de las iglesias (de la mano de Soros)
Brújula cotidiana,
03-06-2021
Hacer capitular a
los Estados no es suficiente, al contrario: para que la capitulación sea total
es necesario que las iglesias también se rindan al espíritu del mundo. En
primer lugar, agregamos, la Iglesia Católica. Esto explica la publicación del
“Índice arco iris de las iglesias en Europa en 2020”. El informe, que consta de
210 páginas, está fechado el 18 de abril de 2021 y atribuye una calificación de
aprobación LGBT a 46 iglesias en 32 países, algunas de las examinadas son de
múltiples confesiones (católica, ortodoxa, protestante) o incluso
denominaciones menores. El objetivo declarado es fomentar la adaptación de las
iglesias al deseado LGBT.
El documento surge
de una iniciativa del “Foro Europeo de Grupos Cristianos LGBT” - organización
adherida a Ilga (la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales,
Trans e Intersex) - y cuenta con el apoyo del Ministerio de Educación holandés,
el Council for World Mission y la infaltable Open Society de George Soros. Para
redactarlo, el mencionado Forum contó con la participación de investigadores de
la Universidad Teológica Protestante de Amsterdam.
En la introducción
se llega a afirmar que en el último medio siglo, junto con el afianzamiento de
los derechos de los homosexuales, “Europa ha sido testigo de muchos casos de
mayor hostilidad hacia las personas LGBTI, incluida una persecución flagrante”.
Se han desarrollado “las llamadas 'guerras culturales'” y “la religión juega un
papel en todo esto. La homofobia violenta se puede asociar con casi cualquier
interpretación fundamentalista o tradicionalista de la religión en el mundo”.
Cualquiera que crea que se necesita un Zan Ddl debe tomar nota de esta idea de
“homofobia”, que golpea ante todo contra las Sagradas Escrituras y la Sagrada
Tradición.
El informe se basa
en 47 indicadores medidos a través de un cuestionario respondido por
coinvestigadores presentes en los distintos países involucrados. Está hecho
siguiendo el modelo de Ilga, pero enfatizando más la dimensión de
“inclusividad” en el ámbito eclesial. “Como teólogos que buscan la inclusión”,
dice el informe, “partimos del argumento de que la práctica de la hospitalidad
radical y los comensales de Jesús establece la regla para las iglesias sobre la
diversidad, la igualdad y la afirmación de personas de todas las orientaciones
sexuales e identidades de género”. Ya es visible aquí el error de fondo de todo
el documento, que no tiene en cuenta la distinción cristiana entre pecador y
pecado: el primero para ser tratado con caridad y para orientar hacia la
conversión, y el segundo para ser condenado. Para recordarnos que, entre los
pecados graves, están incluidos los actos homosexuales en las palabras del
mismo Jesús, quien usa a Sodoma como vara de medir para expresar la --aún más
grave-- culpa de las ciudades que no se convirtieron a pesar de los muchos
milagros realizados allí durante su vida pública (cf. Mateo 11,20-24; Lucas
10,10-15).
Entre los 47 indicadores
incluyen:
- “La Biblia no se
utiliza como una herramienta normativa para definir los roles de género, y no
se interpreta como una condena a las personas LGBTI o sus deseos vividos,
sexualidad e identidad”;
- “La iglesia
oficia ‘matrimonios entre personas del mismo sexo’ y/o celebra una ceremonia de
bendición…”;
- “Las personas
transgéneros reciben una bendición especial cuando presentan su nuevo nombre
y/o identidad en la iglesia”;
- “Las mujeres
[cis-heterosexuales] y las personas reconocidamente LGBTI son admitidas en los
seminarios…”;
- “La iglesia
apoya la adopción y educación de niños de parte de parejas LGBTI”;
- “El lenguaje
utilizado por los líderes de la iglesia es inclusivo y afirmativo hacia las
personas LGBTI”;
- “Las cuestiones
de género y la sexualidad se tematizan en el culto público...”;
- “Respecto a las
experiencias y temáticas LGBTI, la iglesia se ha disculpado públicamente y ha
pedido perdón...”;
- “La iglesia ha
hecho declaraciones públicas sobre la educación de la diversidad en las
escuelas públicas...”.
Puntos de
“inclusividad”, casualmente unidireccionales, incluso para las iglesias que no
apoyan a los grupos Profamilia y que, en cambio, apoyan a los grupos LGBT.
Estos últimos que atacan al Magisterio y contra los que advirtió Joseph
Ratzinger en su profética Carta de 1986.
Cada indicador
prevé la asignación de una puntuación (0, 0.5, 1) en función del grado de
inclusión estimado. A la cabeza de este (indeseable) ranking por parte de las
iglesias se encuentra la radical Comunidad Metropolitana de Finlandia, una
realidad poco representativa (nacida en EE. UU. en 1968), cuya mayoría de
miembros se declara LGBT: su puntuación es de 45.5 sobre 47, con un porcentaje
de inclusividad de casi el 97%. Inmediatamente detrás la Iglesia más grande de
Suecia, luterana, con seis millones de seguidores y un 88% de inclusión. La
Iglesia Anglicana de Reino Unido, ocupa la novena posición (56% de
inclusividad), mientras que un escalón más abajo se sitúa la primera realidad católica
de la lista: la Iglesia alemana, con 25 puntos sobre 47 (53%), que obtiene el
máximo (un punto) por su teología, la participación "inclusiva" en la
Eucaristía, el uso de LGBT declarado para tareas no pastorales y en cualquier
otro lugar en donde la Iglesia ofrece servicios a la sociedad, el apoyo a las
adopciones de parejas homosexuales, etc. Sin embargo, cero puntos por
bendiciones para las parejas homosexuales, pero se recuerda que la relación es
anterior a los eventos de mayo.
En el ámbito católico,
después de Alemania, vienen Malta (46% de inclusividad), Austria (44%), Francia
(40%) y, en quinto lugar, la Iglesia italiana (17% en general), con 17.5 puntos
sobre 47 (37%) e inmediatamente por delante de Suiza (36%) y Bélgica (34%). Por
último, pero no menos importante, tanto en el ámbito católico como en general,
la Iglesia polaca aparece con solo un punto sobre 47 (2%). A nivel de las
iglesias ortodoxas, se considera que la más inclusiva es la de Finlandia (32%)
y la menos a la Iglesia rusa (5%).
Obviamente, las
puntuaciones tienen su propio grado de objeción y, a veces, no reflejan las
posiciones públicas en las iglesias locales individuales. Al respecto, el
informe señala que los coinvestigadores, al emitir su juicio sobre las
realidades nacionales, tuvieron en cuenta las diferencias entre las distintas
diócesis y dentro de ellas; además, se enfatiza la divergencia a menudo marcada
(pobre de nosotros) entre doctrina y pastoral, ya que sucede que a nivel local
la dimensión de las prácticas “no dichas” y las prácticas concretas van en
contra de la enseñanza oficial.
Comparando los
datos en los dos niveles, religioso y estatal, hay que decir que en varios
casos el índice arco iris de las iglesias es consistente con las puntuaciones
asignadas por Ilga a las políticas de Estado o con las encuestas del
Eurobarómetro sobre la opinión de los ciudadanos. Por otro lado, llama la
atención la situación en España, una de las más “inclusivas” para Ilga y el
Eurobarómetro, pero con la Iglesia católica local que marca un índice entre los
más bajos (5 puntos sobre 47, menos del 11%). También en tierra ibérica, por
supuesto, existen importantes diferencias entre los obispos sobre los temas que
aborda el informe, que subraya el papel de monseñor Reig Pla (Alcalá de Henares)
y del cardenal Cañizares Llovera (Valencia), 'culpables' de ser entre los más
combativos al exponer las mentiras de la ideología LGBT, que daña a las mismas
personas a las que dice proteger. Muchos “ex gays y trans” que han descubierto
el amor liberador de Jesús también dan testimonio de ello.
Al final de la
sección dedicada a la Iglesia Católica, el informe destaca 11 razones para
creer en nuevos desarrollos gay-friendly: partiendo del punto 1, es decir, “las
palabras y los actos inspiradores del Papa Francisco” – de los que el documento
había antes recordado los “mensajes mixtos” en defensa de la familia natural y
cuestiones LGBT -, hasta el punto 11, que es “la importancia de la libertad de
conciencia personal”. La conciencia se entiende aquí de manera subjetiva e
individualista, por tanto, en un sentido alejado de la recta conciencia que se
adhiere a la ley escrita por Dios dentro del corazón de cada hombre. Una ley
eterna que, como dice el salmista, “convierte el alma” (Salmos 19, 7). Por mucho
que Soros y otros supuestos filántropos lo intenten, no lograrán cambiarla.