Reflexión de monseñor
Héctor Aguer, arzobispo de La
Plata ,
en el programa
"Claves para un Mundo Mejor" (26 de enero de 2013)
“Como ustedes saben,
hace muy poco el Congreso de la
Nación ha votado una ley llamada de identidad de género por
la cual un varón que, siendo varón, se siente mujer, puede vestirse de mujer,
obtener un documento que lo acredite como tal, someterse a una operación de
reasignación de sexo que, además, esté cubierta por las obras sociales. Lo
mismo pasa con una mujer que se siente varón y quiere convertirse en varón”.
“Es interesante que
al comienzo de esta ley los legisladores propongan una definición de lo que
entienden por identidad de género. Dice: “Se entiende por identidad de género a
la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la
cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento,
incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la
modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios
farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole siempre que ello sea libremente
escogido. También incluye otras expresiones de género como la vestimenta, el
modo de hablar y los modales”.
“En realidad el sexo
desaparece en esta definición, queda absorbido por lo que se llama género y no
sólo por el género como algo objetivo, cultural, sino por el género entendido
como aquello que la persona siente, la vivencia íntima, el deseo”.
“Parece que para los
legisladores el hecho de que uno sea varón o mujer es la suerte que le tocó en
una especie de lotería de la vida y, que es, para algunos, una mala suerte”.
“Estuve siguiendo las
reacciones que produjo la sanción de esta ley y, especialmente, algunos
comentarios de personas que se manifestaron con entusiasmo a favor de esta ley,
aprobando el cambio de sexo por género. Desde el punto de vista filosófico se
puede observar que en realidad aquí lo que se transforma es la idea del hombre,
del ser humano, sin más”.
“Desde un punto de
vista filosófico, digo, esto implica que según la ideología de género no existe
más una naturaleza humana. Sostienen los comentaristas que la naturaleza ha
sido culturizada, se ha convertido en cultura, y las adquisiciones culturales
son ahora lo natural, de modo que hay una especie de intercambio entre
naturaleza y cultura por el cual la naturaleza queda vaciada en la cultura y la
cultura, en este caso lo que uno siente íntimamente, es natural”.
“De acuerdo a este
planteo ya no tenemos parámetros razonables, objetivos, para referirnos a la
verdadera identidad de la persona humana. Como si no hubiera ya una naturaleza
de la persona y de sus actos. Todo puede inventarse”.
“Otro aspecto
importante también es el que tiene que ver con el deseo. Aquí el género está considerado
en un sentido puramente inmanente, subjetivista, íntimo. En el fondo lo que
pasa es que la libertad queda convertida en deseo, en puro deseo. Ya no es algo
propio de la voluntad racional. No es algo que tiene que ver con las
inclinaciones naturales a la verdad y al bien, con la naturaleza propia del ser
humano que es varón o mujer, sino que es lo que yo deseo. Tengo derecho a
sacarme el gusto, digamos así, a cumplir mi deseo, porque soy libre; eso es la
libertad”
“También observo que
en la problemática del género así planteada entra el problema de la felicidad
que es, en el fondo, el fin del hombre. Algunos comentaristas sugieren que la
felicidad es el placer. Un viejo error, que reduce la felicidad al placer”.
“En continuidad con
lo que hemos señalado anteriormente, si no hay naturaleza sino cultura, y lo
cultural es ahora lo natural; si la libertad es darse el gusto, sacarse el
deseo, cumplirlo, entonces quiere decir que la felicidad es simplemente el
placer, y no la realización plenaria, de la vida de la persona en todas sus
dimensiones, sino el placer y fundamentalmente el placer sexual. Los
comentaristas a los que he aludido sugieren que ahora se abre un universo de
erotismo totalmente nuevo, nuevas invenciones para darse el gusto, sin parámetro
objetivo alguno”.
“Podemos preguntarnos
entonces: ¿a eso queda reducido el ser humano?”.
“¡Qué razón tiene el
Papa Benedicto XVI cuando insiste en que la problemática principal en la
cultura contemporánea es la problemática antropológica, es decir la idea del
hombre, la definición del hombre!”.
“En el principio Dios
creó al ser humano varón y mujer, dice el Libro del Génesis; la idea del
hombre, la realidad plena, total del ser humano tiene esta doble imagen diversa
y complementaria: varón y mujer. La distinción y la complementariedad del varón
y la mujer están orientadas a la continuidad de la humanidad sobre la tierra.
En este hecho se expresa un designio divino que el legislador no puede
modificar arbitrariamente”.
“En la ley de
identidad de género el positivismo jurídico es llevado hasta el extremo. ¿Basta
que el legislador quiera que las cosas sean de un modo para que sean así? No,
aunque a él se le ocurra, ¡las cosas no son así!”
Agencia Informativa
Católica ArgentinaJueves 31 Ene 2013