Sobre los
sacerdotes casados
Sandro MAGISTER, periodista
catolicos-on-line, 9-12-15
Mientras se espera el pronunciamiento del papa
Francisco respecto a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar,
sobre lo cual han discutido dos sínodos y se han dividido, ya se vislumbra cuál
será el tema de la próxima sesión sinodal: los sacerdotes que se han vuelto a
casar.
La elección del tema le pertenece al Papa, como
sucedió con los sínodos pasados y como acontecerá con el próximo,
independientemente de lo que también propongan los quince cardenales y obispos
del consejo que hace de puente entre una sesión y otra.
Que los sacerdotes casados serán el próximo tema de
discusión sinodal se deduce a partir de varios indicios. El primer indicio es
la evidente voluntad del papa Francisco de llevar a cabo la agenda dictada en
1999 por el cardenal Carlo Maria Martini, en una intervención memorable en el
sínodo de ese año.
El entonces arzobispo de Milán, jesuita y líder
indiscutido del ala "liberal" de la jerarquía, dijo haber
"tenido un sueño": el de una Iglesia capaz de ponerse en estado
sinodal permanente, con un "debate colegiado y autorizado entre todos los
obispos sobre algunos temas centrales".
He aquí los "temas centrales" enumerados por
él: "La falta de ministros ordenados, el rol de la mujer en la sociedad y
en la Iglesia, la disciplina del matrimonio, la visión católica de la
sexualidad, la práctica penitencial, las relaciones con las Iglesias hermanas
de la ortodoxia y más en general la necesidad de revivir la esperanza
ecuménica, la relación entre democracia y valores y la relación entre leyes
civiles y ley moral".
De la agenda martiniana, los dos sínodos convocados
hasta ahora por el papa Francisco han discutido precisamente "la
disciplina del matrimonio" y en parte "la visión católica de la
sexualidad".
Nada prohíbe, entonces, que el "tema
central" del próximo sínodo pueda ser el que Martini puso encabezando a
todos los demás: "la falta de ministros ordenados".
La falta de sacerdotes – que en la Iglesia Católica
latina son normalmente célibes – se siente particularmente en algunas regiones
del mundo, sobre todo en América latina.
Hace un año, el obispo Erwin Kräutler, austríaco de
nacimiento y titular en Brasil de la prelatura de Xingu, con solo 25 sacerdotes
en un territorio más grande que Italia y, e consecuencia, con la posibilidad de
celebrar la Misa y los sacramentos sólo dos o tres veces al año en las localidades
más aisladas, se hizo portador ante el papa Francisco del pedido de muchos
obispos como él de suplir la falta de sacerdotes célibes confiriendo el Orden
Sagrado también a "varones probados", es decir, a hombres de virtud
comprobada y casados.
El pedido no era nuevo. Y los obispos brasileños –
pero no solamente ellos – lo han lanzado varias veces. El cardenal Cláudio
Hummes, de 81 años de edad, arzobispo emérito de San Pablo y amigo y gran
elector de Jorge Mario Bergoglio, lo propuso también cuando fue prefecto de la
Congregación vaticana para el Clero, desde el 2006 al 2010.
Hoy, Hummes es presidente de la Comisión para el
Amazonas, de la Conferencia Episcopal de Brasil, y de la Red Pan-Amazónica que
reúne a 25 cardenales y obispos de los países del área, además de
representantes indígenas de diferentes etnias locales. En el ejercicio de este
rol declaró el mes pasado en Radio Vaticana que él se propone "trabajar
para que haya una Iglesia indígena, una Iglesia inmersa en la historia, en la cultura
y en la religión de los indígenas, una Iglesia que tenga como guía a un clero
indígena. Ellos tienen derecho a esto. Son la última periferia que tenemos, la
más lejana".
Esta vez Hummes no dijo más. Pero se sabe que decir
"clero indígena" en este contexto significa proponer un clero también
casado.
Este año se corrió la voz que el papa Francisco habría
escrito al cardenal brasileño Claudio Hummes una carta en apoyo a una reflexión
sobre el celibato eclesiástico y sobre la ordenación de "varones
probados". El padre Federico Lombardi ha negado la existencia de esta
carta. Pero, agregó, "es verdad que el Papa invitó en más de una ocasión a
los obispos brasileños a buscar y proponer con valentía las soluciones
pastorales que consideren apropiadas para afrontar los grandes problemas
pastorales de su país".
En otra área de América latina, en Chiapas, en el sur
de México, la presión hacia el clero casado se concretizó en las décadas
pasadas en el ordenamiento de una cantidad exhorbitante de varios centenares de
diáconos indígenas, en una diócesis tan extensa como la de San Cristóbal de Las
Casas, en la que los sacerdotes son pocas decenas y casi todos ancianos.
La ordenación en masa de estos diáconos, todos
casados, tuvo su culminación en los cuarenta años de episcopado, desde 1959 al
2000, de Samuel Ruiz García, quien se hizo célebre por su proximidad al
subcomandante Marcos, en el largo conflicto en Chiapas entre el Ejército
Zapatista de Liberación y el gobierno federal mexicano.
Pero en el 2000, con la dimisión de Ruiz García, Roma
ordenó que se suspendieran las ordenaciones de otros diáconos. Prohibió la
costumbre de llamarlos "diáconos indígenas", como si constituyeran
una tipología nueva y distinta en los ministerios de la Iglesia. Ordenó a las
esposas que no se hicieran llamar "diaconisas" ni mucho menos hacer
creer que también ellas habían recibido una ordenación sacramental, a causa de
la costumbre de imponer las manos también a ellas durante el rito de ordenación
de los maridos. Reclamó de los diáconos ya ordenados que declararan
públicamente que su ordenación terminaba allí y no constituía de ninguna manera
una etapa hacia una posterior ordenación sacerdotal, como sacerdotes casados.
Pero luego de la elevación de Bergoglio al papado, la
prohibición fue revocada. En mayo de 2014 Roma autorizó nuevamente al sucesor
de Ruiz García, el obispo Felipe Arizmendi Esquivel, a retomar las ordenaciones
diaconales. El obispo anunció rápidamente que tenía programado un centenar de
ellas.
Entre tanto, en Roma, el papa Francisco procedía a un
profundo recambio de directores y del personal de la Congregación vaticana para
el Clero, en la que se anidaba la mayor resistencia contra la introducción de
un clero casado.
Pero hay más. Ahora es seguro que Francisco, en su
próximo viaje intercontinental, en la mitad de febrero en México, se detendrá
precisamente en Chiapas, en San Cristóbal de Las Casas. Al recibir el pasado 10
de febrero en Santa Marta a doce sacerdotes, de los cuales cinco dejaron el ministerio
porque se casaron, al ser interpelado Francisco dijo: "El problema está
presente en mi agenda".
Ya hay alguno que prevé un paso posterior: que
Francisco vuelva a poner en discusión no sólo el celibato del clero, sino
también la prohibición de la ordenación sagrada de las mujeres. Es lo que
promueve, por ejemplo, una famosa monja benedictina estadounidense, Joan
Chittister.