El DOCUMENTAZO (de
los obispos argentinos)
Por Guillermo “Quito”
Mariani
By SinTapujos.org,
Fecha diciembre 3rd, 2012
Después de varias
postergaciones “tácticas” apareció finalmente el documento de la CEA abrazando con el mismo
amor e interés las expresiones (populares) del 8N y el 20N. Los obispos, esa
multitud de cráneos ornamentados con crestas rojas, entregaron gozosos la
profundidad de sus reflexiones, al pueblo fiel, con motivo de la proximidad de
la celebración navideña.
La primera preocupación
que aparece, copiando a Benedicto XVI, es la conversión a Dios por la
observancia del mandamiento del amor. Es legítimo entonces y respetuoso
preguntar: ¿están ellos decididos a convertirse? Si lo están y quieren ser
súbditos de la verdad (como lo afirman más adelante) lo primero que tendrían
que hacer es cambiar el título del documento de marras. En lugar de “Creemos en
Jesucristo, Señor de la historia” debieran hacer su verdadera profesión de
fe afirmando “Creemos en Clarín señor de
la historia” Porque, sencillamente, sus reclamos se identifican con los grandes
títulos de la prensa monopólica y hasta decidieron esperar para la publicación
del documento, porque la información de esa prensa confidenciaba un
levantamiento popular, apoyado por el Campo exportador y las fuerzas armadas,
con definitivo resultado destituyente.
La segunda
preocupación marca, como es normal en su marketing político habitual, la situación de pobreza. Y, rechazando toda
intervención que no sea directamente educación (escuela) y trabajo (empleo),
deja a un buen sector de los más pobres, absolutamente desamparado. ¡Qué los
vagos se las arreglen solos! parece el mensaje sublimizar. Cuando (agosto de 2010) la CEA , publicó su compromiso de
crear una institución que, recibiendo colaboraciones de los empresarios
católicos, se hiciera cargo de facilitar a las familias pobres el acceso de sus
hijos a la escuela, apareció anticipándose, el decreto de la Asignación universal
por hijo. Ellos no tuvieron empacho en criticar esa decisión como electoralista
y deficiente.
El tercer lugar lo
ocupa la “crisis moral y cultural que nos angustia” y, dicen, sólo se remedia
con la vuelta a Jesucristo. Excelente propuesta. Y ¿la crisis moral (negociados
y rivalidades de poder, autoritarismo y exclusión de los pensadores más
honorables de nuestro tiempo, junto con los escándalos sexuales cuidadosamente
ocultados hasta ahora) que vive la
Iglesia ¿no es lamentable? ¿cómo se remedia? Lo tienen a
Jesucristo, Señor de la historia.¿Y…?
Seis puntos son enumerados
posteriormente: la obsesión por la defensa de lo que llaman la vida no nacida,
excluyendo todo razonamiento científico; la indiscriminación sexual que señalan
como ataque a la familia; la responsabilidad educativa de los padres basada
exclusivamente en los postulados morales del catolicismo conservador; el
rechazo del voto juvenil y la politización que llaman temprana, a pesar de
ideologización más temprana aun, con que
la iglesia ha adoctrinado en base a temores y engaños a tantos infantes y adolescentes;
la culpa oficial de que los jóvenes no tengan trabajos dignos, olvidando que la
multinacionales protegidas y protectoras de la iglesia son culpables de las
mayores explotaciones; las drogas, el narcotráfico y las complicidades que las
sustentan, que se mencionan sin ningún aporte de soluciones y con el tiro
indirecto de la complicidad oficial;
Y finalmente, la
inquietante división en bandos irreconciliables. Esto último constituiría la
preocupación central, justificante de todo lo señalado anteriormente. Y es
cierto que los bandos se van volviendo irreconciliables. Pero los señores
Obispos no se atreven a señalar los puntos de la disputa. Primero, porque
tendrían que admitir (y lo practican muy sagazmente), que hay cuestiones en las
que no se puede ceder ya que ellos pusieron en “pie de guerra” a los
ultracatólicos convocados por el propio
cardenal primado que no vaciló en designar la resistencia a la ley de
“matrimonio igualitario” como “guerra de Dios” y, segundo porque ellos se han
adherido a un bando, sin reservas, de modo que su discurso es igual al de la
“oposición” aunque ésta no existe como propuesta de principios sino como
defensora de los más variados intereses.
Hay dos silencios que
gritan desde el “documentazo”: “NO
QUEREMOS LA LEY DE
MEDIOS” (que perjudica a las empresas que nos favorecen) y “SOLO NOSOTROS
TENEMOS DERECHO A ESTABLECER LO BUENO Y LO MALO Y APOYAR Y SER COMPLICES DE
CUALQUIER GENOCIDIO PURIFICADOR!”
Afortunadamente ya no
es mucha la gente que da importancia a estas declaraciones.