hizo un estudio para medir
la disposición de los fieles a financiar sus obras
Por Claudia Peiró
Infobae, 3 de marzo de 2020
“La Iglesia está presente en muchos lados de
modo silencioso. Es ingente la tarea en los barrios carenciados, en los centros
de recuperación de adictos, en todo lo que tiene que ver con las dificultades
del vivir: el trabajo con enfermos terminales, en los centros de salud, en los
hospitales y en las cárceles, en el mundo de los discapacitados. Toda una
presencia diaria, que no está sometida a las trampas de la ideología, que es la
caridad día a día. El desafío es cómo presentar esa realidad”, dijo monseñor
Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), al
presentar este martes los resultados del estudio “Vínculo Sociedad-Iglesia.
Sensibilidad para donar”, que la CEA encargó a la consultora Voices. Y que,
entre otras cosas, pone en evidencia que el rango y extensión de las tareas que
desarrolla la Iglesia son poco conocidos, incluso entre los propios fieles.
Es evidente que, en 2018,
cuando al calor del debate sobre la legalización del aborto muchos se lanzaron
a la yugular de la Iglesia en particular en el tema del vínculo privilegiado de
la institución católica con el Estado, los obispos comprendieron que debían
salir al cruce de estas acusaciones y en particular de la imagen instalada de
una Iglesia a la que todos deben sostener, católicos o no católicos.
Según el estudio, por
ejemplo, 5 de cada 10 argentinos cree que el principal beneficiario de los
aportes a la Iglesia son los propios religiosos: obispos, sacerdotes y monjas.
Fue en ese marco que, en
2018, la asamblea plenaria de obispos decidió intensificar el proceso de
reforma económica, en el marco de la resignación de los aportes que el Estado
Nacional realiza a través de la Secretaría de Culto, con el objetivo de
sostener la misión evangelizadora exclusivamente con “el aporte de la comunidad
y de todos los que valoran la obra de la Iglesia”, según explicó monseñor
Guillermo Caride, obispo auxiliar de San Isidro, en sus palabras preliminares a
la presentación de los resultados del informe.
Con asesoría y
financiamiento de la Conferencia Episcopal Española se llevó a cabo este
estudio cuali-cuantitativo entre el 13 de septiembre y el 6 de octubre del año
pasado, sobre 2790 casos reclutados a través de las redes sociales en todo el
país, entre adultos mayores de 16 años. Luego se trabajó en focus group, 28
grupos de entre 7 y 8 participantes cada uno, seleccionados entre la población
que se autodefine como católica.
Un
67 por ciento de los argentinos se define como católico, un
10 por ciento evangélico, 21% dice no tener ninguna religión y un 2% pertenece
a otros cultos. Esto refleja el avance de los cultos evangélicos en los últimos
años, aunque la Iglesia Católica sigue siendo la más fuerte en todo el país,
con mayor fortaleza en el NOA, NEA y Cuyo.
En la población en general,
la imagen positiva de la Iglesia es de 48% y entre los católicos asciende a 61
por ciento. Cabe precisar que, entre los católicos, existe una visión
bidimensional de la Iglesia: por un lado como parroquia, como un sitio cercano,
de pertenencia, lugar de recuerdos –bautismos, comuniones…- y de afectos; por
el otro, como una institución importante, que representa a Dios en la tierra,
jerárquica, que difunde valores, pero con la que tiene un vínculo más lejano,
de respeto, pero también con cierto rechazo.
En general, los católicos,
practicantes o no, esperan una Iglesia más moderna, más abierta y más
tolerante, que salga a difundir su palabra, que comunique más y que sea más
transparente y más coherente con sus prédicas; en este punto surgió el voto de
pobreza, la corrupción y las causas de pedofilia.
Entre quienes donan para la
Iglesia, el destino preferido son las obras sociales, en segundo lugar, el
mantenimiento y la infraestructura de la iglesia, garantizar la presencia de la
institución en la sociedad y, pro último, mantener a sus integrantes.
Cuatro de cada diez se
declara dispuesto a donar para mantener a la institución y a sus obras.
Entre los que no donarían,
los motivos son la desconfianza, la insuficiencia de medios, la idea de que la
iglesia no lo necesita o la preferencia por la donación directa.
Fortalezas y debilidades.
Amenazas y oportunidades
Entre las primeras, la alta
ubicación de los argentinos como católicos, la presencia de la Iglesia en los
temas prioritarios, la propensión a donar entre los fieles que asisten a la
iglesia y entre los jóvenes.
Entre las debilidades está
el elevado porcentaje de mala imagen, el bajo conocimiento de sus actividades y
la creencia de que el Estado le financia todo, entre otras.
De estas conclusiones surgen
también las amenazas que se ciernen sobre ella, a saber: la expansión
evangélica, la poca cultura de donación de dinero y la baja participación de
los argentinos en las instituciones en general, la larga sombra de los casos de
pedofilia y el encubrimiento y la contradicción, o superposición, de la
necesidad de dinero para ayuda social y para su propio mantenimiento.
Pero también surgen
oportunidades: la buena imagen de Cáritas y de las instituciones educativas
católicas, la demanda de mayor comunicación, la predisposición a participar en
la Iglesia a través de las redes –un campo todavía muy poco explotado- y la
fuerza convocante de la ayuda social a la que la Iglesia está fuertemente
asociada.
En consecuencia, monseñor
Caride anunció un Plan comunicacional en preparación para mostrar “el
acompañamiento de la Iglesia en tantos momentos de la vida: a las familia en la
educación de sus hijos, en los trances de dolor –enfermedad, muerte..-, de
alegría –bautismos, bodas-, mostrar que la misión de la Iglesia es estar presente”.
Para el desarrollo de este
plan se ha conformado un equipo de laicos y profesionales independientes.
También anunció que estudios como el que se acaba de presentar serán realizados
con periodicidad.
“Otro desafío que
enfrentamos -agregó monseñor Caride- es el de una conversión pastoral, el salir
a escuchar a estar presentes en las necesidades de hombres y mujeres. Como
reveló la encuesta, el sentido de la religión es poder darle un significado a
la vida en este mundo”.
También hizo referencia a la
necesidad de una mayor comunicación y de una mayor transparencia, en especial
respecto a “situaciones que son una incoherencia con el Evangelio”.