(Aborto, Clericalismo y Religión – Memorias de
un derrotado)
Héctor Hernández
1.
¿Ser provida es sinónimo de ser católico?
Hay verdades que los católicos
admitimos por fe o creencia, por ejemplo la Santísima Trinidad, o que Nuestro
Señor Jesucristo es Dios. Y hay otras del orden natural, por ejemplo no matar
injustamente, devolver lo recibido en depósito, acatar la autoridad y otras. El
principio de no matar injustamente, se refiere a no matar injustamente al
hombre, claro está, y si fácilmente se entiende que desde la concepción se es
tal pues basta, es homicidio matar al no nacido. El resultado es que ser
católico es sinónimo de ser provida aunque, claro está, no estamos ni tenemos
por qué estar solos en la patriada, como lo evidencia la contundencia con que
el evangelismo combate en la presente lisa.
De hecho uno de los tres puntos
tácticos del Herodismo, confesado por Nathanson el Rey del Aborto en los
Estados Unidos que formaba parte de él era, además de inflar el número de
abortos y de mujeres fallecidas en ellos y ocultar sistemáticamente que se
mataba a un niño, atacar a la Iglesia Católica. Así se iban del tema aborto sí-aborto
no y sus implicancias biológicas, jurídicas, geopolíticas, hacia otra galaxia:
Iglesia-sí, Iglesia-no, sin explicarnos por qué, sin existir, hemos
influenciado en Hipócrates; y por qué coincide con nosotros el jurista
socialista italiano Bobbio, que tan poco nos quería.
2.
Extrañeza que experimentan algunos católicos
Admitida cierta sinonimia entre
providismo y catolicismo, algunos fieles que esperaban ver en primera fila de
la lucha a los dirigentes religiosos, se extrañan de lo que aparece como cierta
reticencia. Dado que a esto lo experimenté antes y tengo la cuestión elaborada
y “teologizada”, me permito extenderme un poquito.
3. La batalla contra el divorcio vincular
En los años ´80 parecía que el Catolicismo volvía al
combate. Las manifestaciones populares
en favor del matrimonio verdadero fueron colosales, hasta que de golpe pasó
como una orden invisible. ¿Viste cuando vas manejando tu automóvil y charlando
con tu señora y otra pareja amiga, y todos siguen en lo suyo y no se dan cuenta
pero vos sentiste que el motor falla? Hubo un momento en que, como un rayo
misterioso que pocos percibieron, ¡zápate! Los tipos que hasta ayer te
aceptaban dar una conferencia aquí, entrevistar a un legislador allá, hacer una
panfleteada en el otro lado, publicar el libro, lanzar la revista, hacer la
colecta… de golpe miraban para el costado; habían cambiado como si fueran
otros. Les llegó una consigna…
4.
“Espere Doctor el discurso del Papa”
Como Gladius me había publicado Familia. Sociedad. Divorcio, de golpe me
vi convocado como experto a una reunión de la Comisión específica de la
Conferencia Episcopal. Se había perdido la ley de divorcio vincular en
Diputados y venía Senadores. Ahí yo vi que todo se perdía y se lo dije a
Monseñor Ogñegnovich. Resulta que, previendo la derrota antes de la pelea y de
la derrota y anticipando la derrota, se habían lanzado hipótesis de una ley de
mal menor (que nunca hay que lanzar antes de perder), por ejemplo mantener el
matrimonio indisoluble para los católicos.
No conocían el paño del mundo
forense, y no advertían que, si conseguíamos esa ley, ella misma sería
aniquilada por una pareja de bautizados que alegara los derechos humanos y
constitucionales para destruirla por inconstitucional consiguiendo
reconocimiento del “derecho” de volver a casarse… invocando que su condición de
católicos los hacía ciudadanos de segunda…
Le telefoneé al Secretario de la
Comisión transmitiéndole mi desazón. - “Espere Doctor el discurso del Papa en
Córdoba”, me dijo, alentándome con el inminente viaje del Sumo Pontífice a la
Argentina. Esperé ansioso.
El Papa habló. Apagué el televisor
después del discurso de Córdoba y le dije a
mi acompañante mi hermano Rafael, sacerdote ya fallecido: “mañana
tenemos la ley de divorcio vincular”. El Papa no había echado al ruedo el peso
de la Iglesia en el tema en forma específica. Cuando en algunos pasajes parecía
ir al punto álgido la gente aplaudía: quería pelear. No se refirió para nada a
la ley jurídicopolítica de divorcio vincular concreta; fue una pieza muy buena
de teología pero...
Le hablé al Secretario de la
Comisión: “¿éste era el discurso?” – “Nos cambiaron el discurso…”, -fue su
respuesta.
5.
“Los senadores cenan”
Mucho tiempo después me encuentro con el mismo secretario fuera de
Argentina, le recuerdo aquello, y me dice: “Ah, pero vos no sabés otra cosa”...
Y me contó que en aquellos días se habían reunido con el Senador Saadi, que
contando porotos le aseguró que en Senadores se ganaba, pero les pidió que
hubiera una movida eclesial: “Los senadores cenan. Que los arzobispos de cada
Provincia inviten a cenar a los senadores y ejerzan presión”. Era el dictamen
de alguien que de esto sabía.
Monseñor Primatesta no instrumentó
la invitación a cenar y se perdió la ley sin jugar la carta...
6.
El representante ante el Gobierno en el tema
Más político que yo, un colega me
advirtió tiempo después lo que yo no había visto: “si la Iglesia hubiera
querido luchar y ganar, hubiera lanzado al ruedo a la cúpula episcopal, y no a
un obispo de menor rango”. (Que, por lo demás, luchó a la altura de su deber,
digo yo y le hago mi homenaje).
Es exactamente lo mismo que pasa
hoy. El Presidente Fernández, pontificando a diestra y siniestra sobre el
aborto va al Papa, el Papa lo recibe, pero el representante de la Iglesia que
trata el tema que es hoy el más importante en las relaciones, es un Secretario.
Estos clérigos parecen abogados
inconvencidos de una causa en la que descreen y que, cuando le están violando
la hija dicen “hago reserva del recurso extraordinario artículo 14 ley 48”; o
cuando les queman el rancho sólo se les ocurre redactar un telegrama: “rechazo
por improcedente”. Sus sangres heladas nos hielan la sangre. Mientras todo el
poder mundial ha decretado que tengamos aborto, la Gran Defensora de la Vida se
borra. El Presidente, luciendo que es profesor de Código Penal, sigue
pontificando su herodismo en la Sede de Pedro; y el curerío se llama a silencio
en el punto que al gobierno le duele pero verborrea que vamos a colaborar con
él…
-
Por
favor, ¡no nos tomen de estúpidos!
7.
Si la Iglesia hubiera puesto un millón de personas la ley
de divorcio vincular no salía, dijo el masón Natale
Resulta que Monseñor Ogñegnovich y el equipo antidivorcio
había resuelto marchar con la Virgen desde Luján a Plaza de Mayo, pero la
procesión debió andar esquivando la geografía de las diócesis que no libraban
la batalla. Se comentó luego que el titular de una de ellas, Monseñor Laguna,
le escribió el discurso abortista de fondo y decisivo al senador Caffiero.
Cincuenta mil personas en Plaza de Mayo. Mucha gente pero,
en proporción a lo que se jugaba, a las posibilidades de movilización y a la
importancia que la cúpula eclesiástica debía darle, fue un fracaso. “Si la
Iglesia hubiera puesto un millón de personas en Plaza de Mayo la ley no salía”,
lo dijo muy públicamente en Rosario el diputado divorcista Natale.
Aprobada la ley, había que iniciar
la resistencia. El Director de El Derecho,
la revista jurídica de la UCA, Germán José Bidart Campos, vetó en la revista mi
artículo sobre su inconstitucionalidad, pero gracias al Dr. Alfonso Santiago se
publicó. Sufrí un contragolpe, porque a raíz de un artículo mío sobre el asunto
el mismo Bidart concedió la primera página a un autor entonces divorcista y en
el título mismo oficial de la revista admitió que en serio me refutaba, con la
tesis de que se puede ser católico y abortista. (Dr. Reynaldo Vanossi). Hice
mil alambiques para colar un articulejo contestando la tesis pero evitando la
admonición sentenciosa del director: “Ud. sabrá, Doctor, que no hay derecho de
réplica... A los codazos en la revista de derecho de la Pontificia se colaba
desdibujadamente que no es compatible el divorcismo con el catolicismo…
8. “Gesta de Dios por los argentinos”
En la batalla victoriosa de 2018, la cúpula eclesial buscó
deslindarse “de la derecha”. Nos trataron de “talibanes”. Acusaron a la gente
de pelea de eso mismo, de combatir y de no dialogar ni cultivar por sobre todo
la cortesía de las buenas maneras con los matadores. Pero, ¿el solo poner en
discusión que Ud. debe morir no es ya matarlo a Ud. de alguna manera? O
acusaban de festejar cuando, si se peleó y se ganó, ¿cómo no hacerlo? Al
principio se pretendió trazar la política de que “debemos acostumbrarnos a
convivir con la ley del aborto; yo lo he vivido en Italia”. Menos mal que los
chicos no le hicieron caso y lo Bocharon… Se veía mal el “fanatismo” religioso
de los que iban rezando con la Virgen de Luján a la pelea.
Incluso se
aceptó, casi antes de que la presentara, la renuncia del principal alfil que la
Iglesia tenía en el Episcopado en el asunto. ¡Vamos Héctor Aguer todavía!
Asistimos a reacciones eclesiales
ante el Herodes Fernández de Kirchner en las que no denuncian el Genocidio,
sino otra cosa ciertamente distinta: “darle prioridad” al tema. (Obispo de
Neuquén, Monseñor Croxatto). Calcule la reacción que suscitaría que el
Presidente Machus lanzara mañana una campaña para matar a todos los
homosexuales del mundo y un obispo le salga a decir “eso no es prioridad”…
Pero éstos no son meros hechos.
Aquí hay una cuestión de pleno derecho. Mejor dicho: de teología.
9. “La lucha contra el aborto es bandera de
la derecha”
La Iglesia modernista postconciliar entiende que hoy no
corresponde pelear para que se implante
el orden natural y cristiano en la sociedad. Que eso es bandera de la
derecha. Que es preferible convivir con un orden jurídicopolítico ateo antes
que te identifiquen como quasprimista, esto es que defiendes El Reinado Sociopolítico de Nuestro Señor
Jesucristo. (Por la encíclica Quas
Primas, del Papa Pío XI, ratificada en el Catecismo de la Iglesia Católica,
nro. 2105). Que la Cristiandad hoy no corresponde. Ni cabe defender la
Cristiandad en la Constitución, - ¡faltaba más!- como que la Reforma
descristianizadora de la Constitución en 1994 provino de la cúpula del
Episcopado. Eso es laicismo. Y laicismo es ateísmo social. Una religión
anti-Dios.
10. El modernismo es una herejía social
Me contó la viuda de Carlos Alberto Sacheri que éste,
viajando desde Canadá a los Estados Unidos, había vuelto escandalizado porque
“los obispos no creen en el derecho natural”. Y nuestro mártir denunciaba que
el modernismo es una herejía social, porque el núcleo del mismo reside en
negarse a admitir el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo. – Sacheri escribió
La Iglesia clandestina, presentándola
con una faja que decía “seremos fusilados por curas bolcheviques”, y
efectivamente fue fusilado el 22 de diciembre de 1974, a los 41 años, en medio
de toda su familia, manchada
-literalmente- con su sangre mártir.
Pues bien,
la implantación en la sociedad de las más elementales normas de derecho natural
es Cristiandad, esto es instauración del Reinado Sociopolítico de Cristo.
Y es deber
defender las bases del orden natural cristiano cuando las mismas están implantadas
en la legislación positiva existente. Defender lo que hay, que es mucho.
Una de las
convicciones de este posconciliarismo confuso es que “lo nuestro no es
popular”, y que los adversarios sí que expresan los anhelos actuales de la
sociedad. Pero, a propósito de esto se ha llegado a rumorear, y debe ser falso,
que estos obispos progre están yendo en bandada al psiquiatra para que les
explique la reacción de los curas villeros contra el aborto.
Otra de
las enseñanzas cumbre de Carlos Alberto Sacheri mártir fue que el laicado tiene
la función insustituible de defender la Cristiandad, y orientar a los curas
progresistas despistados.
Él se
oponía al Clericalismo, esto es a que el Clero ocupe funciones políticas
reservadas a los laicos, pero con el Concilio predicaba que nos corresponde
“informar según Dios los asuntos temporales”. No según otras religiones o
pautas ni las buenas maneras ni la democracia ni la ontocracia ni la monarquía.
Según Dios, queda dicho. Que encarnose, por si le falta que lo diga.
Él nos
enseñaba que había un clericalismo malo, el que acabo de referir, y uno peor.
El primero usaba un medio generalmente malo para el fin bueno de implantar la
buena doctrina y el buen orden social. (Digo “generalmente malo” porque el
clero podría ejercer en ocasiones cierta función subsidiaria en el tema; como
también en cierto sentido los laicos). El segundo clericalismo, el que
practicaba “La Iglesia Clandestina”, usaba el medio malo del Clericalismo para
el fin malo de instaurar el ateísmo social. Para que la Iglesia se convierta al
mundo en vez de que el mundo se convirtiera a la Iglesia.
Pero esto
no es una cuestión “de clases”, “clero contra laicado”, sino de alinearse o no
en la defensa de los derechos de los más indefensos. La “gesta de Dios por los
argentinos” producida en 2018 fue porque todos tiramos para el mismo lado y los
jóvenes y viejos combatientes rezaron mucho a la Virgen y rechazaron el
Clericalismo. ¡Vamos católicos todavía!