Sorprendió
profundamente días atrás la decisión del ministro de Educación de la Nación , Alberto Sileoni, de
presentar una resolución ante el Consejo Federal de Educación por la que ya no
habrá más chicos que repitan primer grado, porque se establece que el primero y
el segundo grado de la educación primaria pasarán a formar una unidad
pedagógica integrada.
Más sorprendió
todavía una posterior declaración de la directora general de Cultura y
Educación bonaerense, la reconocida educadora Silvina Gvirtz, acerca de que se
estaría analizando que los chicos de la provincia tampoco repitan segundo
grado, para crear así "un bloque pedagógico" con los dos primeros
años del ciclo inicial y pasar a tercero directamente.
En momentos en que
tanto docentes, autoridades y padres como la opinión pública nos enfrentamos a
la dura realidad de los últimos datos del Censo 2010, que dio a conocer el
Indec en estos días, sobre bajos rendimientos, repitencia, abandono y poca
inclusión de la escuela secundaria -este descenso en la calidad se ha visto
confirmado por las pruebas de evaluación internacional PISA en matemática y
lengua de las que participa la
Argentina , pues nuestro país bajó notoriamente en el ranking
elaborado en la primera década de este siglo-, y además sobre los bajos
resultados en el nivel universitario, ya que también un reciente informe
internacional señaló que ninguna universidad argentina figuraba entre las diez
primeras en América latina, parece absolutamente riesgosa una decisión que
comprometerá el ciclo primario, exactamente la base para los ciclos que le
siguen.
Es cierto que el
nivel de repitencia en las escuelas primarias argentinas alcanza el 4,7 por
ciento, y en el primer grado es más alto que en años anteriores (entre 7,5 y 9
por ciento). También está comprobado que el hecho de repetir el grado es vivido
por el niño y su familia como algo muy frustrante, sobre todo si ocurre a una
edad tan temprana. Por ello, entre los fundamentos de la medida del ministerio
se señala que "los chicos aprenden a leer y a escribir al final de segundo
grado", además de sostener que la decisión tiene, también, carácter
inclusivo, porque contempla los casos de alumnos de sectores más necesitados
que no pueden seguir el mismo ritmo que el resto de sus compañeros y están más
expuestos a abandonos transitorios o permanentes de los estudios.
Sin embargo, como lo
aclararon prestigiosos educadores, el problema es que se estabilizaron el
fracaso escolar y la deserción, lo cual significa que en nuestro país la
escuela no siempre es capaz de retener a sus alumnos y garantizarles buenas
trayectorias educativas. Por eso, si esta nueva unidad pedagógica por crearse
en 2013 no se estructura como se dijo desde el ministerio de manera adecuada y
con las medidas complementarias prometidas (clases de apoyo, tutorías, maestras
comunitarias y extensión de la jornada escolar, y, por supuesto, con recursos y
con capacitación para los docentes), sólo se logrará demorar la situación y los
niños seguramente volverán a repetir, pero esta vez el segundo grado.
Como se recordará, ya
ha habido en el país alguna experiencia parecida: seis años atrás, se puso en
práctica en la provincia de Santa Fe la promoción asistida o la no repitencia
de primer grado, pero la política no tuvo continuidad y el gobierno provincial
la derogó.
La decisión del
Ministerio de Educación se proyecta sobre la educación pública y privada, ya
que la iniciativa alcanza a todo el sistema y afectará a unos 800.000 alumnos
del primer grado. Es decir que, muy pronto, empezarán a verse los resultados de
esta medida. Una reforma que, por ejemplo, la Unión de Docentes Argentinos (UDA) considera
"inconsulta" y "unilateral", porque los docentes, los
necesarios mediadores entre la escuela y los chicos, no han sido consultados,
una vez más.
Es de esperar que no
se haya decidido reformar primero y segundo grado solo como otra medida
desesperada para salir del paso y reducir los niveles de repitencia en las
estadísticas oficiales, y para no debatir entre los sectores afectados cuál es
el mejor camino por tomar. La educación en la Argentina fue, hace
tiempo, uno de los pilares de la sociedad y sirvió para dar oportunidades a
todos los que pasaban por sus aulas. Hoy, en cambio, parece estar al borde del
caos..