Guillermo
Robles Ramírez
ZÓCALO, 27-6-17
Desde el año 2011 uno de los temas que fue agarrando
mayor fuerza en el país fue la iniciativa para despenalizar el uso de la
mariguana, es decir, comercialización y consumo de la misma.
Esto significaba en pocas palabras la autorización de
siembra, cultivo, cosecha, elaboración, preparación, acondicionamiento,
adquisición, comercialización, posesión, transporte y consumo de marihuana.
Su principal motivación o justificación para la
despenalización de esta hierba somnolienta, era para combatir al narcomenudeo.
En diciembre del 2016 se dio en el país un paso sin
marcha atrás a la legalización de la marihuana medicinal al aprobarse en el
Senado por 98 votos a favor y 7 en su contra.
Aunque en ese año todavía había esperanza para quienes
estaban en contra porque faltaba que pasara por la aprobación o su rechazo en
el Congreso, en donde este proyecto tendría su uso con fines médicos y
científicos.
En abril del presente año cada vez estaba más cerca la
legalización de la marihuana porque la Cámara de Diputados había aprobado la
reforma a la Ley General de Salud y al Código Penal Federal para la
despenalización del uso medicinal o terapéutico del cannabis.
Con esto el Congreso ya había dado el banderazo para
el uso de esta hierba con 301 votos a favor, para permitir el uso de derivados
del cannabis, así como su cultivo en el país, que fue previamente avalada en el
Senado.
En la práctica y para los amantes de esta hierba
somnolienta, pueden consumirla, porque no es un delito, así como portar
solamente cinco gramos, es decir, si alguna autoridad te detiene con marihuana;
demostrando que es para consumo personal, estará la autoridad obligado a
liberarte.
En realidad, desde mi punto de vista no sé si es un
gran paso o un retroceso, aunque tampoco se ha comprobado en ningún país el
bajo índice del narcomenudeo por la venta de esta hierba.
Lo que sí es una realidad es que esto representa aún
más un peligro ya que al estar bajo los efectos de la marihuana, en combinación
con otro tipo de droga, alcohol o ambas.
Tan solo el consumo de la marihuana algunos de sus
efectos relacionados al mismo es la falta de concentración, sensación eufórica,
desinhibición, disminución de la coordinación y hasta puede provocar
alucinaciones.
Se imaginan alguien con estos síntomas saliendo de
algún centro nocturno también conocido como antros; o de algún salón de fiesta
de bodas, que para efectos prácticos resulta lo mismo, en ambas partes se
ingiere alcohol; partiendo de aquí el incremento de accidentes automovilísticos
va incrementar por la mezcla de alucinógenos con bebidas alcohólicas.
Ahora veamos el lado de la siembra para su
comercialización. De cuantas hectáreas estamos hablando que está permitido,
cuánto va costar la logística para la planeación, vigilancia, regulación de
esta misma.
Cuáles van a ser las limitaciones que va tener el
ejército mexicano en la incautación del herbante, ya que esto también les da un
derecho para aquellos que se han dedicado a traficar con esta droga durante
muchos años.
El incremento que va tener en los asesinatos para
ganar mercado o plazas como lo que está sucediendo en la actualidad con los
carteles pero ahora se sumaría un nuevo grupo pero sería de civiles con
licencia en caso de aprobarse y teniendo una gran desventaja en conseguir
armamento para defenderse ya que autorizando esta iniciativa significa que
cualquier mexicano podemos entrarle a este negocio sumándose un grupo de
amateurs contra los que ya existen en la actualidad con mayor experiencia y
temporalidad en el mercado controlando ya una plaza.
Este nuevo “paso” en México sobre la legalización de
la marihuana de seguro saldrá contraproducente y tampoco se va a combatir al
narcomenudeo. Más bien suena más a negocio entre legisladores, fomento a la
corrupción e incremento a la adicción de los jóvenes.