Jornada de reflexión
Por no agobiarse, también es
conveniente buscar momentos de silencio y soledad. En la organización del
tiempo para éstos días, también meted espacios de “oxigenación”
individual. ¡Cuántas personas alguna vez
he escuchado decir: “Cómo me gustaría retirarme algunos días a un monasterio”!
Pues la ocasión está aquí, en casa. Ordinariamente nos cansamos del
aceleramiento que tenemos encima, como si fuéramos desbocados por la rutina
diaria sin tiempo para asimilar lo que vivimos. Esperamos cambios sustanciales
en la sociedad “ésto no puede seguir así”, también se escucha mucho. Pues
tenemos esta oportunidad para meternos en un capullo como el gusanito que se
convierte en mariposa. Reflexionad, pensad, meditad… ¿Qué puedo cambiar en mi
para ser mejor después de estos días?… La separación de las cosas que
ordinariamente nos traemos entre manos, ayudará para ver si realmente estamos
poniendo el acento en las que importan, de que otras cosas podemos pasar,
cuales son irremplazables, etc. Un buen discernimiento para mejorar hará que
estos días hayan sido de mucho provecho. Hombres y mujeres nuevos después de
esta crisis.
10. Ora
Sólo la oración (que es el
vínculo de amistad con Dios) puede sustentar la vida en todas las situaciones,
especialmente en las adversas. Oración, que como diría Sta. Teresa, “aunque la
digo a la postre, es la principal”. Orar es abrirse a ese “Otro” que puede
sostenerme cuando yo necesito ayuda; pero también cuando yo estoy bien, orar es
sostener a otros que lo necesitan. Es la experiencia más universal del Amor.
Ora, habla con Dios, se pasaran las horas sin que te des cuenta: háblale de
todo, no se cansa de escucharte, desahógate con El cuando lo necesites y ¿Por
qué no?… deja que también Él se desahogue contigo, es tu Padre, tu Hermano, tu
Amigo. Ejercita tu fe y tu confianza. Si
te dejaste la relación con Dios en el trajecito de marinero de tu primera
comunión o en ese bonito vestido blanco, vuelve a intentarlo, ahora hay tiempo
y serenidad para conversar con El. Tal vez no crees porque no has probado ¿Y si
lo intentas?…
Publicado por las Carmelitas
Descalzas de Cádiz.