por Héctor A. Huergo
Cada día que pasa, falta uno menos para que las cosas cambien...
Porque aun en el caso de que haya continuidad K, lo que ya no parece un hecho consumado, está claro que “el modelo” de las restricciones a las exportaciones se va agotando. O al menos se va agotando la paciencia del Ministro de Agricultura, Julián Domínguez, cuyas acciones no crecen más porque se topa con la obstinada resistencia del secretario de Comercio, quien sigue convencido de su estrategia en defensa de “la mesa de los argentinos”. Un fracaso subrayado por gruesos trazos de evidencias.
La idea madre fue desacoplar los precios internos respecto a los precios internacionales. Lo logró, pero a lo Pirro. Es decir, perdiendo tanta tropa que al final se quedó sin ejército. Fue lo que pasó, concretamente, con la carne vacuna. Sacrificamos millones de cabezas.
Cuando escaseó, la taba se dio vuelta. Hoy los precios del ganado están en niveles récord. No hay euforia en el sector. Pero los remates de cabaña vuelan, el mejor indicador de que se inició una nueva era, con menos actores porque ahora para entrar billetera mata gaucho. Moreno lo hizo. Por primera vez en la historia, el gran novillo argentino salud vale lo mismo que en Estados Unidos. Lo que no entra por la puerta, entra por la ventana.
Vale la pena entonces mirar lo que pasa allá afuera, porque nos sigue impactando. Esta semana, concretamente, fue crucial para el futuro agrícola. El Congreso estadounidense decidió modificar el régimen de subsidios a la industria del etanol, provocando un impacto fuerte en los mercados. El maíz cayó más de 20 dólares en tres días consecutivos de casi límite de baja. Y arrastró al trigo, que insólitamente sigue por debajo del grano forrajero permitiendo un creciente uso para la alimentación del ganado. En China, por ejemplo, con una cosecha de 125 millones de toneladas, se van a destinar 16 millones para darle de comer a cerdos, pollos y peces.
El maíz había superado los 300 dólares la tonelada, triplicando promedios históricos. Los stocks son los más bajos de la historia, por el boom del consumo. Se hablaba de que iba a ser necesario racionar. Y el 40 del destino del maíz en los EEUU es la industria del etanol, que recibía tres beneficios: el corte obligatorio al 10%, una exención impositiva de u$s 0,45 por galón (13 centavos de dólar por litro), y un derecho de importación de u$s 0,54 por galón. Demasiado.
Una senadora de California, el mayor estado lechero, se granjeó la antipatía de los farmers del cinturón maicero al impulsar el fin inmediato de estos subsidios. Que iban a finalizar dentro de seis meses, así que no hizo más que anticipar algo que estaba escrito. Aprovechó el debate sobre el imponente déficit fiscal. El apoyo al etanol cuesta 6.000 millones de dólares anuales a los contribuyentes.
Los defensores del etanol, un negocio que en su mayor parte está en manos de los productores de maíz, sostienen que se perderán puestos de trabajo y aumentará la dependencia del petróleo. Sin embargo, como se mantiene el mandato del corte al 10%, y próximamente al 15%, la industria del etanol seguirá digiriendo el 40% del maíz estadounidense. Nada menos que 128 millones de toneladas, seis cosechas argentinas completas. Esto le da soporte. El maíz bajó pero sigue arriba de los 270 dólares.
Estos niveles tan altos están generando situaciones insólitas. Por ejemplo, un empresario compró el Whittemore Golf Course en Algona, Iowa, para ararlo y sembrar maíz...
Y aquí, sin ir más lejos, se siente el embate de los chinos. Miguel Braun hizo un experimento: con el Google tradujo al mandarín la frase “Argentina recursos naturales”, y la puso en la web. En unos minutos tuvo medio millón de entradas.
Si no lo hacemos nosotros…
Clarín, 18-6-11