Armando Andruet: "En el debate por el aborto, el
Congreso no logró encontrar consensos"
La Nación, Ideas, p. 7, 10 de junio de 2018
...................
En lo personal, afirma que siempre fue defensor de la
vida, aunque con el paso del tiempo fue modificando su postura inicial para
ubicarse "con razonabilidad dentro de una posición intermedia".
...............
A continuación, una síntesis del diálogo mantenido con
el jurista cordobés sobre la legalidad del aborto.
¿La discusión en torno a la legalidad del aborto
también ha generado una grieta que divide a la sociedad?
Comparto esa apreciación porque, luego de exponer en
el Congreso sobre este tema, observé precisamente eso. No existe vocación para
encontrar un espacio intermedio en el que se puedan encontrar los extremos.
Históricamente, en torno al aborto se dieron dos posiciones extremas. Las
posiciones liberales más acérrimas son las que defienden el conjunto del aborto
legal, gratuito y seguro. Allí la mujer se posiciona como dueña de su cuerpo y
en función de eso puede expulsar cualquier realidad que aparezca como amenaza
de esa propiedad y, hasta que ella no le da el plácet para que se quede, se tiene
que ir. La otra posición extrema es la de los conservadores profundos, que no
son necesariamente los católicos. Y me da la impresión que el Congreso no logra
encontrar ese punto que un filósofo como John Rawls llamaría consensos
entrecruzados. Aquí hay que ceder un poco para llegar a un resultado, porque de
otro modo la cuestión del aborto se terminará resolviendo conforme a lo que
pensaban los legisladores antes de este debate. Al no haber entrecruzamiento no
hay modificación de posturas ideológicas. Me parece que hubo un esfuerzo
estupendo del Congreso de poner en acto lo que un Parlamento hace, pero todavía
no se ven los resultados de esa iniciativa. Yo estuve en una reunión en el
Congreso de las doce que se dieron ese día y quedé agotado. Noté que no hubo un
cuidado respetuoso para quienes hacían los informes, ya sea académicos o desde
una hoja de vida, todos testimonios muy fuertes. Al lado de eso, había quien
hablaba con una ropa interior en la cabeza o que mostraba unas agujas de tejer,
y creo que esa no es la forma. El argumento para aceptar o rechazar el aborto
debe ser académico, científico o biográfico, pero no convertirse en un
espectáculo.
¿Piensa que el actual fue el mejor tiempo para llevar
adelante este debate en el Congreso nacional? Algunas voces críticas hablan de
una suerte de cortina de humo del Gobierno para desviar la atención...
Si acaso ese fue el objetivo, fracasó. De todas
maneras, no creo que ese haya sido el propósito. Me parece que llegó un momento
en el que el debate por el aborto se banalizó de tal manera que entró en una
meseta y me atrevería decir en una curva de descenso. A mucha gente no le
importó el debate del aborto porque estaba más preocupada por lo que pasaba con
el dólar. La sociedad se ocupó del tema en los extremos del problema; es decir,
cuando la cuestión se lanzó, y ahora, cuando está en la etapa final. En el
medio, si uno le pregunta a la gente, solo dirá que se está discutiendo.
¿Considera que la sociedad está lo suficientemente
preparada para sostener este tipo de debate?
Me da la impresión de que nos falta una materia.
Estamos preparados para hacer los informes, pero no para entrar en la
confrontación que supone el debate del problema. Unilateralmente, cada uno de
los expositores tienen buenas razones, cualquiera sea su posición. Pero no
existe la capacidad de generar un proceso de confrontación de ideas sin llegar
a la discusión cerrada que no lleva a ningún lado.
Usted siempre ha sido un defensor de la vida, pero en
sus últimas exposiciones públicas sobre la cuestión se advierte algún cambio en
su mirada a esta cuestión.
Sí, yo siempre fui un defensor de la vida y lo sigo
siendo. Pero me ubico con razonabilidad dentro de una posición intermedia.
Primero, hay que advertir que el Código Penal de 1921 reconoce dos causales de
inimputabilidad en el aborto: el riesgo a la salud de la madre o la violación
de una mujer idiota, así lo decía la ley. Hay que pensar que eso fue escrito
hace casi cien años. Y eso en ese tiempo era un adelanto significativo. Quizá
yo mismo hace dos décadas creía que eso era una cosa terrible, sobre la base de
que la vida es la vida siempre, con independencia de que sea la vida que
engendra una mujer violada. Hoy creo, con capacidad de generar consensos y de
escuchar atenta y empáticamente la posición del otro, que el Código Penal fue
generoso en esa apertura. Y pienso que hoy habría que pensar que eso no solo
cabe a la mujer idiota o demente cuando ha sido violada, sino en definitiva la
mujer cuando ha sido abusada.
Creo que también hay una posición de apertura
respecto a situaciones en las que la vida del por nacer tiene una condición
incompatible con la vida posterior. Y me parece que podría en esos casos
también pensarse en una despenalización del aborto.
Creo en paralelo que
una sociedad moderna nunca se nutre únicamente de buenas leyes.
¿Cómo es eso?
Las leyes son producto de buenos ciudadanos. Y la
ciudadanía, en este tema, debería comprender que a veces pasan cosas trágicas a
las personas y a veces son las personas las que deciden tener situaciones
trágicas. El Estado debería ser muy cuidadoso en fortalecer las prácticas de la
educación sexual y reproductiva de las personas y también abundar en los
aspectos que permiten que una situación de concepción no llegue a un proceso en
el que haya que producir un aborto.
Hay que entrenar mejor a las personas,
varones y mujeres, sobre los riesgos que una relación ocasional puede generar.
Y, a la vez, decirle que si acaso la relación fue ocasional, existe toda una
artillería farmacológica, mecánica, de preservativos, para que una relación no
termine en un embarazo que después importe un aborto.
El aborto no debe ser
entendido como un método anticonceptivo y eso es lo que yo visualizo que
aparece en la situación liberal extrema: pensar que hacer un aborto es lo mismo
que tomar la píldora del día después es una cosa demencial. Son instancias
totalmente diferentes y hay que luchar para que haya educación y se sepan
cuáles son los procedimientos previos que pueden evitar una situación terrible.
En su última marcha, el colectivo Ni Una Menos y otras
agrupaciones sociales y políticas se expresaron claramente a favor del aborto
legal, gratuito y seguro. ¿Qué piensa de ese tipo de manifestaciones?
Me parece que se trata de demostraciones en las que
empiezan a verse campos que se confunden, porque la perspectiva de Ni Una Menos
tiene un sesgo claramente feminista y el aborto tiene una clara compatibilidad
con ciertas miradas de esta naturaleza. Pero pienso que Ni Una Menos tiene una
mirada que también puede excluir el aborto, por todo lo que está poniendo en
defensa de la vida de una mujer que es maltratada por su pareja u otras
personas. Tal vez a mí me falten muchas lecturas para terminar de comprender
profundamente la matriz del feminismo, pero no creo que sea bueno para el
colectivo Ni Una Menos entrar en estas mezclas. Otros dirán que la vida
democrática es plural y admite muchas concepciones bajo un mismo colectivo.
Bueno, es posible. Yo no lo visualizo de esa forma.
¿Cómo juzga la actuación de la Iglesia durante todo
este proceso de discusión?
A mí me parece que la Iglesia ha demostrado mucha
estrategia ante este tema, porque no siguió un derrotero que la llevara a
ponerse en la posición extrema que de hecho tiene, para salir a batallar desde
esa posición. Ha utilizado en cambio una estrategia que tácticamente fue más
satisfactoria y no ha ido por los golpes, sino que defendió lo que siempre
defendió y utilizó lo que tiene que utilizar: la voz de sus fieles. No puso a
su cúpula del obispado a la cabeza sino a los laicos, católicos, profundamente
comprometidos. Yo soy católico y cumplí un rol dentro de la Iglesia. Nosotros
tomamos nuestras perspectivas desde el lugar que creemos que lo podemos hacer.
Además de católico, también soy jurista y tengo una perspectiva. Y entiendo que
es hasta aquí hasta dónde puedo defender lo que creo que tengo que defender. Y
entiendo que la Iglesia, dentro de ese mapa tan heterogéneo de fieles, supo
encontrar los lugares para que cada uno cubra un cierto espacio. Al final de
cuentas, si uno revisa el mapa de la Iglesia, advierte que cubrió un espacio
mucho más amplio porque fue desde los moderados intermedios hasta los extremos.
¿Esos extremos no pueden llegar a importar un riesgo
para la sociedad?
Son riesgosos, pero la Iglesia tampoco los puede
rechazar. A veces hay personas que, desde posiciones extremas, nunca aceptarán
que el aborto sea posible. Es una posición extrema que la Iglesia no puede
repudiar. Pero yo pienso que hace veinticinco años, cuando se empezaban a
desarrollar las técnicas de reproducción humana asistida, la Iglesia tuvo una
militancia en contra muy severa. Pero luego, cuando las técnicas fueron
mejorando, la Iglesia fue moderando sus críticas sobre algunas de ellas. Eso es
porque tiene una dinámica y una tradición de dos mil años, que la hace ser la
institución viva más vieja de la historia. No en vano eso es así.
Biografía
Armando Andruet es abogado y doctor en Derecho. Tiene
60 años, casado, dos hijos. Fue presidente del Tribunal Superior de Justicia de
Córdoba. Especializado en bioética, es profesor universitario y miembro de la
Academia Nacional de Derecho. Preside el Tribunal de Ética de la provincia de
Córdoba.