DON BOSCO

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"BUENOS CRISTIANOS Y HONRADOS CIUDADANOS"

¡Cordobesa ofrece sus óvulos a cambio de una casa!





Por R.P.
 


Natalia Soteras es empleada estatal en Córdoba. Pide porque cree que nunca va a poder conseguir una casa de otra manera.
Con el objetivo de poder comprar su casa propia, tomó una polémica decisión: ofrecer desde su cuenta de Facebook sus óvulos a parejas homo o heterosexuales que anhelan ser padres a cambio de materiales de construcción o un terreno. Se trata de Natalia Soteras, una cordobesa que tiene 36 años y es madre de dos pares de mellizos de diferentes padres. Los más grandes tienen 12 años y los pequeños 3 años. Contó a PERFIL por qué lo quiere hacer.

—¿Cómo surgió la idea de este ofrecimiento por medio de una red social?
—Me pareció que Facebook era una forma de informar algo que yo tengo decidido; es un lugar donde mucha gente me lee. En el mensaje cuento mi situación real y nada más. Un conocido lo leyó y me ofreció que lo cuente en un medio local y después de esa nota me llamaron de todos lados y muchos opinaron en contra.
—¿Qué pedís a cambio de la donación de óvulos?
—Yo quiero ayudar a una mamá a cumplir su sueño y que ella me ayude a cumplir el mío. Creo que puedo ayudar a muchas familias a concebir, y ellas al mismo tiempo pueden ayudarme a mí. No es que quiero vender los óvulos por dinero sino que quizás alguien que necesite mis óvulos pueda darme un terreno o materiales de construcción. Soy de clase media y es imposible llegar a comprar una casa. Trabajo hace diez años en la Municipalidad de Córdoba y la mitad de mi sueldo se va en el alquiler.
—¿Qué pensás sobre la polémica que se desató por tu ofrecimiento?
—Creo que hay mentes muy cerradas. Yo sólo quiero donar mis óvulos como los hombres donan su semen por dinero. No estoy haciendo nada ilegal porque no hay legislación sobre el tema. Estoy con una necesidad puntual y lo hago porque mis hijos se merecen una casa propia y vivir más tranquilos económicamente. Además, hay médicos que me dijeron que era antiético lo que quería hacer, pero es mi cuerpo y yo decido qué hacer.
—¿Recibiste alguna propuesta de algún interesado?
—Se contactó una pareja homosexual que quería que gestara al bebé en mi vientre. Eso no me interesa, tengo mis límites. Yo dono los óvulos, no estoy ofreciendo tener al bebé. Amo a mis hijos, y porque sé lo importante que es tener hijos simplemente pensé en hacerlo de esta manera.
—¿Tus hijos saben lo que ofrecés en la búsqueda de una casa?
—Hablé con mis hijos mayores, los que tiene 12 años, y están de acuerdo. Les expliqué la situación y me dijeron “mamá, vos siempre ayudás a todos, es hora de que te ayuden a vos”. También lo hablé con los padres de mis hijos y me apoyaron. Ellos me pasan dinero todos los meses, como corresponde, pero también son trabajadores de sueldo promedio y se dificulta poder ahorrar y pagar un alquiler al mismo tiempo.
—¿No intentaste pedir un crédito hipotecario?
—Los créditos hipotecarios cubren un porcentaje del valor de la casa. No tengo de dónde sacar el resto. Creo que no hay políticas de vivienda, ni provinciales, ni nacionales, que estén pensadas para la clase media. Me indigna pasar por un faro que construyeron en Córdoba que no sirve para nada. Ese dinero podía ser para comprar tierras para repartir casas. En el caso del plan nacional, si no tengo suerte y no salgo sorteada no tengo casa.
—¿Tenés alguna condición para hacer el trato?
—No quiero conocer personalmente a las personas a quienes les entregaré mis óvulos; es algo que aconsejan los profesionales. Incluso, lo hablé con mi ginecólogo y me explicó cómo hacerlo y dónde. Espero que aparezca la pareja que lo necesite y que se cumpla el sueño de ambas partes.

Perfil, 16-12-12
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Además de lo repugnante de la iniciativa de “vender” parte del propio cuerpo para obtener a cambio un bien material, recordemos la doctrina católica:

“También las distintas técnicas de reproducción artificial, que parecerían puestas al servicio de la vida y que son practivadas no pocas veces con esta intención, en realidad dan pié a nuevos atentados contra la vida. Más allá del hecho de que son moralmente inaceptables desde el momento en que separan la procreación del contexto integralmente humano del acto conyugal, estas técnicas registran altos porcentajes de fracaso. Este afecta no tanto a la fecundación como al desarrollo posterior del embrión, expuesto al riesgo de muerte por lo general en brevísimo tiempo.”
(Encíclica Evangelium Vitae, p. 14)